sábado, 11 de enero de 2025

PALABRA COMENTADA


 

Sábado Después de Epifanía

1Juan 5,14-21



REFLEXIÓN

si le pedimos algo según su voluntad, nos escucha.

Es lo crucial: según su voluntad.

Alinearse con “hágamos tu voluntad” del Padrenuestro, que figura entre las primeras peticiones que nos recomienda Jesús al enseñar a sus discípulos a orar, parece sencillo, piadoso, normal.

Sin embargo esta alineación no siempre coincide con nosotros mismos, nuestro destino, nuestro sentido de vida, nuestras aspiraciones.

Nosotros somos para nosotros mismos nuestros propios adversarios, porque en muchas ocasiones, si lo advertimos, hemos anhelado lo que no nos convenía, y de concedérsenos nos hubiera llevado a peores momentos.

Y al contrario, cantidades de veces respiramos aliviados, constatando que a pesar de haber sido frustrados en nuestros deseos, la evolución de las cosas nos ha favorecido y librado.

Y se cumple aquello en que los amados del Señor, de los males reciben bienes.

Esta es la magia blanca vs. La magia negra: la que consiste en la acción del Espíritu a favor de sus creyentes, para protegerlos de un verdadero daño.

No se trata de la feria de los deseos irresponsables, como los cuentos de la lámpara de Aladino.

Deseamos y necesitamos que Él nos escuche, entendemos que está dispuesto a hacerlo siempre, pero nuestra actitud de fe es importante.

El proceso de oración Ignaciana, entre otros, concede enorme importancia a la colaboración humana, a la que compromete para ir purificando la intención del deseo o la necesidad, así en lo personal como en colectivo.

La purificación tiene sentido a la luz de las ciencias humanas, que nos indican la multiplicidad y polivalencia de las motivaciones de la conducta humana.

En esto cabe entonces la purificación para que avancemos más allá de nuestro propio amor, querer e interés.

Toda injusticia es pecado, pero hay pecado que no es de muerte

Hay que matizar la presencia y persistencia del pecado en nuestra existencia humana, si damos fe a la revelación bíblica.

Nuestro tiempo ha reaccionado en contra de la omnipresencia pecaminosa en el conjunto de nuestra realidad humana, la cual hacía inclinarnos a una visión pesimista y derrotista.

Pero de paso está borrando la conciencia de pecado que permitiría reconocer la injusticia propia y reparar las víctimas.

Este difuminación está en la base de la poca estima por la vida humana que se ha instalado en nuestra civilización de la muerte.

Sin embargo no debemos vivir con la condenación a flor de labios como si la injusticia no pudiera ser reparada y la conversión de las conciencias no fuera posible.

Aparece una cierta gradación o gradualidad en el camino que lleva a la perdición.

Esto implica el proceso de lucha que entraña la existencia humana, la que hace su caminar en medio de decisiones que muchas veces conllevan injusticias.

Hay que preguntarse si todo pecado no denota algún género de injusticia.

sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al Verdadero

No es lo mismo que el agnosticismo exprese una desconfianza de cualquier divinidad porque tendemos a idolizar, que decir la imposibilidad humana de conocer al verdadero Dios.

Contra esto último nos defiende la Palabra.

estamos en el Verdadero, en su Hijo Jesucristo

Hoy no está bien desentenderse de la búsqueda humana de la verdad que salva, por apoyarnos en sentido triunfalista, en nuestra fe católica en JesuCristo.

Porque está búsqueda merece respeto y comprensión, aunque sintamos que nuestra verdad es plena y no hemos de buscar más allá.

En esto hay un sentido de solidaridad que es una acción de gracias por habernos permitido encontrarlo, y un sentido de misión fraterna que promueve el encuentro plural e intercultural, para que todos seamos uno.

Salmo responsorial: 149



REFLEXIÓN

un cántico nuevo

Renovado, vuelto a cantar lo que siempre cantamos con nuevo sentido.

el Señor ama a su pueblo / y adorna con la victoria a los humildes

Lo importante no es el pecado sino el amor que hace todo bien y el perdón que nos recupera para el amor, si somos lo suficientemente humildes para aceptarlo.

Juan 3,22-30



REFLEXIÓN

"Yo no soy el Mesías, sino que me han enviado delante de él."

Él tiene que crecer, y yo tengo que menguar

Saber ubicarse en el plan de salvación y por ello ser feliz, es la gran sabiduría.

Permite desembarazarse de preocupaciones artificiales y artificiosas.

Da paso a una mayor concentración y eficacia.

Hace posible nuestra unificación e integración.

Repercute en comunidades fraternas de amor mutuo y solidaridad.

En un mundo como el nuestro en el que un valor supremo es el protagonismo y hacérse con el poder para dominar, incluso inconfesadamente, el testimonio vivencial y existencial de Juan Bautista es un testimonio del seguimiento de Jesús y de realización humana genuina.

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Sábado Después de Epifanía

1Juan 5,14-21

Salmo responsorial: 149

Juan 3,22-30

SAN CARLO DE JESÚS ACUTIS DE ASÍS



PARTICIPA EN LA CULTURA Y LA TECNOLOGÍA CONTRIBUYENDO A SU TRANSFORMACIÓN
 

De los Sermones de Fausto de Riez, obispo
(Sermón 5, Sobre la Epifanía, 2: PLS 3, 560-562)

 

LAS BODAS DE CRISTO CON LA IGLESIA

 

Al tercer día se celebraron unas bodas. Estas bodas significan la celebración festiva y gozosa de nuestra salvación, que nos viene de la confesión de la Trinidad y de nuestra fe en la resurrección, como insinúa el significado místico ternario de la expresión al tercer día

En este mismo sentido nos habla otro pasaje evangélico de cómo la vuelta del hijo pródigo, que representa la conversión de los gentiles, es celebrada con músicas y danzas y con vestiduras nupciales.

Así pues, el Señor, como el esposo que sale de su alcoba, bajó a la tierra para, mediante su encarnación, unirse en matrimonio con la Iglesia, reunida de entre los gentiles, a la que dio arras y dote: arras, cuando Dios se unió al hombre; dote, cuando fue inmolado por la salvación del hombre. Las arras significan la redención actual; la dote la vida eterna. Aquello que externamente era un milagro es también, si se penetra en su significado, un misterio. Si lo consideramos atentamente, descubriremos en aquella agua convertida en vino una cierta similitud con el bautismo y la regeneración cristiana. Aquella transformación intrínseca de un elemento a otro, aquella misteriosa conversión de una creatura inferior en otra de distinta especie y superior es una anticipación simbólica de nuestro segundo nacimiento. El agua que ahora es transformada habría de realizar luego la transformación del hombre.

Por obra de Cristo se produce en Galilea un vino nuevo, esto es, cesa la ley y le sucede la gracia; es retirada la sombra y se hace presente la realidad; lo carnal es equiparado a lo espiritual; la antigua observancia se transforma en el nuevo Testamento; como dice el Apóstol: Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado; y, del mismo modo que el agua contenida en las tinajas, sin mermar en su propio ser, adquiere una nueva entidad, así también la ley no queda destruida con la venida de Cristo, al contrario, queda clarificada y ennoblecida.

Como faltase vino, Cristo suministra un vino nuevo; bueno es el vino del antiguo Testamento, pero el del nuevo es mejor; el antiguo Testamento, que observan los judíos, se diluye en la materialidad de la letra, mientras que el nuevo, al que pertenecemos nosotros, nos comunica el buen sabor de vida y de gracia. 

Buen vino, esto es, buen precepto es aquel de la ley antigua: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Pero mejor y más fuerte es el vino del Evangelio, que nos manda: Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y haced bien a los que os odian.

viernes, 10 de enero de 2025

PALABRA COMENTADA


 

Viernes Después de Epifanía

1Juan 5,5-13



REFLEXIÓN

¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?

La Palabra nos habla de éxito, logro, cumplimiento de metas con una clave: creer en Jesús de Nazareth como Hijo de Dios.

Se puede creer en él como un ser humano espectacular, pero no es suficiente, porque no ponemos nuestra confianza sin límites en nadie limitado.

Para que Jesús reúna las condiciones de lo ilimitado requiere ser reconocido como absoluto: el Hijo de Dios.

Juan, el nombre del autor de esta literatura que nos comunica la Palabra, vivió un desafío temprano para la comunidad de los creyentes.

Jesús tenía verdadera carne, pero no era Dios porque una carne corruptible no puede albergar la divinidad.

Era el prejuicio de la mentalidad griega con influjo platónico.

Pero también vivió otro desafío: su carne era aparente y por lo tanto no era un hombre de verdad, un ser humano. Era apariencia humana.

Ambas conclusiones venían del mismo prejuicio: supuestamente preservar la divinidad en su estatus.

Había que reforzar la fe centrada en Jesús de Nazareth, el hombre de carne y Espíritu, como Hijo de Dios, divino.

En nuestro tiempo como reacción a la insistencia de la espiritualidad medieval sobre la divinidad de Jesús y su alejamiento vivencial en nuestra espiritualidad actual, se insiste con vehemencia en Jesús de Nazareth como ser humano de carne y hueso, tal como nosotros. Eso ha sido bueno para equilibrar.

Como aun en lo bueno entra el mal espíritu disfrazado de luz, se ha llegado al extremo de dudar, omitir, aún negar a Jesús como Hijo de Dios. Su divinidad.

De ahí la importancia también hoy de la confesión que nos encomienda la Palabra.

En qué consistirá la transignificación de ciertas fórmulas, que tiempo antes no levantaban ninguna emoción? Así, creer en Jesús como Hijo de Dios, no tiene en este momento un énfasis vivencial o existencial relacionado con la ortodoxia, sino más bien con la convicción y esperanza del aporte definitivo, radical y fundamental de Jesús como Hijo de Dios para la viabilidad humana.

En Hijo de Dios más que un título, concentramos un clamor, el de los necesitados de efectiva salvación. No más salvación-espejismo, provisional, en forma de alivios y placebos.

En él, reconocido como vinculado inextricablemente a Dios como Padre, ponemos el deseo profundo, que es el índice vivencial de la precariedad, pero de la sublimidad humana.

En él con este reconocimiento, exclamamos que su realidad de Hijo nos provoca para que nos la juguemos totalmente hacia el rumbo que marca.

el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.

No sólo como bautista. Sino también como mártir. Y aún así, sólo el Espíritu da testimonio. No se produce automáticamente: pueden haber muchos bautistas, muchos mártires, pero sin Espíritu, no hay verdad

Porque tres son los testigos: el Espíritu, el agua y la sangre, y los tres están de acuerdo

Un simbolismo que apunta a la verdadera humanidad: agua y sangre, y a la verdadera divinidad: el Espíritu.

Y éste es el testimonio: Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo

La consecuencia definitiva de la divinidad de Jesús es que una carne humana logra traspasar la corruptibilidad y comunicar una vida que no termina, plena.

La resurrección de la carne de Jesús es el testimonio de Dios sobre su Jesús como su Hijo y el don de la vida definitiva en él.

Os he escrito estas cosas a los que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que os deis cuenta de que tenéis vida eterna

Una convicción de fe en el nombre tiene la potencialidad de comunicarnos el gozo de la vida plena que no acaba.

Si en nuestra vida corriente experimentamos con mayor o menor frecuencia periodos de inconformidad e insatisfacción con nuestra vida, es porque en alguna forma percibimos espiritualmente que estamos teniendo acceso, por fe, a otra calidad de vida superior.

Y ese contraste nos conmociona.

Salmo responsorial: 147



REFLEXIÓN

Glorifica al Señor, Jerusalén; / alaba a tu Dios, Sión:

Nuestra acción de gracias, por tanto, constituye nuestro primer deber vital en posesión de la vida que no acaba.

La acción de gracias es el gesto de la memoria que se recicla para dar profundidad y trascendencia a nuestra existencia.

Como la mesa compartida cuando comemos recicla nuestra memoria existencial de familia unida.

Lucas 5,12-16




REFLEXIÓN

"Señor, si quieres puedes limpiarme."

Podemos parafrasear cambiando el si condicional por el sí afirmativo: Sí quieres! Puedes limpiarme!

Disponibilidad para sanar es lo que emana Jesús. El “si quieres” es más un recurso para animarse a creer, que la negación potencial de la intención sanadora. La oración es para la fe su verdad salvadora, porque la ubica en la actitud de escucha y conversión.

"Quiero, queda limpio."

Así la voluntad de sanación por parte de Jesús es indubitable. No podemos ni debemos dudar de su inclinación y voluntad para otorgarnos calidad de vida.

"Ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés para que les conste."

Dado que entonces, llegar hasta el final con la sanación emprendida por fe, es un proceso que va más allá del momento inicial de la curación, y ese proceso no sería posible sin la colaboración del sanado y sus circunstancias, tenemos que abrirnos al sentido integral de la voluntad de sanación por parte de Jesús.

Es decir que sí seguro que Jesús me quiere sanar. Pero que debo disponerme a un proceso de conversión, para que tal sanación adquiera todo el sentido querido por Jesús.

Porque la sanación es un signo del reino de los cielos, del reino del Padre.

Pero él solía retirarse a despoblado para orar.

Se insiste en Lucas en la oración que hace Jesús.

Es la comprensión que tienen los creyentes de la primera comunidad, sobre la necesidad de ubicar el significado de las buenas obras, como servicio al reino y no como dominación de los hermanos.

Jesús no descuida cultivar la actitud de verdad salvadora, para dar vida al que necesita y cree.

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Viernes Después de Epifanía

1Juan 5,5-13

Salmo responsorial: 147

Lucas 5,12-16

SAN CARLO DE JESÚS ACUTIS DE ASIS


 

LA GRACIA EN CARLO LO INSERTA ENTRE LOS OTROS PARA DARSE


De los Sermones de san Máximo de Turín, obispo
(Sermón 100, Sobre la sagrada Epifanía, 1, 3: CCL 23, 398-400)

LOS MISTERIOS DEL BAUTISMO DEL SEÑOR

El Evangelio nos explica que el Señor fue al río Jordán para ser bautizado en él, y que allí quiso ser consagrado con celestiales misterios.
No sin razón celebramos esta festividad después del día de Navidad - aunque ambos hechos están separados por varios años-, ya que en cierto modo también esta fiesta viene a ser como un nacimiento.
El día de Navidad nació para los hombres, hoy renace por los sagrados misterios; entonces fue dado a luz por la Virgen, hoy es engendrado por obra de unos signos celestiales. Al nacer según la naturaleza humana, su madre María lo abrazó en su seno; ahora, al ser engendrado místicamente, es como si Dios Padre lo abrazara afectuosamente con aquella voz: Éste es mi Hijo muy amado, en quien tengo mis complacencias, escuchadlo. María mece suavemente al recién nacido en sus rodillas, el Padre atestigua con su voz su afecto para con su Hijo; la madre lo ofrece a los magos para que lo adoren, el Padre lo da a conocer a todos los hombres para que le rindan culto.
Así, pues, el Señor Jesús viene para ser bautizado y quiere que su cuerpo santo sea lavado en las aguas del Jordán.
Alguien dirá quizás: «Si era santo, ¿por qué quiso ser bautizado?» Escucha, pues, lo siguiente: Cristo es bautizado no para ser él santificado por las aguas, sino para que las aguas sean santificadas por él, y para purificarlas con el contacto de su cuerpo. Más que de una consagración de Cristo, se trata de una consagración de la materia del bautismo.
Desde el momento en que Cristo se sumerge en el agua, toda ella queda limpia con miras a nuestro bautismo, y es purificada la fuente para que los pueblos venideros puedan recibir la gracia bautismal. Cristo, pues, marcha él primero al bautismo, para que los cristianos sigan confiadamente tras él.
En esto entreveo yo un significado misterioso: también la columna de fuego iba por delante en el mar Rojo,para que los israelitas siguieran decididamente tras ella; ella penetró la primera en las aguas para preparar el camino a los que irían en pos de ella. Este hecho, como dice el Apóstol, era un símbolo del bautismo. Y fue ya en cierto modo como un bautismo en el que los hombres eran cubiertos por la nube y llevados por las aguas.
Todo ello es obra de Cristo el Señor, pues era él quien precedía entonces en el mar a los israelitas, en la columna de fuego, y es él quien precede ahora al pueblo cristiano en el bautismo, en la columna de su cuerpo. La misma columna que entonces iluminaba los pasos de los que la seguían proporciona ahora su luz a los corazones de los creyentes; entonces abrió en medio de las olas un camino firme, ahora, en el baño bautismal, robustece los pasos del creyente.

jueves, 9 de enero de 2025

PALABRA COMENTADA


 

Jueves Después de Epifanía

1Juan 4,19-5,4



REFLEXIÓN

Si alguno dice: "Amo a Dios", y aborrece a su hermano, es un mentiroso

De ahí la importancia de amar al hermano, hasta dónde? Cómo saber que ese amor no lo ubica más en la inconsciencia e irresponsabilidad?

Es que amor no significa permisividad ni complacencia perpetua y acrítica.

quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve

se trata de un giro: no buscamos a Dios sino que respondemos su iniciativa de amor. Tampoco le respondemos en directo, sino a través del amor al hermano.

Se trata de una teología todavía novedosa, porque lo usual es que digamos que buscamos a Dios para encontrarlo y que mantengamos línea directa con él.

Por lo tanto debemos aplicar unos correctivos a nuestra fe en Dios.

Debemos agradecer y responder en acción de gracias, más que buscarlo afanosamente como si no lo pudiéramos encontrar. Ya Él nos encontró primero.

Tampoco la fe es un asunto de exclusividad privada íntima entre Dios y yo, sino de fraternidad con los hermanos y hermanas, para vivir la comunión con y en el Padre.

Porque Dios, lo sabemos por Jesús, es Padre.

Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a Dios que da el ser ama también al que ha nacido de él.

Parece que el hermano es el miembro de una fraternidad que forman los que creen en Jesús como Cristo. Porque se deben amar estos hermanos en virtud de que han nacido de Dios.

La pluralidad de religiones que buscan la salvación y no confiesan, al menos explícitamente a Jesús como Cristo, proponen al creyente cristiano un enigma: son hijos de Dios? Por lo tanto, deben o pueden ser amados como hijos de Dios?

Quisieramos armonizar estas realidades y la profunda intención salvífica de la palabra.

Nos negamos a aceptar que no son hijos de Dios quienes no creen en JesuCristo. Porque quisiéramos entender que creer implica una actitud abierta a la salvación, que reconocemos mediada por Jesucristo y su Espíritu, aunque no se le nombre explícitamente.

amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos

No puedo decir que amamos a Dios en plenitud, porque no cumplimos íntegramente todos sus mandamientos.

Pero nos consuela la inquietud por hacerlo y no hacer las paces con no hacerlo.

en esto consiste el amor de Dios: en que guardemos sus mandamientos

Guardar los mandamientos trata de lo mismo: de la fraternidad de los hijos de Dios, que se aman entre ellos y no se perjudican, ni se odian.

Si revisamos los mandamientos nos daremos cuenta que son indicativos de una convivencia social armónica, de paz, donde debe imperar el amor y respeto mutuos.

Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe

Recorramos la memoria de nuestra existencia para revivir los momentos de docilidad a los mandamientos y podremos asentir que sí se pueden guardar los mandamientos cuando la fe es viva.

En este esfuerzo por la regeneración, nos sostenemos desde la esperanza de que toda la secuela de nuestros pecados, y su consiguiente daño exponencial, como los intereses de usura, han de finalizar en algún momento.

Salmo responsorial: 71



REFLEXIÓN

Él rescatará sus vidas de la violencia,

Vivir su orden, guardar sus mandamientos, ser leal a la fraternidad de hermanos y hermanas, es el mejor antídoto de todo tipo de violencia: familiar, laboral, social, política. Así la esclavitud de la usura, de los pobres endeudados.

Lucas 4,14-22ª



REFLEXIÓN

entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados

Jesús tiene raíces en una cultura, que asume y respeta

encontró el pasaje donde estaba escrito

Y escucha con frecuencia a su Padre que lo envió a sus hermanos y hermanas, escudriñando su Palabra

"Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír."

Y la vive con una fe viva cada día como un hoy.

En los hombres y mujeres de fe que disciernen su existencia a la luz de la Palabra cada día, se da también el HOY, el tiempo pleno, el momento de impulso del buen espíritu.

El hoy es Jesús liberador. Y también su fe que encuentra en la palabra proclamada hoy, el Hoy del Kairós del Señor Liberador.

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Jueves Después de Epifanía

1Juan 4,19-5,4

Salmo responsorial: 71

Lucas 4,14-22ª

SAN CARLO DE JESÚS ACUTIS DE ASIS

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


Del Comentario de san Cirilo de Alejandría, obispo, sobre el evangelio de san Juan
(Libro 5, cap. 2: PG 73, 751-754)

LA EFUSIÓN DEL ESPÍRITU SANTO SOBRE TODA CARNE

El Hacedor del universo determinó instaurar con admirable perfección todas las cosas en Cristo y restituir la naturaleza humana a su estado primitivo; para este fin prometió darle en abundancia, junto con los demás bienes, el Espíritu Santo, condición necesaria para reintegrarla a una pacífica y estable posesión de sus bienes.

Así pues, habiendo establecido el tiempo en que había de bajar sobre nosotros el Espíritu Santo, esto es, en el tiempo de la venida de Cristo, lo prometió diciendo: En aquellos días -a saber, en los del Salvador-, derramaré mi Espíritu sobré toda carne.

Por consiguiente, cuando llegó el tiempo de tan gran munificencia y liberalidad -y puso a nuestra disposición en el mundo al Unigénito hecho carne, es decir, a aquel hombre nacido de mujer de que hablan las Escrituras-, nuestro Dios y Padre nos dio también el Espíritu, y Cristo fue el primero en recibirlo, como primicias de la naturaleza restaurada. Así lo atestigua Juan Bautista con aquellas palabras: Vi al Espíritu Santo bajar del cielo y posarse sobre él.

Se afirma de Cristo que recibió el Espíritu en cuanto que se hizo hombre y en cuanto que convenía que lo recibiera el hombre; y, del mismo modo -aunque es Hijo de Dios Padre, engendrado de su misma substancia ya antes de la encarnación, más aún, desde toda la eternidad-, no pone objeción al escuchar a Dios Padre que proclama, después que se ha hecho hombre: Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy.

De aquel que era Dios, engendrado por el Padre desde toda la eternidad, dice que lo ha engendrado hoy, para significar que en su persona hemos sido adoptados como hijos, ya que toda la naturaleza está incluida en la persona de Cristo, en cuanto que es hombre; en el mismo sentido se afirma que el Padre comunica al Hijo su propio Espíritu, ya que en Cristo alcanzamos nosotros la participación del Espíritu. Precisamente por esto se hizo hijo de Abraham, como está escrito, y fue semejante en todo a sus hermanos.

Por lo tanto, el Unigénito recibe el Espíritu Santo no para sí mismo, ya que él lo posee como algo propio y en él y por él se comunica a los demás, como ya dijimos antes, sino que lo recibe en cuanto que, al hacerse hombre, recapitula en sí toda la naturaleza para restaurarla, y restituirle su integridad primera. Es fácil, pues, de comprender, por lógica natural y por el testimonio de la Escritura, que Cristo recibió en su persona el Espíritu, no para sí mismo, sino más bien para nosotros, ya que por él nos vienen también todos los demás bienes

miércoles, 8 de enero de 2025

PALABRA COMENTADA

Miércoles Después de Epifanía

1Juan 4,11-18



REFLEXIÓN

si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros

El fundamento de la fraternidad es la convicción, más que un sentimiento, que todos somos amados de Dios.

Por eso dice el evangelio del mismo nombre, que Jesús dijo: que los reconozcan, que digan “Miren cómo se aman”.

La violencia fratricida, que consiste en guerras, feminicidios, infanticidios, homicidios, genocidios, suicidios, terrorismo de cualquier tipo, es como un torrente maligno con el que desayunamos cada mañana, a través de los medios de comunicación.

Es el anti-reino en constante asedio para desvirtuar esta convicción de amarnos unos a otros porque Dios nos ha amado.

La conversión evangélica a esta Palabra implica superar supuestas estrategias salvadoras de la violencia como son las ideologías: de género, sexuales, económicas, culturales, políticas y demás, las cuales se inspiran más en la revancha o el mesianismo, que en el amor compasivo mutuo de hermanos.

Un testimonio de verdadera estrategia a favor del reino se muestra en personas dedicadas al servicio de los más vulnerables, que no pueden reciprocar, porque en ellos se aprecia el amor fraterno, sin interés ni ambición ni retaliación.

Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud

La consigna diaria de nuestra oración inspirada en la Palabra deberá ser para recibir la gracia del amor en plenitud, que es la visibilización del Señor en forma de amor fraterno.

Un extremo al que se había llegado: amar a los otros sólo por Dios. Otro extremo al que hemos llegado: amar a los otros sólo por ellos.

En este extremo como en el otro, Dios queda fuera. Es un amor que distorsiona al Dios vivo.

En Jesús encontramos una integración resplandeciente del amor al Padre en la persona de los demás. Pero un amor libre, dispuesto a la compasión y a la interpelación.

Mantener la plenitud del amor a Dios en el amor a los demás pobres pecadores, es obra del Espíritu con el cual colaboramos.

Esta colaboración implica una sincera y constante autocrítica, una humilde aceptación de la sana crítica, una seguridad en el buen obrar bien intencionado.

en que nos ha dado de su Espíritu

Por eso nuestro diario vivir entraña una escucha alerta al movimiento del Espíritu en nosotros y nuestro entorno.

Nuestro amor es en seguimiento de la iniciativa del Señor Jesús en cuyo Espíritu nos movemos y somos.

Es una iniciativa constante como un diálogo que se da frecuentemente. Se puede decir que es el sentido profundo de nuestra existencia, amanecer para seguir dialogando.

damos testimonio

Nuestra crítica ha llegado hasta el extremo de minusvalorar que alguien del nuevo testamento llegue a ser un testigo veraz, objetivo, capaz.

Más bien usamos la distancia cultural para descalificarlo, tomando sus aseveraciones como el fruto de la ingenuidad mitológica de su cultura.

Quien confiese

En nuestra mentalidad de especialización hemos llegado a desmembrar lo que se encontraba unido en totalidad operativa.

Así confesar hoy se vive como un asunto de palabra meramente.

En su contexto bíblico la confesión era existencial además de vivencial. Todo confesaba: palabra y acción, la pertenencia, la identidad, la intencionalidad. La definición se daba en el conjunto de la existencia.

Incluso hoy hemos llegado a dar más credibilidad a lo que no sabemos y decimos pero por lo que inconscientemente actuamos. Y así descartamos lo consciente y responsable.

hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él.

Constantemente debemos acudir a este pensamiento de salud mental: conocer que Dios nos ama.

Es el salvavidas de muchos, para redimirse de unas fuerzas que tienden a la muerte por falta de amor.

Es el déficit que encontramos y clamamos en cantidad de situaciones familiares: no hay amor.

Es el caldo de cultivo del ateísmo operativo de muchos: el desamor recibido que obstaculiza la vivencia del amor del Señor.

Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él

Además de don es tarea. Por el amor se lucha desde el amor. O dicho en otra forma: porque luchamos, amamos. Y porque amamos, luchamos

quien teme no ha llegado a la plenitud en el amor.

No temamos amar al hermano, porque genera violencia fratricida.

Toda forma de crimen es resultado del temor a perder en la guerra por el poder y el dominio.

Cuando nos amemos como hermanos y experimentemos al Señor y lo hagamos visible, nuestro amor será pleno y no temeremos porque habremos desistido del dominio sobre otros.

Leer esta palabra deja una impresión en el corazón: como de alivio, de consuelo, de ánimo y esperanza, de fortaleza, de aceptación y entrega.

Como si se nos diera una motivación para inflamar al resto de la humanidad con este amor aliciente, y como si con este mensaje fuera suficiente para cambiarlo todo.

Salmo responsorial: 71

REFLEXIÓN

para que rija a tu pueblo con justicia, / a tus humildes con rectitud

Necesitamos multiplicar testimonios de ejercicio de servicio en vez de dominación para promover la fraternidad. El testimonio se reconoce en la rectitud con los vulnerables.

Él librará al pobre que clamaba, / al afligido que no tenía protector; / él se apiadará del pobre y del indigente, / y salvará la vida de los pobres.

Es una conducta concreta en el testimonio de los seguidores de Jesús.

Porque el poder que se pide para el líder es para hacer justicia a quien no tiene quien se la haga. En la medida que es un go´el(vengador de sangre) es un ungido.

Marcos 6,45-52



REFLEXIÓN

Después que se saciaron los cinco mil hombres, Jesús en seguida apremió a los discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran hacia la orilla de Betsaida, mientras él despedía a la gente. Y después de despedirse de ellos, se retiró al monte a orar

Jesús hace vida la experiencia de la oración después de un servicio, quizá para que sus discípulos sepan salirse de la toxicidad del poder como dominio, capaz de alimentar mesiánicamente las multitudes.

Podemos sentir la necesidad de oración de Jesús, en un contexto de realización.

El acto de poder y servicio que acaba de realizar, lo ha hecho en nombre de su Padre a quien ha invocado.

Ahora se vuelve al Padre para agradecer que lo haya hecho. Y que él haya estado lo suficientemente conectado a su voluntad, que haya mediado la bendición de la multiplicación del pan, no por el prodigio, sin por haber alimentado a la multitud con hambre.

Y no sólo por haberlos alimentado, sino para que ellos puedan ir a a un sentido más profundo de fe, y contemplen en el pan recibido y en el hambre saciada, el amor de Dios, que cambia las realidades.

Los prodigios no tienen sentido sino al servicio de este mensaje.

Viendo el trabajo con que remaban, porque tenían viento contrario

Entró en la barca con ellos, y amainó el viento

Ellos estaban en el colmo del estupor, pues no habían comprendido lo de los panes, porque eran torpes para entender.

Mientras Jesús continúa dando signos de servicio, su discípulos no alcanzan a descifrar que su maestro rehuya la dominación del poder que manifiesta.

Si los más inmediatos colaboradores de Jesús debieron pasar por un proceso para desinstalar la dominación y convertirse en hermanos que se aman, nosotros también debemos asimilar que esta conversión requiere un proceso que puede tomar tiempo.

Y así somos: torpes para entender que sus prodigios están en función del servicio que quiere hacer a las vulnerabilidades humanas.

Pero en ellos invita a la contemplación del amor del Padre, en quien no hay temor.

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Miércoles Después de Epifanía

1Juan 4,11-18

Salmo responsorial: 71

Marcos 6,45-52