sábado, 1 de marzo de 2025

SAN CARLO DE JESÚS ACUTIS DE ASIS



Del comentario de san Gregorio de Agrigento, obispo, sobre el libro del Eclesiastés
(Libro 10, 2: PG 98,1138-1139)
CONTEMPLAD AL SEÑOR, Y QUEDARÉIS RADIANTES

Dulce es la luz, como dice el Eclesiastés, y es cosa muy buena contemplar con nuestros ojos este sol visible. Sin la luz, en efecto, el mundo se vería privado de su belleza, la vida dejaría de ser tal. Por esto, Moisés, el vidente de Dios, había dicho ya antes: Y vio Dios que la luz era buena. Pero nosotros debemos pensar en aquella magna, verdadera y eterna luz que viniendo a este mundo alumbra a todo hombre, esto es, Cristo, salvador y redentor del mundo, el cual, hecho hombre, compartió hasta lo último la condición humana; acerca del cual dice el salmista: Cantad a Dios, tocad en su honor, alfombrad el camino del que avanza por el desierto; su nombre es el Señor: alegraos en su presencia.
Aplica a la luz el apelativo de dulce, y afirma ser cosa buena el contemplar con los propios ojos el sol de la gloria, es decir, a aquel que en el tiempo de su vida mortal dijo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Y también: El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo. Así pues, al hablar de esta luz solar que vemos con nuestros ojos corporales, anunciaba de antemano al Sol de justicia, el cual fue, en verdad, sobremanera dulce para aquellos que tuvieron la dicha de ser instruidos por él y de contemplarlo con sus propios ojos mientras convivía con los hombres, como otro hombre cualquiera, aunque, en realidad, no era un hombre como los demás. En efecto era también Dios verdadero, y, por esto, hizo que los ciegos vieran, que los cojos caminaran, que los sordos oyeran, limpió a los leprosos, resucitó a los muertos con el solo imperio de su voz.
Pero, también ahora, es cosa dulcísima fijar en él los ojos del espíritu, y contemplar y meditar interiormente su pura y divina hermosura y así, mediante esta comunión y este consorcio, ser iluminados y embellecidos, ser colmados de dulzura espiritual, ser revestidos de santidad, adquirir la sabiduría y rebosar, finalmente, de una alegría divina que se extiende a todos los días de nuestra vida presente. Esto es lo que insinuaba el sabio Eclesiastés cuando decía: Si uno vive muchos años, que goce de todos ellos. Porque realmente aquel Sol de justicia es fuente de toda alegría para los que lo miran; refiriéndose a él, dice el salmista: Gozan en la presencia de Dios, rebosando de alegría; y también: Alegraos, justos, en el Señor, que merece la alabanza de los buenos.

viernes, 28 de febrero de 2025

PALABRA COMENTADA


VIERNES 7 DE TIEMPO ORDINARIO

Año Impar 

Eclesiástico 6,5-17 

Al amigo fiel tenlo por amigo, el que lo encuentra encuentra un tesoro 

un amigo fiel no tiene precio ni se puede pagar su valor 

Este texto es una belleza e inspira a dar gracias por la amistad que hayamos podido alcanzar en esta vida. 

Es como un sacramento de la amistad inalterable del Señor con nosotros, que a su vez solicita reciprocidad. 

Por eso el discípulo amado, en su evangelio da espacio al dicho de Jesús cuando llama amigos a sus discípulos, al final de su misión. Una amistad que se ha forjado en la camaradería, en las pruebas y en la superación de la traición. 

Salmo responsorial: 118 

Enséñame a cumplir tu voluntad / y a guardarla de todo corazón 

Es posible volverse sincero de corazón para cumplir la voluntad de DIOS. Es lo propio de la verdadera amistad. 

Y la amistad con DIOS es un proceso infinito, abierto a la eternidad, en el que la transparencia, lealtad y sinceridad se elevan a plenitud. 

Por lo tanto, la amistad sincera en nuestra historia, es el amor al prójimo que nace del corazón y se purifica en el Señor hasta la eternidad. 

Marcos 10,1-12 

otra vez se le fue reuniendo gente por el camino, y según costumbre les enseñaba 

Abierto al encuentro con los demás durante su caminar, sin exclusiones, ni rechazos, hace de Jesús un ser dispuesto y receptivo, que no se reserva sino que se entrega para ayudar. 

Son muchos los que lo han seguido y continúan siguiendo, aun calladamente, porque su ímpetu se mantiene inspirando energías generosas para colaborarle a los otros en sus carencias. 

Esta actitud llevada a un límite suficiente, haría del planeta un lugar más habitable para todos y todas, un lugar de fraternidad. 

Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre 

Jesús distingue y profundiza. Una cosa es la concesión a la terquedad o dureza de corazón, otra el designio de Dios, torcido por el hombre. 

Porque hay etapas cerriles en la evolución de la madurez espiritual humana en las que el Señor es permisivo, esperando la conversión más profunda. 

Nuestro proceso es histórico, ni simultáneo, ni instantáneo, ni inmediato, de ordinario. 

"Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio." 

Ambos son tercos y comenten adulterio, en el sentido profundo de ir contra el designio del Señor. 

Porque el adulterio como infidelidad y deslealtad a la pareja es la dramatización de la infidelidad y deslealtad con el Señor, que nos amó primero. 

El adulterio puede manifestarse como una debilidad carnal, para seres que no remontan sus raíces evolutivas desde el animal, y en ese sentido inconscientes e irresponsables. 

Pero puede ir más allá al convertirse en humillación, ofensa, maltrato e injusticia con la pareja agraviada. Entonces muestra toda su malicia pervertida. 

La terquedad es empecinarse en el propio amor, querer e interés. 

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VIERNES 7 DE TIEMPO ORDINARIO

Año Impar 

Eclesiástico 6,5-17 

Salmo responsorial: 118

Marcos 10,1-12