sábado, 20 de julio de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Sábado 15 de tiempo ordinario

Miqueas 2, 1-5



REFLEXIÓN 

Ay de los que meditan maldades, traman iniquidades en sus camas; al amanecer las cumplen, porque tienen el poder

En alguna forma todos tenemos algún poder y nos está abierta la puerta para meditar el mal, aunque sea pequeño. Si rebuscamos en el corazón, también nosotros hemos abusado del secreto en nuestra vida para darnos la permisividad de una actuación doble, traicionera y dolosa, con la fachada de la decencia. 

Quizás esto no se sienta siempre así como grave, pero en algunos momentos la palabra de Dios nos sensibiliza sobre nuestras complicidades.

porque será un tiempo calamitoso

Pero el enfoque AT del castigo que la injusticia desencadena entra en crisis en el NT, quien admite la calamidad pero no por pecado, ni culpabilidad. 

Será que el enfoque en AT es muy primitivo, y el NT más sutil. El uno es más conductista y el otro más motivacional?.

Lo cierto es que en el AT se recibe una yuxtaposición de pecado, castigo, arrepentimiento del castigo realizado por Dios, y nuevo llamamiento a la conversión. 

En el NT siempre hay llamamiento a la conversión, y escasmente una alusión apocalíptica a los males que se desencadenarán.

reparten a extraños nuestra tierra." Nadie os sortea los lotes en la asamblea del Señor

La injusticia social causada por los poderosos que se apoderan de las tierras de los pequeños campesinos es denunciada por la voz de la Palabra como una causa de males más graves que afectarán los mismos que las causaron.

El daño causado al vulnerable es como una onda expansiva de inestabilidad que acabará  desequilibrando el todo de la sociedad.

La más pequeña injusticia acumula combustible contra la paz social y el bienestar vistos como bendición del Señor. Se trata por lo tanto de un atentado contra los dones que Él nos ofrece para nuestro crecimiento y plenitud.

Nosotros mismos acarreamos el mal y el caos que nos sepultan posteriormente.

Salmo responsorial: 9



REFLEXIÓN

"No hay Dios que me pida cuentas."

Esta jactancia no requiere ser proferida explícitamente o verbalmente. El lenguaje de la conducta es suficiente para significar lo alejados que vamos caminando del Señor.

Incluso pueden darse conductas piadosas pero que caminan por la injusticia con sus hermanos. 

Es la paradoja que se plasma en la frase: si crees en Dios porque vives como sino creyeras en Él?

Pero tú ves las penas y los trabajos, / tú miras y los tomas en tus manos. / A ti se encomienda el pobre, / tú socorres al huérfano

En la experiencia de vida se acumula el amargor de no encontrar sinceridad sino hipocresía, intereses, lucha sorda por el poder. 

Y se agudiza la mirada anhelante por un poder que definitivamente mire al fondo de todo y haga justicia completa.

Mateo 12, 14-21



REFLEXIÓN

los fariseos, al salir, planearon el modo de acabar con Jesús

Jesús experimenta en su carne la conspiración maligna. Su Padre no se lo escatima, sino incluso parece abandonarlo en manos de ellos.

Por qué? Tenía que darnos un signo creíble, un signo serio alejado de cualquier simulación. Un signo sobre sí mismo como Padre y Jesús como hijo capaz de hacer y sufrir su designio.

Para los dolientes de cualquier momento su pasión puede asemejarse a la de Jesús y constituirse en signo creíble, en la paradoja de la prueba, del amor del Padre.

Jesús se enteró, se marchó de allí y muchos le siguieron

Jesús no era un extremista fundamentalista y suicida. En la medida de su discernimiento evadía la trampa y la prueba.

Amar la vida, la felicidad y evitar el dolor es parte de nuestra misión. 

Sólo asumimos una prueba cuando es ineludible y la transformamos por la fe en gesto de amor del Padre. 

Él los curó a todos, mandándoles que no lo descubrieran

Mientras se puede, Jesús mantiene una conducta más segura frente a las acechanzas de sus adversarios.

No es su modo de proceder en esta etapa entregarse ni provocar. Si embargo no deja de hacer el bien por el reino.

Lograr ciertos objetivos del Reino puede enfrentarnos con allegados incluso. 

La seguridad es importante, tanto cuanto, sin sacrificar el bien obrar.

Sobre él he puesto mi espíritu para que anuncie el derecho a las naciones

Jesús rebosa del Espíritu que impulsa a hacer lo que hay que hacer, lo que conviene hacer.

El derecho del Espíritu se manifiesta por la conveniencia, más allá de la obligación.

No porfiará, no gritará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará, hasta implantar el derecho

La figura del Siervo de Yavé representa un cambio de estilo y estrategia en procura del reino de Dios. 

No es como antaño cuando algunos profetas: voceando, discutiendo, juzgando, defendían del derecho del Señor y la Alianza. 

No es como los guerreros reyes anteriores: eliminando, aniquilando. 

Este Siervo anunciará el juicio de Dios sin llegar a esos extremos porque el es una inspiración del novedoso estilo profético del Deutero Isaías cuando consoló desterrados.

Las comunidades de Jesús lo interpretaron como un profeta de nuevo cuño, porque rebasaba los modelos anteriores, yuxtaponiendo la memoria de enviados anteriores, con estilos y estrategias diferentes.

Jesús apareció como la plenitud de los reveladores del Señor. 

Como Jesús confrontamos un mundo escéptico y herido de muchas injusticias y opresiones. El rechazo del mensaje de salvación es lo propio. 

Hay que gestionar con signos que induzcan a la conversión y alejarse de cualquier modo de violencia e imposición de la verdad evangélica.

Si bien es cierto que la jerarquía católica y de otras religiones a través de su persistencia dan fe de una solidez en el mensaje evangélico, sin embargo con su aparato de poder impresionan y coercionan.

Ese no parece ser el estilo de Jesús de Nazareth, el siervo de Dios.

Jesús es víctima de acechanza y toma sus medidas de protección, pero no deja de trabajar por el bien de los demás, lo cual lo sigue poniendo en riesgo. La mala voluntad de otros no es impedimento para seguir su misión.

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Sábado 15 de tiempo ordinario

Miqueas 2, 1-5

Salmo responsorial: 9

Mateo 12, 14-21

DOCTORES DE LA IGLESIA



De las confesiones de San Agustín, obispo
(Lib 10, 26, 37—29, 40: CSEL 33, 255-256)
Toda mi esperanza está puesta en tu gran misericordia

Señor, ¿dónde te hallé para conocerte —porque ciertamente no estabas en mi memoria antes que te conociese—, dónde te hallé, pues, para conocerte, sino en ti mismo, lo cual estaba muy por encima de mis fuerzas? Pero esto fue independientemente de todo lugar, pues nos apartamos y nos acercamos, y, no obstante, esto se lleva a cabo sin importar el lugar. ¡Oh Verdad!, tú presides en todas partes a todos los que te consultan y, a un mismo tiempo, respondes a todos los que te interrogan sobre las cosas más diversas.

Tú respondes claramente, pero no todos te escuchan con claridad. Todos te consultan sobre lo que quieren, mas no todos oyen siempre lo que quieren. Optimo servidor tuyo es el que no atiende tanto a oír de ti lo que él quisiera cuanto a querer aquello que de ti escuchare.

¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían. Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y deseé con ansia la paz que procede de ti.

Cuando yo me adhiera a ti con todo mi ser, ya no habrá más dolor ni trabajo para mí, y mi vida será realmente viva, llena toda de ti. Tú, al que llenas de ti, lo elevas, mas, como yo aún no me he llenado de ti, soy todavía para mí mismo una carga. Contienden mis alegrías, dignas de ser lloradas, con mis tristezas, dignas de ser aplaudidas, y no sé de qué parte está la victoria.

¡Ay de mí, Señor! ¡Ten misericordia de mí! Contienden también mis tristezas malas con mis gozos buenos, y no sé a quién se ha de inclinar el triunfo. ¡Ay de mí, Señor! ¡Ten misericordia de mí! Yo no te oculto mis llagas. Tú eres médico, y yo estoy enfermo; tú eres misericordioso, y yo soy miserable.

¿Acaso no está el hombre en la tierra cumpliendo un servicio? ¿Quién hay que guste de las molestias y trabajos? Tú mandas tolerarlos, no amarlos. Nadie ama lo que tolera, aunque ame el tolerarlo. Porque, aunque goce en tolerarlo, más quisiera, sin embargo, que no hubiese que tolerar. En las cosas adversas deseo las prósperas, en las cosas prósperas temo las adversas. ¿Qué lugar intermedio hay entre estas cosas, en el que la vida humana no sea una lucha? ¡Ay de las prosperidades del mundo, pues están continuamente amenazadas por el temor de que sobrevenga la adversidad y se esfume la alegría! ¡Ay de las adversidades del mundo, una, dos y tres veces, pues están continuamente aguijoneadas por el deseo de la prosperidad, siendo dura la misma adversidad y poniendo en peligro la paciencia! ¿Acaso no está el hombre en la tierra cumpliendo sin interrupción un servicio?

Pero toda mi esperanza estriba sólo en tu muy grande misericordia.

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 


VIERNES 15 DE TIEMPO ORDINARIO

Año par




REFLEXIÓN

Isaías 38, 1-6. 21-22. 7-8

"Señor, acuérdate que he procedido de acuerdo contigo, con corazón sincero e íntegro, y que he hecho lo que te agrada."

Solo una oración honesta consigo mismo puede expresar si la propia vida ha procedido de acuerdo al designio del Señor. Ciertas coyunturas de la existencia se prestan a tal confrontación con la conciencia.

Pero aun si no pudiéramos, como Ezequías, afirmar que hemos sido correctos siempre con el Señor, nos queda apelar a su misericordia para que supla nuestra justicia.

En momentos terminales se cruzan líneas trascendentes para nuestra opción fundamental. Por un lado nuestro deseo de vivir la vida que deseamos y creemos merecer.  

Además el compromiso para un nuevo mejor rumbo, que se gesta en lo más profundo, como acción de gracias por su misericordia.



REFLEXIÓN

Interleccional: Isaías 38

Los que Dios protege viven, / y entre ellos vivirá mi espíritu; / me has curado, me has hecho revivir

Lo que sea nuestra vida y suerte en las vicisitudes de la existencia, contaremos con la protección del Señor. 

Esta es la sanación más profunda de nuestra debilidad.


Mateo 12, 1-8



REFLEXIÓN

tenían hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerse los granos.

«Tus discípulos están haciendo algo que no está permitido hacer en sábado».

Por regulaciones humanas disfrazadas de voluntad de Dios.

En la historia humana se dan personas y grupos que montan un observatorio –como le dicen ahora- de la conducta ajena, para censurar y descalificar. 

Es el síndrome de intolerancia.

De parte del Señor primero es la necesidad que hay que resolver, luego la norma que regula. 

No siempre la norma regula todo. Y el Espíritu interviene para dar la solución.

«¿No han leído ustedes lo que hizo David una vez que sintieron hambre él y sus compañeros?

Porque la Escritura muestra caminos para escuchar el Espíritu más que la ley.

los sacerdotes violan el sábado en el templo y no por eso cometen pecado?

Aun en lo sagrado se puede violar la ley

Entre violar y violar hay prioridades. Violar la necesidad por el hambre es más serio que violar la norma.

Si ustedes comprendieran el sentido de las palabras: misericordia quiero y no sacrificios, no condenarían a quienes no tienen ninguna culpa

Pues yo digo que aquí hay alguien que es más grande que el templo.

Por lo demás, el Hijo del hombre también es dueño del sábado».

Como fruto de la conversión al reino merece darse más misericordia y menos condenación. La construcción de la fraternidad lo requiere. 

Frenar las corrientes de maledicencia que bullen en nosotros y saltan hacia los demás no es poca cosa como aporte a esa construcción.

El sábado es el descanso del Creador y su memorial. Ahora es también del Hijo del hombre, de todo hombre y mujer, y su necesidad auténtica.

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Isaías 38, 1-6. 21-22. 7-8

Interleccional: Isaías 38

Mateo 12,1-8

Es decir que no hay manera de atajar la búsqueda de solución urgente y coyuntural de una necesidad apremiante, aunque la letra de una regulación lo prohiba. Ese recurso inédito de la necesidad apremiante y perentoria se impone por sí solo, queramos, permitamos o no. Legislar viene después, el orden viene después, pero no anticipa lo inédito. El sabio sabe que hay que hacerse a un lado y buscar refugio cuando la avalancha se nos viene encima. Eso enseña Jesús, sobre la rigidez en la guarda de la norma, al invocar el precedente del rey David.

viernes, 19 de julio de 2024

SAN CARLO ACUTIS

Jesús en los Pobres


Del comentario de Orígenes, presbítero, sobre el evangelio de san Mateo
(Lib 11, 6: PG 13, 919-923)
¡Ánimo, soy yo!



Si en alguna ocasión llegáramos a caer en el escollo de las tentaciones, acordémonos de que Jesús nos apremió a subir a la barca de la prueba, queriendo que le adelantáramos a la otra orilla. Pues es imposible que quienes no hubieren soportado las tentaciones de las olas y del viento contrario, lleguen a la otra orilla. Así pues, cuando nos viéramos cercados por un sinfín de dificultades y, mediante un moderado esfuerzo hubiéramos logrado en cierto modo esquivarlas, pensemos que nuestra barca se encuentra en mar abierto, sacudida por las olas, que quisieran vernos naufragar en la fe o en otra virtud cualquiera. Pero cuando viéramos que es el espíritu del mal el que arremete contra nosotros, entonces hemos de concluir que el viento nos es contrario.

Ahora bien, cuando soportando el viento contrario hubieran transcurrido las tres vigilias de la noche, esto es, de las tinieblas que acompañan a la tentación, luchando denodadamente según la medida de nuestras fuerzas, procurando escapar al naufragio de la fe, entonces abrigamos la esperanza de que se acercará a nosotros el Hijo de Dios, al filo de la cuarta vigilia, cuando la noche está avanzada y el día se echa encima, para calmar nuestro agitado mar caminando sobre él.

Y cuando viéramos aparecérsenos el Verbo, quizá nos asustemos antes de caer en la cuenta de que estamos en presencia del Salvador; y, pensando ser un fantasma, gritaremos muertos de miedo. Pero él nos dirá en seguida: ¡Animo, soy yo, no tengáis miedo! Y si entre nosotros se hallare otro Pedro, más fuertemente conmovido por las palabras de aliento del Señor, ese Pedro en camino hacia una perfección que todavía no ha alcanzado, bajando de la barca —como huyendo de la tentación que lo acosaba—en un primer momento anduvo queriendo acercarse a Jesús sobre las aguas; pero siendo insuficiente todavía su fe y zarandeado por la duda, sentirá la fuerza del viento, le entrará miedo y empezará a hundirse. Pero no se hundirá, porque a gritos se dirigirá a Jesús, suplicándole: Señor, sálvame. E inmediatamente, también a este Pedro que le suplica diciendo: Señor, sálvame, el Verbo le tenderá la mano, socorrerá a este hombre, agarrándolo en el preciso momento en que comenzaba a hundirse, y echándole en cara su poca fe y el haber dudado. No obstante, observa que no le dijo: Incrédulo, sino: Hombre de poca fey que añadió: ¿Por qué has dudado?, como uno que si bien teniendo un poco de fe, vacila y no se comporta de modo contrario.

Momentos después, tanto Jesús como Pedro subieron a la barca y amainó el viento. Los de la barca, dándose cuenta de qué peligros habían sido salvados, lo adoraron diciendo: Realmente eres Hijo de Dios.

jueves, 18 de julio de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Jueves 15 de tiempo ordinario

Isaías 26, 7-9. 12. 16-19



REFLEXIÓN

La senda del justo es recta. Tú allanas el sendero del justo; en la senda de tus juicios, Señor, te esperamos, ansiando tu nombre y tu recuerdo

Señor, tú nos darás la paz, porque todas nuestras empresas nos las realizas tú

concebimos, nos retorcimos, dimos a luz... viento; no trajimos salvación al país

despertarán jubilosos los que habitan en el polvo

Contigo Señor, por Jesús tu hijo, toda muerte se transfigura en vida.

tus juicios son luz de la tierra, y aprenden justicia los habitantes del orbe

todas nuestras empresas nos las realizas tú. Señor

despertarán jubilosos los que habitan en el polvo

No es fácil vivir la justicia del Señor para nosotros, porque hemos de aprenderla. Y en este proceso se toma en cuenta la experiencia que vamos haciendo de la presencia salvadora de la Palabra y nuestra propia limitación: no somos para tanto.

La plenitud de su justicia para nosotros se significa en la vida que Él ofrece más allá del polvo de muerte al que quedamos reducidos.

Salmo responsorial: 101



REFLEXIÓN

ya es hora y tiempo de misericordia

se vuelva a las súplicas de los indefensos, / y no desprecie sus peticiones

para escuchar los gemidos de los cautivos / y librar a los condenados a muerte.

La justicia del Señor está acompañada de misericordia. Nuestro reloj espiritual sabe dar la hora de anhelar esa intervención del Señor cuando llegamos al límite de nuestras fuerzas. 

Mateo 11, 28-30



REFLEXIÓN

Jesús exclamó: "Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera".

Suave y dócil(praus kai tapeinos) indica una cualidad que aparenta debilidad pero implica fortaleza y firmeza.

Podríamos entenderlo como la actitud de asumir la existencia con ganas, sin rebeldía innecesaria, excepto ante la injusticia.

Porque la existencia con sus contingencias pone a prueba nuestra capacidad de gestión y no ayuda a la paz y la serenidad de la misma, una conducta impaciente y empecinada. 

Se trata de una conquista que debemos hacer de nuestras pasividades de disminución según nos señala Teilhard de Chardin, San Juan de la Cruz, y también Ignacio en las reglas de discermiento, cuando se extiende sobre el sentido de la desolación.

Sólo el Espíritu puede inspirar la postura recomendable para aguantar el largo viaje.

Sólo un Espíritu así, como el que animó e impulsó a Jesús de Nazareth, puede inspirar la postura viable y óptima, para perserverar  en nuestro peregrinaje. Espíritu que me acercó Carlo. Gracias.

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Jueves 15 de tiempo ordinario

Isaías 26, 7-9. 12. 16-19

Salmo responsorial: 101

Mateo 11, 28-30

DOCTORES DE LA IGLESIA

San Agustín de Hipona, Confesiones
(Lib 11, 1, 1-2, 3: CSEL 33, 283-285)

Señor, Dios mío, atiende a mi súplica

Señor, ¿es que siendo tuya la eternidad ignoras acaso lo que te digo o ves en el tiempo lo que se hace en el tiempo? ¿Por qué entonces te cuento estas cosas? No ciertamente para que te enteres de mí, sino porque al narrarlas, potencio mi afecto y el de cuantos esto leyeren hacia ti, de modo que todos exclamemos: Grande es el Señor, y muy digno de alabanza. Lo he dicho y lo repetiré: lo hago por amor de tu amor.

Porque también oramos, y, no obstante, la Verdad dice: Vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que se lo pidáis. Por tanto, al confesarte nuestras miserias y tus misericordias para con nosotros te manifestamos nuestro afecto, para que, llevando a cabo la obra que en nosotros comenzaste, nos libres definitivamente, de suerte que dejemos de ser miserables en nosotros y seamos felices en ti, ya que nos has llamado para que seamos pobres en el espíritu y sufridos y llorosos y sedientos de la justicia y misericordiosos y limpios de corazón y artífices de la paz. Mira, te he contado muchas cosas, las que pude y quise, porque fuiste tú primero el que quisiste que te alabara a ti, Señor, porque eres bueno, y porque es eterna tu misericordia.

Pero, ¿cuándo seré capaz de enunciar con la lengua de mi pluma todas tus exhortaciones, todas tus amenazas, consuelos y providencias, mediante las cuales me condujiste a predicar tu palabra y a administrar tu sacramento en favor de tu pueblo? Y en el supuesto de que fuera capaz de enunciar todo esto por su orden, cada minuto es para mí un tesoro. Y ya hace tiempo que ardo en deseos de meditar tu ley y de confesarte en ella mi ciencia y mi impericia, las primicias de tu iluminación y las reliquias de mis tinieblas hasta que la debilidad sea absorbida por la fortaleza. Y no quiero que se me vayan en otras ocupaciones las horas que me dejan libres las necesidades del cuerpo, la atención al alma y la ayuda que debemos a los hombres y la que no les debemos y, sin embargo, les prestamos.

Señor, Dios mío, atiende a mi súplica, y que tu misericordia escuche mi deseo, un deseo que no sólo me quema a mí, sino que quiere ser útil a la caridad fraterna: y que así es, tú mismo lo lees en mi corazón. Que yo pueda ofrecerte en sacrificio el servicio de mi inteligencia y de mi lengua, y dame tú lo que yo pueda ofrecerte. Pues yo soy un pobre desamparado y tú rico con los que te invocan, y asumes con firmeza el cuidado de nosotros. Circuncida mis labios, interiores y exteriores, de toda temeridad y de toda mentira. Sean tus Escrituras mis castas delicias: ni yo me engañe en ellas ni con ellas induzca a otros a engaño. Hazme caso, Señor, y ten piedad de mí; Señor, Dios mío, luz de los ciegos y fortaleza de los débiles y, en un segundo tiempo, luz de los que ven y energía de los fuertes, atiende a mi alma y escucha a quien te grita desde lo hondo.

miércoles, 17 de julio de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Miércoles 15 de tiempo ordinario

Isaías 10, 5-7. 13-16



REFLEXIÓN

Pero él no pensaba así, no eran éstos los planes de su corazón; su propósito era aniquilar, exterminar naciones numerosas.

Como si el bastón manejase a quien lo levanta, como si la vara alzase a quien no es leño

Ganar conciencia que somos herramienta, medio del designio del Señor, y así también cualquier agente o cosa que intervenga en nuestra existencia, traiga o no buena fortuna.

Ignacio en sus ejercicios espirituales en las reglas de discernimiento, recomienda respecto a la consolación que viene de Dios, examinar los pensamientos que salen de esa consolación, porque es un momento crucial en el que el anti-reino se cuela camuflado e inspira lo que ya no es del Señor.

Nosotros cometemos muchas equivocaciones y asumimos actitudes erróneas por falta de examen y discernimiento de los móviles o espíritus que nos impulsan y con frecuencia damos por inspirados por Dios decisiones que son de nuestro propio querer e interés.

En eso no somos instrumentos sino que nos hacemos protagónicos exclusivos de nuestro propia libertad y decisión, sin caer en cuenta que nuestra naturaleza está herida y somos mediocres para ser juez y parte.

Salmo responsorial: 93



REFLEXIÓN

Trituran, Señor, a tu pueblo, / oprimen a tu heredad; / asesinan a viudas y forasteros, / degüellan a los huérfanos. R. 

Y comentan: "Dios no lo ve, / el Dios de Jacob no se entera." / Enteraos, los más necios del pueblo, / ignorantes, ¿cuándo discurriréis?

Las guerras que armamos los seres humanos entre nosotros, fratricidas todas, pueden iniciarse por el interés de custodiar y preservar un bien, de parte y parte, pero que resultan bienes menores en comparación al bien común de la paz y su camino que es el diálogo.

Los líderes responsables tienen la obligación de adquirir y perfeccionarse en la capacidad del análisis ético para guiar hacia la mejor conducta moral posible. 

Esto sólo es posible si reconocen desde la fe que no son los únicos protagonistas de la historia humana y que en ésta el bien común se fragua en la fraternidad de la humanidad y de la creación.

Mateo 11, 25-27



REFLEXIÓN

"Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor.

La comprensión y ulterior acatamiento del designio viene del Señor y es motivo de acción de gracias.

La alabanza y acción de gracias constante ante lo bueno y lo malo es el reconocimiento que damos al Padre en Jesús de Nazareth quien nos ha iluminado como camino, verdad y vida.

Como Moisés en el momento de la zarza ardiente: una actitud desprevenida y abierta, sin prejuicios, como niños (nepioi).

La centralidad de Jesús en esta revelación da cuenta del énfasis de la buena nueva en cuanto a la radicalidad de la revelación.

En Jesús de Nazareth se nos ha dicho y mostrado todo lo necesario para hacer el reino de los cielos.

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Miércoles 15 de tiempo ordinario

Isaías 10, 5-7. 13-16

Salmo responsorial: 93

Mateo 11, 25-27

DOCTORES DE LA IGLESIA




San Agustín de Hipona, Confesiones
(Lib 10, 43, 68-70: CSEL 33, 278-280)
Cristo murió por todos

Señor, el verdadero mediador que por tu secreta misericordia revelaste a los humildes, y lo enviaste para que con su ejemplo aprendiesen la misma humildad, ese mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, apareció en una condición que lo situaba entre los pecadores mortales y el Justo inmortal: pues era mortal en cuanto hombre, y era justo en cuanto Dios. Y así, puesto que la justicia origina la vida y la paz, por medio de esa justicia que le es propia en cuanto que es Dios destruyó la muerte de los impíos al justificarlos, esa muerte que se dignó tener en común con ellos.

¡Oh, cómo nos amaste, Padre bueno, que no perdonaste a tu Hijo único, sino que lo entregaste por nosotros, que éramos impíos! ¡Cómo nos amaste a nosotros, por quienes tu Hijo no hizo alarde de ser igual a ti, al contrario, se rebajó hasta someterse a una muerte de cruz! Siendo como era el único libre entre los muertos, tuvo poder para entregar su vida y tuvo poder para recuperarlaPor nosotros se hizo ante ti vencedor y víctima: vencedor, precisamente por ser víctima; por nosotros se hizo ante ti sacerdote y sacrificio: sacerdote, precisamente del sacrificio que fue él mismo. Siendo tu Hijo, se hizo nuestro servidor, y nos transformó, para ti, de esclavos en hijos.

Con razón tengo puesta en él la firme esperanza de que sanarás todas mis dolencias por medio de él, que está sentado a tu diestra y que intercede por nosotros; de otro modo desesperaría. Porque muchas y grandes son mis dolencias; sí, son muchas y grandes, aunque más grande es tu medicina. De no haberse tu Verbo hecho carne y habitado entre nosotros, hubiéramos podido juzgarlo apartado de la naturaleza humana y desesperar de nosotros.

Aterrado por mis pecados y por el peso enorme de mis miserias, había meditado en mi corazón y decidido huir a la soledad; mas tú me lo prohibiste y me tranquilizaste, diciendo: Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió por ellos.

He aquí, Señor, que ya arrojo en ti mi cuidado, a fin de que viva y pueda contemplar las maravillas de tu voluntad. Tú conoces mi ignorancia y mi flaqueza: enséñame y sáname. Tu Hijo único, en quien están encerrados todos los tesoros del saber y del conocer, me redimió con su sangre. No me opriman los insolentes; que yo tengo en cuenta mi rescate, y lo como y lo bebo y lo distribuyo y, aunque pobre, deseo saciarme de él en compañía de aquellos que comen de él y son saciados por él. Y alabarán al Señor los que lo buscan.