sábado, 22 de febrero de 2025

PALABRA COMENTADA


 

La Catedra del apóstol San Pedro

1Pedro 5,1-4



REFLEXIÓN

testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a manifestarse

Volver a lo fundamental: el kerygma: muerte y resurrección de Cristo, como esquema, matriz, arquetipo, impronta del designio del Padre. 

Sufrimientos y gloria, fe y esperanza. Esta actitud que nos dona el Padre es la vivencia fundamental para amar, como estilo de existencia. Este es el llamado desde los acontecimientos. 

Pero una caridad discreta para no hacerle juego al mal.

gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como déspotas sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño.

La Palabra nos ofrece un perfil del Pastor o dirigente en nuestra Iglesia. 

No se trata del dirigente máximo solamente, sino de todo aquel que haya sido agraciado con el don de autoridad para bien de la comunidad.

Desde el más encumbrado hasta el más humilde líder, desde las comunidades más relevantes hasta las más humildes y sencillas, se tiene por parte de la Palabra un modelo a seguir.

Nuestro tiempo le presta menos atención al ministerio del dogma que al de la conducta y estilo de vida en los dirigentes.

Pero se piensa erróneamente que es solo responsabilidad de los más altos niveles, sin caer en cuenta que toda autoridad se debe a sus dirigidos.

La verdad profesada no es menos verdad por la mala conducta de los líderes, ya lo dijo Jesús, pero los débiles ven erosionar su fe y credibilidad en una verdad que se desmerece por una conducta indigna.

Somos para dar un servicio y ser servidores con generosidad. Pero el servicio es a los pobres y pecadores para implantar el Reino. No es un servicio al egoísmo ni al pecado.

Salmo responsorial: 22



REFLEXIÓN

nada me falta

Es la experiencia que vivenciamos cuando nos acompaña Dios en contraste de los mediocres guías que nos gobiernan.

Nuestra responsabilidad es ser obdientes en la fe a la verdad manifestada, no imitar las malas costumbres.

El guía por el verdadero camino. Nos asiste para no desviarnos.

Mateo 16,13-19



REFLEXIÓN

"¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?"

Jesús pregunta sobre lo que se dice de él. Los discípulos en sus respuestas manifiestan lo que han recogido de la gente. 

En esas diferentes identidades se comprime el anhelo de cambio de la situación de pobreza, marginación, ignorancia, infelicidad.

Él les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?"

Parece un examen para revelar la adhesión que los vincula a Jesús. 

No sabemos lo de cada uno, y sólo sabemos la confesión de Pedro alentada por el Espìritu del Padre. 

Es decir la respuesta no es del pueblo ni de sus expectativas sobre identidades pero sí sobre su anhelo profundo.

"Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo."

Y por ser una respuesta don del Padre, Pedro es superado en su propia confesión. 

No es un mesías según la expectativa. Este pre-saber ayuda pero no es peciso. 

Se requiere la perfecciòn que Jesús va a desarrollar. 

Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará

Quien lo quiera lo puede verificar. Vivimos tiempos de un poder que atiza y acosa la Iglesia, en sus pastores y fieles.

Aunque no ha existido otro tiempo diferente en la historia de la comunidad de fe, puesto que hay un león rugiente en derredor que busca a quien devorar.

Podemos preocuparnos, afligirnos, temer por la suerte de esta comunidad universal, pero la promesa de Jesús debe anclarnos en la buena nueva del Reino, que no perecerá y se mantendrá, sea con esta específica organización eclesiástica o con otra que pueda venir.

Las instituciones pueden cambiar, y tal parece ser un signo de los tiempos actuales, pero el carisma que las inspiró seguirá inspirando por el Espíritu nuevas formas.

Es nuestra esperanza de creyentes.

Mientras la comunidad se asiente sobre una confesión así, sobre Jesús, en su vivencia y existencia, el mal no podrá con ella.

Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo

Es difícil no ver aquí un don y una misión en relación al Reino. 

Un don a la comunidad? Y también a Pedro? O sólo a Pedro y no a la comunidad? 

Llevamos dos mil años los católicos creyendo que se trata de la persona de Pedro y sus sucesores. 

Pero se dan crisis cada cierto tiempo, con el reclamo que la comunidad también participa de ese don y misión.

Ambos tendrán que recurrir siempre a la confesión que en boca de Pedro, es don del Padre. Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios vivo. 

Y habremos de discernir a la luz de los acontecimientos si comunidad y Pedro hacemos su correcta lectura.

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La Catedra del apóstol San Pedro

1Pedro 5,1-4

Salmo responsorial: 22

Mateo 16,13-19

DOCTORES DE LA IGLESIA



De los sermones de san León Magno, papa
(Sermón 4 en el aniversario de su consagración episcopal, 2-3: PL 54,149-151)

LA IGLESIA DE CRISTO SE LEVANTA SOBRE LA FIRMEZA DE LA FE DE PEDRO


De todos se elige a Pedro, a quien se pone al frente de la misión universal de la Iglesia, de todos los apóstoles y de todos los Padres de la Iglesia; y, aunque en el pueblo de Dios hay muchos sacerdotes y muchos pastores, a todos los gobierna Pedro, aunque todos son regidos eminentemente por Cristo. La bondad divina ha concedido a este hombre una excelsa y admirable participación de su poder, y todo lo que tienen de común con Pedro los otros jerarcas, les es concedido por medio de Pedro.
 El Señor pregunta a sus apóstoles que es lo que los hombres opinan de él, y en tanto coinciden sus respuestas en cuanto reflejan la ambigüedad de la ignorancia humana.  Pero, cuando urge qué es lo que piensan los mismos discípulos, es el primero en confesar al Señor aquel que es primero en la dignidad apostólica. A las palabras de Pedro: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo, le responde el Señor: ¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás! porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.  Es decir: «Eres verdaderamente dichoso porque es mi Padre quien te lo ha revelado»; la humana opinión no te ha inducido a error, sino que la revelación del cielo te ha iluminado, y no ha sido nadie de carne y hueso, sino que te lo ha enseñado aquel de quien soy el Hijo único.
 Y añade: Ahora te digo yo, esto es: «Del mismo modo que mi Padre te ha revelado mi divinidad, igualmente yo ahora te doy a conocer tu dignidad: Tú eres Pedro: yo, que soy la piedra inviolable, la piedra angular que ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, yo, que soy el fundamento, fuera del cual nadie puede edificar, te digo a ti, Pedro, que eres también piedra, porque serás fortalecido por mi poder de tal forma que lo que me pertenece por propio poder sea común a ambos por tu participación conmigo.»
 Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. «Sobre esta fortaleza —quiere decir— construiré el templo eterno y la sublimidad de mi Iglesia, que alcanzará el cielo y se levantará sobre la firmeza de la fe de Pedro.»
El poder del infierno no podrá con esta profesión de fe ni la encadenarán los lazos de la muerte, pues estas palabras son palabras de vida. Y, del mismo modo que lleva al cielo a los confesores de la fe, igualmente arroja al infierno a los que la niegan.
Por esto dice al bienaventurado Pedro: Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo. La prerrogativa de este poder se comunica también a los otros apóstoles y se transmite a todos los obispos da la Iglesia, pero no en vano se encomienda a uno lo que se ordena a todos; de una forma especial se otorga esto a Pedro,porque la figura de Pedro se pone al frente de los pastores de la Iglesia.