Sábado 27de tiempo ordinario
Gálatas 3, 22-29
22Pero la Escritura lo encerró
todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuera dada
a todos los que creen.
23Antes de venir la fe,
estábamos encerrados bajo la ley, confinados para la fe que había de ser
revelada. 24De manera que la Ley ha venido a ser nuestro guía (tutor) para conducirnos
a Cristo, a fin de que seamos justificados por la fe. 25Pero ahora que ha venido la fe, ya no estamos bajo el guía.
26Pues todos ustedes son hijos
de Dios mediante la fe en Cristo Jesús. 27Porque todos los que fueron bautizados en Cristo, de Cristo se han
revestido. 28No hay Judío ni Griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer,
porque todos son uno en Cristo Jesús. 29Y si ustedes son de Cristo, entonces son descendencia de Abraham,
herederos según la promesa.
COMENTARIO
La Escritura presenta al mundo entero
prisionero del pecado, para que lo prometido se dé por la fe en
Jesucristo a todo el que cree.
Cada elemento de este versículo
tiene la gravidez de la persuasión de una Palabra de Dios.
La Palabra como una revelación
es la única capaz de desenmascarar al mundo como pecado.
Este fue el genio bíblico a
diferencia de la filosofía griega: la consideración nuclear del mundo, su
diagnóstico más preciso y certero.
Mientras los griegos enjuiciaron
al mundo como cosmos: armonía y belleza, pero corrompible y desechable; el
pensamiento bíblico lo captó como creado bueno pero en complicidad e
inficionado por el pecado, por el anti-designio, pero con vocación de reino de
Dios.
Quien dice mundo, dice totalidad
de la realidad conocida y cognoscible, en estado primario y también
transformada por el ingenio de sus criaturas.
El creador como Padre,
inteligencia fértil en soluciones impensables a problemas imposibles de
resolver, mantuvo su designio de comunión con Él como prometió desde el
principio.
Pero abierto a la fe en Jesús, para todo ese mundo en proceso de regeneración,
y no exclusivamente para cualquier clase de élite.
Nosotros también hoy en nuestra
relación con el mundo podemos resbalarnos por la intepretación meramente
cosmológica, para terminar frustrados al presenciar y experimentar la
corrupción.
Por eso la Palabra nos acompaña
para persuadirnos del mundo originalmente bueno pero pecador, para que en la
autocrítica se nutra nuestra balbuciente fe en Jesús, hacia la promesa de
plenitud.
En la lucha contra la
injusticia, aun de buena fe, no es difícil incurrir en un error rutinario: todo
depende de nosotros; remontar la cascada de opresiones depende de nuestra
inteligencia, sagacidad, estrategias, alianzas, violencia, campañas y demás.
Olvidamos o pasamos por alto que
los agentes de la ofensiva contra la injusticia también están imbuídos en ella,
es decir, que estamos como mundo prisioneros del pecado.
Es una verdad olvidadiza y
mitológica, que se puede superar e incluso desbancar con el tesón de la energía
emergente del progreso material, tecnológico, cultural y humano.
Qué estamos olvidadando, qué se
nos pasó por alto? Que la Escritura dice: que hay una fuente de verdad que cuenta
y hace la diferencia.
Pero ponerse en contacto con esa
fuente implica encontrar los que históricamente han administrado la Escritura.
Y aquí la credibilidad hace aguas. Porque también los administradores son parte
del mundo prisionero del pecado. Y como tal se prestan a la injusticia.
En estos tiempos de erosión de
la credibilidad en los administradores se requiere una buena dosis de buena fe
incansable y vigilante: de discernimiento constante.
Sólo la vida según el Espíritu
en constante monitoreo da una cierta esperanza de salida a nuestro encierro.
Es posible creer, pero creer por
fe en Jesucristo es un modo específico proporcionado por la Escritura para
alcanzar lo prometido: deshacer la prisión del pecado.
la
ley fue nuestro pedagogo hasta que llegara Cristo y Dios nos justificara por la
fe
La ley como cultura originada en
la herida libertad humana sigue siendo pedagoga hasta que la libertad de gracia
en Jesucristo se haga efectiva en nuestro núcleo vivencial y existencial.
Porque una cosa es la
proclamación del horizonte salvífico de la Palabra y su oferta, y otra nuestra
aceptación y apropiación en relación a nuestro estilo de libertad.
Y sigue siendo el pedagogo: es
la función de toda ley y estructura humana ordenadora de la sociedad.
Una
vez que la fe ha llegado, ya no estamos sometidos al pedagogo, porque todos
sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús
Pero aún en esta situación es
posible, en nuestro peregrinar, asumir equivocadamente esa insumisión a la ley
pedagogo.
La dinámica de la fe liberadora
es una mayor entrega, un mayor amor, no una licencia para matar.
La ambivalencia persiste.
Ya
no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos y libres, hombres y
mujeres, porque todos sois uno en Cristo Jesús
Cuando el bautismo se haga
realidad vivencial y existencial nuestro estilo de vida ya no permitirá ni
procreará división, ni compartimentación de ninguna especie.
Si hoy nos debatimos cada vez
más a fuego cruzado entre minorías demandantes por derechos preteridos, es que
no hemos llegado a ese estilo de libertad que da la fe en Jesús de Nazareth: la
fraternidad.
Una nueva ciudadanía global
propia del catolicismo primordial. Un punto más alto que las disensiones de
género, raza, cultura, riquezas o religión.
Un nuevo modo de fraternidad que
no pasa por guerras y venganzas, sino por amor y perdón.
Salmo responsorial: 104
COMENTARIO
se
alegren los que buscan al Señor
Porque la iluminación de la fe
en la revelación de la Palabra produce alegría y gozo.
Se rasga el velo que opaca la
realidad y aparece su naturaleza más profunda y el designio.
Aparece la gloria del Señor que
no es comparable a ninguna otra. No por espectacular-no lo es- sino por
verdadera.
Lucas 11, 27-28
27Mientras Jesús decía estas cosas, una de las mujeres en la multitud alzó
la voz y dijo: "¡Dichosa la matriz que Te concibió y los senos que Te
criaron!" 28"Al contrario," le contestó Jesús, "dichosos los que oyen
la palabra de Dios y la guardan."
COMENTARIO
Escuchar la palabra de Dios y cumplirla, es el sentido del
elogio de “Bendita entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”.
Esa es María, la que cumplió como maestra y discípula de
Jesús de Nazareth.
Como tal, un modelo para su Hijo, y una proclamación en todas
sus apariciones: escuchar la palabra y cumplirla.
No es
que la gloria de la mujer que le tocó por madre fuera poca cosa para Jesús.
Más bien su gloria y gozo como la de todo poseído de la fe en
Jesús fue la de escuchar la Palabra, recibir su iluminación, impregnarse de su
revelación y cumplirla.
La nueva
familia: un catolicismo primordial generado en la escucha y práctica de la
Palabra.
De ahí
que toda familia, aun el mínimo boceto histórico de ella, es una figura que
pasa, orientada a la consumación de la familia universal, en el Padre de todos.