Sábado 4 de Cuaresma
Jeremías 11,18-20
REFLEXIÓN
tú, Señor de los ejércitos, juzgas rectamente, pruebas las
entrañas y el corazón
Se hace
difícil y complejo arribar a un juicio que defina una comprensión correcta de
una realidad concreta, por la masa de información que nos apabulla, acompañada
del barullo emotivo de la impaciencia y la crispación.
Se
requiere un auxilio y soporte espiritual para mantener la energía y el
entusiasmo por las buenas obras salvíficas, porque merodea la desilusión y la
amargura.
Un
creyente apóstol requiere nutrirse del trato frecuente con la Palabra, para que
el vigor del espíritu no decaiga, y se eleve por encima y más allá de la
contradicción.
Por
evangelio no nos está permitido pactar con la corrupción que provoca el
escándalo, pero la algarabía mediática continua que revuelve la basura del
escándalo, como una cortina de humo que busca opacar las buenas obras, no se
debe ni cultivar ni fomentar.
El
mercado que se mueve por la codicia de la ganancia, también maneja el
conglomerado de medios de comunicación. No le interesa respetar cualquier
fuerza que se oponga a su ambición.
No debe
ser tampoco para silenciarlos, cegando la libertad de expresión e información,
huyendo así de la crítica y la transparencia.
Queda
entonces esforzarse por mantener la verdad evangélica, con serenidad y
humildad, en la conciencia de que nos soporta y consuela el Señor.
veré mi venganza contra ellos,
porque a ti he encomendado mi causa.
No
es que podamos dejar de sentir deseos de venganza, sino que lo dejemos en manos
del Señor. En su designio la queja será atendida a su tiempo, para su gloria.
Implica
dejar nuestro encono, abandonar nuestro resentimiento, pero seguir suspirando
por la satisfacción de la justicia.
Nosotros
apasionados y con inclinación a la violencia, no somos aptos para el ejercicio
de la justicia.
En
el ascenso de la humanidad hoy, vemos la tendencia a buscar en representantes
de la justicia. la atenciòn a la sed de venganza por parte de las víctimas. Y a
éstas confiar, o al menos renunciar a hacerse justicia por sus manos.
Pero
también vemos, que hay quienes no se controlan y actúan, ejecutando la venganza
en nombre de una justicia, que resulta a su vez en injusticia, por apasionada y
unilateral.
La lucha
se inspira en Jesús, quien confió su causa al Padre, y el lo escuchó hasta su
muerte, otorgándole el nombre sobre todo nombre. Por eso es Jesús nuestro
paradigma de justicia.
Cuando
Jesús vive esto, no hace fuerza en una posible venganza sino lo contrario,
perdona porque no saben lo que hacen.
La
maldad que nace del corazón humano no es irredimible, porque más bien es
obcecación.
Si nos
identificáramos con el justo y su justicia, no obraríamos el mal.
Salmo
responsorial: 7
REFLEXIÓN
que no me atrapen como leones / y me desgarren sin remedio
Cuando
sucede conocemos que es posible: el perjuicio y daño que infligen los que
conspiran contra alguien.
En Jesús se muestra una
concentración del destino de una víctima por la su aceptación de la voluntad
del Padre.
En su caminar, en su
oración para pedir por la confianza en el designio, se realizaron en su momento,
y se mantienen ahora por su Espíritu a nombre de todas las víctimas. Aun de las
que no son tan inocentes.
Júzgame, Señor, según mi justicia, / según la inocencia que
hay en mí.
Porque
la inocencia absoluta no parece darse y todos somos en alguna forma cómplices
de la injusticia, por acción o por omisión.
En nosotros hay
oscuridades, corrupciones, colaboración con el daño al bien común, aun en
pequeña escala.
Cese la maldad de los culpables, / y apoya tú al inocente, /
tú que sondeas el corazón y las entrañas, / tú, el Dios justo
La
hipocresía que permite atacar sin sonrojarse por las propias falencias, se ha
enseñoreado de nuestra tierra.
Tal
parece que nuestra culpabilidad es de tal calibre, que no descansamos sin un
chivo expiatorio, que cargue con ellas.
Como
iglesia los creyentes del pueblo de Dios estamos en esa coyuntura: cargando con
culpas, escándalos, divisiones que se nos echa en falta quizá como evidencia de
la falsedad de nuestra fe.
Es
importante que esa fe sea lúcida para lograr comprensión de lo que está en
juego: el anti-reino incansablemente saboteando el reino.
Mi escudo es Dios, / que salva a los rectos de corazón
Por eso
es importante la autocrítica veraz y honesta, como una muestra de la sinceridad
y rectitud del corazón.
Es
necesario desmontar nuestro sistema defensivo que nos hace mantenernos en pie
por nosotros mismos, pero no está sostenido por la gloria de Dios.
Juan
7,40-53
REFLEXIÓN
Y así
surgió entre la gente una discordia por su causa
Por lo tanto estamos advertidos sobre la dinámica existencial en la que
nos hemos incluído voluntariamente por nuestro compromiso de fe: somos parte de
una discordia por nuestra adhesión a Jesús de Nazareth.
Jesús
sigue siendo motivo de discordia, aun entre sus seguidores, por la pluralidad y
diversidad de interpretaciones, que se originan entre los creyentes entre ellos
y los no creyentes.
Y
seguimos en ella actualmente. Interpretamos la misma escritura y nos
enfrentamos.
Y la
interpretación autorizada del magisterio, no es muy escuchada ni seguida, en
parte por el testimonio del mismo magisterio.
Esa gente
que no entiende de la Ley son unos malditos
El sentido que le abre paso a la adhesión es el corazón creyente, no el
estudio de la Ley. No sobra el estudio, pero sirve si el corazón cree. De lo
contrario es letra muerta.
Por encima de la normativa, lo que toca nuestro corazón es la
vulnerabilidad concreta de las personas, hombres y mujeres oprimidos por
nuestra injusticia.
¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él?
El
evangelio de Jesús se teme sobretodo, por los poderosos, por los que ejercen
algún dominio. No deben temer los servidores, estén donde estén, igual hoy.
"¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin
escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?"
Aun con
su tímida adhesión Nicodemo entró en el proceso de hacer justicia de Jesús. Su
encuentro con él lo marcó para seguirlo, no obstante la prepotencia de los
poderosos.
Es como una guerra de
trincheras o posiciones ganadas. El proceso del Reino nos impele a avanzar, una
vez hemos sido llamados.
Aferrarse
al prejuicio más allá de lo razonable, es parte de la lógica de la ambición de
poder. No perderlo es la consigna.
¿También
tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas?
Poco o nada sirve conocer la ley si el prejuicio emocional defensivo de
interés egoísta ha tomado posesión de nuestro juicio.
Los ejercicios ignacianos buscan una depuración de esos juicios,
apuntalados por afectaciones endurecidas por el ego y el tiempo, para captar
una voluntad diferente y alternativa: la voluntad del Señor.
Es
importante darnos un tiempo nuevo para ablandar y depurar esas rigideces
afectivas, que influyen en el juicio. Es parte de la vigilancia, para mantener
vivo el proceso de conversión en nuestra existencia.
https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1373231323104505862?s=20