sábado, 2 de enero de 2021

PALABRA COMENTADA

 

Dia 2 Antes de Epifanía

1Juan 2,22-28

¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ése es el Anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre. Quien confiesa al Hijo posee también al Padre. En cuanto a vosotros, lo que habéis oído desde el principio permanezca en vosotros. Si permanece en vosotros lo que habéis oído desde el principio, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre; y ésta es la promesa que él mismo nos hizo: la vida eterna.

Os he escrito esto respecto a los que tratan de engañaros. Y en cuanto a vosotros, la unción que de él habéis recibido permanece en vosotros, y no necesitáis que nadie os enseñe. Pero como su unción os enseña acerca de todas las cosas -y es verdadera y no mentirosa- según os enseñó, permanecéis en él. Y ahora, hijos, permaneced en él para que, cuando se manifieste, tengamos plena confianza y no quedemos avergonzados lejos de él en su venida.



REFLEXIÓN

 

 

Si permanece en vosotros lo que habéis oído desde el principio, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre; y ésta es la promesa que él mismo nos hizo: la vida eterna.

Permanecer μένω  lo escuchado, permanecer en la comunión de Hijo y Padre. Un asunto de adhesión, pertenencia, fidelidad, y referencia que dura.

Todas las relaciones humanas que se forman y establecen, tienen la intención de permanecer, durar: parejas, hijos, familia, amistad, alianzas políticas.

Y con mucha frecuencia son ayes de dolor y amargura los que se escuchan porque la relación entra en crisis, o se distancia, o se rompe y el saldo es la infelicidad.

Lo que abunda es el discurso que promete la duración de la relación. Una promesa que se rompe con mucha facilidad.

Un remedio a esta naturaleza deleznable se pretende con la obligación de la ley, la fuerza que lo legal debe hacer cumplir.

Y el saldo es que además de infieles se multiplican los delitos, los delincuente, los ilegales, los proscritos.

Por eso miramos esta Palabra que ofrece duración con esperanza. Una esperanza que no se confunde con ilusión. Una cosa es ser esperanzado y otra iluso. La esperanza de la permanencia en la comunión se construye en colaboración con el Señor, porque Él tampoco quiere poder mucho sin nosotros.

Salmo responsorial: 97

Cantad al Señor un cántico nuevo, / porque ha hecho maravillas: / su diestra le ha dado la victoria, / su santo brazo. R.

El Señor da a conocer su victoria, / revela a las naciones su justicia: / se acordó de su misericordia y su fidelidad / en favor de la casa de Israel. R.

Los confines de la tierra han contemplado / la victoria de nuestro Dios. / Aclama al Señor, tierra entera; / gritad, vitoread, tocad. R.



REFLEXIÓN

se acordó de su misericordia y su fidelidad

La misericordia del Señor activa su fidelidad. Lo que ha prometido permanece, pero nosotros no. De nuestra parte lo común es la infidelidad. Por su perdón regenerador la misericordia que nos tiene, vuelve a mantener su promesa.

El Señor es un codependiente de nuestra fragilidad. No quiere desvincularse de nuestra suerte, aunque lo dejemos mal. Torna a insistir por misericordia en su fidelidad.

No teme como nosotros, que tanto perdón lo haga parecer poco apreciado en su ofrecimiento. Su poderío consiste en mantenerse a la espera de nuestra vuelta, de nuestra maduración, cuando nos demos cuenta de su amor y lo tomemos en serio.

Juan 1,19-28

Éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan a que le preguntaran: "¿Tú quién eres?" Él confesó sin reservas: "Yo no soy el Mesías." Le preguntaron: "¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?" Él dijo: "No lo soy." "¿Eres tú el Profeta?" Respondió: "No." Y le dijeron: "¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?" Él contestó: "Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías."

Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: "Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?" Juan les respondió: "Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia." Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.



REFLEXIÓN

Yo soy la voz que grita en el desierto:

Como el profeta seguidor de Isaías, que lo revivía en el destierro, para consolación del pedazo de pueblo.

Una voz anónima que se deja escuchar como un espontáneo, sin ninguna identificación o certificación de alguna autoridad, como muestra de la soberanía y libertad del Espíritu, para producir la comunicación salvífica de parte del Señor.

Ninguna de las etiquetas: Elías, el Profeta, el Mesías, logra ubicar a Juan el Bautista. Él lo hace con una voz que surge por impulso que viene del Señor. Su misión se desmarca de las autoridades. Éstas son ilegítimas para el evangelista.

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DOCTORES DE LA IGLESIA

 

San Basilio Magno Sobre el Espíritu Santo 26, 61.64

De quien ya no vive de acuerdo con la carne, sino que actúa en virtud del Espíritu de Dios, se llama hijo de Dios y se ha vuelto conforme a la imagen del Hijo de Dios, se dice que es hombre espiritual. Y así como la capacidad de ver es propia de un ojo sano, así también la actuación del Espíritu es propia del alma purificada. Así mismo, como reside la palabra en el alma, unas veces como algo pensado en el corazón, otras veces con algo que se profiere con la lengua, así también acontece con el Espíritu Santo, cuando atestigua a nuestro espíritu y exclama en nuestros corazones: Abba (Padre), o habla en nuestro lugar, según lo que se dijo: No seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Ahora bien, así como entendemos el todo distribuido en sus partes, así también comprendemos el Espíritu según la distribución de sus dones. Ya que todos somos efectivamente miembros unos de otros, pero con dones que son diversos, de acuerdo con la gracia de Dios que nos sido concedida. Por ello precisamente, el ojo no puede decir a la mano: «No te necesito»; y la cabeza no puede decir a los pies: «No os necesito.» Sino que todos los miembros completan a la vez el cuerpo de Cristo, en la unidad del Espíritu; y de acuerdo con las capacidades recibidas se distribuyen unos a otros los servicios que necesitan.



REFLEXIÓN

No hay vida verdadera, espiritual sin Espíritu de Dios, Espíritu Santo. Podemos creerlo imperceptible, pero sus efectos nos traen a la conciencia la presencia activa de su influjo: sentirnos uno, sentirnos unos en relación con otros, sentirnos unos en gozo o sufrimiento de otros y por otros, sentirnos gozosos de otros y otras. Sentir la simbiosis entre espíritu y carne que no permite nuestro envilecimientos absoluto, sino que empuja a la regeneración. Sentirnos vibrantes con su Palabra y mensaje en nuestros pechos, que no podemos contener ante el Pueblo.

viernes, 1 de enero de 2021

PALABRA COMENTADA

 Santa María Madre de Dios

Números 6,22-27

El Señor habló a Moisés:
Di a Aarón y a sus hijos:
Esta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas:

El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti
y te conceda su favor;
el Señor se fije en ti
y te conceda la paz.
Así invocarán mi nombre sobre los israelitas y yo los bendeciré.



REFLEXIÓN

"El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz"

En muchos sentidos el verdadero israelita encontró sentido a su condición de víctima, en tiempos bíblicos y aun ahora.

Es una condición por sí sola constitutiva de una plegaria permanente a favor de la paz.

Como ellos otros de fe cristiana y de otras creencias han confluído en la fraternidad de víctimas cuya suerte clama por la paz.

Hemos de hacer espacio en nuestra conciencia para contemplar el llamamiento del Señor desde las víctimas de todo tipo, diversidad y género. No cesan de aparecer.

Particularmente dolorosas y piedra de escándalo son aquellas que han sido abusadas por servidores del Señor cuando eran niños, y no encontraron la paz de la justicia en las autoridades, también ministros de Dios.

Una impunidad de los responsables de lo sacro, que no han sido dignos de lo Santo.

Que esta humillación que nos alcanza a todos los creyentes y hace retorcerse a nuestra fe, permita una purificación y nos haga más esforzados en el trabajo por la verdadera paz.

El Señor es como la madre que en la oscuridad, con su lámpara, se acerca al niño que llora aterrado por el miedo a la oscuridad, y lo calma al iluminar su rostro maternal sonriente y sereno.

Nuestro Dios, Padre de Jesús, quien lo acompañaba y acompaña en su misión, mantenía el rostro iluminado sobre él, y por eso se comportaba como un hijo confiado, a pesar de las adversidades.

No tiene comparación la vivencia del ser acompañado y precedido por el Espíritu del Señor en nuestro caminar.

En medio de las ansiedades, temores y crispaciones del mundo moderno, nos permite un ecosistema de paz y serenidad, de actitud positiva y constructiva, para seguir ejerciendo el ministerio de la Palabra, en favor de los hermanos.

Salmo responsorial: 66

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros:
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud,
y gobiernas las naciones de la tierra.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga;que le teman
hasta los confines del orbe.




REFLEXIÓN

El Señor tenga piedad y nos bendiga, / ilumine su rostro sobre nosotros; / conozca la tierra tus caminos, / todos los pueblos tu salvación

Sobre todo por el conocer, que en la riqueza de la cultura bíblica, implica una confluencia de conocimientos: mente, corazón, conciencia.

Es decir: conocimiento íntegro, que no se queda en el mero decir, sino que procesa una congruencia en la vida, cada vez más entregada.

El Padre en su hijo quiere necesitarnos para darlo a conocer en la expresión de todo nuestro ser. Sin límites, sin cortapisas, sin inhibiciones.

Gálatas 4,4-7

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo
la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por
adopción.
Como sois hijos, Dios envió a vuestros corazones al Espíritu de su Hijo que clama:
¡Abbá! (Padre). Así que ya no eres esclavo, sino hijo;y si eres hijo, eres también heredero
por voluntad de Dios



REFLEXIÓN

nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar

Una persona, en el desarrollo de su misión, ha de expresar su fe, que es como una cosmovisión, en medio de las circunstancias que le toque vivir.

Unas lo marcarán más que otras, y le facilitarán o lo entorpecerán en su desarrollo.

Son desafíos para toda existencia humana y en orden a  superarlos contamos con la potencialidad del Espíritu.

Nacido bajo la cultura, para hacer contracultura, porque ha sido la estrategia del Señor en la historia salvífica: entrar en lo de ellos para salir con lo nuestro.

La impronta maternal nos induce en la cultura y nos provee de las herramientas básicas: el amor.

Dios envió a nuestros corazones al Espíritu de su Hijo que clama: "¡Abbá! (Padre).

Hoy los signos de protesta surgen por el reclamo de la dignidad, que tiene su fundamento absoluto en ser hijos de Dios.

La protesta tiene que ser más que mera rebeldía, para manifestar el clamor del Espíritu de Jesús en nosotros que dice Abbá.

para que recibiéramos el ser hijos por adopción

Porque éste es el objetivo: vivir con la memoria fresca del hogar que nos espera para siempre.

ya no eres esclavo, sino hijo

Y desde ya ésta es nuestra condición más profunda.

Los creyente cristianos nos debemos a los derechos humanos como partícipes de la familia humana, pero reforzados con la convicción de que son derechos de los hijos de Dios, no sólo de la laicicidad.

Lucas 2,16-21

En aquel tiempo los pastores fueron corriendo y encontraron a María y a José y al niño
acostado en el pesebre. Al verlo, les contaron lo que les habían dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que decían los pastores. Y María conservaba
todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y
oído;todo como les habían dicho.
Al cumplirse los ocho días tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús,
como lo había llamado el ángel antes de su concepción

 


REFLEXIÓN

los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre

La Palabra de buena nueva nos la comunica en este texto en el que interactúan cuatro actores: pastores, María, José y el niño.

Los pastores son parte de un estrato socioeconómico y cultural inferior en esa sociedad de castas.

Pero ellos han sido llamados a un encuentro en un escenario común, nada solemne ni pomposo: un pesebre.

Y el encuentro es con una familia que está en tierra extraña, ubicados donde pueden para pasar algo cobijados en el momento del nacimiento.

No hay palabras ni explicaciones sino contemplación de lo profundo en circunstancias comunes.

Es lo que nos enseña la madre de Jesús: contemplar las cosas con los ojos del corazón.

Los hemos idealizado y  no reconocemos en ellos un grupo poco apreciado en la sociedad de entonces. Entre ellos había mucha gente de malas mañas.

Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores

A ellos se les entregaba una potencialidad: una nueva visión de la vida, donde cabía la salvación.

meditándolas en su corazón

Buscando y encontrando sentido a los hechos.

Con bendición, con Espíritu, con sabiduría de mujer y madre iniciamos un año nuevo, como periodo que nos inventamos, para apreciar el paso del tiempo, y contrastar nuestro avance por el camino de la existencia.

En este umbral estamos agradecidos y apenados, por la cosecha del año que terminó.

Azorados y esperanzados por lo que sembraremos y cosecharemos en este nuevo periodo.

La bendición invocada, el Espíritu de hijos y el acompañamiento de la Madre son provisiones para el tramo de camino que inicia.

Así no temeremos, sino que renovaremos el amor, porque donde hay amor no hay temor.

le pusieron por nombre Jesús

Su nombre, su vocación, su misión

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DOCTORES DE LA IGLESIA

Santa Madre de Dios
San Atanasio Carta a Epicteto 5-9

La Palabra tendió una mano a los hijos de Abrahán, afirma el Apóstol, y por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos y asumir un cuerpo semejante al nuestro. Por esta razón, en verdad, María está presente en este misterio, para que de ella la Palabra tome un cuerpo, y, como propio, lo ofrezca por nosotros. La Escritura habla del parto y afirma: Lo envolvió en pañales; se proclaman dichosos los pechos que amamantaron Señor, y, por el nacimiento de este primogénito, fue ofrecido el sacrificio prescrito. El ángel Gabriel había anunciado esta concepción con palabras muy precisas, cuando dijo a María no simplemente «lo que nacerá en ti» –para que no se creyese que se trataba de un cuerpo introducido desde el exterior–, sino de ti, para que creyésemos que aquel que era engendrado en María procedía realmente de ella. Las cosas sucedieron de esta forma para que la Palabra, tomando nuestra condición y ofreciéndola en sacrificio, la asumiese completamente, y revistiéndonos después a nosotros de su condición, diese ocasión al Apóstol para afirmar lo siguiente: Esto corruptible tiene que vestirse de incorrupción, y esto mortal tiene que vestirse de inmortalidad.



REFLEXIÓN

Las precisiones Cristológicas y Trinitarias, hoy suenan algo extrañas, porque las confesamos fuera de una contexto histórico. Hubo momentos en los que Jesús fue desconocido como verdadero humano, y María como madre, fue la evidencia de su verdadera humanidad. En otros tuvo lugar la incomprensión de la Santísima Trinidad, cuya divinidad no fue desvirtuada por la encarnación del Hijo en una mujer verdadera para revestirse de un cuerpo verdadero. Tales defensas se hacían en medio de confrontaciones de comunidades a las que animaban intereses que no siempre eran relacionados con la fe y la devoción. No fueron días de devoción meramente individual y particular, en los que la fe podía vivirse de puertas adentro.

jueves, 31 de diciembre de 2020

PALABRA COMENTADA

 

Día 7 de la octava de Navidad

1Juan 2,18-21

Hijos míos, es el momento final. Habéis oído que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta que es el momento final. Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros. En cuanto a vosotros, estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis. Os he escrito, no porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira viene de la verdad.



REFLEXIÓN

Hijos míos, es el momento final. Habéis oído que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta que es el momento final

Es un momento final. Como muchos. Anticipo del final final.

Un día que artificialmente finaliza un periodo. Un momento que sirve de conclusión y relanzamiento. Un momento que quisiéramos contuviera la realización de las promesas no realizadas. O realizadas parcialmente.

Es el momento de la esperanza reafirmada en la intervención del Señor dueño de la historia y del designio. Es el abono al final completo: que deseamos feliz para siempre.

En este esjaton provisional gemimos y en nosotros el Espíritu, para vernos libres de la vanidad del mundo, enseñoreado por el pecado.

El gran pecado, el que sojuzga y domina, oprime e indignifica. El que nos habla constantemente al oído del insomnio sobre la ineficacia de la gracia y el sin sentido aparente del designio.

La Tentación de apostasía es el gran pecado, la que figura la serpiente del Génesis 3 y que odia la creación oponiéndole el mundo.

Los mil artilugios a su servicio intentan desfigurar su obra.

Por eso en este esjaton parcial, debemos reflexionar sobre nuestra misión de restauración, en seguimiento del evangelio del Señor Jesús.

Llega el final del año. No es el momento final apocalíptico, sino convencional, para una región del planeta, y eso a diferentes horas según el meridiano geográfico.

Pero somos litúrgicos los seres humanos, aunque sea una liturgia laica, no religiosa.

Necesitamos fraccionar el tiempo, detenernos y celebrar, resumir, evaluar, balancear, ubicarnos dónde estamos.

Quizás esta necesidad antropológica de muchas culturas la podamos ver asumida en la Palabra cuando nos habla del momento final, del juicio, del día del Señor, del día que vuelva Jesús.

Se expresa un deseo humano pero una –según la fe- voluntad divina. Este proceso llegará a un fin.

Y parece que es inevitable pensar que un fin es la muerte individual, cuando los individuos dejan de actuar históricamente y su ausencia es motivo de duelo, unos más prolongados que otros.

Entonces en previsión de ese fin, colectivo e individual, cuando probablemente no tengamos la misma conciencia, ahora celebramos anticipadamente un cíclico fin, reflexionando en nuestra cosecha parcial.

La sucesión de instantes vividos a los que llamamos tiempo cronológico puede cortarse artificialmente, arbitrariamente cuandoquiera. Es nuestra potestad y libertad proceder asi.

Lo hacemos por vivenciar un sentido unitario, global, un derrotero en un tiempo uniforme como el desierto o el océano, donde fácilmente nos desorientamos. Es nuestra brújula para el tiempo.

Son finales de periodos: semanas, meses, año que nos permiten recuperar memoria memorable, significativa y escudriñar lo posible del futuro.

Un anticristo es un falso mesías. Alguien o algo de quien se esperaba una salvación, pero resultó un fraude, un fiasco, un fracaso.

Reconocemos algo o alguien que describa esas condiciones? Probablemente se nos ocurren varios nombres, varias identidades, varios procesos.

En ese caso la lección que la Palabra nos induce y persuade es que un momento final llega a nuestra vida cuando una falsa esperanza cae.

Es posible que esto suceda hasta los más entregados a la Palabra, los cuales en su nombre habían discernido, sancionado, hasta santificado una causa, una persona. Pero no resultó según se esperaba.

Por eso la Palabra nos exhorta a guardarnos de falsas esperanzas y a poner nuestra confianza sólo en el Señor, el Trascendente.

Así hemos visto pasar de tiempo en tiempo varios anti-cristos: varios intentos de diferente tipo, para echar por tierra el reino de amor, justicia, verdad.

Convendría pues identificar cuál es es el anti-cristo más activo en nuestra existencia y dar gracias por la manera como el reino de Jesús ha ido superando la prueba: es lo que vale la pena.

Aunque se anunció uno han ido apareciendo muchos, porque el uno es figuración paradigmática de los muchos.

Y es que la última tentación  del gran pecado tiene su encarnación constante que fascina por su poder y eficacia según la carne.

Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros

Somos semillero para unos y otros Cristos y Anticristos. Jesús y Judas.

Está escrito y no debe haber sorpresas, aunque sí dolor.

El dolor que causa la actualidad de la traición al designio.

Late en nosotros la traición, crece como mala yerba junto con el maíz.

Y es nuestra tarea al servicio de la misión, auscultar constantemente el derrotero de la mala yerba para que no interfiera con el maíz.

Quizás no la podemos eliminar como sería nuestro gusto, para definir de una vez por todas los campos y la cosecha.

No nos toca sino trabajar sin descanso para vigilar que no se confundan y la siega se haga posible.

Puede ser que creamos y deseemos que alguien muy apreciado sea de los nuestros.

Pero no se puede forzar, sino que hay que respetar la libertad y responsabilidad personal.

Queda, eso sí, invitar y persuadir a ver sí se da la decisión favorable. Y orar insistentemente para que la decisión favorable permanezca, así como oramos por nosotros mismos para no desfallecer, mientras llega el gran final.

Jesús debió sufrir por la desviación del reino por parte de Judas. Era uno de los suyos. Alguien de confianza. Y lo tuvo que dejar partir para la traición del anti-reino.

Así nosotros a lo largo de nuestra vida vamos experimentando la vinculación con los que llamamos nuestros.

Y lloramos cuando llegamos a la conclusión que alguno termina por no serlo.

Porque la fidelidad absoluta nos la propone el Señor.

Estamos invitados a aceptar el Misterio del Señor, así como Él aceptó primero el nuestro.

Porque el Señor aceptó a Judas en su misterio y no sabemos si finalmente Judas lo aceptó a él.

En esto Jesús es nuestro Paradigma hermano, porque su muerte, aun rezumando desilusión de la misión a él encomendada por el Padre, siguió adelante en la aceptación del Misterio de su Designio.

Es quizá una conclusión de nuestro balance anual: estamos desilusionados de las expectativas no cumplidas, y de las esperanzas fallidas.

Pero seguimos invitados por el Misterio que nos aceptó y amó, a seguirlo aceptando y amando, hasta que el final absoluto llegue.

no porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira viene de la verdad

Ahora parece que conocemos una verdad mejor que antes, y que la mentira se reduce.

Es una responsabilidad creciente ante la conciencia, para tomar una responsable decisión.

Ahora se sabe mejor dónde ha estado la mala yerba y posiblemente dónde el maíz.

Por ahora no queda sino seguir de cerca el proceso esperando y creyendo en la intervención del Señor para un bien mejor, más integral.

Salmo responsorial: 95

Cantad al Señor un cántico nuevo, / cantad al Señor, toda la tierra; / cantad al Señor, bendecid su nombre, / proclamad día tras día su victoria. R.

Alégrese el cielo, goce la tierra, / retumbe el mar y cuanto lo llena; / vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, / aclamen los árboles del bosque. R.

Delante del Señor, que ya llega, / ya llega a regir la tierra: / regirá el orbe con justicia / y los pueblos con fidelidad. R.





REFLEXIÓN

Cantad al Señor un cántico nuevo

Se puede decir que la novedad viene del Espíritu del Señor, que inspira desde su Palabra nuevos enfoques, nuevos abordajes, inéditas reflexiones.

Es una fuente igual pero distinta. Un fenómeno de eterna juventud, que colma de energía la espera hasta que llegue el esponsal.

vitoreen los campos

Los sembrados, porque llega la mayor conciencia de la mala yerba y es posible alejar la confusión que dañaría la cosecha.

Delante del Señor, que ya llega

Aceptemos el Misterio del Señor. Aceptemos su llegar: cómo, dónde y cuándo sea.

regirá el orbe con justicia / y los pueblos con fidelidad

Al llegar a uno de los cortes del tiempo que solemos hacer, y al captar el sentido salvífico que la historia nos va entregando de parte del Señor, podemos confiadamente exclamar que seguirá rigiendo el Señor .

Cuando Ignacio de Loyola llega al final de sus ejercicios, que es un corte en el tiempo de cuatro semanas, impulsa a la contemplación para alcanzar amor.

Como si de ahí en adelante sólo una contemplación del conjunto y totalidad de la realidad circundante y posible, nos pudiera dar la clave del amor divino que pulsa en sus entrañas.

Cuando contemplamos es como si nos reclinaramos en el pecho del amado o amada, para dejarnos adormecer por los latidos de su corazón.

Juan 1,1-18

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.

Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: "Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."" Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.



REFLEXIÓN

 

En el principio ya existía la Palabra

La Palabra nos habla de sí misma y nos confiesa que siempre estuvo con nosotros, que nunca estuvimos solos.

Siempre fuimos humanidad acompañada.

Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho

Y cuando vemos algo hecho o buscamos hacer, nos damos cuenta que sin palabra no se puede hacer.

Así ha sido el Señor Dios haciendo con su Palabra.

En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió

Sólo somos testigos. El que no lo es, anticristo es. Usurpador de la Vida y Luz es.

El protagonismo y el hacerse el foco, son tentaciones de nuestro tiempo mediático, que conspiran contra el proceso de la Vida-Luz, y erigen ídolos y estrellas que terminan como los anticristos, destrozando esperanzas, y hundiendo ilusiones.

Por eso la Palabra nos dice en el primer mandamiento de la Alianza: no tendrás otro Dios más que yo. No tendrás ídolos, anticristos.

Por nuestra fe formamos parte de los que proferimos palabras de vida y luz. Y experimentamos el rechazo de las tinieblas.

Es un sino, un destino, un itinerario. Hay que hacerlo.

No era él la luz, sino testigo de la luz

Este es nuestro servicio: indicar la luz, contagiándonos de ella.

No podemos dar servicio a la luz si no somos luminosos y escondemos la fuente que nos ilumina.

Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció

El mundo-cultura es un campo de batalla en las  que las palabras-vida y luz confrontan las tinieblas. Por eso vamos con todo haciendo contra-cultura.

a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre

Si reemplazamos el nombre etiqueta por el nombre identidad es posible leer en este versículo que los que reciben la palabra de vida son capaces por su poder de llegar a hijos de Dios.

No hay límite, ni cultural, ni religioso, ni de ninguna clase o diferencia que pueda inhibir ese poder porque es el designio del Padre.

En cambio la aceptación de su Misterio cambia todo y hace posible la ilusión y la esperanza y el sueño más querido: ser hijo de Dios, ser como Dios.

La tentación primera realizada a la manera del Señor, y por sus caminos.

Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad

El autor nos entrega su testimonio de contra-cultura fraguado en la contemplación.

Ignacio nos alienta a la contemplación para colaborar con Jesús en la edificación del reino del Padre.

Porque contemplar es un ejercicio de acompañamiento cotidiano, que permite irse transformando en lo que se contempla.

Es el proceso apostólico al desarrollar la misión de servicio al designio del Padre.

la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo

Con Moisés supimos del primer mandamiento: no hacer ídolos. Con Jesús supimos de ser hijos de Dios.

A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer

Al final de nuestro momento final del año damos gracias al Padre en su Hijo Jesucristo y con el amparo de su madre María, porque ha intervenido en nuestra historia, llamándonos sin cesar a su servicio, para el designio de Dios. Rogamos nos siga acompañando. Nos acompañe Dios.

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DOCTORES DE LA IGLESIA

 

San León Magno Sermón en la Natividad del Señor 6,2-3.5

Aunque aquella infancia, que la majestad del Hijo de Dios se dignó hacer suya, tuvo como continuación la plenitud de una edad adulta, y, después del triunfo de su pasión y resurrección, todas las acciones de su estado de humildad, que el Señor asumió por nosotros, pertenecen ya al pasado, la festividad de hoy renueva ante nosotros los sagrados comienzos de Jesús, nacido de la Virgen María; de modo que, mientras adoramos el nacimiento de nuestro Salvador, resulta que estamos celebrando nuestro propio comienzo. Efectivamente, la generación de Cristo es el comienzo del pueblo cristiano, y el nacimiento de la cabeza lo es al mismo tiempo del cuerpo. Aunque cada uno de los que llama el Señor a formar parte de su pueblo sea llamado en un tiempo determinado y aunque todos los hijos de la Iglesia hayan sido llamados cada uno en días distintos, con todo, la totalidad de fieles, nacida en la fuente bautismal, ha nacido con Cristo en su nacimiento, del mismo modo que ha sido crucificada con Cristo en su pasión, ha sido resucitada en su resurrección y ha sido colocada a la derecha del Padre en su ascensión. Cualquier hombre que cree –en cualquier parte del mundo–, y se regenera en Cristo, una vez interrumpido el camino de su vieja condición original, pasa a ser un nuevo hombre al renacer; y ya no pertenece a la ascendencia de su padre carnal, sino a la simiente del Salvador, que se hizo precisamente Hijo del hombre, para que nosotros pudiésemos llegar a ser hijos de Dios.



REFLEXIÓN

Jesús es nuestra paz, y con Él recorremos mistagógicamente sus pasos históricos, desandando nuestro itinerario desviado en el principio. Por eso celebramos litúrgicamente, sacramentalmente los momentos de la vida de Jesús y sus seguidores, entre ellos su Madre y Padre. Así en cada hito depuramos y fortalecemos nuestra propia historia, porque la salvación va operando su sanación.

Sanamos en nuestra historia, la historia de todos, la historia de la red en la que nos imbricamos. Es el portento de la economía de gracia, que se distribuya equitativamente entre los participantes, no importa la diversidad que constituya su identidad.