Sábado 27de tiempo ordinario
Gálatas 3, 22-29
REFLEXIÓN
La Escritura
presenta al mundo entero prisionero del pecado, para que lo prometido se dé por la fe en
Jesucristo a todo el que cree.
Cada
elemento de este versículo tiene la gravidez de la persuasión de una Palabra de
Dios.
La
Palabra como una revelación es la única capaz de desenmascarar al mundo como
pecado.
Este fue
el genio bíblico a diferencia de la filosofía griega: la consideración nuclear
del mundo, su diagnóstico más preciso y certero.
Mientras
los griegos enjuiciaron al mundo como cosmos: armonía y belleza, pero
corrompible y desechable; el pensamiento bíblico lo captó como creado bueno
pero en complicidad e inficionado por el pecado, por el anti-designio, pero con
vocación de reino de Dios.
Quien
dice mundo, dice totalidad de la realidad conocida y cognoscible, en estado
primario y también transformada por el ingenio de sus criaturas.
El
creador como Padre, inteligencia fértil en soluciones impensables a problemas
imposibles de resolver, mantuvo su designio de comunión con Él como prometió
desde el principio.
Pero abierto a la fe en Jesús, para todo ese mundo en proceso de regeneración,
y no exclusivamente para cualquier clase de élite.
Nosotros
también hoy en nuestra relación con el mundo podemos resbalarnos por la
intepretación meramente cosmológica, para terminar frustrados al presenciar y
experimentar la corrupción.
Por eso
la Palabra nos acompaña para persuadirnos del mundo originalmente bueno pero
pecador, para que en la autocrítica se nutra nuestra balbuciente fe en Jesús,
hacia la promesa de plenitud.
En la
lucha contra la injusticia, aun de buena fe, no es difícil incurrir en un error
rutinario: todo depende de nosotros; remontar la cascada de opresiones depende
de nuestra inteligencia, sagacidad, estrategias, alianzas, violencia, campañas
y demás.
Olvidamos
o pasamos por alto que los agentes de la ofensiva contra la injusticia también
están imbuídos en ella, es decir, que estamos como mundo prisioneros del
pecado.
Es una
verdad olvidadiza y mitológica, que se puede superar e incluso desbancar con el
tesón de la energía emergente del progreso material, tecnológico, cultural y
humano.
Qué
estamos olvidadando, qué se nos pasó por alto? Que la Escritura dice: que hay
una fuente de verdad que cuenta y hace la diferencia.
Pero
ponerse en contacto con esa fuente implica encontrar los que históricamente han
administrado la Escritura. Y aquí la credibilidad hace aguas. Porque también
los administradores son parte del mundo prisionero del pecado. Y como tal se prestan
a la injusticia.
En estos
tiempos de erosión de la credibilidad en los administradores se requiere una
buena dosis de buena fe incansable y vigilante: de discernimiento constante.
Sólo la
vida según el Espíritu en constante monitoreo da una cierta esperanza de salida
a nuestro encierro.
Es
posible creer, pero creer por fe en Jesucristo es un modo específico
proporcionado por la Escritura para alcanzar lo prometido: deshacer la prisión
del pecado.
la ley fue nuestro pedagogo hasta que llegara Cristo y Dios
nos justificara por la fe
La ley
como cultura originada en la herida libertad humana sigue siendo pedagoga hasta
que la libertad de gracia en Jesucristo se haga efectiva en nuestro núcleo
vivencial y existencial.
Porque
una cosa es la proclamación del horizonte salvífico de la Palabra y su oferta,
y otra nuestra aceptación y apropiación en relación a nuestro estilo de
libertad.
Y sigue
siendo el pedagogo: es la función de toda ley y estructura humana ordenadora de
la sociedad.
Una vez que la fe ha llegado, ya no estamos sometidos al
pedagogo, porque todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús
Pero aún
en esta situación es posible, en nuestro peregrinar, asumir equivocadamente esa
insumisión a la ley pedagogo.
La
dinámica de la fe liberadora es una mayor entrega, un mayor amor, no una
licencia para matar.
La
ambivalencia persiste.
Ya no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos y
libres, hombres y mujeres, porque todos sois uno en Cristo Jesús
Cuando
el bautismo se haga realidad vivencial y existencial nuestro estilo de vida ya
no permitirá ni procreará división, ni compartimentación de ninguna especie.
Si hoy
nos debatimos cada vez más a fuego cruzado entre minorías demandantes por
derechos preteridos, es que no hemos llegado a ese estilo de libertad que da la
fe en Jesús de Nazareth: la fraternidad.
Una
nueva ciudadanía global propia del catolicismo primordial. Un punto más alto
que las disensiones de género, raza, cultura, riquezas o religión.
Un nuevo
modo de fraternidad que no pasa por guerras y venganzas, sino por amor y
perdón.
Salmo
responsorial: 104
REFLEXIÓN
se alegren los que buscan al Señor
Porque
la iluminación de la fe en la revelación de la Palabra produce alegría y gozo.
Se rasga
el velo que opaca la realidad y aparece su naturaleza más profunda y el
designio.
Aparece
la gloria del Señor que no es comparable a ninguna otra. No por espectacular-no
lo es- sino por verdadera.
Lucas 11, 27-28
REFLEXIÓN
En aquel tiempo, mientras hablaba a las turbas, una mujer de
entre el gentío levantó la voz diciendo: "¡Dichoso el vientre que te llevó
y los pechos que te criaron!" Pero él repuso: "Mejor: ¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la
cumplen!"
No es
que la gloria de la mujer que le tocó por madre fuera poca cosa para Jesús.
Más bien
su gloria y gozo como la de todo poseído de la fe en Jesús fue la de escuchar
la Palabra, recibir su iluminación, impregnarse de su revelación y cumplirla.
La nueva
familia trata de un catolicismo primordial y originario.
Escuchar
la palabra de Dios y cumplirla, es el sentido del elogio de Bendita entre las
mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
Esa
es María, la que cumplió como maestra y discípula de Jesús de Nazareth.
Como tal
un modelo para su Hijo, y una proclamación en todas sus apariciones: escuchar
la palabra y cumplirla.
https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1578705890823110656?s=20&t=wI8NenawE0Pj6PqhtZIzKQ