sábado, 10 de agosto de 2024

SAN CARLO ACUTIS DE ASÍS



De los sermones de san Agustín, obispo
(Sermón 304,1-4: PL 38,1395-1397)
Administró la Sangre sagrada de Cristo

La Iglesia de Roma nos invita hoy a celebrar el triunfo de san Lorenzo, que superó las amenazas y seducciones del mundo, venciendo así la persecución diabólica. Él como ya se os ha explicado más de una vez, era diácono de aquella Iglesia. En ella administró la sangre sagrada de Cristo, en ella, también, derramó su propia sangre por el nombre de Cristo. El apóstol san Juan expuso claramente el significado de la Cena del Señor, con aquellas palabras: Como Cristo dio su vida por nosotros, también nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos. Así lo entendió san Lorenzo; así lo entendió y así lo practicó; lo mismo que había tomado de la mesa del Señor, eso mismo preparó. Amó a Cristo durante su vida, lo imitó en su muerte.

También nosotros, hermanos, si amamos de verdad a Cristo, debemos imitarlo. La mejor prueba que podemos dar de nuestro amor es imitar su ejemplo, porque Cristo padeció por nosotros, dejándonos un ejemplo para que sigamos sus huellas. Según estas palabras de san Pedro, parece como si Cristo sólo hubiera padecido por los que siguen sus huellas, y que la pasión de Cristo sólo aprovechara a los que siguen sus huellas. Lo han imitado los santos mártires hasta el derramamiento de su sangre, hasta la semejanza con su pasión; lo han imitado los mártires, pero no sólo ellos. El puente no se ha derrumbado después de haber pasado ellos; la fuente no se ha secado después de haber bebido ellos.

Tenedlo presente, hermanos: en el huerto del Señor no sólo hay las rosas de los mártires, sino también los lirios de las vírgenes y las yedras de los casados, así como las violetas de las viudas. Ningún hombre, cualquiera que sea su género de vida, ha de desesperar de su vocación:

Cristo ha sufrido por todos. Con toda verdad está escrito de él que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.

Entendamos, pues, de qué modo el cristiano ha de seguir a Cristo, además del derramamiento de sangre, además del martirio. El Apóstol, refiriéndose a Cristo, dice: A pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios. ¡Qué gran majestad! Al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. ¡Qué gran humildad!

Cristo se rebajó: esto es, cristiano, lo que debes tú procurar. Cristo se sometió: ¿cómo vas tú a enorgullecerte? Finalmente, después de haber pasado por semejante humillación y haber vencido la muerte, Cristo subió al cielo: sigámoslo. Oigamos lo que dice el Apóstol: Ya que habéis resucitado con Cristo, aspirad a los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios.

viernes, 9 de agosto de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Viernes 18 de tiempo ordinario

Nahún 2, 1. 3; 3, 1-3. 6-7



REFLEXIÓN

En la escena internacional un profeta casi desconocido desde el reino de Juda, el que queda de Israel, canta el señorío del Señor sobre la historia.

Según la historia el imperio Asirio fue entonces el más cruel y el profeta canta su caída, leyendo una acción favorable de la Palabra.

Es lo que sucede en nuestros días a nivel geopolítico, también dentro de nuestras fronteras, de nuestras sociedades, de nuestras redes de relación, de familia, de trabajo, de amistad. 

Porque en todos estos niveles sucede y se da el dominio efectivo y el afán de dominio de unos sobre otros. 

Unas veces adquieren tal fuerza que gemimos por la aflicción que nos causan.

Entonces al liberarnos por lo que llamamos azar, circunstancias favorables y demás, podemos reconocer una intervención del Señor de la historia y dar gracias, porque hay Alguien más allá de todo, que protege y ayuda, frecuentemente mediante detalles insignificantes.

Una convicción de esta clase aporta al creyente un descanso básico, una esperanza sólida, una paciencia aquilatada, porque saborea que el Señor anda cerca y actúa desde la pobreza para que en la desproporción se perciba su poder espiritual.

Interleccional: Deuteronomio 32



REFLEXIÓN

el Señor defenderá a su pueblo / y tendrá compasión de sus siervos

Es posible que nuestra responsabilidad engendre malos días cuyos efectos caigan sobre nosotros, pero la esperanza del creyente consiste en esperar misericordia más allá de la propia culpa, y según esto, esperar confiado mientras se da y se padece la criba.

Mateo 16, 24-28



REFLEXIÓN

El que quiera venirse conmigo, que se niegue s sí mismo, que cargue con su cruz y me siga

Porque cruz siempre hay, se quiera o no. Es mejor cargarla voluntariamente que ser oprimido y arrastrado por su peso a pesar de nuestra rebeldía y protesta.

Es mejor que ella se cargue, inspirados por un amor de seguimiento, que honra la entrega de Jesús.

Y en esas condiciones me siga: en una negación que es consecuencia de la entrega al reino de Dios en toda su riqueza, diversidad y amplitud. Haciendo el bien con discernimiento.

Ello generará la cruz particular que hemos de cargar. Porque el hacer el bien con discernimiento implica un tanto cuanto que inhibe el afectarse a nada que no sea partícipe del designio del Padre.

el que la pierda por mí la encontrará

El desgaste cotidiano por el Señor también cuenta para ir encontrando la vida.

Perder por el reino es una contravía a la receta del éxito mundano: el esforzarse por ser un ganador, no importa sobre cuántas cabezas.

¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida?

Estamos troquelados por el sistema capitalista de mercado. Somos por tanto sensibles a ser considerados perdedores. Y nos esforzamos para ser siempre ganadores.

Un sistema diferente, evangélico, nos plantea el reverso del anverso: ser perdedores de la vida-concupiscencia y asumir la cruz produce ganancia. Es una ganancia que se deja sentir desde ya.

De qué me sirve recibir todo el reconocimiento y los recursos que anhelo si voy a perder la vida? Es preferible no recibirlos.

pagará a cada uno según su conducta

Los sicólogos y filósofos extreman su purismo cuando concluyen que lo perfecto consiste en no esperar premio ni recompensa, porque eso es de niños, impuro e imperfecto.

Pero el Señor gusta que seamos como niños con Él. Incluso lo alaba Jesús cuando acoge los niños. Porque a ellos no les da pena reconocer que le gustan los premios y las recompensas. 

Y el Padre de Jesús lo ha enviado para que nos seduzca con la promesa de una vida junto a él. No es posible no esperar por ello.

Es preferible recibir su paga. La cual se barrunta, desde la sede de la verdad y convicción, que vive dentro de nosotros y nos mantiene orientados.

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Viernes 18 de tiempo ordinario

Nahún 2, 1. 3; 3, 1-3. 6-7

Interleccional: Deuteronomio 32

Mateo 16, 24-28

DOCTORES DE LA IGLESIA

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


VIERNES, XVIII SEMANA


Del libro "La Ciencia de la Cruz" de Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein).
La puerta de la vida se abre a los que creen en el Crucificado


Cristo se sometió al yugo de la ley, guardando plenamente la ley y muriendo por la ley y por medio de la ley. Liberó, por ello, a los que desean recibir la vida. Pero no la pueden recibir, salvo que ellos mismos ofrezcan la suya propia. Porque los que han sido bautizados en Cristo Jesús, en su muerte han sido bautizados. Son sumergidos en su vida para devenir miembros de su cuerpo y padecer y morir con él, como miembros suyos. Esta vida vendrá abundantemente en el día glorioso, pero ya ahora, mientras vivimos en la carne, participamos de ella, si creemos que Cristo ha muerto por nosotros para darnos la vida. Con esta fe nos unimos con él como los miembros se unen con su cabeza; esta fe nos abre a la fuente de su vida. Por eso, la fe en el Crucificado, es decir, esa fe viva que lleva aparejada un amor entregado, viene a ser para nosotros puerta de la vida y comienzo de la gloria; de ahí que la Cruz constituya nuestra gloria: Fuera de mí gloriarme en otra cosa que no sea la Cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo. Quien elige a Cristo ha muerto para el mundo y el mundo para él. Lleva en su cuerpo los estigmas de Cristo, se ve rodeado de flaquezas y despreciado por los hombres, pero, por este mismo motivo, se halla robusto y vigoroso, ya que la fuerza de Dios resplandece en la debilidad.

Con este conocimiento, el discípulo de Jesús no solo acoge la cruz sobre sus espaldas, sino que él mismo se crucifica en ella. Los que son de Jesucristo han crucificado la carne con sus vicios y concupiscencias. Lucharon un duro combate contra su naturaleza a fin de que la vida del pecado muriese en ellos y poder así dar amplia cabida a la vida en el Espíritu. Para esta pelea se precisa una singular fortaleza. Pero la Cruz no es el fin; la Cruz es la exaltación y mostrará el cielo. La Cruz no sólo es signo, sino también invicta armadura de Cristo: báculo de pastor con el que el divino David se enfrenta contra el malvado Goliat; báculo con el que Cristo golpea enérgicamente la puerta del cielo y la abre. Cuando se cumplan todas estas cosas, la luz divina se difundirá y colmará a cuantos siguen al Crucificado.

El diverso lleva un estigma de la cruz, que lo descoloca en la cultura común, incluso hasta con riesgo de perder la vida. Es fuente de dolor pero también de fortaleza y santificación.

San Juan de la Cruz Cántico espiritual 39,4-7 

En la transformación que el alma tiene en esta vida, pasa esta misma aspiración de Dios al alma y del alma a Dios con mucha frecuencia, con subidísimo deleite de amor en el alma, aunque no en revelado y manifiesto grado, como en la otra vida. Porque esto es lo que entiendo quiso decir san Pablo cuando dijo: Por cuanto sois hijos de Dios, envió Dios en vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, clamando al Padre. Y no hay que tener por imposible que el alma pueda una cosa tan alta, que el alma aspire en Dios como Dios aspira en ella por modo participado, porque, dado que Dios le haga merced de unirla en la Santísima Trinidad, en que el alma se hace deiforme y Dios por participación, ¿qué increíble cosa es que obre ella también su obra de entendimiento, noticia y amor, o, por mejor decir, la tenga obrada en la Trinidad juntamente con ella como la misma Trinidad, pero por modo comunicado y participado, obrándolo Dios en la misma alma? Porque esto es estar transformada en las tres Personas en potencia y sabiduría y amor, y en esto es semejante el alma a Dios, y para que pudiese venir a esto la crió a su imagen y semejanza. Y como esto sea, no hay más saber ni poder para decirlo, sino dar a entender cómo el Hijo de Dios nos alcanzó este alto estado y nos mereció este subido puesto de poder ser hijos de Dios, como dice san Juan; y así lo pidió al Padre por el mismo san Juan, diciendo: Padre, quiero que los que me has dado, que, donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean la claridad que me diste; es a saber, que hagan por participación en nosotros, la misma obra que yo por naturaleza, que es aspirar el Espíritu Santo. 

REFLEXIÓN

Por participación de amor nos transformamos en divinidad, aquella que comparten las personas de la trinidad. Esta participación se va realizando en vida histórica, sin saberse cuánto pero con cierto entendimiento de que se va dando, porque el Espíritu que mueve la aspíración a Dios, como quien respira, nos comparte la misma gratuitamente. Se produce entonces ahora el gozo que nos va liberando de la preocupación presente por el no-reino.

jueves, 8 de agosto de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Jueves 18 de tiempo ordinario

Jeremías 31, 31-34



REFLEXIÓN

haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva

La re-ingienería de Jesús cinco siglos después.

Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones

no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el otro a su hermano, diciendo: "Reconoce al Señor."

todos me conocerán, desde el pequeño al grande

Se trata del don del Espíritu desde Cristo Jesús.

La docencia, la pedagogía del Espíritu para conocer al Señor se dirige a la formación de la autonomía del corazón que encarna la alianza con el Señor.

Todo magisterio, todo liderazgo, toda tutela, tutoría o jerarquía, con pretensión de perpetuarse en su ascendencia, está destinada al fracaso, en este asunto del conocimiento del Señor, y probablemente en otros, como la maduración de la persona humana, por ejemplo.

Todo poder que sueñe con perpetuarse en su dominación de otros y otras, con la patraña de enseñar y conducir, se chocará con la autonomía del corazón, cuando adquiere la estatura de conocimiento del Señor y su designio.

Por lo que todos los que tienen carisma de formadores, padres y educadores, deben hacer conciencia de servidores temporales, que están dispuestos y disponibles al gozo de reconocer la autonomía de la persona, llegado el momento.

Es el frontispicio de toda acción educativa, sobretodo la que brota de lo profundo de la persona.

Salmo responsorial: 50



REFLEXIÓN

crea en mí un corazón puro

Es decir: házme de nuevo. 

afiánzame con espíritu generoso

Para soportar la purificación del corazón, que dura toda la vida.

Mi sacrificio es un espíritu quebrantado

Incansable en sacrificar el propio interés para servir el del prójimo: el necesitado que se aproxima, al necesitado que me aproximo .

Mateo 16, 13-23



REFLEXIÓN

Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?

Una pregunta que nos examina para graduarnos de cristianos.

Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo

Una respuesta que da Pedro en nuestro nombre, hasta que aprendamos bien a contestar por nosotros mismos.

eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo

El liderazgo que Jesús enseña es el del Padre, abierto a su revelación, no a la murmuración.

Te daré las llaves del Reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo".

Se da inicio a un servicio que se comporte diferente al abrir y cerrar de los maestros de la ley en ese momento y en sintonía con la nueva alianza en el corazón.

La señal que el liderazgo es según el Padre es la fortaleza en persistir en su voluntad y defenderla, aun con la resistencia y presión de la gente.

Desde entonces empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los senadores, sumos sacerdotes y letrados, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: "¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte". Jesús se volvió y dijo a Pedro: "Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios.” 

Porque Pedro en ese momento no entendió que se daba una cosa con la otra: nueva alianza con cruz. 

El antiguo régimen nunca se dejará quitar el poder fácilmente y opondrá siempre resistencia.

Dos señalamientos contradictorios respecto de la misma persona, que no está asegurada en gracia.

Una cosa es la Iglesia, resistente al maligno, y otra la persona que ata y desata, que puede ser inspirada por Dios o no.No siempre ni necesariamente. 

Esto parece ser una enseñanza de nuestro tiempo cuando el papado, baluarte moral, es desacreditado, desoído.

Para nosotros, desde la perspectiva del discernimiento, significa que no todo lo que se nos ocurre es de Dios, y que desde un corazón quebrantado debemos escuchar al Señor para actuar la alianza nueva.

Se requiere de este carisma y asistencia para pensar y decidir según el liderazgo del Señor

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Jueves 18 de tiempo ordinario

Jeremías 31, 31-34

Salmo responsorial: 50

Mateo 16, 13-23

SAN CARLO ACUTIS DE ASIS

BEATO CARLO



 De varios escritos de la Historia de la Orden de Predicadores

(Libellus de principiis Ordinis Praedicatorum; Acta canonizationis sancti Dominici: Monumenta Ordinis Praedicatorum historica 16, Roma 1935, pp: 30ss.146-147)

Hablaba con Dios o de Dios

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La vida de Domingo era tan virtuosa y el fervor de su espíritu tan grande, que todos veían en él un instrumento elegido de la gracia divina. Estaba dotado de una firme ecuanimidad de espíritu, ecuanimidad que sólo lograban perturbar los sentimientos de compasión o de misericordia; y, como es norma constante que un corazón alegre se refleja en la faz, su porte exterior, siempre gozoso y afable, revelaba la placidez y armonía de su espíritu.

En todas partes, se mostraba, de palabra y de obra, como hombre evangélico. De día, con sus hermanos y compañeros, nadie más comunicativo y alegre que él. De noche, nadie más constante que él en vigilias y oraciones de todo género. Raramente hablaba, a no ser con Dios, en la oración, o de Dios, y esto mismo aconsejaba a sus hermanos.

Con frecuencia, pedía a Dios una cosa: que le concediera una auténtica caridad, que le hiciera preocuparse de un modo efectivo en la salvación de los hombres, consciente de que la primera condición para ser verdaderamente miembro de Cristo era darse totalmente y con todas sus energías a ganar almas para Cristo, del mismo modo que el Señor Jesús, salvador de todos, ofreció toda su persona por nuestra salvación. Con este fin, instituyó la Orden de Predicadores, realizando así un proyecto sobre el que había reflexionado profundamente desde hacía ya tiempo.

Con frecuencia, exhortaba, de palabra o por carta, a los hermanos de la mencionada Orden, a que estudiaran constantemente el nuevo y el antiguo Testamento. Llevaba siempre consigo el evangelio de san Mateo y las cartas de san Pablo, y las estudiaba intensamente, de tal modo que casi las sabía de memoria.

Dos o tres veces fue elegido obispo, pero siempre rehusó, prefiriendo vivir en la pobreza, junto con sus hermanos, que poseer un obispado. Hasta el fin de su vida, conservó intacta la gloria de la virginidad. Deseaba ser flagelado, despedazado y morir por la fe cristiana. De él afirmó el papa Gregorio noveno: "Conocí a un hombre tan fiel seguidor de las normas apostólicas, que no dudo que en el cielo ha sido asociado a la gloria de los mismos apóstoles."

miércoles, 7 de agosto de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Miércoles 18 de tiempo ordinario

Jeremías 31, 1-7



REFLEXIÓN

"El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel.""

Jeremías no es solo una voz acusadora para la conversión. Es también una voz de aliento y esperanza para el resto.

Un resto afortunado deja la inquietud de la predestinación: unos que sí se salvarán y otros que no, designados de antemano. Haga lo que haga, sea para condenarme o salvarme, ya está decidido en la omnisciencia de Dios.

Nuestra única salida posible es volver a dimensionar nuestra limitada comprensión de la libertad del Señor y la nuestra propia. Si su Palabra no es una mentira, hay que tomar en serio que nuestra libertad pesa y la del Señor también.

Para pertenecer al resto nuestra libertad ha de ser consultada, invitada, persuadida.

El profeta habla de llevarlo al desierto, como antes en el periodo de las tribus pastoras, cuando conocieron a este Señor que se adelantó a amarlos con amor eterno. Por eso el desierto es el símbolo del amor primero de Dios por nosotros.

Interleccional: Jeremías 31



REFLEXIÓN

"El que dispersó a Israel lo reunirá, / lo guardará como un pastor a su rebaño."

Aunque ya no vivamos en culturas pastoriles, sino urbanas, donde se puede perder la significatividad de la imagen del pastor, importa más que nada rescatar la calidad del vínculo que nos ofrece la imagen: la ternura del verdadero buen pastor por su animal, es el valor que se nos realza en el vínculo del Señor con nosotros.

Mateo 15, 21-28



REFLEXIÓN

Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: "Atiéndela, que viene detrás gritando."

Jesús se deja influir por sus discípulos, y éstos aunque judíos como Jesús, consideran que también una no judía puede ser favorecida.

Lo conciben por ellos mismos o Jesús les ha enseñado antes, que es posible compartir con paganos?

"Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel."

Sin embargo los hechos que se van a desarrollar muestran que Jesús no es inflexible y se abre a novedades en su misión.

"Señor, socórreme."

"No está bien echar a los perros el pan de los hijos".

también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos

Una pobre mujer, poniendo la cara dura, para soportar tanto rechazo y descalificación.

"Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas”

Jesús es vencido en su resistencia a favorecer los paganos. No entendía que esa era su misión. Jesús aprende y amplía sus límites, más allá de su prejuicio, para dejarse vencer en su ternura por la súplica de una anhelante mujer, que no pide para sí sino para su hija.

La fe alabada por Jesús tiene que ver con la que mueve a insistir pese a la humillación y negativa por parte de Jesús, pero también porque no pide para sí. La mujer, como madre, pide para su hija.

Jesús qué alegría y alivio que hayas comprendido en el Espíritu, que tu misión va más allá de ciertos límites al parecer legítimos. 

Nos enseñas la audacia de la compasión, que nos despoja de nuestras percepciones previas ya tomadas, y nos renueva en la comprensión de la voluntad del Señor.

Los relatos de la buena nueva de Jesús inciden con frecuencia en animar a una fe dispuesta a un proceso de transformación, abierta al Dios vivo. Un lugar a propósito para que resistan los demonios. 

Pero los pobladores de la otra orilla no eran judíos, y los puercos son el medio de sustento del pueblo.

Jesús parece haber obrado favorablemente para los enfermos, pero no para la economía del pueblo.

Si nos ubicáramos en la búsqueda del bien común, parece que el bien del pueblo estaba por encima del de los enfermos o endemoniados.

Pero hay que detenerse en el énfasis que se da a la liberación que aporta el reino en cuanto a la opresión del maligno, que está por encima de otros bienes materiales.

Eso sucede con frecuencia entre los que no pueden o no quieren ver otra luz que las que conocen, y se niegan a una renovación y un cambio, que afecte otros intereses más apreciados.

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Miércoles 18 de tiempo ordinario

Jeremías 31, 1-7

Interleccional: Jeremías 31

Mateo 15, 21-28

SAN CARLO ACUTIS DE ASIS

BEATO CARLO


San Gregorio de Nisa, Discurso sobre el bautismo
(PG 46, 430-432)
Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo

El que ha recibido el baño del segundo nacimiento es como un recluta recientemente enrolado en los cuadros del ejército, pero que todavía no ha llevado a cabo hazaña alguna ni nada digno de un aguerrido soldado. Pues lo mismo que el recluta no se considera un hombre fuerte por el mero hecho de haberse ceñido el cinturón y vestido la clámide, ni se presenta confiadamente al rey hablándole como un familiar, ni le pide recompensas reservadas para quienes trabajaron y se portaron valerosamente; así tampoco tú, no pienses que, por haber conseguido la gracia, vas a poder vivir con los justos y compartir con ellos la herencia si antes no soportas muchos peligros por la fe, si no has declarado la guerra a la carne y, con ella, no hubieras resistido con valentía al diablo y a todas las saetas de los espíritus malignos.

Más aún, echemos mano, si os parece, de las mismas palabras del Señor, que serán pronunciadas en el juicio universal, y que aclara lo que venimos diciendo: Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. ¿Por qué razón? No porque os habéis revestido de incorruptibilidad, ni porque habéis lavado vuestros pecados, sino porque os habéis conducido correctamente en el área de la caridad. Y sigue a continuación el catálogo de los que fueron alimentados, saciada su sed, vestidos. Y con razón juzga así el Juez que no puede equivocarse. De hecho, la gracia es un don del Señor. Ahora bien, el que es honrado, lo es justamente por el comportamiento de la propia vida.

En cambio, nadie pide una recompensa por la gracia recibida, sino que más bien se convierte en deudor. Por lo cual, cuando fuéremos iluminados por el bautismo, debemos estar agradecidos a nuestro bienhechor. Y nuestra gratitud para con Dios consiste en practicar la misericordia con nuestros consiervos, en procurar nuestra salvación y en ejercitarnos en la virtud.

Abandonad, pues, vuestra inconsistente opinión, vosotros los que retrasáis el bautismo hasta la hora de la muerte, en la convicción de que la fe requiere a su hermana, la esperanza, o sea, la conducta que nace de la caridad de la vida. De ella nos haremos dignos por la voluntad y ayuda de Dios, a quien le es debida la adoración ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

martes, 6 de agosto de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Transfiguración del Señor

Daniel 7,9-10.13-14



REFLEXIÓN

como un hijo de hombre

Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin

Como en Apocalipsis 5, un como Hijo de hombre, un cordero inmolado, abre los libros. Es quien revela y tiene poder.

Si lo queremos acercar a nuestro momento, podemos enfocar a quien o quienes revelan sentidos de la historia que discurre. 

No tiene o tienen que ser en apariencia tan majestuosos, porque esa majestad la da la revelación de su identidad y su misión.

Personas en la historia son instrumentos de revelación, incluso sin querer, del sentido profundo de las cosas y los acontecimientos.

Cuando se dice sentido profundo, nos referimos a aquél que mueve nuestros seres desde las convicciones, hacia metas de transformación, solidaridad, amor y justicia.

Le dieron poder real y dominio

Con Jesús el Hijo de Hombre, su delegación de poder comenzó alguna vez. 

Así la humanidad transfigurada, transformada tiene una potencia incomparable para la perfección y la infinitud. 

Somos como dioses, fue una profecía de la serpiente, una que brota, mal que le pese, al enemigo del Señor.

La participación con Jesús nos abre la oportunidad de una co-regencia, de un co-dominio, de un co-gobierno.

Este Hijo de Hombre, como Jesús gustaba nombrarse, tiene una dimensión colectiva, como el Siervo de Yavé, título que se aplicó a Jesús también, en la primitiva comunidad.

La dimensión colectiva significa que Jesús, como individuo, es la punta de lanza de un colectivo que es su cuerpo nuevo, en el que nos integramos sus creyentes: millones y millones de personas de todo pueblo, raza, nación y tiempos.

Las glorificación de Jesús de Nazareth es nuestro anticipo de gloria, que se va incoando desde ya y según Pablo, luego se desvelará.

Esta gloria que cargamos se va dando a sentir y conocer en nuestro caminar, entre luces y sombras históricas. Depende de nuestra fe, esperanza y amor encarnados mantenerla en alto.

Salmo responsorial: 96



REFLEXIÓN

justicia y derecho sostienen su trono

El fuego de la visión son aquellos valores que impulsan a cambios en la convivencia,

para hacerla más equitativa y propicia al desarrollo mejorado de las condiciones de vida.

Es la dirección correcta de la transformación, el derrotero: Justicia y derecho, pero incansables, permanentes y eternos.

La pasión del derecho de Dios, de su justicia, que incluye la misericordia, que busca la conversión y profundización del proceso de transformación total, la palingenesia.

Tiniebla y nube lo rodean, justicia y derecho sostienen su trono

Cuando la justicia se cumple, aunque sea en mínima parte en nuestra historia, las tinieblas, donde se agazapa la iniquidad, son iluminadas, retroceden.

2Pedro 1,16-19



REFLEXIÓN

Esta voz, traída del cielo, la oímos nosotros, estando con él en la montaña sagrada

como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que despunte el día, y el lucero nazca en vuestros corazones.

Esto nos trae la Palabra cada día: mantener encendida la lámpara, renovar las energías para la espera, la ilusión y el soñar. 

Porque el Señor vendrá, está viniendo, está llegando.

no nos fundábamos en fábulas fantásticas, sino que habíamos sido testigos oculares de su grandeza

Entre los argumentos apologéticos más realistas se encuentra el testimonio que se basa en la experiencia personal. 

Ante éste la fe queda desnuda en su potencial para actuar el riesgo de fiarse o no.

Esto nos confirma la palabra de los profetas

Este riesgo que asumimos por la fe busca confirmaciones históricas de su decisión. 

Lo cual no es reprobable sino que forma parte del proceso humano del aprendizaje y el conocimiento, afianzado en evidencias y certezas.

Mateo 17,1-9



REFLEXIÓN

Pedro, a Santiago y a su hermano Juan

El círculo íntimo en torno a Jesús, cuya perspectiva de gloria no coincidía ni convergía con la de Jesús.

El núcleo duro del testimonio apostólico. 

En alguna forma aquellos en quienes más confiaba y de quienes más esperaba. 

Uno: Pedro, la piedra de la fe. Otro Santiago, hijo del Zebedeo, hijo del trueno con su hermano, por quien su madre pide a Jesús puestos de dignidad en el Reino.

Otro Juan, el longevo, el confidente, el custodio de la madre de Jesús, si hablamos de la misma persona.

Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.

La luz que se hace tan radiante, que parece blancura pura. 

Las fotos y el cine dan una pequeña idea de esta luz. 

Pero no deja uno de desestimarla por considerar que son fruto de la fantasía y la composición de la imaginación humana, nutrida de lo existente. 

Como si su humilde procedencia nos impidiera adjudicarle alguna trascendencia, un ir más allá, fuera de mi propia creación.

Aun con estas descripiciones seguimos en el límite más acá de la experiencia humana sobre la imagen del dominio divino. 

Posiblemente el rayo fulgurante, con su luz azul y tronadora, su derroche de energía y potencia, haya sido una estimulación para la imaginería de la luz blanquísima y pura que acompaña las visiones de Daniel y del evangelio sobre la transfiguración.

Se trata de comparaciones en las que nos quedamos cortos porque aludimos a una realidad totalmente otra.

Se transfiguró delante de ellos

Por qué en medio de los relatos del ministerio de Jesús de Nazareth se coloca éste de la transfiguración, representativo más bien de un relato de resurrección, como si fuera anticipada?

Bien pudiera ser un orden pedagógico o didáctico de una catequesis evangélica que pretende crear un oasis en medio del caluroso camino de la vida, y de la evangelización.

Porque los creyentes damos gracias cuando la consolación aparece en nuestra conciencia de caminantes, haciéndonos más ligero el peregrinaje y el equipaje.

Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: "Señor, ¡qué bien se está aquí

Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: "Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo."

Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto

En el itinerario del Espíritu, hay etapas que invitan a quedarse porque se está bien, pero no son para permanecer en el peregrino itinerante, sino que el proceso de empuje nos puede llevar a una experiencia terrorífica de espanto. 

En este domino del Trascendente, la distancia nos acobarda, el sufrimiento y las pruebas nos achican, y la cercanía del Señor nos aplasta por la incomprensión y la confusión.

No entendemos a qué viene tanto desconsuelo e incertidumbre, qué prepara esta inestabilidad, y nos resistimos a ser conducidos. 

Se hace un caminar esforzado, pedregoso, feroz, que mete miedo.

Estos relatos tienen un propósito de misión y envío a testimoniar la fe, en el reino de Jesús, ante el mundo y la historia.

No son para el goce exclusivo, ni para el intimismo individualista, porque son donados para que nuestro compromiso apostólico se mantenga en pie y resistiendo el conflicto.

Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: "Levantaos, no temáis."

Parece tener sentido esta actitud constante de Jesús:no temas. 

Es su experiencia que conforta, para que no huyamos del proceso de conducción al Padre. Porque el Trascendente no es el Terror, sino el Padre.

Una realidad amigable, salvífica, generadora de una experiencia inédita de nuevo mundo, nueva creación,nueva realidad.

"No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos."

Mejor mantener oculto el proceso hasta que sea confirmado, y sirva para edificación.

Sin embargo no les valió esta vivencia para asegurar su fidelidad en la hora de la prueba. 

Quizás porque el Espíritu de Jesús aún no había sido derramado y la experiencia de la transfiguración aún era precaria y frágil el sentir humano, sin la fuerza y profundidad que da la confirmación del Espíritu.

En conclusión: Un mensaje de transformación en lo que seremos, o cerca de ello, en medio del fragor de la batalla, de la cotidianidad densa, de la tentación a la desesperanza, de la seducciòn del pesimismo y el destino determinando como una maldición.

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Marcos 9,2-13



REFLEXIÓN

Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: "Éste es mi Hijo amado; escuchadlo." De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.

Necesitamos una experiencia de la Palabra tan fuerte que nos permita la memoria del Padre que da testimonio del Hijo, aunque Jesús conviva solo con nosotros en el día a día.

Así fue el kerygma: una predicación que buscaba incoar una vivencia y experiencia profunda del Espíritu de Jesús glorificado presente en su comunidad, para que en los giros y dificultades de la vida de seguimiento por fe, se mantuviera su carisma. La gracia dada fue que siempre lo escucháramos.

y se transfiguró delante de ellos

Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías."

El modelo de vida nueva que presenta la palabra es la transfiguración, la transformación de lo presente en una novedad brillante y amable. Incluye a los que nos han precedido. Es una realidad que no se cambia por nada y de la que no queremos apartarnos más. Pero vivida en anticipación histórica la sentimos como un fragmento, que nos incentiva pero también nos frustra porque no es definitiva.

Estaban asustados, y no sabía lo que decía.

No es un vivencia de temor, sino de trastorno de todo los puntos de referencia conocidos. Un éxtasis que irrumpe la cotidianeidad y la desubica de sus certezas comunes.

Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: "Éste es mi Hijo amado; escuchadlo."

Fue a su vez para ellos y nosotros el momento de la convergencia de los testigos de la alianza del primer testamento en Jesús, hacedor de la alianza definitiva y permanente.

"No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos." Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de "resucitar de entre los muertos".

Y fueron testigos vivenciales antes de ser enviados como testigos existenciales para formar comunidades de salvados, comunidades del Reino.


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Transfiguración del Señor

Daniel 7,9-10.13-14

Salmo responsorial: 96

2Pedro 1,16-19

Marcos 9,2-13