Sábado 17 de tiempo ordinario
Jeremías
26, 11-16. 24
REFLEXIÓN
El Señor me envió a profetizar contra este templo y esta
ciudad las palabras que habéis oído
Hay una
soledad irremplazable:la propia responsabilidad de la conciencia ética en base
a la fe.
En ella
se experimenta el aislamiento de cualquier seguridad que pudiera venir de
fuera, la propia fortaleza alimentada por la fe en el apoyo del Señor, y el
propio debate entre la firmeza y la debilidad.
En esta
agonía entra Jeremías y también Jesús de Nazareth. Es un camino cuesta arriba,
pero sostenido por la paz y serenidad que traspasa cualquier inquietud.
escuchad la voz del Señor, vuestro Dios;
Porque
lo que realmente importa al enviado es que se escuche al Señor, su Palabra, su
designio. Toda agonía será superada por el gozo de servirlo para la extensión
de su reino.
enmendad vuestra conducta y vuestras acciones, escuchad la
voz del Señor, vuestro Dios; y el Señor se arrepentirá de la amenaza que
pronunció contra vosotros
Pero el
mensaje era no de destrucción sino de llamado al cambio de conducta. A lo
razonable de modificar el estilo.
si vosotros me matáis, echáis sangre inocente sobre
vosotros, sobre esta ciudad y sus habitantes
Aunque
se intente diluir la responsabilidad por la muerte de un inocente emblemático
como Jesús, quien acoge todo tipo de víctimas con su caso, el poder de turno en
el judaísmo de su época no puede disimularla.
Y como
tal es también emblemático del opresor de todo tiempo. El pronóstico sigue
siendo que un poder así erigido y mantenido no puede prosperar definitivamente.
Este hombre no es reo de muerte, porque nos ha hablado en
nombre del Señor, nuestro Dios
Es
posible sin embargo encontrar fisuras en ese poder aparentemente monolítico. Es
la esperanza de transformación.
Todavía
no había llegado su hora.
Es su
don reconocerla y aceptarla.
Un
argumento que equivale a decir: la ciudad somos nosotros. Es la ausencia de
autocrítica rampante por parte del poder instalado. No ceder, ni negociar su
posición.
Salmo responsorial: 68
REFLEXIÓN
Que el Señor escucha a sus pobres, / no desprecia a sus
cautivos
Si pobre
es ante todo la experiencia del desapego para colgarse del Señor, porque se lo
vive como Principio y fundamento, hemos de reconocer muchas modalidades en la
pobreza. La pobreza material no agota el sentido evangélico de pobreza.
Se trata
de una experiencia de precariedad en cuanto criatura que reconoce al Señor como
su todo.
Si la
pobreza material lo que provoca es hambre de consumo, no está conduciendo a la
felicidad evangélica del reino de Dios para los pobres.
La
verdadera pobreza e inocencia tiene que pasar por el conocimiento propio y la
sinceridad para con uno mismo y con Dios.
Mateo 14, 1-12
REFLEXIÓN
"Ése es Juan Bautista, que ha resucitado de entre los
muertos, y por eso los poderes actúan en él."
El
sentido de culpa no se va nunca y produce fantasmagoria: imágenes que cargan
con ese sentimiento, con la ilusión
engañosa de librarse.
Y en
este caso perdía capacidad de reconocer la novedad de Jesús y su posibilidad de
regeneración si se convertía, por terribles que hubieran sido sus crímenes.
Al
contrario de Pedro y Pablo, quienes asumieron su culpa y no la proyectaron en
el encuentro sanador con Jesús, cuando se les atravesó en su camino de
perdición.
Así las
nuevas escrituras nos ponen en contacto con una galería de personas y sus
relatos de sanación y conversión. Nosotros elegimos con quien nos
identificamos.
Quizás
para nuestro tiempo esos relatos no satisfagan como historia anécdota, pero
pueden aportar como historia sentido para la conversión.
Juan le decía que no le estaba permitido vivir con ella
Hoy se
le hubiera recriminado a Juan por meter la religión en la política, al criticar
al poder establecido.
le gustó tanto a Herodes que juró
Es
probable que en un festín, además del ambiente placentero y adulón, hiciera
efecto el exceso de licor, para perder las proporciones y ganarse un problema.
Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo
tenía por profeta
El rey lo sintió; pero, por el juramento y los invitados,
ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel
En otro
evangelio se alude al gusto con el que Herodes escuchaba a Juan, lo cual
explica que haya sentido mandarlo a matar.
Si no
resulta contradictorio este malestar, siendo así que antes pensaba matarlo y se
inhibía solo por miedo a la reacción del pueblo.
No es lo
mismo escuchar con gusto la Palabra, y menos cuando pide cambiar la propia
conducta.
Porque
la Palabra del Señor tiene ese problema:pide conversión.
Y el
poco sentido común por estar bebido. Así en toda la historia, aún la cotidiana,
esa adicción facilita las decisiones perjudiciales para muchos.
No la
bebida, sino su desmesura.
Pero en
la formación humana seguimos insistiendo en la sanción, no así en la educación
de la conciencia, para elevar el nivel de sensibilidad y respeto al derecho de
los demás, por encima de nuestra satisfacción momentánea.
Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron y fueron
a contárselo a Jesús
El Poder
no es sólo de Herodes, sino una red, que ejerce su influencia desde sus
validos: Salomé y su madre.
La ética
de Herodes no le permitía faltar a su palabra, pero sí asesinar al inocente.
Esta
ética bícefala, trícefala, pervertida y degenerada, establece prioridades de
acuerdo a las pasiones, no a los valores más relevantes y de los que dependen
los demás: Justicia, amor, compasión, lealtad
Por qué
los discípulos de Juan B, competencia envidiosa de Jesús, iría a contar su
muerte?
Porque
reconocían su liderazgo por encima o igual al de su maestro.
https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1553349514974593025?s=20&t=TAcFeecvXDDHTDWQ1D-IOg