Natividad del Señor
Isaías
52,7-10
REFLEXIÓN
¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero
que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice
a Sión: "Tu Dios es rey"!
Hemos
recibido alguna vez una buena y gran noticia?
Notamos al acercarse el portador como algo en el gesto que se adelantaba
a comunicarnos un nueva gozosa, alegre, regocijante?
Así en
las murallas de una ciudad fortificada, los vigías y centinelas divisaban los
que se acercaban. Entrenados a observar y descifrar bultos y siluetas podían
entender que un mensajero por la forma de correr traía algún parte de victoria
militar.
Es la
imagen que se nos transmite en la Palabra como semejanza: en este día estamos
viendo llegar una gran noticia, la llegada del Salvador y su salvación.
Los
códigos de guerra eran muy apreciados en la cultura que da forma a la Palabra
en los textos que leemos. Cuál será nuestro código en la actualidad? El sistema
financiero hoy en crisis y criticado? Cuál el desafío a la sociedad que pertenecemos?
Qué significa ser salvos en esta cultura actual?
A ese
preciso sentido que se establezca, es al que se dirige la llegada de una
solución de fondo: Jesús de Nazareth.
Que
reine Dios, nada es mejor que eso, no obstante el flaco favor que le hacemos
los hombres y mujeres, sus sacramentos.
porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión
La cara
velada del Señor en el destierro debido a la desolación y el desarraigo, nos
mueve a recordar a las legiones que hoy atraviesan fronteras, buscando otra calidad
de vida para sí y sus familias. Sobretodo los forzados a huir de su tierra, sus
posesiones, su entorno original, para preservar la vida, para sobrevivir.
A los
desterrados se les llegó la coyuntura providencial de regresar y expresan su
gozo como el encuentro con Dios cara a cara, sin velo de tristeza.
Los que
animan a quienes padecen el exilio que los despojó, hacen bien en animarlos en
su dolor, para mitigarlo, y hacen mejor en mantener viva la esperanza de la
vuelta y la reunificación.
Hoy es
el nacimiento de la Palabra encarnada en condiciones de destierro, víctima como
tantos de poderes históricos contrarios a la vida humana digna.
Pero se
trata de una víctima que nos trae la buena noticia del final de esos poderes
que victimizan.
El
anhelo más profundo, el sentido más perfecto de una vida plena: el encuentro
cara a cara, de lo cual todo es un pálido señalamiento, aun lo más pequeño, y
precisamente lo pequeño.
el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén
El
consuelo es grande con el primer impacto de un cambio, pero es la preparación
de la paciencia para asumir realidades limitadas, que hay que cambiar,
transformar en un tiempo histórico.
Salmo
responsorial: 97
REFLEXIÓN
su diestra le ha dado la victoria, / su santo brazo
No
entendemos como diestra del Señor lo que hoy hiere y mata al enemigo.
Hoy el
esfuerzo y la lucha es por amar a todos y todas, con especial dedicación a los
más vulnerables, en quienes la esperanza de salvación se puede extinguir.
Y cada
victoria en ese sentido, en el camino de sanación e integración de esa
vulnerabilidad, es una mostración del brazo desnudo del Señor dando golpes al
anti reino.
revela a las naciones su justicia
Nuestra
buena nueva en Jesús de Nazaret es para toda lengua, raza y nación. La buena
nueva es una justicia genuina, como no se había visto antes.
se acordó de su misericordia y su fidelidad
Porque
hay momentos que parece haberse olvidado
Los confines de la tierra han contemplado
No
tenemos idea hasta dónde alcanza su victoria y cómo es.
Somos
estrechos de miras, y cerramos nuestro juicio ante lo que tenemos enfrente,
casi exclusivamente.
Hebreos
1,1-6
REFLEXIÓN
En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios
antiguamente a nuestros padres por los profetas
Un hablar multimodo del
Señor que adquiere en su etapa definitiva una calidad superior.
Ya no sólo una promesa,
sino además una fe: Jesucristo.
Ahora, en
esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo
Un hablar de tiempo pasado que continúa y permanece en el presente. Nos
sigue hablando por el Hijo, también como Palabra encarnada, a través de muchas
maneras y muchas oportunidades.
Un lenguaje que representa la provocación de nuestra fe a despertar,
activarse, leer y releer los signos, y obedecer con la dignidad de hijos de
Dios. Porque la nuestra nos es obediencia de esclavos atemorizados.
Nos
sigue hablando porque seguimos en etapa final. Hemos llegado al fin. El fin se
está haciendo, configurando. Son los últimos tiempos.
Él es
reflejo de su gloria, impronta de su ser
Por nuestro testimonio, lo queramos o no, somos impronta de Jesús entre
nuestros hermanos. Lo que hagamos o dejemos de hacer redunda en su
glorificación y alabanza, o no.
Esta es la grandeza y la gravedad del ministerio del bautizado en
Jesucristo.
El gusto
de Dios, su peculiaridad nos es dada en Jesús.
Este
pequeño y pobre contiene lo más grande y trascendente.
Jesús
bebé es la semilla del Señor que llegó para radicarse.
En
nuestro vecindario acaba de mudarse Dios con el Jesús nacido.
Juan
1,1-18
REFLEXIÓN
La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.
Y sigue
hoy sin quererla recibir, porque son muchos aún los entenebrecidos. Tanta cosa
mala que sigue brotando del interior de hombres y mujeres, intoxicando y
perjudicando nuestra fraternal convivencia.
La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre
Pero se
nos pide creer más en el poder de la Palabra para alumbrar, que el de la
tiniebla para oscurecer. Es nuestra misión hasta el fin. Y hemos de perseverar
en ella con el acompañamiento que la misma Palabra nos dona.
Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
Hemos de persuadir sin
violencia a los ocupa quién es el dueño de la casa injustamente asaltada. Este
dueño que se muestra pobre, inerme, con derecho a una vida digna.
Hemos de mostrar a los
codiciosos acumuladores de riqueza, que esos bienes también son de muchos otros
a quienes se hace vivir como extraños o expulsados de su propia casa.
Éstos no
han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios
Nacer de la Palabra, nutrirse de ella, desarrollarse en ella, gastar la
existencia desde ella y por ella: ése es el derrotero de un hijo de Dios
afiliado por la Palabra encarnada.
La consecuencia es vivir y vivenciar un ecosistema de luz y vida
autosustentable.
Otra
estirpe que se expresa en la fraternidad abierta y centrada en lo pequeño.
a cuantos
la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre
Los misterios ofrecidos a la celebración cristiana, como el de la
natividad, expresan simbólicamente, litúrgicamente, una oportunidad ofrecida
por iniciativa del Señor para incorporarse a una misión: propagar la filiación
divina.
Hubo y hay momentos en la historia de la fe cristiana que la misión se
reduce a mera celebración de signos litúgicos, opacando el fondo: toda la
existencia, aún la vida corriente, conscientemente ejecutada como transmisión
de la filiación divina.
El niño Jesús sea para
nosotros una renovación de esa misión en nuestro entorno.
Es un
poder tan eficaz que construye solidaridad y fraternidad allí donde el caos del
egoísmo, la violencia y el odio se disputaban el espacio.
Un poder
que sabe persuadir, impulsado por la eficacia de un Espíritu de Dios.
Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros
AMEN
Se canoniza la historia divinizada, no la
historia en sí. La historia se admira como capaz de Dios, de divinizarse, pero
en sí misma lleva la semilla de la corruptibilidad, si no fuera porque en ella
mora Dios.
https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1474706317680037889?s=20