Natividad de San Juan Bautista
Isaías 49,1-6
REFLEXIÓN
Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las
entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada,
me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su
aljaba
Como
expresión de cercanía la Palabra se refiere a la dedicación y amor por parte
del Señor, que forma parte de los relatos y esquemas de redacción vocacionales,
pero que no deja de asombrar por su calidad personalizada y el llamado a una
misión.
Se
conservan los relatos de personajes relevantes en la historia de Salvación,
pero puede ser apropiado y asimilado por los creyentes, porque se nos ofrece en
la Palabra de hoy.
Somos
llamados por nuestro nombre e identidad desde el vientre, y de ahí la
importancia de nuestra vida desde la concepción, y tenemos todos una misión
desde Él y para Él: donde radica nuestra dignidad humana.
Todo ser humano es una vocación personal del
Señor, porque ha sido llamado a la existencia.
Es el fundamento del derecho humano de la persona
humana y del derecho natural de la creación-evolución.
Asistir y servir a clarificar la propia,
individual y única vocación humana, en el contexto de la propia y peculiar
idiosincracia y constelación de talentos y dones, eso trata de realizar un
servicio apostólico apropiado.
El servicio al reino de Dios es personalizado
aunque no está reducido al individuo, sino que abarca éste y sus relaciones.
El énfasis colectivo y social de nuestros tiempos
puede obedecer a muchas necesidades e insatisfacciones pendulares, pero se
subraya una estrategia de opacidad y ocultamiento de la responsabilidad
personal, en el anonimato de la masa militante y activista.
Es algo conveniente para un sistema de mercado
que todo lo publicita, lo compra y lo vende.
En esa vocación irremplazable y única se da la llamada
a ser una boca como espada y flecha, en una gama de posiciones.
La persona está llamada a ejercer su vocación
personal en el diálogo honesto, vertical y horizontal, respetuoso, fraterno.
y me dijo: "Tú eres mi siervo, de quien estoy
orgulloso."
Una
palabra de gratificación y reconocimiento que también encontramos en Pablo.
Y en los
evangelios: siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor.
"En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado
mis fuerzas"
Este pensamiento podría estar rondando a Juan
Bautista cuando esperaba su ejecución en las mazmorras de Herodes.
Quizás hasta sus discípulos, que lo veían en la
galería de la muerte, sentirían algo parecido.
Convenía entonces mandar a preguntarle a Jesús
quién era él definitivamente, para clarificar si tanto esfuerzo había valido la
pena.
Jesús lo confirmó en su esperanza del Mesías,
quizá algo diferente a las expectativas, quizá no tan apocalíptico sino
solidario, pero Mesías. Y Juan recobró el sentido de su vocación para él y sus
seguidores.
Él lleva
este proceso de gratificación y reconocimiento en sigilo absoluto para
sorprendernos con la gloria.
Algunas
veces en el caminar esa gloria se deja intuir en las consolaciones.
tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza
Misteriosa
o enigmáticamente, en la historia de salvación para algunos, la cruz y muerte
ha significado un cambio en el curso ordinario de sus vidas, para la gloria de
Dios y su reino.
Salmo responsorial: 138
REFLEXIÓN
Señor, tú me sondeas y me conoces; / me conoces cuando me
siento o me levanto, / de lejos penetras mis pensamientos; / distingues mi
camino y mi descanso, / todas mis sendas te son familiares
Si
resulta un descanso incomparable sentirse comprendido hasta el último resquicio
del ser, en nuestra unicidad, cuánto más la comprensión del Padre-Madre amoroso,
que ha estado comunicado desde el inicio de nuestra existencia, para quien soy
totalmente transparente.
No eres como nosotros que nos cansamos de oir lo
que nos parece lo mismo de los demás sino que siempre nos escuchas aunque
redundemos.
Conocías hasta el fondo de mi alma.
El Señor es la mirada del otro, que me deja ser
yo mismo y no me inhibe ni me descalifica.
Hechos 13,22-26
REFLEXIÓN
"Yo no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a
quien no merezco desatarle las sandalias."
Con probabilidad Juan B tuvo una crisis de
identidad en su vocación y misión. Pudo haber vivido su vocación con un
protagonismo que lo llevaría a ser el centro de la historia. Y cuando estaba
encarcelado se sintió decepcionado porque terminaba así su brillantez.
Pero supo recobrarse y aceptar su puesto en el
desarrollo del Designio, y señalar a Jesús, un seguidor suyo como Mesías. Y
canalizar a sus discípulos a tal reconocimiento.
En esa muerte de identidad y sentido, recobra
desde las palabras de Jesús su verdadera vocación:la de precursor.
Nuestra historia personal con sus altibajos
muestra cómo experimentamos la muerte de identidad y sentido cuando el nombre
que nos da la cultura fluctúa entre la relevancia y el anonimato.
Habrá momentos que nos cuestionaremos sobre
nuestra importancia y éxito.
Para el creyente es piedra fundamental saber que
el Señor nos ha llamado y otorgado un nombre único para siempre, desde el cual
impulsarnos para administrar el mundo.
Lucas 1,57-66.80
REFLEXIÓN
El pidió una tablilla y escribió: "Juan es su
nombre."
El Señor
se busca colaboradores que acepten misiones para su gloria, para su misterio,
aunque no la entiendan y sufran en ello.
Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: "¿Qué
va ser este niño?" Porque la mano del Señor estaba con él
Es la pregunta que podemos hacer si nos vamos a
la sala de neo-natos de cualquier hospital: qué va a ser este niño, esta niña?
Es la pregunta que se hacen las parejas que están
en el trance de decisión sobre si tener hijos, ahora o cuándo. Las circunstancias
del mundo parecen tan difíciles y complejas que quizás no invitan a procrear.
Es una pregunta que se puede hacer una joven
embarazada accidental e involuntariamente, marcada para convertirse en madre
soltera, en previsión de un horizonte futuro precario.
Para Isabel y Zacarías la respuesta estaba en el
prodigio de su paternidad-maternidad tardía. Tal suceso tenía que representar
un acompañamiento especial, una vocación y misión de interés.
Si el sentido de la vocación personal única e
irrepetible desde el Padre nos alentara a mirar con esperanza cualquier
circunstancia del nacimiento de niños y niñas, quizás se afirmaria el aprecio
del llamado que hace el Señor a toda criatura.
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