Sábado 3 de Pascua
Hechos 9,31-42
REFLEXIÓN
la Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaría.
Se iba construyendo y progresaba en la fidelidad al Señor, y se multiplicaba,
animada por el Espíritu Santo
Es una
descripción más bien esquemática, como si fuera un estribillo, para dar cuenta
de un estado general en un espacio de tiempo y lugar.
Es como
un oasis en medio de las dificultades, tribulaciones y persecuciones.
Cuál de
los dos estados, el pacífico o el atribulado era el dominante en esos tiempos?
Difícil de saber.
Pero nos
enseña la actitud propia de lo creyentes reunidos en asamblea de elegidos por
el Espíritu. Debemos confiar y vigilar para no sucumbir en las pruebas.
"Eneas, Jesucristo te da la salud; levántate y haz la
cama."
Se trata
de una asamblea de creyentes que perdura en el tiempo ofreciendo signos de la
presencia salvífica de Jesucristo.
Sus
llamados, sus elegidos están en función de su obra de salvación para los más.
Y nada,
ni las tribulaciones deben acortar o reducir esa misión para todos, incluso
para los perseguidores.
Lo vieron todos los vecinos de Lida y de Saron, y se
convirtieron al Señor.
La
mentalidad o modo de pensar que se trastoca en la conversión puede dejar una
ideología de izquierda o derecha intacta, puede no afectar la postura
conservadora o liberal, que en fin son etiquetas nuestras.
Lo que
hace es cambiar el ser operante, el corazón, las decisiones que elicitan
acciones vitales.
Los
portentos o milagros, las obras admirables como signos tocan el corazón, lo
circuncidan para que se hagan sensibles al paso del Señor y lo sigan.
Los
signos pueden ser fuertes y arrebatadores, o sutiles como una caricia, pero
como el maná, son para el momento, para incentivar a dar golpes de timón que
enrumban la nave de la existencia, no para acumular como puntos o méritos de
los cuales jactarse.
La
conversión del corazón es una misión en contexto eclesial, un don a la
comunidad, para el bien común.
"Tabita, levántate."
Entre
los signos de la Pascua de Jesús está la revivificación como señal de la
resurrección. Un volver a la salud y la vida, como una bendición que convierte
y transforma para revestirse de una nueva vida totalmente otra.
Nuestros
gestos de sanación, en el mundo de hoy, como señal de la presencia de Jesús
vivo entre nosotros, son un mensaje para la salud y vida actuales, para
prolongarlos.
Y
también son preparación para asumir la vida nueva del Espíritu que nos está
transformando para el Señor.
Salmo
responsorial: 115
REFLEXIÓN
¿Cómo pagaré al Señor / todo el bien que me ha hecho?
Te ofreceré un sacrificio de alabanza, / invocando tu
nombre, Señor
Aun en la desolación y la
depresión puedo agradecer. Puedo adherirme a la acción de gracias por
excelencia: la oblación de Jesús de Nazaret, perpetuada por su memorial.
Mucho le cuesta al Señor / la muerte de sus fieles
Nuestra
muerte física es un desafío para la Pascua de vida de Jesús de Nazareth.
La fe en
ella nos debería conducir a la esperanza de vida actual y futura. Ambas están
vinculadas como el signo y su realización.
Juan 6,60-69
REFLEXIÓN
El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las
palabras que os he dicho son espíritu y vida
El
evangelista plantea un conocimiento (gnosis) que requiere la transformación del
creyente que arriba a tal conocimiento.
Deberá
ser capaz de percibir realidades con ojos o sentidos diferentes, en otra
calidad y nivel.
Aferrarse
a la literalidad, a la materialidad no ayudará. La comprensión infundida por el
Espíritu debe liberar ataduras cognitivas, actitudinales, culturales diríamos
ahora.
Porque
quien se da a conocer desde su dimensión de vida que no termina es un Misterio
para nuestra limitada asimilación.
No es
Misterio en el sentido de un claustro cerrado y prohibido, sino en el sentido
del Arcano donde entramos si nos iniciamos, si nacemos de nuevo.Si nos
descalzamos, como otrora la zarza ardiente.
Es una
característica sobresaliente del hablar del Señor en su Palabra. No es posible
maquillarla, porque rompe nuestras defensas lógicas y sicológicas. Su
radicalidad sentida nos hace sentir vulnerables e impotentes para cumplirla.
Nos hace sentir la dimensión de una vida nueva a la que accederemos por su
misericordia.
Celebrar
el memorial es vivir en la dimensión del Espíritu no de la carne, por la conversión
del pan y vino en cuerpo y sangre de Jesús Resucitado.
El
memorial eucarístico es la Palabra del Señor encarnada cada vez en palabras de
los hombres, que se ofrecen como espíritu y vida.
Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo
iba a entregar. Y dijo: "Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí,
si el Padre no se lo concede
Un
sentido de la traición de Judas es emblemático del significado profundo de toda
traición en el contexto de la mayor entrega, como la que narra el memorial:
convertirse, ser del Padre, alimentarse y renovar fuerzas, agradecerle y
alabarle, vivir el espíritu más allá de la carne es un DON no un automatismo
resultante de ser y llamarse miembro.
muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir
con él
Se trata
del costo ineludible de la verdad: tiene sus adeptos y también sus detractores.
Hoy en
día tomamos como señal positiva para el reino, lo positivo para el mundo, como
si fuera una ecuación de igualdad. Es un error.
Jesús en
su momento mantuvo la revelación del Misterio del Reino, a pesar del abandono
por parte de algunos discípulos.
Ni
rebajó, ni redujo el planteamiento y las exigencias del mensaje.
Su
actitud no era la de un negociador, agente de lobby, tan valorado en nuestros
días.
Desde
antes de la pasión ya Jesús iba siendo abandonado por algunos seguidores. No
era suficiente ser atendidos en sus necesidades sino que el Reino también
comprendía la recepción y conversión del duro mensaje de Jesús.
Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida
eterna
Su
actitud era la de fidelidad a la Palabra de su Padre, que él encarnaba, fuera o
no popular.
sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios
La
confesión de Pedro que conocimos en los sinópticos es profundizada en la
recensión joanea. Pero sigue siendo una fraseología que en lenguaje hebreo no
logra la trascendencia última.
Un santo
consagrado era también cualquier enviado, profeta, sacerdote o rey.
El
sentido de la comunidad en el tiempo y en las culturas irá aportando el peso
específico que le asignamos hoy al unigénito, en Jesús de Nazaret.
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