sábado, 16 de marzo de 2024

PALABRA COMENTADA


PALABRA COMENTADA

 

Sábado 4 de Cuaresma

Jeremías 11,18-20



REFLEXIÓN

tú, Señor de los ejércitos, juzgas rectamente, pruebas las entrañas y el corazón

Se hace difícil y complejo arribar a un juicio que defina una comprensión correcta de una realidad concreta, por la masa de información que nos apabulla, acompañada del barullo emotivo de la impaciencia y la crispación.

Se requiere un auxilio y soporte espiritual para mantener la energía y el entusiasmo por las buenas obras salvíficas, porque merodea la desilusión y la amargura.

Un creyente apóstol requiere nutrirse del trato frecuente con la Palabra, para que el vigor del espíritu no decaiga, y se eleve por encima y más allá de la contradicción.

Por evangelio no nos está permitido pactar con la corrupción que provoca el escándalo, pero la algarabía mediática continua que revuelve la basura del escándalo, como una cortina de humo que busca opacar las buenas obras, no se debe ni cultivar ni fomentar.

El mercado que se mueve por la codicia de la ganancia, también maneja el conglomerado de medios de comunicación. No le interesa respetar cualquier fuerza que se oponga a su ambición. 

No debe ser tampoco para silenciarlos, cegando la libertad de expresión e información, huyendo así de la crítica y la transparencia. 

Queda entonces esforzarse por mantener la verdad evangélica, con serenidad y humildad, en la conciencia de que nos soporta y consuela el Señor.

veré mi venganza contra ellos, porque a ti he encomendado mi causa.

No es que podamos dejar de sentir deseos de venganza, sino que lo dejemos en manos del Señor. En su designio la queja será atendida a su tiempo, para su gloria.

Implica dejar nuestro encono, abandonar nuestro resentimiento, pero seguir suspirando por la satisfacción de la justicia. 

Nosotros apasionados y con inclinación a la violencia, no somos aptos para el ejercicio de la justicia.

En el ascenso de la humanidad hoy, vemos la tendencia a buscar en representantes de la justicia. la atenciòn a la sed de venganza por parte de las víctimas. Y a éstas confiar, o al menos renunciar a hacerse justicia por sus manos.

Pero también vemos, que hay quienes no se controlan y actúan, ejecutando la venganza en nombre de una justicia, que resulta a su vez en injusticia, por apasionada y unilateral.

La lucha se inspira en Jesús, quien confió su causa al Padre, y el lo escuchó hasta su muerte, otorgándole el nombre sobre todo nombre. Por eso es Jesús nuestro paradigma de justicia.

Cuando Jesús vive esto, no hace fuerza en una posible venganza sino lo contrario, perdona porque no saben lo que hacen.

La maldad que nace del corazón humano no es irredimible, porque más bien es obcecación.

Si nos identificáramos con el justo y su justicia, no obraríamos el mal.

Salmo responsorial: 7



REFLEXIÓN

que no me atrapen como leones / y me desgarren sin remedio

Cuando sucede conocemos que es posible: el perjuicio y daño que infligen los que conspiran contra alguien.

En Jesús se muestra una concentración del destino de una víctima por la su aceptación de la voluntad del Padre.

En su caminar, en su oración para pedir por la confianza en el designio, se realizaron en su momento, y se mantienen ahora por su Espíritu a nombre de todas las víctimas. Aun de las que no son tan inocentes.

Júzgame, Señor, según mi justicia, / según la inocencia que hay en mí.

Porque la inocencia absoluta no parece darse y todos somos en alguna forma cómplices de la injusticia, por acción o por omisión.

En nosotros hay oscuridades, corrupciones, colaboración con el daño al bien común, aun en pequeña escala.

Cese la maldad de los culpables, / y apoya tú al inocente, / tú que sondeas el corazón y las entrañas, / tú, el Dios justo

La hipocresía que permite atacar sin sonrojarse por las propias falencias, se ha enseñoreado de nuestra tierra.

Tal parece que nuestra culpabilidad es de tal calibre, que no descansamos sin un chivo expiatorio, que cargue con ellas.

Como iglesia los creyentes del pueblo de Dios estamos en esa coyuntura: cargando con culpas, escándalos, divisiones que se nos echa en falta quizá como evidencia de la falsedad de nuestra fe.

Es importante que esa fe sea lúcida para lograr comprensión de lo que está en juego: el anti-reino incansablemente saboteando el reino.

Mi escudo es Dios, / que salva a los rectos de corazón

Por eso es importante la autocrítica veraz y honesta, como una muestra de la sinceridad y rectitud del corazón.

Es necesario desmontar nuestro sistema defensivo que nos hace mantenernos en pie por nosotros mismos, pero no está sostenido por la gloria de Dios.

Juan 7,40-53



REFLEXIÓN

Y así surgió entre la gente una discordia por su causa

Por lo tanto estamos advertidos sobre la dinámica existencial en la que nos hemos incluído voluntariamente por nuestro compromiso de fe: somos parte de una discordia por nuestra adhesión a Jesús de Nazareth.

Jesús sigue siendo motivo de discordia, aun entre sus seguidores, por la pluralidad y diversidad de interpretaciones, que se originan entre los creyentes entre ellos  y los no creyentes.

Y seguimos en ella actualmente. Interpretamos la misma escritura y nos enfrentamos. 

Y la interpretación autorizada del magisterio, no es muy escuchada ni seguida, en parte por el testimonio del mismo magisterio.

Esa gente que no entiende de la Ley son unos malditos

El sentido que le abre paso a la adhesión es el corazón creyente, no el estudio de la Ley. No sobra el estudio, pero sirve si el corazón cree. De lo contrario es letra muerta.

Por encima de la normativa, lo que toca nuestro corazón es la vulnerabilidad concreta de las personas, hombres y mujeres oprimidos por nuestra injusticia.

¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él?

El evangelio de Jesús se teme sobretodo, por los poderosos, por los que ejercen algún dominio. No deben temer los servidores, estén donde estén, igual hoy.

"¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?"

Aun con su tímida adhesión Nicodemo entró en el proceso de hacer justicia de Jesús. Su encuentro con él lo marcó para seguirlo, no obstante la prepotencia de los poderosos.

Es como una guerra de trincheras o posiciones ganadas. El proceso del Reino nos impele a avanzar, una vez hemos sido llamados.

Aferrarse al prejuicio más allá de lo razonable, es parte de la lógica de la ambición de poder. No perderlo es la consigna.

¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas?

Poco o nada sirve conocer la ley si el prejuicio emocional defensivo de interés egoísta ha tomado posesión de nuestro juicio.

Los ejercicios ignacianos buscan una depuración de esos juicios, apuntalados por afectaciones endurecidas por el ego y el tiempo, para captar una voluntad diferente y alternativa: la voluntad del Señor.

Es importante darnos un tiempo nuevo para ablandar y depurar esas rigideces afectivas, que influyen en el juicio. Es parte de la vigilancia, para mantener vivo el proceso de conversión en nuestra existencia.

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Jeremías 11,18-20

Salmo responsorial: 7

Juan 7,40-53

BEATO CARLO

BEATO CARLO

 De la Constitución pastoral Gáudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, del Concilio Vaticano segundo
                                               (Núms. 37-38)


TODA LA ACTIVIDAD DEL HOMBRE HA DE SER PURIFICADA POR EL MISTERIO PASCUAL

La sagrada Escritura, con la cual está de acuerdo la experiencia de los siglos, enseña a la familia humana que el progreso, altamente beneficioso para el hombre, también encierra, sin embargo, una gran tentación; pues los individuos y las colectividades, si llega a quedar subvertida la jerarquía de los valores y mezclado el bien con el mal, no miran más que a lo suyo, olvidando lo ajeno. Con lo cual el mundo no es ya el ámbito de una auténtica fraternidad, al tiempo que el poder creciente de la humanidad amenaza con destruir al propio género humano.

Si nos preguntamos cómo es posible superar tan deplorable calamidad, debemos saber que la respuesta cristiana es la siguiente: hay que purificar y perfeccionar por la cruz y resurrección de Cristo todas las actividades humanas, las cuales, a causa de la soberbia y del egoísmo, corren diario peligro.

El hombre, redimido por Cristo y hecho en el Espíritu Santo nueva creatura, puede y debe amar las cosas creadas por Dios. Pues de Dios las recibe, y las mira y respeta como objetos salidos de las manos de Dios.

Dando gracias por ellas al Bienhechor y usando y gozando de las creaturas con pobreza y libertad de espíritu, el hombre entra de veras en posesión del mundo, como quien nada tiene y es dueño de todo. Todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.

El Verbo de Dios, por quien fueron hechas todas las cosas, hecho él mismo carne y habitando en la tierra, entró como hombre perfecto en la historia del mundo, asumiéndola y constituyéndose él mismo como centro y cabeza de todas las cosas. Es él quien nos revela que Dios es amor, a la vez que nos enseña que la ley fundamental de la perfección humana y, por tanto, de la transformación del mundo es el mandamiento nuevo del amor.

Así, pues, a los que creen en el amor divino les da la certeza de que el camino del amor está abierto para el hombre, y que el esfuerzo por instaurar la fraternidad universal no es una utopía. Al mismo tiempo advierte que esta caridad no hay que buscarla únicamente en los acontecimientos importantes, sino, ante todo, en la vida ordinaria.

Él, sufriendo la muerte por todos nosotros, pecadores, nos enseña con su ejemplo que hemos de llevar también la cruz, que la carne y el mundo echan sobre los hombros de quienes buscan la paz y la justicia.

Constituido Señor por su resurrección, Cristo, al que le ha sido dada toda potestad en el cielo y en la tierra, obra ya por la virtud de su Espíritu en el corazón del hombre, no sólo despertando el anhelo del siglo futuro, sino alentando, purificando y robusteciendo también, con ese deseo, aquellos generosos propósitos con los que la familia humana intenta hacer más llevadera su propia vida y someter la tierra a este fin.

Mas los dones del Espíritu Santo son diversos: pues mientras llama a unos para que den un manifiesto testimonio, por medio de su ardiente anhelo de la morada celestial, y conserven así vivo este anhelo en medio de la humanidad, a otros los llama para que se dediquen al servicio temporal de esa humanidad, y preparen así el material del reino de los cielos.

A todos, sin embargo, los libera, para que, con la abnegación propia y por el empleo de todas las energías terrenas en pro de la vida humana, proyecten su preocupación hacia los tiempos futuros, cuando la humanidad entera llegará a ser una ofrenda acepta a Dios

viernes, 15 de marzo de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Viernes 4 de Cuaresma

Sabiduría 2,1a.12-22



REFLEXIÓN

se gloría de tener por padre a Dios

La reflexión teológica del evangelio no brota espontáneamente de la nada, sino que viene preparándose, tiene su antecedente, en la reflexión teológica de la tora, los profetas y los escritos. 

Pero en Jesús encuentran su asidero y concreción historizada y humanizada.

Se dijeron los impíos razonando equivocadamente

La autosuficiencia de criterios para juzgar es un género de impiedad. Creer que se sabe todo y atenerse exclusivamente a su propia evidencia, sin otro análisis, sin consulta.

No se trata necesariamente de una muestra de irreverencia, o de la poca frecuencia en muestras de piedad religiosa.

Lo básico de la piedad es la identificación con el mensaje de salvación, con la Palabra, con el Reino: amar a Dios y al prójimo aunque sea enemigo. Y no exclusivamente, pero sí preferencialmente, a los excluídos.

Los pensamientos y juicios que brotan de esa impiedad yerran, aun cuando las apariencias ofrezcan alguna imagen de éxito.

Veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida

El desenlace es una prueba, porque se muere como se vive. Jesús sin embargo no fue librado y murió apelando a su Padre; y fue resucitado.

Está en nuestras manos cómo queremos pasar esa prueba: viviendo coherentemente nuestra fe cada día.

En las escrituras se da un bosquejo, un perfil de competencias, de quién asumirá un rol mesiánico, salvífico y redentor. 

Surge la duda sobre hasta dónde lo narrado sobre Jesús es historia o midrash: actualización de la escritura en un momento concreto. Y cuanto de acontecimiento histórico le sirve de base.

no conocen los secretos de Dios, no esperan el premio de la virtud ni valoran el galardón de una vida intachable.

La mentalidad escèptica, agnóstica e iconoclasta de algunos hoy, pareciera provenir, entre otras, de causas como la impaciencia,desilusión, frustración, intolerancia. 

En todo caso son como soldados que se fatigan de luchar, de vivir la tensión del combate, y desertan. Todos los creyentes activos debemos ver en ellos un alerta a nuestra propia tentación de deserción.

Pero también podría tratarse de mejores combatientes que pasaron a una lucha distinta: creer desde la increencia, sin apoyos dogmáticos, doctrinales, magisteriales. Un olimpo de hidalguía y nobleza, que no espera el placebo de la vida eterna.

Es una rebeldía, hermosa de contemplar, pero con grandes riesgos de afrontar una muerte casi suicida. Porque creer desde la increencia puede ganar más para la incredulidad que para la fe auténtica.

Quizás la llamada soberbia de los ángeles caídos es su buena fe en creer que podían actuar algo mejor con su rebeldía, para servicio de la gloria del verdadero Dios, y no como los demás que creian en la obediencia de la fe.

Cuánto influye en nuestra existencia la fe en un último estadio junto al Señor.?

Sólo así lo que Jesús ha vivido y testificado por nosotros tendrá significación.

Sólo así escaparemos al reproche sobre la alienación que nos acarrea creer en este fin, porque nos desconecta del curso de este mundo.

Si nuestra conducta es justa porque está animada por la esperanza del Señor, entonces contribuirá a un mundo mejor y mantendrá la fortaleza en las pruebas de la vida.

Salmo responsorial: 33



REFLEXIÓN

Cuando uno grita, el Señor lo escucha / y lo libra de sus angustias

No siempre es cuestión de gritar: pero la esperanza está en el clamor que sube al cielo, por parte de los sometidos a alguna forma de opresión, aun venida de propia mano.

El Señor está cerca de los atribulados, / salva a los abatidos.

El evangelio es buena noticia porque abre el compás de ésta cercanía de Dios. 

Es emmanuel porque se acerca a los pecadores oprimidos, no sólo a los justos.

La experiencia de la iniquidad, sin un fin previsible, en la que podemos –queriendo o no- ser cómplices, es la oportunidad salvífica para experimentar el mal del mundo, su pecado, y abrirnos a la sanación y perdón. 

Se acerca a los que tienen verdadera necesidad, como el enfermo del médico.

Aunque el justo sufra muchos males, / de todos lo librará el Señor

En el giro ordinario de una historia particular el justo o el pío, vive librado de muchos males por la protección del Señor.

Eso no excluye las pruebas, que pueden sobrevenir, como oportunidades de amor y crecimiento en el Señor.

Ni se trata de una protección garantizada a prueba de fallo, hagamos lo que hagamos, porque nuestras malas decisiones son las que acarrean malas consecuencias con frecuencia.

Él cuida de todos sus huesos, / y ni uno solo se quebrará.

Mencionarlo en los evangelios muestra que Jesús llena el perfil de la Palabra y que su suerte está en manos del Señor que cuida de él.

Juan 7,1-2.10.25-30



REFLEXIÓN

En aquel tiempo, recorría Jesús la Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo.

No estaba en el ánimo de Jesús dejarse atrapar en cualquier momento, sino cuando su Padre lo decidiera.

yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; a ése vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él, y él me ha enviado

Jesús muestra que conoce, mientras quienes lo conocen, muestran desconocer al veraz.

Es una tomografía computarizada del conocimiento ignorante del mundo, frente al verdadero conocimiento que nos aporta la Palabra por fe.

Por eso los creyentes cuando se fían del conocimiento que viene del Espíritu, leen los acontecimientos con una visión contemplativa donada por el Espíritu Santo.

Esa lectura es todo un estilo de vida piadoso, pío en el sentido antes mencionado en la primera lectura. 

Sus efectos son la esperanza, la serenidad, la paciencia, y sobre todo, el anhelo de la mayor gloria de Dios.

Cuando el ejercitante, con la gracia del Señor, ha profundizado en los ejercicios ignacianos, emerge con ese estilo de vida contemplativo del ágape, que acarrea la mirada iluminada de la historia corriente.

En lo sicológico nos podremos perturbar, pero por la fe vivenciamos un fondo de conocimiento del Misterio.

En Jesús de nazaret creemos obtener el acceso al Dios desconocido y desconcertante. No es más una divinidad ambivalente, entre amor y odio, sino todo amor, como un Padre único.

Una madre animaba a su hijo en agonía. Le afirmaba el amor de Dios, mayor que el de ella, quien lo había acompañado en todo el proceso de su enfermedad y lo animaba a entregarse confiado a ese amor. La propia madre era mensajera de un mejor amor que el suyo. 

Si alguien sabe cómo amar a un hijo es la madre. Que ella salga voluntariamente del foco del protagonismo, para que la gloria del amor de Dios resplandezca, significa un testimonio relevante.

todavía no había llegado su hora.

Se mostraba unido al designio del Padre, de quien depende la hora postrera.

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Sabiduría 2,1a.12-22

Salmo responsorial: 33

Juan 7,1-2.10.25-30

BEATO CARLO


 De las Cartas pascuales de san Atanasio, obispo
                            (Carta 5, 1-2: PG 26, 1379-1380)


LA CELEBRACIÓN DE LA PASCUA JUNTA EN UNA MISMA FE A LOS QUE SE ENCUENTRAN CORPORALMENTE SEPARADOS

Vemos, hermanos míos, cómo vamos pasando de una fiesta a otra, de una celebración a otra, de una solemnidad a otra. Ahora ha llegado aquel tiempo en que todo vuelve a comenzar, a saber, la preparación de la Pascua venerable, en la que el Señor fue inmolado. Nosotros nos alimentamos, como de un manjar de vida, y deleitamos siempre nuestra alma con la sangre preciosa de Cristo, como de una fuente; y, con todo, siempre estamos sedientos de esa sangre, siempre sentimos un ardiente deseo de recibirla. Pero nuestro Salvador está siempre a disposición de los sedientos y, por su benignidad, atrae a la celebración del gran día a los que tienen sus entrañas sedientas, según aquellas palabras suyas: El que tenga sed que venga a mí y que beba.

No sólo podemos siempre acercarnos a saciar nuestra sed, sino que además, siempre que lo pedimos, se nos concede acceso al Salvador. El fruto espiritual de esta fiesta no queda limitado a un tiempo determinado, ya que sus rayos esplendorosos no conocen ocaso, sino que está siempre a punto de iluminar las mentes que así lo desean. Goza de una virtualidad ininterrumpida para con aquellos cuya mente está iluminada y que día y noche están atentos al libro sagrado, como aquel hombre a quien el salmo proclama dichoso, cuando dice: Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche.

Ahora bien, el mismo Dios, amados hermanos, que al principio instituyó para nosotros esta fiesta, nos ha concedido poderla celebrar cada año; y el que entregó a su Hijo a la muerte por nuestra salvación nos otorga, por el mismo motivo, la celebración anual de este sagrado misterio. Esta fiesta nos sostiene en medio de las miserias de este mundo; y ahora es cuando Dios nos comunica la alegría de la salvación, que irradia de esta fiesta, ya que en todas partes nos reúne espiritualmente a todos en una sola asamblea, haciendo que podamos orar y dar gracias todos juntos, como es de ley en esta fiesta. Esto es lo admirable de esta festividad: que él reúne para celebrarla a los que están lejos y junta en una misma fe a los que se encuentran corporalmente separados.

jueves, 14 de marzo de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Jueves 4 de Cuaresma

Éxodo 32,7-14



REFLEXIÓN

el Señor dijo a Moisés: "Anda, baja del monte, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto

La Palabra también hace conciencia en el dirigente, para que no huya al monte de su responsabilidad, y enfrente la desviación del creyente.

Pasaron los tiempos en que, por medio de la fuerza, se violentaba la conciencia humana para que creyera.

Por eso el dirigente, colaborador del Señor en el Designio, como Moisés colaboró con Yavé para sacar al pueblo de Egipto, debe ir a su pueblo a hablarle a la conciencia, para convencerlos de volver.

Nuestra oración constante deberá acompañarlos para que no desfallezcan en su misión, y nos quedemos huérfanos de pastores aptos.

Se atribuye a Moisés haber sacado al pueblo de Egipto. Ahora no se afirma que es el Señor, como si fuera iniciativa propia de Moisés. este liderazgo con un pueblo que se ha pervertido.

La perversión frecuente y constante del pueblo, no obstante los favores del Señor y los buenos oficios de los intermediarios, es un tema recurrente de la Palabra.

Es una manera de subrayar la distancia en el comportamiento: uno fiel y el otro traicionero.

Tales señalamientos son desesperantes porque no parece haber remedio permanente.

Tampoco nosotros en la buena nueva somos muy diferentes como pueblo. Quizá ahora utilizamos más los atenuantes de la responsabilidad por infidelidad, pero la perversión se mantiene a escala global.

Ha fracasado del todo el Señor? Es una victoria sólo para unos cuántos?

Se han hecho un novillo de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman:"Éste es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto."

Hoy seríamos comprensivos y tolerantes con este fenómeno del pueblo. Buscaríamos causas culturales, sociológicas, psicológicas, económicas y casi podríamos justificar esta desviación de la idolatría. 

Nos hemos vuelto permisivos frente a lo que está mal, y remisos frente a lo que está bien. Un buen trabajo del acusador.

Sin embargo la palabra es incansable en su señalamiento y en esto también es eterna. 

Señala la idolatría como el fondo de las malas acciones: no tener fe auténtica en el el único Dios y Señor, como la causa profunda de todas las secuelas de perjuicios y males que nos azotan.

Así la palabra de Dios nos ayuda a corregir nuestro astigmatismo, y hacer pleno el señalamiento de cuán decisivo es optar por una visión-acción de fe, esperanza y amor que descodifique las circunstancias, bajo la clave del primer y segundo mandamiento.

¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto, con gran poder y mano robusta? ¿Tendrán que decir los egipcios: "Con mala intención los sacó, para hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra"

Moisés se la devuelve. Se trata de una colaboración. Y no cabe una destrucción total. Sino el perdón.

Interesante relación la de Moisés y su franqueza en el diálogo con Dios. 

Jesús al contrario, descarga a su Padre Dios de toda culpa y sospecha de malas intenciones, porque asume que es el único bueno. 

Es como si una revelación del Señor por la palabra, fuera superada por otra, debido a nuestro limitado entender.

Una intercesión interesante de Moisés, quien busca hacer recapacitar a un Dios furioso. 

Voces que se alzan en medio del diálogo de la oración, quizás con interlocutores parciales y provisionales, mientras se va logrando la verdad completa: sólo Dios es bueno y no castiga, sino que ama sin violencia.

Y el Señor se arrepintió de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo

Los antropomorfismos sobre el Señor son extraños, aunque no escasos, en la Biblia.  No alejan sino acercan al Señor. 

No son al estilo griego que hacen los dioses con vicios humanos, como para cohonestar el propio modo de vida. Más bien dan una visión del hombre que contraría el estilo de los hombres. 

Aquí se trata de que Moisés convence a Dios para que se arrepienta de su ira. Lo ordinario en estos pueblos es una ira radical ante semejante tosudez y desviación.

Esto abre espacio más bien, a un Dios misericordioso, paciente, que ama su proyecto aunque le fallen eventualmente sus elegidos.

Y a una dirigencia que sabe soportar la tensión entre los intereses del Señor y las debilidades del pueblo que se desvía.

Por eso tenemos santos y mártires, para que apoyados en su memoria, hagamos presente al Señor y a nosotros, que no todo está perdido.

Yo debo aprender que primero nos desengañamos  y arrepentimos nosotros, que tú de la misericordia. 

Que de tu parte la intervención salvadora es permanente y definitiva en Jesús tu hijo.

Que las voces contrarias son modos engañosos y acusadores, para hacernos desistir de la fe y esperanza en tu misericordia y amor solamente.

Salmo responsorial: 105



REFLEXIÓN

cambiaron su gloria por la imagen

Nuestra tendencia es cambiar la gloria del Señor por nuestras imágenes. 

Y es lo que Jesús nos enseña a pedir en primer lugar, porque nos afecta: santificado sea tu nombre.

Este es un misterio tremendo, que nos enardece de rebeldía: tienen que ser las cosas así? 

Somos sujetos a la imagen, la necesitamos, porque la gloria de Dios a ratos no nos llega. 

La imagen de Jesús es su intervención definitiva: es la gloria en la imagen. 

Pero esta imagen se da en la fluidez del acontecimiento histórico y cultural. 

La solución no parece completa. 

O depende de nuestro empeño en hacerla funcionar como seguidores de Jesús: que resplandezca la gloria en la imagen, no obstante su precariedad histórica.

Se olvidaron de Dios, su salvador, / que había hecho prodigios en Egipto,

Tenemos una memoria frágil para recordar su gloria en los prodigios que nos prodiga.

Requerimos su acción de gracias radical, que es Jesús.

Moisés, su elegido, / se puso en la brecha frente a él

Jesús no se muestra en la brecha contra la decisión de Dios, sino todo lo contrario. 

Se identifica con esa voluntad y proyecto, para que se transparente un Dios Padre, amoroso y paciente.

El pastor en seguimiento del Maestro, debe vivir adicionalmente la cruz de la tensión, entre el celo por el Reino de Dios y la misericordia por la locura humana.

Jesús pertenece a esa estirpe de hombres de la brecha, que se convencen por fe desde el Señor para seguir intentando.

Moisés muestra que la gloria de Dios ha prendido en el ser humano, porque es capaz de volverse a Dios a favor de sus hermanos desmemoriados.

Es como el que ya no ve las sombras de la caverna, sino mira la fuente de luz directamente: habla a la luz de los hombres, habla a los hombres de la luz. No siempre es aceptado. No siempre tiene éxito.

Juan 5,31-47



REFLEXIÓN

el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido realizar; esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado

La contemplación que Juan evangelista hace de Jesús y su obra, ofrece la visión de una persona que se autoafirma en su misión, como originada en el Padre. Las obras que lleva a cabo son señales en esa dirección.

Nuestra contemplación de fe se nutre de las señales que los enviados del Señor realizan como obras salvíficas.

También de las que el pueblo creyente actúa como resultado de su obediencia de fe. 

La obediencia de fe en nuestro tiempo tiene un lenguaje de rebeldía, que puede mezclarse y confundirse con increencia.

Nos corresponde discernir si se trata de un anhelo de una comprensión más actualizada de la buena nueva, o lo contrario: una rebeldía destructiva.

Jesús es un hombre que pasó haciendo el bien con buenas obras: curaciones, revivificaciones, dando alimento, enseñando. 

No eran para su gloria, porque reconoce que son del Padre. Son para la nuestra, porque se trata de nuestro beneficio.

Y así Jesús se muestra como presencia de la salvación del Señor y no como alguien de iniciativa propia y para sí.

Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su semblante, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no le creéis

Creer en Jesús es la clave para escuchar la voz de Dios y Señor Padre, ver su semblante y habitar en su palabra.

Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida!

Es importante sondear nuestro corazón tras la lectura orante de la Palabra para determinar si la clave Jesús de Nazareth nos produce vida: una calidad de vida que no se extingue.

Por eso necesitamos las señales de las obras del Padre. Para saber si vivimos.

No podemos empeñarnos en la Escritura, sin llegar a Jesús y creer en él. No se hacen vida sin esa fe.

¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios?

Porque nuestro modo corriente de proceder es el de dejarnos seducir por las obras humanas hasta el desengaño.

Porque en la imagen de Jesús llega la Gloria del Señor.

Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no dais fe a sus escritos, ¿cómo daréis fe a mis palabras?"

Una materia pendiente entre nuestros hermanos judíos, masivamente separados.

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Éxodo 32,7-14

Salmo responsorial: 105

Juan 5,31-47

DOCTORES DE LA IGLESIA

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


JUEVES IV SEMANA DE CUARESMA

San León Magno Sermón de la pasión del Señor 15,3-4 

El verdadero venerador de la pasión del Señor tiene que contemplar de tal manera, con la mirada del corazón, a Jesús crucificado, que reconozca en él su propia carne. 

REFLEXIÓN

Una contemplación válida es aquella que promueve la identificación con la persona que sufre, como otro Jesús crucificado. Carne de mi carne, hueso de mis huesos, fue el resultado de la contemplación de Adán cuando le presentó Dios a Eva, tras el sueño en el que de una costilla fue formada. Allí se dio la identificación, con la otra, distinta de la serie de animales que le habían presentado antes. Y algo semejante , a la fusión de carnes, se le pronostica al hombre y la mujer que dejan su casa paterna, para poner su hogar propio aparte, desde donde seguirán el mandato de la reproducción. Con Jesús la identificación contemplativa es con todo el que sufre, más allá de cualquier división, porque han cesado las fronteras de genero, de generación, de etnia y cultura.

Toda la tierra ha de estremecerse ante el suplicio del Redentor: las mentes infieles, duras como la piedra, han de romperse, y los que están en los sepulcros, quebradas las losas que los encierran, han de salir de sus moradas mortuorias. Que se aparezcan también ahora en la ciudad santa, esto es, en la Iglesia de Dios, como un anuncio de la resurrección futura, y lo que un día ha de realizarse en los cuerpos, efectúese ya ahora en los corazones. 

REFLEXIÓN

Resucitar en los corazones es la esperanza de los que han perdido todo en las guerras de exterminio que se vienen dando por toda la tierra, en todos los rincones. No por ser de tal o cual lugar, lengua o cultura merecen nuestra identificación con su carne, sino por ser sufrientes, otros Cristos crucificados, unos mencionados colectivamente, alguno individualmente, otros absolutamente anónimos por parte de los medios que se interesan en visibilizarlos.

A ninguno de los pecadores se le niega su parte en la cruz, ni existe nadie a quien no auxilie la oración de Cristo. Si ayudó incluso a sus verdugos ¿cómo no va a beneficiar a los que se convierten a él? Se eliminó la ignorancia, se suavizaron las dificultades, y la sangre de Cristo suprimió aquella espada de fuego que impedía la entrada en el paraíso de la vida. La obscuridad de la vieja noche cedió ante la luz verdadera. Se invita a todo el pueblo cristiano a disfrutar de las riquezas del paraíso, y a todos los bautizados se les abre la posibilidad de regresar a la patria perdida, a no ser que alguien se cierre a sí mismo aquel camino que quedó abierto, incluso, ante la fe del ladrón arrepentido. 

REFLEXIÓN

El exclusivo club de los salvados no existe, no hay tal. El único que no entra es el que se auto excluye, e incluso él será entendido en su rechazo, de manera que la misericordia duerma a su puerta, como un fiel can.

No dejemos, por tanto, que las preocupaciones y la soberbia de la vida presente se apoderen de nosotros, de modo que renunciemos al empeño de conformarnos a nuestro Redentor, a través de sus ejemplos, con todo el impulso de nuestro corazón. 

REFLEXIÓN

Nuestra soberbia es tan refinada, fruto preciado del acusador, que brega a convencernos el inmerecido acceso al perdón, por el tamaño de la culpa. En eso toda culpa es un monstruo que e agiganta se se le alimenta con el resentimiento y la falsa vergüenza.

Porque no dejó de hacer ni sufrir nada que fuera útil para nuestra salvación, para que la virtud que residía en la cabeza residiera también en el cuerpo. Y, en primer lugar, el hecho de que Dios acogiera nuestra condición humana, cuando la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros» ¿a quién excluyó de su misericordia, sino al infiel ? ¿Y quién no tiene una naturaleza común con Cristo, con tal de que acoja al que a su vez lo ha asumido a él, puesto que fue regenerado por el mismo Espíritu por el que él fue concebido? Y además, ¿quién no reconocerá en él sus propias debilidades? ¿Quién dejará de advertir que el hecho de tomar alimento, buscar el descanso y el sueño, experimentar la solicitud de la tristeza y las lágrimas de la compasión, es fruto de la condición humana del Señor? Y como, desde antiguo, la condición humana esperaba ser sanada de sus heridas y purificada de sus pecados, el que era Unigénito Hijo de Dios quiso hacerse también hijo de hombre, para que no le faltara ni la realidad de la naturaleza humana, ni la plenitud de la naturaleza divina. 

REFLEXIÓN

Quien llora como humano por la aflicción sufrida, entra en la humanidad de Jesús glorificada, que lo alcanza en su sufrimiento por padecerla. Hemos venido a ser de una carne consolada, perdonada, amada en su vulnerabilidad y por lo mismo salvada.

Nuestro es lo que por tres días yació exánime en el sepulcro, y al tercer día resucitó; lo que ascendió sobre todas las alturas de los cielos hasta la diestra de la majestad paterna: para que también nosotros, si caminamos tras sus mandatos y no nos avergonzamos de reconocer lo que, en la humildad del cuerpo, tiene que ver con nuestra salvación, seamos llevados hasta la compañía de su gloria; puesto que habrá de cumplirse lo que manifiestamente proclamó: Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo.