Año Impar
Eclesiástico 17,20-28
REFLEXIÓN
reanima a los que pierden la paciencia
Consecuentemente
es su don que adquiramos la paciencia necesaria para mantenernos en la conversión.
Incluso que la practiquemos como hermanos entre nosotros.
Más
bien la irritación por la violación de los derechos propios, verdaderos o
presupuestos, nos hace vengativos, castigadores, impacientes.
Así
la sociedad que juzga y condena, a su vez también necesita conversión a la
paciencia y tolerancia.
Vuelve al Señor,
abandona el pecado, suplica en su
presencia y disminuye tus faltas;
retorna al Altísimo, aléjate de la
injusticia y detesta de corazón la idolatría.
Todavía
falta para llegar a detestar de corazón. No parece que el corazón adolorido por
la falta de amor al Señor sea el que clama. Por lo menos no siempre.
Hoy
por hoy parece que el arrepentimiento se da sólo por las circunstancias
adversas que nos duelen, y entonces clamamos.
Ignacio
de Loyola recomienda pensar en el infierno por si no hay dolor de los pecados.
Que al menos se produzca el temor a Dios.
No
mueve ya el infierno, tan lejano y mitológico. Nos parece fuera del estilo de
Dios.
Más
bien mueve el miedo casi mágico a las calamidades de la vida y tener a Dios
como seguro contra ellas.
El muerto, como si no existiera, deja de alabarlo, el que
está vivo y sano alaba al Señor
En
verdad, ante el Misterio de Amor Libre del Señor y su inter-relación con
nuestro propio misterio, no cabe una ecuación matemática, fija y segura en su
procedimiento y resultado siempre.
Pero
hay una favorabilidad del que aprende paciencia consigo y con otros hermanos
para acompañar la vuelta al Señor y el repudio de la injusticia pecaminosa, y
así mirar el final de la vida sin temor a un juicio o a un abismo, sino con
esperanza de vida y amor eternos.
Salmo responsorial: 31
REFLEXIÓN
propuse: "Confesaré al Señor mi culpa", / y tú
perdonaste mi culpa y mi pecado
que todo fiel te suplique / en el momento de la desgracia:
La
formación del Espíritu de Dios en nuestro centro es hacia la asunción de
nuestra responsabilidad, camino inverso al de Adán, y para reconocer que sin El
no podemos llegar hasta el fondo.
Es
una subjetivación de la culpa, más allá del remordimiento que es su síntoma.
Es
la vivencia compleja de culpa, dolor y arrepentimiento, generosidad para
compensar el daño y acción de gracias por el perdón.
La
misma impulsará una existencia de misión de liberación, operativizando la
salvación de la justicia de Dios en las singularidades humanas e históricas
concretas.
me rodeas de cantos de liberación
Sólo
con esta misión es posible entender qué, cómo y cuándo otros cantos son de
liberación, y acoplarse en red al gran conjunto que se va ensamblando: el Reino
de Dios.
Marcos 10,17-27
REFLEXIÓN
salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se
arrodilló y le preguntó
La
contemplación de Jesús yendo y viniendo en itinerancia por comunicar su
mensaje: tiene sentido?
Así
lo veía Ignacio de Loyola, que nos recomienda acercarnos a esa visión que
vivifica el andar evangelizador del Señor.
Es
un modo de absorber el movimiento histórico, cultural, encarnado de la Palabra.
Es
una forma de adherirnos a la contundencia contingente y epocal, minimizando así
la distancia en el tiempo y la cultura.
Se
construye por tanto una vivencia del Señor, que verifica la petición de la
gracia de seguirlo para conocerlo y amarlo más.
¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios
Los
escándalos mediáticos parecen estar convenciendo al mundo que en efecto, no hay
nadie bueno. Lo triste es que la conclusión para muchos parece ser más bien,
que el bien no vale la pena y no que sólo Dios es bueno.
Y
así frente al tropiezo de la fe que es el escándalo venga de donde venga y de
cualquier naturaleza, la humanidad parece dividirse entre los que
descorazonados eligen el estilo de vida de la Babel: todos contra todos.
Aquellos
que, orando para encontrar fuerzas, insistimos en creer a la bondad de Dios y
su creación, también debemos hacer lo necesario para que esa realidad se
manifieste firmemente.
Jesús
parece plantear un sentido muy profundo y perfecto de bueno. Es como desviar la
posible adulación al sitio exacto donde está la fuente de la cual todos
recibimos.
El
Dios padre de Jesús, es el bueno, que ha hecho bueno todo.
No
es que no lo seamos, sino que esa bondad sólo tiene su lugar adecuado y justo
en Dios. Nosotros si acaso la reflejamos, no la reemplazamos.
"Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dales el
dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, luego sígueme."
La
interpretación clásica es que aquí está el fundamento de la vida religiosa
consagrada. No se discute.
Pero
hoy encontramos también laicos en todos los frentes del mundo, en todas las
trincheras, guardando los derechos de los demás. A ellos también se les da el
llamamiento de vender todo y seguir a Jesús.
Porque
la riqueza y su acumulación son un estorbo para ese seguimiento. La pobreza que
es desprendimiento afectivo y efectivo en la medida de las posibilidades
permite seguir a Jesús con libertad.
Aquí
se encuentran los que creen que a pesar del escándalo el Señor es bueno y
seguirlo vale la pena. Por la pobreza hay que lograr esa libertad del
seguimiento.
Esto
implica orientar su vida por los pobres que claman porque reconozcan sus
derechos, para apoyarlos en sus justas reclamaciones, pero también exhortarlos
a no reproducir el mecanismo de enriquecimiento y opresión al que fueron
sometidos. La perfección consiste no en negociar, vender y acumular ganancia. Esto
tampoco es negativo.
Sino
en compartir con el que necesita el producto de la venta.
Un
compartir solidario útil, un empobrecimiento empático, proactivo, generoso que
dignifica la producción de riquezas del mercado. Porque un mercado satanizado
no es solución para nadie.
él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico
También
Jesús se entusiasmó con este prospecto tan aparentemente bueno desde Dios.
Pero
mantuvo su libertad en dictar las condiciones para la salvación desde el Reino.
En
cierta forma, tengamos poco o mucho en acumulación, son las condiciones para
todo prospecto de salvación según el Reino.
No
sólo para los del círculo íntimo o iniciados en una causa.
Vender,
compartir, empobrecernos por la fraternidad del Reino está al alcance de todos
siempre.
Así
seremos buenos desde Dios Padre.
Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de
Dios!
Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los
que ponen su confianza en el dinero!
Ellos se espantaron y comentaban: "Entonces, ¿quién
podrá salvarse?"
Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede
todo
Qué
pensaría Jesús decir con esa mirada. En vista de su respuesta debió pensar algo
sobre la fe de sus discípulos.
En
alguna forma Jesús se orienta a pensar y afirmar -a pesar del escándalo del
joven rico observante, que no da el siguiente paso y de los ricos que
difícilmente entran en el reino -que el Señor es bueno, y logra su designio con
todo y los ricos aferrados.
Una
actitud inmejorable para tiempos de crisis en la equidad de la distribución de
bienes, y de numerosas poblaciones en pobreza de todo tipo.
Porque
el camino de la salvación para los ricos, que somos más los que confiamos en el
dinero que los que no, pasa por la distribución de las riquezas a los pobres.
La
distribución inequitativa es la iniquidad de nuestros pueblos actuada por ellos
mismos. Y desde fuera, por el abuso de otros pueblos.
El
camino de la salvación también es socioeconómica, encarnada, histórica,
cultural, integral.
Seguir
a Jesús en ese camino en el que es un paradigma, requiere que el Padre nos haga
capaces de distribuir de corazón las riquezas acumuladas.
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