sábado, 24 de febrero de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Sábado 1 de Cuaresma

Deuteronomio 26,16-19



REFLEXIÓN

Hoy te manda el Señor, tu Dios, que cumplas estos mandatos y decretos

Frente a nosotros la vida diaria cotidiana que se da hoy. El hoy es nuestro capital de trabajo e inversión único. Podrá haber temores pasados, expectativas futuras. En todas ellas el anti-reino se cuela para fastidiar el hoy.

Así que debo concienciar que hoy, todos los días hay un hoy, se da un mandato misión del Señor que no tiene que ver con sus intereses egoístas, sino con nuestros intereses de salvación. Los mandatos son para nuestra felicidad, renovados hoy.

Guárdalos y cúmplelos con todo el corazón y con toda el alma

No es el espíritu de los tiempos actuales guardar y cumplir preceptos con el corazón y el alma.

Lo que aparece mediáticamente es la protesta, la rebelión, el desafío contra toda autoridad instituída.

Está de alza el agnosticismo que equivale a proceder igual con la autoridad divina. 

Es decir, si existe, no se puede saber ni conocer, porque cualquier representante institucional de una divinidad es sospechoso de corrupción.

Queda un vacío que hay que llenar, porque el corazón y el alma tienden a la obediencia, así sea en parte de su afectado corazón, por los repetidos infartos que aportan las circunstancias de la existencia.

No es verdad que seamos todo independencia, autonomía, autodeterminación, porque con frecuencia al deliberar, con lo que los determinismos nos dejan de libertad, miramos en todas direcciones para buscar una señal que nos ayude a decidir sin equivocarnos.

En esa búsqueda cualquier fuente parece adquirir sentido: horóscopos, esoterismo, ocultismo, religiones primitivas con pocas instituciones conocidas, el territorio quimérico de la inspiración u oráculo de la divinidad y otras.

Y así el tejido de la opinión común que fragua una identidad, se va deshilachando en diversidades de incomunicación: la babel rediviva. La muerte de la comunión.

Parece oportuno resaltar como cierta la Palabra sobre los preceptos y su obediencia o desobediencia. Una vía conduce a la vida, otra a la muerte.

Hoy te has comprometido a aceptar lo que el Señor te propone

Hoy también, el hoy de cada día, nos renovamos en la intención y voluntad de compromiso con el Señor y su mandato.

Eso sí podemos hacer: renovar diariamente el compromiso de aceptar su mandato.

Siempre y cuando no nos desanimemos por las infidelidades de ayer, y el pesimismo de mañana. Porque sólo tengo el hoy.

guardarás todos sus preceptos, que él te elevará en gloria, nombre y esplendor, por encima de todas las naciones que ha hecho, y que serás el pueblo santo del Señor, como ha dicho

En la historia bíblica de Israel se dieron bendiciones y maldiciones, si así se pueden llamar sus logros y fracasos. 

Pero es más complicado que eso, porque los inocentes que también contribuían con su rectitud a los logros, tomaban parejo en los fracasos. Y para ellos sólo hubo un consuelo: la Palabra que les ayudaba a reconciliarse con su situación crucificada, el gozo de entenderla y aceptarla en tales condiciones, y la promesa de un futuro mejor. Ellos aprendieron a seguir viviendo en rectitud, a pesar del abandono al que eran sometidos por las circunstancias adversas. 

Y muchos aprendieron, nos lo pone la Palabra como ejemplo, a desvincular la voluntad salvífica del Señor de esas aciagas circunstancias. 

Toda una conversión de una divinidad a otra.

Salmo responsorial: 118



REFLEXIÓN

Ojalá esté firme mi camino, / para cumplir tus consignas

El camino son las circunstancias que se van presentando en mi caminar. Su firmeza, como don del Señor, consiste en la favorabilidad para guardar los preceptos. No siempre es así.Y por eso necesitamos su favor para que en cualquier circunstancia estemos firmes.

Pero firme es también la calidad de nuestro caminar, cuando nuestra convicción se mantiene en la fidelidad a su voluntad.

Esa disposición interna también requiere su auxilio para que nuestra debilidad no prevalezca.

Quiero guardar tus leyes exactamente, / tú, no me abandones

No ser abandonados en el sentido que nos da la Palabra a los fracasos de la existencia, no obstante nuestra conducta obediente.

Nos enseña que siempre estamos lejos de ser perfectos como el Señor, pero que su misericordia nos ama como somos y nos perfecciona en la docilidad a su designio.

Mateo 5,43-48



REFLEXIÓN

Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen

Somos sacramentos del amor del Padre cuando llegamos al extremo del amor al enemigo. En esa coyuntura la cultura introyectada en nosotros, con sus valores de autoafirmación malentendida nos sugiere la revancha y el castigo a la insolencia.

Así que perdonar y amar al enemigo es más bravío que no hacerlo y desquitarse, porque voy en contra de mí mismo. Entonces acepto morir para dar vida.

Debo pues mirar de frente la humillación que sentiré por ser considerado tonto y débil, aun por los más allegados.

Los cristianos de la comunidad de Mateo sentían y vivían la persecución en varios sentidos. Ellos eran los más apegados y parecidos a los judíos, en sus costumbres y prácticas. No entendian que en su comunidad latía algo nuevo y que la persecución por aceptar a Jesús de Nazaret era el síntoma doloroso del alumbramiento a una novedad.

Sus perseguidores eran más que victimarios, eran sus parteros. Maduraban la separación y el destete de la comunidad mateana de su matriz judío palestina.

que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.

Su guía buscaba alentarlos a convertirse aún más, para ser como el Padre que no discrimina.

¿qué premio tendréis?

Lo que viene en nuestro auxilio para fortalecernos es el convencimiento del reconocimiento que nos hará el Señor. Humillarnos al amar al enemigo es depositar un tesoro donde no se perderá: en el Señor.

La sicología actual diría que eran unos infantiles buscando premios. Pero tener acceso a la comunión con el Padre no es poca cosa, aunque no seamos tan adultos y maduros como para no buscarla.

sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto

Es nuestra marca e identidad. Pertenecemos a una familia que busca tener la calidad del Padre, así como Jesús lo hace.

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Deuteronomio 26,16-19

Salmo responsorial: 118

Mateo 5,43-48

BEATO CARLO

BEATO CARLO



 De la Constitución pastoral Gáudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, del Concilio Vaticano segundo
(Núms.9-10)
 
LOS INTERROGANTES MAS PROFUNDOS DEL HOMBRE

 

El mundo moderno aparece a la vez poderoso y débil, capaz de lo mejor y de lo peor, pues tiene abierto el camino para optar entre la libertad o la esclavitud, entre el progreso o el retroceso, entre la fraternidad o el odio. El hombre sabe muy bien que está en su mano el dirigir correctamente las fuerzas que él ha desencadenado y que pueden aplastarlo o salvarlo. Por ello se interroga a sí mismo.

En realidad, los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados con ese otro desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón humano.

Son muchos los elementos que se combaten en el propio interior del hombre. A fuer de creatura, el hombre experimenta múltiples limitaciones; se siente, sin embargo, ilimitado en sus deseos y llamado a una vida superior.

Atraído por muchas solicitaciones, tiene que elegir y que renunciar. Más aún, como enfermo y pecador, no es raro que haga lo que no quiere y deje de hacer lo que querría llevar a cabo. Por ello siente en sí mismo la división, que tantas y tan graves discordias provoca en la sociedad.

Son muchísimos los que, tarados en su vida por el materialismo práctico, no quieren saber nada de la clara percepción de este dramático estado, o bien, oprimidos por la miseria, no tienen tiempo para ponerse a considerarlo. Muchos piensan hallar su descanso en una interpretación de la realidad, propuesta de múltiples maneras.

Otros esperan del solo esfuerzo humano la verdadera y plena liberación de la humanidad y abrigan el convencimiento de que el futuro reino del hombre sobre la tierra saciará plenamente todos sus deseos.

Y no faltan, por otra parte, quienes, desesperando de poder dar a la vida un sentido exacto, alaban la audacia de quienes piensan que la existencia carece de toda significación propia y se esfuerzan por darle un sentido puramente subjetivo. 

Sin embargo, ante la actual evolución del mundo, son cada día más numerosos los que se plantean o los que acometen con nueva penetración las cuestiones más fundamentales: ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que, a pesar de tantos progresos hechos, subsisten todavía? ¿Qué valor tienen las victorias logradas a tan caro precio? ¿Qué puede dar el hombre a la sociedad? ¿Qué puede esperar de ella? ¿Qué hay después de esta vida temporal?

Cree la Iglesia que Cristo, muerto y resucitado por todos, da al hombre su luz y su fuerza por el Espíritu Santo, a fin de que pueda responder a su máxima vocación, y que no ha sido dado bajo el cielo a la humanidad otro nombre en el que haya de encontrar la salvación. 

Igualmente cree que la clave, el centro y el fin de toda la historia humana se hallan en su Señor y Maestro.

Afirma además la Iglesia que bajo la superficie de lo cambiante hay muchas cosas permanentes, que tienen su último fundamento en Cristo, quien existe ayer, hoy y para siempre

viernes, 23 de febrero de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Viernes 1 de Cuaresma

Ezequiel 18,21-28



REFLEXIÓN

Si el malvado(rasha:impío) se convierte de los pecados cometidos y guarda mis preceptos, practica el derecho y la justicia, ciertamente vivirá y no morirá.

No se exalta al criminal, ni al pecador, sino su conversión. Y lo que muestran los evangelios: es a pecadores condenados por la sociedad, por incurrir en una situación o coyuntura pecaminosa, sin considerar la potencialidad de conversión que tiene, a lo largo de su existencia. 

El juicio final corresponde a Dios. A nosotros nos corresponde la conversión, para vivir definitivamente. 

Nuestro asunto es la conversión. De eso trata la buena nueva: hay oportunidad para la conversión y para la vida, aunque seamos malvados.

¿Acaso quiero yo la muerte del malvado -oráculo del Señor-, y no que se convierta de su conducta y que viva?

Su designio es que todos vivamos, cuando nos convirtamos del pecado por pecadores.

Si el justo se aparta de su justicia y comete maldad, imitando las abominaciones del malvado, ¿vivirá acaso?; no se tendrá en cuenta la justicia que hizo: por la iniquidad que perpetró y por el pecado que cometió, morirá.

Tan generoso con unos: el malvado que se convierte. Y aparentemente tan mezquino con otros: el justo que peca.

Entre los humanos tenemos ejemplo de ambos en algunas oportunidades. Por ejemplo cuando alguien obra mal, clamamos por una segunda oportunidad para él o ella.

Y cuando alguien obra mal, también clamamos por su extinción prácticamente, como el caso reciente de los curas pederastas.

Pero Jesús de Nazaret va más lejos y habla de setenta veces siete otorgar el perdón al hermano. Lo cual debe reflejar el perdón del Padre.

Esto fundamenta la esperanza en una instancia que no es apasionada e interesada como nosotros sino más justa, que sabe cómo regenerarnos.

Porque no somos ni permanecemos justos por herencia ni títulos ganados, sino por la justicia que constantemente actuamos, y por la conversión que nos devuelve la justicia del Señor, su justificación.

Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió. Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él mismo salva su vida.

No se descarta que el Señor no tenga nada que hacer frente a nuestra decisión y responsabilidad de darnos a nosotros la vida o la muerte, según la justicia o iniquidad con la que obramos.

Salmo responsorial: 129



REFLEXIÓN

Desde lo hondo a ti grito, Señor;

La existencia, las circunstancias de la vida, lo que va aconteciendo nos va ubicando, en diferentes periodos de maduración, en coyunturas de hondura, desde las cuales clamamos. 

Nos la pasamos clamando, pero no siempre ni a la primera, con total hondura. Por que este clamor es la aceptación de que el Señor es único, el único. Es la vida, de sentido y significado, que eventualmente se desdibuja.

Nos recomienda el evangelio entrar en lo secreto para orar. Allí donde se mueven los pensamientos más íntimos, los anhelos más apegados, en la fibra del alma, y lo recóndito del corazón.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor, / ¿quién podrá resistir? / Pero de ti procede el perdón, / y así infundes respeto

El fondo del clamor: la conciencia de nuestra distancia, de nuestro desvío, de haber dañado la relación más fundamental de la existencia. Pero también, en paradoja, la vivencia de que no tenemos dónde más ir.

de ti procede el perdón, / y así infundes respeto.

No lo impones por castigo y severidad. Sino por misericordia ganas nuestro respeto y glorificación.

Mi alma espera en el Señor, / espera en su palabra; / mi alma aguarda al Señor

Estamos esperando tu día, que es el de nuestra liberación.

De allí surge como manantial la fuerza para esperar. Porque la paciencia es una fuerza más que una pasividad.

Porque del Señor viene la misericordia, / la redención copiosa

Tantos siglos de revelación de la Palabra a esto conspiran: al designio de misericordia.

Mateo 5,20-26



REFLEXIÓN

te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti

vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda

La reconciliación fraterna es una señal que nos damos, para para lograr entrar en la audiencia del Señor y ser escuchados en nuestra plegaria. 

Nuestra oración se sitúa en la fraternidad, tal como lo dice el Padrenuestro: perdónanos nuestras deudas como nosotros perdonamos…Así mostramos nuestra disposición a reconocer que somos hermanos y que Dios es padre de todos, y que reconocemos esa paternidad.

He aquí el sacramento y el signo de lo que encontramos en el Señor. Su misericordia está vinculada a nuestra capacidad de reconciliación. Nos los marca el Padrenuestro.

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Ezequiel 18,21-28

Salmo responsorial: 129

Mateo 5,20-26

BEATO CARLO

BEATO CARLO



 Del Espejo de caridad, del beato Elredo, abad
(Libro 3, cap. 5: PL 195, 582)
 
EL AMOR FRATERNO, A IMITACIÓN DE CRISTO
 
La perfección de la caridad consiste en el amor a los enemigos. A ello nada nos anima tanto como la consideración de aquella admirable paciencia con que el más bello de los hombres ofreció su rostro, lleno de hermosura, a los salivazos de los malvados; sus ojos, cuya mirada gobierna el universo, al velo con que se los taparon los inicuos; su espalda a los azotes; su cabeza, venerada por los principados y potestades, a la crueldad de las espinas; toda su persona a los oprobios e injurias; aquella admirable paciencia, finalmente, con que soportó la cruz, los clavos, la lanzada, la hiel y el vinagre, todo ello con dulzura, con mansedumbre, con serenidad. En resumen, como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca.
 
¿Quién, al oír aquellas palabras, llenas de dulzura, de amor, de inmutable serenidad: Padre, perdónalos, no se decide al momento a amar de corazón a sus enemigos? Padre -dice-, perdónalos. ¿Puede haber una oración que exprese mayor mansedumbre y amor?
 
Hizo más aún: le pareció poco orar; quiso también excusar. «Padre -dijo-, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Su pecado ciertamente es muy grande, pero su conocimiento de causa muy pequeño; por eso, Padre, perdónalos. Me crucifican, es verdad, pero no saben a quién crucifican, porque, si lo hubieran conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria; por eso, Padre, perdónalos. Ellos me creen un transgresor de la ley, un usurpador de la divinidad, un seductor del pueblo. Les he ocultado mi faz, no han conocido mi majestad; por eso, Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.»
 
Por tanto, que el amor del hombre a sí mismo no se deje corromper por las apetencias de la carne. Para no sucumbir a ellas, que tienda con todo su afecto a la mansedumbre de la carne del Señor. Más aún, para que repose de un modo más perfecto y suave en el gozo del amor fraterno, que estreche también a sus enemigos con los brazos de un amor verdadero.
 
Y, para que este fuego divino no se enfríe por el impacto de las injurias, que mire siempre, con los ojos de su espíritu, la serena paciencia de su amado Señor y Salvador

jueves, 22 de febrero de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

La Catedra del apóstol San Pedro

1Pedro 5,1-4



REFLEXIÓN

testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a manifestarse

Volver a lo fundamental: el kerygma: muerte y resurrección de Cristo, como esquema, matriz, arquetipo, impronta del designio del Padre. 

Sufrimientos y gloria, fe y esperanza. Esta actitud que nos dona el Padre es la vivencia fundamental para amar, como estilo de existencia. Este es el llamado desde los acontecimientos. 

Pero una caridad discreta para no hacerle juego al mal.

gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como déspotas sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño.

La Palabra nos ofrece un perfil del Pastor o dirigente en nuestra Iglesia. 

No se trata del dirigente máximo solamente, sino de todo aquel que haya sido agraciado con el don de autoridad para bien de la comunidad.

Desde el más encumbrado hasta el más humilde líder, desde las comunidades más relevantes hasta las más humildes y sencillas, se tiene por parte de la Palabra un modelo a seguir.

Nuestro tiempo le presta menos atención al ministerio del dogma que al de la conducta y estilo de vida en los dirigentes.

Pero se piensa erróneamente que es solo responsabilidad de los más altos niveles, sin caer en cuenta que toda autoridad se debe a sus dirigidos.

La verdad profesada no es menos verdad por la mala conducta de los líderes, ya lo dijo Jesús, pero los débiles ven erosionar su fe y credibilidad en una verdad que se desmerece por una conducta indigna.

Somos para dar un servicio y ser servidores con generosidad. Pero el servicio es a los pobres y pecadores para implantar el Reino. No es un servicio al egoísmo ni al pecado.

Salmo responsorial: 22



REFLEXIÓN

nada me falta

Es la experiencia que vivenciamos cuando nos acompaña Dios en contraste de los mediocres guías que nos gobiernan.

Nuestra responsabilidad es ser obdientes en la fe a la verdad manifestada, no imitar las malas costumbres.

El guía por el verdadero camino. Nos asiste para no desviarnos.

Mateo 16,13-19



REFLEXIÓN

"¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?"

Jesús pregunta sobre lo que se dice de él. Los discípulos en sus respuestas manifiestan lo que han recogido de la gente. 

En esas diferentes identidades se comprime el anhelo de cambio de la situación de pobreza, marginación, ignorancia, infelicidad.

Él les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?"

Parece un examen para revelar la adhesión que los vincula a Jesús. 

No sabemos lo de cada uno, y sólo sabemos la confesión de Pedro alentada por el Espìritu del Padre. 

Es decir la respuesta no es del pueblo ni de sus expectativas sobre identidades pero sí sobre su anhelo profundo.

"Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo."

Y por ser una respuesta don del Padre, Pedro es superado en su propia confesión. 

No es un mesías según la expectativa. Este pre-saber ayuda pero no es peciso. 

Se requiere la perfecciòn que Jesús va a desarrollar. 

Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará

Quien lo quiera lo puede verificar. Vivimos tiempos de un poder que atiza y acosa la Iglesia, en sus pastores y fieles.

Aunque no ha existido otro tiempo diferente en la historia de la comunidad de fe, puesto que hay un león rugiente en derredor que busca a quien devorar.

Podemos preocuparnos, afligirnos, temer por la suerte de esta comunidad universal, pero la promesa de Jesús debe anclarnos en la buena nueva del Reino, que no perecerá y se mantendrá, sea con esta específica organización eclesiástica o con otra que pueda venir.

Las instituciones pueden cambiar, y tal parece ser un signo de los tiempos actuales, pero el carisma que las inspiró seguirá inspirando por el Espíritu nuevas formas.

Es nuestra esperanza de creyentes.

Mientras la comunidad se asiente sobre una confesión así, sobre Jesús, en su vivencia y existencia, el mal no podrá con ella.

Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo

Es difícil no ver aquí un don y una misión en relación al Reino. 

Un don a la comunidad? Y también a Pedro? O sólo a Pedro y no a la comunidad? 

Llevamos dos mil años los católicos creyendo que se trata de la persona de Pedro y sus sucesores. 

Pero se dan crisis cada cierto tiempo, con el reclamo que la comunidad también participa de ese don y misión.

Ambos tendrán que recurrir siempre a la confesión que en boca de Pedro, es don del Padre. Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios vivo. 

Y habremos de discernir a la luz de los acontecimientos si comunidad y Pedro hacemos su correcta lectura.

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1Pedro 5,1-4

Salmo responsorial: 22

Mateo 16,13-19

DOCTORES DE LA IGLESIA


MARTES, VII SEMANA

San Gregorio de Nisa De las homilías sobre el libro del Eclesiastés 6 

Tiene su tiempo –leemos– el nacer y su tiempo el morir. Bellamente comienza yuxtaponiendo estos dos hechos inseparables, el nacimiento y la muerte. Después del nacimiento, en efecto, viene inevitablemente la muerte, ya que toda nueva vida tiene por fin necesario la disolución de la muerte. Tiene su tiempo –dice– el nacer y su tiempo el morir. ¡Ojalá se me conceda también a mí el nacer a su tiempo y el morir oportunamente! Pues nadie debe pensar que el Eclesiastés habla aquí del nacimiento involuntario y de la muerte natural, como si en ello pudiera haber algún mérito. Porque el nacimiento no depende de la voluntad de la mujer, ni la muerte del libre albedrío del que muere. Y lo que no depende de nuestra voluntad no puede ser llamado virtud ni vicio. Hay que entender esta afirmación, pues, del nacimiento y muerte oportunos. 

REFLEXIÓN

No obstante los cálculos aproximados hay que admitir que nadie, ni los médicos dominan el día, hora, minuto y segundo de un nacimiento común, no por cesárea. Y lo mismo con la muerte. Se puede decir que , por ahora, sigue escapándose de la omnisciencia ese cálculo. Y es posible hablar de una entrega donada, no arrancada por fuerza. Ni se puede hablar de un pecado forzado.

Según mi entender, el nacimiento es a tiempo y no abortivo cuando, como dice Isaías, aquel que ha concebido del temor de Dios engendra su propia salvación con los dolores de parto del alma. Somos, en cierto modo, padres de nosotros mismos cuando, por la buena disposición de nuestro espíritu y por nuestro libre albedrío, nos formamos a nosotros mismos, nos engendramos, nos damos a luz. Esto hacemos cuando aceptamos a Dios en nosotros, hechos hijos de Dios, hijos de la virtud, hijos del Altísimo. 

REFLEXIÓN

Autores de nuestro destino podemos ser si nos auto-concebimos en fe, porque fe y libertad van de la mano. Y lo mismo cuando vamos gestando su crecimiento.  Hasta que por fe rendimos nuestra vida en acción de gracias por la muerte.

Por el contrario, nos damos a luz abortivamente y nos hacemos imperfectos y nacidos fuera de tiempo cuando no está formada en nosotros lo que el Apóstol llama la forma de Cristo. Conviene, por tanto, que el hombre de Dios sea íntegro y perfecto. Así, pues, queda claro de qué manera nacemos a su tiempo y, en el mismo sentido, queda claro también de qué manera morimos a su tiempo y de qué manera, para san Pablo, cualquier tiempo era oportuno para una buena muerte. Él, en efecto, en sus escritos, exclama a modo de conjuro: Por el orgullo que siento por vosotros, cada día estoy al borde de la muerte, y también: Por tu causa nos degüellan cada día. Y también nosotros nos hemos enfrentado con la muerte. No se nos oculta, pues, en qué sentido Pablo estaba cada día al borde de la muerte: él nunca vivió para el pecado, mortificó siempre sus miembros carnales, llevó siempre en sí mismo la mortificación del cuerpo de Cristo, estuvo siempre crucificado con Cristo, no vivió nunca para sí mismo, sino que Cristo vivía en él. 

REFLEXIÓN

Hubo un momento en el pensar cristiano que se sobrevaloró la carne como representativa del pecado, en su versión erótica. Más otra línea nos lleva a la carne como debilidad, que requiere fortaleza, y así el pecado es sinónimo de debilidad para cosas del Espíritu, quien fortalece.

REFLEXIÓN

Ésta, a mi juicio, es la muerte oportuna, la que alcanza la vida verdadera. Yo –dice el Señor– doy la muerte y la vida, para que estemos convencidos de que estar muertos al pecado y vivos en el espíritu es un verdadero don de Dios. Porque el oráculo divino nos asegura que es él quien, a través de la muerte, nos da la vida.

miércoles, 21 de febrero de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Miércoles 1 de Cuaresma

Jonás 3,1-10



REFLEXIÓN

Vino la palabra del Señor sobre Jonás

"¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!"

Uno es el origen, la autenticidad, la autoridad, la fuerza de la Palabra. Otro es el agente, la voz que se presta, el emisario, portavoz, o profeta que anuncia la misma.

Otro el contenido, el mensaje, el significado pertinente: aquí y ahora.

Esta conjunción de variables puede hacer todo el asunto muy complejo y demandar un prudente discernimiento.

Porque hoy, en la actualidad, se dan anuncios del fin del mundo que algunos atienden, y si suceden no se sabe, ni se nota, y más bien los agentes se desprestigian.

Quizás los significados de fin del mundo deban abrirse a otras denotaciones: fin del mundo fìsico o universo, fin de un orden conocido, fin de una hegemonía política, social o cultural. 

En un sentido traslaticio se van dando en la historia varios fines del mundo: fin de la monarquía absoluta, fin de la esclavitud.

Pero serán fines en realidad o mutaciones? Una organización u orden puede finalizar tal y como está consituída, pero da paso a otra modalidad de poder, hasta peor. Así ha pasado con algunas revoluciones.

Pero la Palabra a través de su agente, cuando es auténtica, despierta una esperanza de cambio y concita una fe sólida, que afina la intuición, para un fin del mundo según el Espíritu.

que se convierta cada cual de su mala vida y de la violencia de sus manos;

quizá se arrepienta, se compadezca Dios, quizá cese el incendio de su ira, y no pereceremos

Porque no es magia, ni automatismo, ni se da por descontado que los gestos de conversión, son en realidad conversión auténtica. Incluso en ello debe intervenir su misericordia: en ablandar nuestro corazón.

Porque hoy como ayer para muchos, darle espacio al Señor en la consideración de los acontecimientos es una señal de fe débil, e interesada y hasta mágica. 

Porque se sostiene una imagen de Dios que lo mantiene distante. Amoroso pero distante. No involucrado ni interviniente. 

Hay una mala y defectuosa reflexión del Misterio y Trascendencia del Señor.

Porque quien parece distante también es cercano. Quien es misericordioso, también es exigente.

Jesús plasma con cercanía y proximidad únicas, este misterio del Padre.

Creyeron en Dios los ninivitas; proclamaron el ayuno y se vistieron de saco, grandes y pequeños

Con el terremoto, maremoto y continuas réplicas en Japón, una de sus centrales nucleares ha estado en crisis. Tanto, que alguien ha denominado “apocalipsis” a esta crisis que puede ser de grandes proporciones.

Hay otras calamidades en otros lugares, y muchos ven la mano del ser humano detrás de ellas, en una u otra forma, por irresponsabilidad, ambición, codicia, injusticia.

Qué decimos los creyentes? O los que así nos consideramos? Somos creyentes para asumir estas realidades como señales para una conversión? Estamos a tiempo para ello? Será que la conversión deba ir más allá de la exclusiva actitud individual? Hacia una mayor equidad en las riquezas de los pueblos y sociedades?

vio Dios sus obras, su conversión de la mala vida; se compadeció y se arrepintió Dios de la catástrofe con que había amenazado a Nínive, y no la ejecutó.

Más que la Palabra en oráculo del profeta, este texto y libro es una narración o ficción de sabiduría sobre un tipo de profeta que no entiende el Misterio del Dios de Israel y termina aprendiéndolo.

Así es nuestra fe con esperanza, esperanza contra expectativa, que va domando nuestra rebeldía ante el Misterio del Padre, presente en nuestra historia, hasta que lo aprendemos a lidiar, soportar, tolerar y por fin amar.

En la narración de Jonás, que ubica su predicción en Nínive capital del Imperio Asirio, en su momento de poder imperial, hasta el rey termina convirtiéndose al Dios de Israel.

No hay trazas históricas de una tal conversión colectiva. Se trata de un sueño, de un deseo.

Pero es revolucionario para los tiempos en que Israel hace su reflexión sapiencial, dos o tres siglos antes de Cristo.

Porque habla del perdón infatigable de Dios, quien siempre apuesta por él y que éste alcanza también a los no israelitas, a los paganos, contra toda la opinión pública que condena a los gentiles impuros.

Jesús muestra en los evangelios ser sensible a estas proclividades del perdón y la apertura, porque las enfatiza en su predicación.

Puede ser que la conversión no dure gran cosa. Pero se hace con buena voluntad y deseo sincero. 

La debilidad dará al traste muchas veces los mejores deseos. Sin embargo lo que debe permanecer en pie es su misericordia eterna y nuestra fe en su asistencia permanente.

Salmo responsorial: 50



REFLEXIÓN

Misericordia, Dios mío, por tu bondad

renuévame por dentro con espíritu firme;

La firmeza que requerimos para avanzar, siquiera un milimetro en la dirección pertinente.

Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; / un corazón quebrantado y humillado, / tú no lo desprecias

En nuestro mundo se dan contrastes. 

Unos que se sostienen en una opinión que condena a individuos y grupos, cuyas acciones son condenables y punibles.

Otros que lavan su imagen hasta el extremo de no admitir sus culpas, para no verse humillados y dar así la razón a sus oponentes.

Hay miedo a perdonar y a pedir perdón en casos concretos. Quizá en teoría pensemos que no es así. 

Porque al hacerlo perdemos imagen, que en nuestro ethos epocal es más importante que la identidad.

Un fe sólida se construye sobre la muerte permanente de la propia iniquidad e injusticia. Sin ello no es posible un cambio verdadero.

Por el llanto y el arrepentimiento. Pero también porque preferimos otro enfoque, otra visión, otra lógica, otro Logos: Jesús, su crucifixión, muerte y resurrección.

Lucas 11,29-32



REFLEXIÓN

la gente se apiñaba alrededor de Jesús

En los evangelios se dan detalles descriptivos incidentales, que revelan en su brevedad, mucho sobre Jesús y su impacto en las personas. 

A Jesús se lo comían vivo. Se esperaba mucho de él. Las gentes adherían a su persona, en su permanente necesidad de todo: enseñanza, pan, afecto, sanación. 

Ha pasado esta vigencia de Jesús, ha expirado? Lo que nos entrega la comunidad de creyentes a través del tiempo no corresponde más a la descripción que ahora leemos? Aún es tiempo y es oportuno rodearlo con nuestros anhelos y sueños, y necesidades? Será entonces por eso menos valiosa y auténtica nuestra fe en él?

Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás

Mucho se le demandaba a Jesús de Nazaret con el apiñamiento alrededor suyo. Quizás hasta se oye con gusto, a pesar de no pretender cambiar en nada.

Sólo los que entran en el misterio pascual de Jesús: muerte y resurrección, logran entender y sumarse al verdadero cambio.

Sin embargo hay un caveat, cuidado. No toda adhesión es de buena ley, puede pervertirse, si echa fuera de sí la consideración de la crucifixión, muerte y resurrección del Señor Jesús. 

En el Señor se da mucho más que el pan y el bienestar de este mundo. Su propuesta es una vida integral, trascendiente, completa. Un morir, entregar una vida, para vivir otra mejor.

ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás

Nuestra dureza de corazón para convertirnos con la buena nueva del reino es demencial, cuasi patológica. Causa el asombro del mismo Jesús.

La resurrección de Jesús puede llegar a ser, cuando es creída, el sentido de la existencia humana y la entrada en el Misterio del Padre.

Apiñarse junto a Jesús y no cambiar de vida es un contrasentido, una perversión. Y no prevalecerá.

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Jonás 3,1-10

La importancia del lìder es insustituìble en el momento de una conversiòn estructural, colectiva. Incluso llega hasta el reemplazo del lider concreto por otro màs dòcil, aun externo.

Salmo responsorial: 50

Es un sùplica radical porque solicita una creaciòn nueva: el corazòn puro. Es un don, no un derecho, no un mèrito.

Lucas 11,29-32

La confrontaciòn de Jesùs es con esta generaciòn, no con la humanidad, ni la totalidad, porque El es esa totalidad, ante quien otras generaciones han sabido apreciar sus signos y convertirse. No todo està perdido. La lucha y esfuerzo continùa.