SÁBADO 11 DE TIEMPO ORDINARIO
Año Impar
2Corintios 12,1-10
REFLEXIÓN
sólo presumiré de mis debilidades.
Es lo contundente, aquello que verifico. Lo otro, los dones espirituales, no se deben poner como cuenta propia.
me han metido una espina en la carne: un ángel de Satanás que me apalea, para que no sea soberbio. Tres veces he pedido al Señor verme libre de él; y me ha respondido: "Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad."
Este texto inspirador quizá puede excusar la pusilanimidad, pasividad y poco esfuerzo. Pero es una expresión de nuestra verdad íntima, personal, permanente.
Hoy que somos adictos a la autenticidad, debiéramos dar un lugar al reconocimiento de nuestra debilidad y limitación como clave de la comprensión de nosotros mismos.
presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo
El reino pretende invadir nuestro ámbito y echar fuera las tinieblas de todo tipo.
Se puede decir que duerme a la puerta de nuestra ciudadela, para entrar apenas le damos oportunidad.
vivo contento en medio de mis debilidades
cuando soy débil, entonces soy fuerte.
Nuestras contingencias propias de la lucha por la vida en solidaridad nos afectan y desafían, robando muchas veces la energía para proseguir y pasar adelante.
La Palabra nos enseña a verlas como manifestación de una debilidad original, un aguijón en nuestra condición carnal, con la misión de recordarnos que la fuerza nos viene del Señor.
Así la fuerza nos acompaña por parte del Señor, si reconocemos nuestra debilidad.
No como un halo mágico que convierte al guerrero en indestructible.
Salmo responsorial: 33
REFLEXIÓN
os instruiré en el temor del Señor;
El Señor es alguien para tomar en serio. Una relación nuclear de la existencia. Un interpelante que no admite que lo ignoren.
Mateo 6,24-34
REFLEXIÓN
Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo
Es importante que la propia experiencia de adulterar una relación nos abra la comprensión sobre la necesidad de ser leales a un solo Señor, un solo amor, sin coqueteos ni devaneos.
Pero una cosa es la debilidad como llamamiento a la fuerza del Señor para que venga en nuestro auxilio, y otra muy diferente es ponerse a su servicio, dejar que nos domine, abandonar la lucha.
No podéis servir a Dios y al dinero
Millones de personas, miles de estructuras por ellas alimentadas y soportadas viven del principio contrario: que se puede servir a Dios y al dinero.
Cualquiera de los sistemas económicos, incluso los que muestran alguna solidaridad, mantienen su pretensión de posesión y acumulación de riqueza: de codicia.
El afán de lucro es una de nuestras más glamorosas debilidades, de todos los tiempos.
Hoy reviste la forma de inversión volátil, que llega como depredador a una economía necesitada y levanta vuela inmediatamente que surge una crisis, dejando ruina y miseria, sin preocuparse de reparación alguna.
Tantos lugares quedan arrasados económicamente después de la visita de esas grandes inversiones.
No estéis agobiados por la vida, pensando qué vais a comer o beber, ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida?
Se dice que gran parte de la población moderna sufre de agobio y depresión. El horizonte vital está habitado por temores y riesgos. Crisis es una palabra común y frecuentada en nuestro discurso.
Será que abrir una ventana a la dimensión de la Providencia y al sentido de que Alguien vela por nuestras vidas será alienante? No será importante hacerlo, aun por fines de salud mental al menos?
Un texto de una armonía sublime, que inspira el abandono en el Señor y sería el antídoto del estrés, que nos asedia y asfixia a cada paso, en el mundo agitado de hoy.
Una llamada a dejarse cuidar por el Señor, experimentando al Padre que nos ama a cada paso en nuestra existencia.
Pues si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe?
Una pretensión de solución cuasi final moderna, es el tribunal de derechos humanos, al que se acude cuando todos los otros tribunales han fracasado en fallar a favor de nuestros supuestos derechos.
Quizás debíamos incluir también la pretensión de una instancia trascendente que da un valor absoluto a nuestra vida y defiende mejor que nadie nuestros derechos humanos: el Padre de Jesús de Nazareth. Solo que se requiere fe.
Buscar sobre todo a Jesús y su estilo de vida, su cosmovisión, sus actitudes, su testimonio, su fe en el Padre, su amor a los pequeños.
Es un expresión viva para inspirar el sentido del valor de la persona.
Que a los ojos de Dios es más preciosa que lo más precioso de la creación, a la que ya hizo hermosa.
Pero es sólo abierta para la fe, esta visión de la persona y su nobleza, gloria y dignidad.
Sobre todo buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos.
La justicia del Reino de Dios no es para el más allá, sino desde ahora. Ni es para que otros hagan, sino para que la hagamos todos. Se trata de construir la fraternidad.
Se nos aclara cuál es la ley de la gravedad del universo evangélico y de la Palabra de Dios: el reino de Dios y su justicia.
La justicia del Reino no se identifica con ningún ejercicio de justicia inventado por nosotros, sino que es un horizonte respecto del cual toda justicia humana debe seguir perfeccionándose.