1Samuel 16, 1-13
REFLEXIÓN
En aquellos días, el Señor dijo a Samuel: "¿Hasta
cuándo vas a estar lamentándote por Saúl, si yo lo he rechazado como rey de
Israel? Llena tu cuerno de aceite y vete. Voy a enviarte a Jesé, de Belén,
porque he visto entre sus hijos un rey para mí"
Ni
siquiera el vidente Samuel comparte del todo con el Señor su poco aprecio por
Saúl, aun a pesar de sus errores.
Debe
ponerse en marcha para buscar el sucesor y su nueva misión no da espacio para
un duelo y nostalgia prolongados.
Los
objetivos del pueblo son prioritarios y aunque no todas las tradiciones están
de acuerdo en la necesidad de un rey, las circunstancias lo requieren, para
sobrevivir a sus enemigos.
La
marcha del designio del Señor en las circunstancias históricas concretas de un
periodo, requieren superar ciertas sensibilidades, apegos y afectos, por
legítimos que parezcan. El bien común es primero.
Sin
embargo sucede que los que soportan las decisiones del poder en sus vidas
cotidianas, no son avisados o comunicados de lo que la autoridad considera como
bien común. Y la credibilidad en ese diagnóstico se erosiona.
Samuel contestó: "¿Cómo voy a ir? Si se entera Saúl, me
mata". El Señor le dijo: "Llevas una novilla y dices que vas a hacer
un sacrificio al Señor. Convidas a Jesé al sacrificio, y yo te indicaré lo que
tienes que hacer; me ungirás al que yo te diga".
La
nueva misión de Samuel no está exenta de riesgo porque se trata de una
conspiración contra el trono, para reemplazar al rey repudiado por el Señor.
Además
debe mentir, en aras del éxito de la misión encomendada. Qué dirían nuestros
contemporáneos, las filtraciones contra el poder tan celebradas, la censura
contra toda clase de mentira y simulación?
En
el marco de la teología del poder para Israel, el verdadero rey es el Señor, y
el monarca su subalterno. Tal reemplazo no alcanza a tener el nivel de una alta
traición, porque es el verdadero rey el que decide y lo hace conocer por su
profeta.
Un
verdadero administrador, aun entre los seguidores de Jesús de Nazaret, es un
subordinado que se desvive por servir la voluntad de su Señor, verdadero Rey.
Incluso puede ser resistido en sus decisiones, en nombre de Dios, sin
considerar en conciencia que sea un traidor.
La
ética judeocristiana del súbdito cristiano lo convierte en un disidente
potencial de cualquier autoridad, porque por encima de ellas está el Señor.
La
recomendación de obediencia a las autoridades por parte del evangelio y Pablo,
es relativa y no absoluta. Es una obediencia penúltima, porque la absoluta y
última es la que vincula la conciencia al Señor Dios.
El
todopoderoso objetor de conciencia, que sella in extremis su rebeldía y
protesta, en nombre de un absoluto, sea de la religión que sea.
De
ello se sigue que el creyente comprometido con la ética judeocristiana no puede
apegarse, ni ser domesticado por ninguna autoridad. Pero tampoco puede esperar
preferencias y una actitud amigable, en principio, de la autoridad que conoce
la idiosincracia de estos súbditos.
Por
eso el cristiano está obligado al discernimiento político del bien común, para
obedecer u objetar en conciencia.
La
época actual muestra abundantes manifestaciones de descontento y protesta en
diferentes órdenes, y un alto nivel de participación de los que se consideran
víctimas de diferentes abusos.
Lo
mínimo para la ética del creyente es examinar la justicia y ponderar la verdad
de tales protestas.
La mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues el
hombre mira las apariencias, pero el Señor mira el corazón".
Se
nos da un criterio para aceptar las decisiones que el Señor hace conocer a
través de la historia bíblica: él conoce el corazón del hombre.
Una
sabiduría que recoge también el evangelio, porque Jesús es partícipe de ese
conocimiento del lugar antropológico, donde la libertad humana se determina a
tomar una decisión.
Sin
embargo no siempre estamos inclinados a esa aceptación, porque tenemos nuestro
propio juicio sobre el corazón humano.
En aquel momento invadió a David el espíritu del Señor, y
estuvo con él en adelante
David
como Moisés y Jesús, es un líder señero y conviene que los relatos de su
elección hagan constar la validación por la plenitud del Espíritu del Señor. El
Espíritu es la vitalidad, el respirar del Señor en una criatura.
Salmo responsorial: 88
REFLEXIÓN
lo he ungido con óleo sagrado; para que mi mano esté siempre
con él
Donde
está su unción, está su Espíritu: y está Él. Es el sentido de los sacramentos
con unción.
Quieren
significar una presencia dinámica permanente, es decir, disponible siempre que
la actitud del recipiente sea apta.
Pero supera
esta presencia la intención y actitud del administrador, quien no la puede
manipular.
Marcos 2,23-28
REFLEXIÓN
los discípulos iban arrancando espigas
En
el orden social israelita la tradición que favorecía a los pobres, permitía que
se dejaran sobras de la cosecha para que ellos obtuvieran alimento.
Un sábado atravesaba el Señor un sembrado
Pero
el motivo de la confrontación es el sábado, no la propiedad. Actualmente se
cambia la prioridad. Lo que nos interesa es la propiedad privada, privada más
bien de función social.
Un
sábado como tiempo dedicado a hacer espacio a la memoria del Señor, no parece
tener lugar en una ciudad secular. Ni es problema.
cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre?
Jesús
vuelve al espíritu de la ley, que es favorecer al hombre en sus necesidades
humanas. Antes hay que comer que observar una prohibición de trabajo en sábado,
que en este caso no se aplica, porque no es un trabajo sino una actividad lo
que hacen los discípulos.
Jesús
se muestra tomar partido por la necesidad sentida de hombres y mujeres. Eso
vale más que una regulación prevista para momentos diferentes.
Son
muchos los que claman por necesidad sentida y merecen atención por encima de
legislaciones y sistemas que no los contemplan.
También
se da los que levantan las necesidades como bandera de partidos para pugnar por
el poder.
Entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote
Abiatar, comió de los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes,
y les dio también a sus compañeros"
En
el ejemplo que plantea Jesús el contraste es más extremo: un lugar sagrado,
unos panes consagrados, un privilegio sacerdotal. Todo esto cayó en segundo plano
ante la necesidad de alimentarse.
Jesús
los refiere a un relato que se relaciona a algo considerado tan sagrado como el
sábado: el templo y sus ofrendas.
Si
la necesidad del ser humano requiere respuesta, no hay excusa para atenderla.
Ni siquiera una en nombre de lo santo.
Es
congruente con la ética judeocristiana de la objeción de conciencia. No hay
mandato humano, ni siquiera divino formulado por humanos, que no sea posible
confrontar en nombre de Dios, ante una necesidad humana apremiante.
Los
pobres son los portadores de esas necesidades apremiantes y ellos reescriben
las prioridades de los mandatos, dados a conocer en nombre de Dios.
"El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para
el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado."
El
sábado es importante, o su equivalente como tiempo para la memoria y acción de
gracias al Señor. Pero el propio Señor hay momentos que antepone la necesidad
sentida, como prioritaria según su voluntad.
Hemos
de estar abiertos a esas señales de los tiempos para adecuarnos a su
inspiración y seguirla.
Igual
habrá que proceder a desenmascarar las pretensiones de poder de quienes
utilizan las necesidades sentidas de las personas.
No
sólo Jesús, Hijo de hombre, es Señor, sino que todo hombre/mujer hijo de hombre
es señor de toda estructura que ordena la convivencia para servicio de él/ella.
https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1483402001543311360?s=20