FIELES
DIFUNTOS
(2
DE
NOVIEMBRE)
Job
19,1.23-27ª
REFLEXIÓN
mis
palabras, ojalá se grabaran en cobre, con cincel de hierro y en
plomo
se escribieran
para
siempre en la
roca!
La Palabra siempre recoge en su
mensaje los anhelos y las palabras
de los seres humanos con los
registros de tristeza y esperanza,
y sobre todo con su anhelo de
permanecer eternamente.
La Palabra del Señor es solidaria
y ama entrañablemente a sus hijos.
No trata solamente de un mensaje,
un plan del
Señor.
También incluye
la ilusiones
de sus escuchas,
para que se vean partícipes,
identificados, pertenecientes
a esa
Palabra.
Yo
sé que está vivo mi Redentor, y que al final se alzará sobre el
polvo:
después
que
me
arranquen
la
piel,
ya
sin
carne,
veré
a
Dios;
yo
mismo
lo
veré,
y no
otro,
mis
propios
ojos
lo verán."
Según lo que se escribe de la
antropología hebrea,
nos encontramos con un
hito en el itinerario
conceptual de la supervivencia,
tras la muerte física.
La formulación de Job representa
algo novedoso, ya que la carne es
distinguida como”piel arrancada”,
que no acompaña la visón individual
de Dios. Pero se habla de ojos, que
son parte
de un cuerpo.
Esto se afirma por fe: ”yo sé”. Y
se afirma que su vivir se halla más
allá del polvo, al que todo es
reducido, con
el paso
del tiempo.
Esa vida “tras” es interpersonal,
es encuentro con un otro y de
nuestra parte, ya sin
piel.
Sin embargo
mantendremos una
visión con
“ojos” que
por lo
tanto
y sin
embargo, siguen
siendo míos.
El lenguaje puede traicionar la
precisión del concepto, que
entonces se considera más bien un
barrunto borroso
e impreciso.
Pero se transmite la convicción de
una persona
que proyecta
parte de
lo que ahora es, en el momento que
no es.
Y para nosotros los creyentes de
la palabra es un mensaje de
salvación, porque nos anima a creer
y confiar en un encuentro posterior
a la
desaparición física
visible.
Por eso es importante el día de
los difuntos, porque celebra algo
de todos los días en forma
universal: la muerte de todos y
cada uno.
Pero no celebra una desaparición
física, sino la apertura de una
solución, balbuceada con
imperfección, con imprecisión, pero
con esperanza.
El Señor
como redentor,
vengador de
tribus, pariente
cercano en
la cultura
semi-nómada.
Él ha
sido el
que se
acerca. El
que se ha hecho
próximo, prójimo de nuestras
necesidades. Se
ha emparentado
con nuestra
raza.
Y si vivimos esa experiencia en la
existencia actual, cómo no esperar
que lo veremos alguna vez, para
siempre, porque
está vivo?
Así fundamentamos desde su Palabra
nuestra fe en el re-encuentro de
nuestros difuntos
más cercanos,
aquellos que
han aportado
en nuestra
formación y han colaborado con el
Señor en
su cuidado y
cercanía.
Somos lo que somos por una red de
influencias sustentadas en el ágape
del Señor y, aunque hay que
reconocer que no todas las que
circulan por esta red son positivas
y benditas, el conjunto sí lo es, y
contiene la potencialidad del
Espíritu para irlas
transformando en
energía de
vida eterna.
Una calidad de vida superior,
desconocida y
gratuita. El
mejor vino está
por llegar, y será gratis.
Pero más allá del qué de un
mensaje la Palabra es un Quien, un
Alguien vivo y dador de vida, que
busca estrechar
los lazos y
vínculos establecidos
por la
creación.
Creación, Redención,
Consumación y
Salvación: cuatro
términos o
códigos que abren el sentido de la
Revelación de la Palabra a la
comprensión del
género humano,
donde quiera
que se establezca.
La salvación es el eje que
atraviesa todos estos códigos, una
salvación que incluye su etapa
inicial de liberación del pecado y
la injusticia.
La creación se entiende si por
ella obtenemos una primera noticia
de la intención salvífica del
creador.
La redención denota el carácter
agónico de la salvación, que como
la semilla debe morir para dar
fruto.
La consumación se relaciona
definitivamente con la salvación en
cuanto comunidad gozosa que se
establece definitivamente y sin fin
con el
Creador en su
misterio de
comunión: Padre, Hijo y Espíritu
Santo.
Nuestro testigo y dador del
derecho de membresía a esa
salvación en todo el proyecto es
Jesús de Nazareth, crucificado y
resucitado.
Salmo
responsorial:
24
REFLEXIÓN
tu
ternura
/ y tu
misericordia
son
eternas
Se trata de mucho más que tú
recuerdes, que yo recuerde, porque
el olvido nos rodea incesantemente,
si nos atenemos a los males de la
memoria.
Esta fe nos sostiene y ayuda a
hacer balance en las frustraciones,
limitaciones y amarguras que surgen
en la existencia.
Aporta una
dimensión de
paciencia y
magnanimidad frente
a las
atrocidades que
cometemos entre
nosotros, y
la violencia
a la
que nos
sometemos, en
una forma
u otra.
Porque echamos en cara la
violencia de las armas y la
actuación arbitraria
de los
que
asesinan a inocentes pero también a
culpables.
Sin embargo debemos ver el cuadro
completo porque esa violencia no ha
surgido sola sino que otra ha sido
su partera: la violencia que ejerce
una situación
económica desfavorable produciendo miseria y
pobreza; la que ejerce la sabiduría
acumulada respecto de la ignorancia
y así
a través de toda
la gama.
acuérdate
de
mí con
misericordia
Porque en este
trance de desaparición,
cuando mermen todos nuestros
atributos que
contribuyen a
nuestra densidad existencial, es
importante que se mantenga la
convicción de tu misericordia, para
que la esperanza del encuentro
contigo nos salve.
perdona
todos
mis
pecados
Sana nuestra
herida inicial,
la toxicidad
original, la amenaza constante
al pie de nuestra existencia.
Perdona los pecados heredados y
los responsablemente
actuados
Guarda
mi
vida
y líbrame
no
quede
yo
defraudado
de haber
acudido a
ti
No seas tú sólo un esquema mental
alentado por el miedo a lo
desconocido y la ignorancia de las
leyes por descubrir, como
incursionan algunos
a expresar.
Filipenses
3,20-21
REFLEXIÓN
Nosotros
somos
ciudadanos
del
cielo,
de
donde
aguardamos
un
Salvador:
el Señor Jesucristo. Él transformará
(Μετασχηματίζω/metaschématizó/transformar/transfigurar/cam
biar
la apariencia)
nuestro
cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo
glorioso,
con
esa
energía que
posee para
sometérselo
todo.
Cuando
fallecemos,
nuestra
apariencia, nuestra presentación
a
los ojos de este mundo se
marchita:
el cadáver es un despojo inútil
e
inanimado que con el tiempo que
transcurre
rápidamente
se
transforma
en un resto deformado, cesado,
que
ya no funciona.
Se pierde el contacto en forma
definitiva. Porque las
afirmaciones
de
contactos
más
allá
de
la
muerte
nunca
salen
de
la
sospecha
del
subjetivismo
e imaginación.
Frente a este mentís absoluto a la
vida, fehaciente como el resto
que
se va haciendo polvo, proclamamos
que se da una transformación
según
otro modelo: el del cuerpo nuevo
de
Jesús
glorificado.
Allí
se
manifiesta
una
energía
desconocida.
Algunos
fenómenos
naturales
nos
sugieren y animan a abrirnos a
formas y modelos de energía no
clasificadas aún, como los hoyos
negros
del
firmamento.
Jesús en su glorificación no es
solo una palabra suelta del mensaje
salvífico, sino que es la clave del
sentido de la Palabra en toda su
extensión.
Es un atisbo, un inicio, un
adelanto del
futuro. Un
sentido final
de todo
el designio.
Ahora la esperanza echa mano de
nuevo de la integralidad del cuerpo
espiritual.
El “humilde cuerpo” puede incluir
la “humilde piel”.
Pero es
que un
poder distinto
lo transformará.
Se trata de un convicción e imagen
mental que se ha formado de una
experiencia novedosa: el cuerpo
glorioso de Jesús crucificado y
resucitado, que actualmente es el
paradigma.
Marcos
15,33-39;16,1-6
REFLEXIÓN
Jesús
clamó
con
voz
potente: "Eloí,
Eloí,
lamá
sabaktaní"
Para unos aquí terminó la fe de
Jesús en su Abbá todopoderoso, y
nació, creemos, la nueva fe en el
Abbá misericordioso
y abajado.
Para otros aquí se entrega en la
oración ferviente
la última
oblación de una
fe oscura en manos del Abbá
misterio, en
cuya sabiduría
y justicia
se confía Jesús.
Jesús el
hombre desesperado-
esperanzado, el
justo que
vive de
fe contra fe,
verdadero paradigma del creyente
que lo sigue.
En una
u otra
forma esta
comprensión implica la aceptación
por parte de Jesús de un Señor vivo
para siempre:
Dios de
vivos, ha
dicho el
texto evangélico
en otro
lugar en
su polémica
con los saduceos.
Y sobre éste testimonio de entrega
máxima de Jesús es donde debemos
construir, como sobre roca, nuestra
propia entrega
confiada de
fe, esperanza y
ágape.
dando
un
fuerte
grito,
expiró
No se espera que un agonizante de
suplicio profiera un grito fuerte
como fenómeno
de expiración.
Expirar más bien sugiere un último
aliento. Una
muestra de
la fortaleza
del Espíritu
del Jesús
que muere.
El
velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que
estaba enfrente, al ver
cómo había expirado, dijo: "Realmente este hombre
era
Hijo
de
Dios."
Se presenta una dramatización del
cierre de una economía y la
apertura de
otra.
El Santo de los Santos del templo
es abandonado, según la creencia
cristiana.
La proclamación del centurión
gentil abre un mundo de salvación a
otros fuera
de la
Promesa.
Para los que se cierra su
figuración de salvación debe
tratarse de
una representación
caótica, salvable sólo por la
apertura y
ternura de
la nueva
Palabra del
reino del
Padre.
El éxodo de una esquema de
referencia a otro no es simple,
sino dolorosamente
complejo. Sin
embargo estamos dotados de una
capacidad de ensanchamiento en
nuestra comprensión que hace
posible reubicarnos en la
esperanza.
Con él
arranca la
cadena testimonial
hasta nuestro día de hoy.
Para el
centurión nadie
se comporta
respecto de
Dios como
Jesús, sino
es un Hijo suyo
entrañable.
"No
os asustéis. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No
está
aquí.
Ha resucitado.
Mirad
el sitio donde
lo
pusieron."
Es el momento de experimentar
ausencia, en medio de sentimientos
auténticos de pesar pero, como
desde las cenizas a las que nos
lleva la trágica experiencia,
iniciar con fortaleza la ilusión
esperanzada de la transformación .
que culmine la novedad de vida
prometida y
en Jesús
visualizada.
Hasta reunirnos
en el AMOR
al que
tendemos. El
de la
otra orilla…
https://x.com/motivaciondehoy/status/1720042650647093304?s=20
COMPARTIR
LA PALABRA
Job
19,1.23-27a
Los materiales que usamos para
que nuestras palabras venzan los términos temporales de vigencia
difícilmente serían eternos si no acudiera en ayuda de ellas la
Palabra de Dios que asume nuestro anhelo de sobrevivir la muerte
Salmo
responsorial: 24
Ha escuchado nuestra plegaria
porque con la muerte como tránsito nos saca de la tribulación hacia
el gozo de la unión perdurable en Dios
Filipenses
3,20-21
Así nuestra humilde morada,
nuestro cuerpo visible, se transformará en la vida de Cristo
resucitado junto a Dios
Marcos
15,33-39;16,1-6
Jesús
con su morir trastoca el sentido de la muerte. La vida inmortal,
utopía del inicio de la creación del Hombre, ya no será posible
con el pecado a cuestas. Será un suplicio permanente por todos los
sinsabores que la condición pecadora conllevan. Resulta
misericordioso de parte de Dios abreviar ese suplicio con la muerte
corporal. Jesús hace de ella un tránsito a la vida nueva en
comunión con la vida de Dios.