sábado, 13 de julio de 2024

DOCTORES DE LA IGLESIA

DOCTORES DE LA IGLESIA


 De los Comentarios de san Agustín, obispo sobre los salmos.

                          (Salmo 126, 2: CCL 40, 1857-1858)


EL SEÑOR JESUCRISTO ES EL VERDADERO SALOMÓN


El templo que Salomón edificó para el Señor era tipo y figura de la futura Iglesia, que es el cuerpo del Señor, tal como dice en el Evangelio: Destruid este templo y yo lo levantaré en tres días. Del mismo modo que Salomón edificó aquel templo, se edificó también un templo el verdadero Salomón, nuestro Señor Jesucristo, el verdadero pacífico. Porque hay que saber que el nombre de Salomón significa «Pacífico», y el verdadero pacífico es Jesucristo, de quien dice el Apóstol: Él es nuestra paz, que ha hecho de los dos pueblos una sola cosa. Él es el verdadero pacífico que unió en su persona, constituyéndose en piedra angular, los dos muros que provenían de partes opuestas, a saber, el pueblo de los creyentes que provenían de la circuncisión, y el pueblo de los creyentes que provenían de la gentilidad incircuncisa; de ambos pueblos hizo una sola Iglesia, de la que es piedra angular, y por esto es el verdadero pacífico.

Cristo es el verdadero Salomón, y aquel otro Salomón, hijo de David, engendrado de Betsabé, rey de Israel, era figura de este Rey pacífico. Por esto el salmo, para que pienses más bien en el nuevo Salomón, que es quien edificó la verdadera casa de Dios, empieza con estas palabras: Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles. El Señor es, por tanto, quien construye la casa, es el Señor Jesucristo quien construye su propia casa. Muchos son los que trabajan en la construcción, pero si él no construye, en vano se cansan los albañiles. ¿Quiénes son los que trabajan en esta construcción? Todos los que predican la palabra de Dios en la Iglesia, los dispensadores de los misterios de Dios. Todos nos esforzamos, todos trabajamos, todos construimos ahora; y también antes de nosotros se esforzaron, trabajaron, construyeron otros; pero, si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles. Por esto los apóstoles, y más en concreto Pablo, al ver que algunos se desmoronaban, dice: Observáis los días, los meses, las estaciones y los años; temo que hagáis vano mi trabajo entre vosotros. Como sabía que él mismo era edificado interiormente por el Señor, por esto se lamentaba por aquéllos, por el temor de haber trabajado en ellos inútilmente.

Nosotros, por tanto, os hablamos desde el exterior, pero es él quien edifica desde dentro. Nosotros podemos saber cómo escucháis, pero cómo pensáis sólo puede saberlo aquel que ve vuestros pensamientos. Es él quien edifica, quien amonesta, quien amedrenta, quien abre el entendimiento, quien os conduce a la fe; aunque nosotros cooperamos también con nuestro esfuerzo.
                                                 REFLEXIÓN
Dos pueblos son los que tenemos hoy, bajo diversos ropajes y personajes: quienes se acogen a la ley antigua y los que se orientan por la nueva de Jesucristo. En alguna forma quienes aparentemente no forman parte de uno de los dos, incluyen en sus credos y conductas, partes de uno de lo dos. En lucha permanente, sin llevar a efecto real la unión de Jesucristo, el único que construye desde dentro con verdad , justicia y amor.

San Elredo de Rievaulx, Sermón en la Epifanía

(Edit C.H. Talbot, SSOC, I, 1952, 40-41)

Sobre el pueblo bien dispuesto que se prepara para el Señor

Veamos cuál es el proceso para la celebración de unas bodas. Supongamos que uno quiere casarse con una mujer digna. Elige una entre muchas, envía emisarios que la informen de sus proyectos nupciales, que alaben su hermosura, ponderen sus riquezas, se hagan lenguas de su sabiduría. De esta forma, la doncella se enamora del pretendiente. El amor excita el deseo, el deseo provoca el encuentro, el encuentro predispone al consentimiento, y finalmente se celebra el banquete nupcial. Se prepara una gran variedad de manjares y bebidas, se matan animales, y se pone a disposición de los comensales un copioso surtido de cosas deliciosas.

Pues bien, alcemos los ojos y pasemos de lo corporal a lo espiritual. Dios, el Hijo de Dios subsistente en el seno del Padre, desde su morada observó a todos los habitantes de la tierra, y descubrió una entre muchas, e inmediatamente quedó prendado de su belleza. ¿De quién se trata? Lo diré de modo que lo entendáis. Se trata de aquella santa sociedad a la que él eligió antes de crear el mundo y la predestinó a ser llamada, justificada, glorificada. ¿Cómo la ve? No como nosotros, para quienes el pasado es un enigma, el futuro una incógnita y para quienes apenas si son claras las realidades que caen bajo el campo de nuestra observación. El ve con claridad toda aquella santa sociedad desde el primero al último de los elegidos. Y no los ve uno después del otro, ni uno ahora y luego otro, sino que de una vez, siempre y de idéntico modo abarca a toda aquella sociedad de suyo negra, pero blanca por obra suya; hermosa de suyo, prostituida a los demonios, preparada por obra suya para el dulcísimo abrazo. Esta es la que eligió, ésta a la que amó, y no por interés personal, sino para lavarla de su inmundicia, para sanar sus enfermedades, liberarla de la esclavitud, para, en su miseria, hacerla feliz uniéndola a sí.

Ahora bien, como esto no podía realizarlo a menos que la amada correspondiera libremente al amor del amante, envió mensajeros que lo anunciaran, alabaran su hermosura, ponderasen su sabiduría y se hiciesen lenguas de su poder y de sus riquezas. Tuvo ciertamente mensajeros, a quienes reveló sus secretos, mostrándoles, en una luz inefable, el misterio de su encarnación, lo profundo de la elección, lo ancho de la vocación, lo alto de las promesas y lo largo de la expectación. Así pues, lo que ellos aprendieron por revelación —como personas capaces de abarcar lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo—, esto es lo que ellos enseñaron a los demás. Pues, aun cuando la sociedad dichosa de todos los elegidos sea una sola, según lo dicho: Una sola es mi paloma, no obstante se llaman mensajeros del Salvador aquellos que, inspirados por él, anunciaron su venida.

Pero veamos ya cómo estos mensajeros inflaman a la esposa elegida en el amor del Señor. Dirigiéndose a ella, le dice el santo Moisés: Dios os suscitará un profeta como yo; a él le escucharéis en todo cuanto os dijere. Como yo, dice. Para aquellos tiempos, era ésta una gran alabanza. ¿Qué fiel de aquel tiempo no se inflamaría en amor a Cristo, sabiendo que sería semejante a Moisés? Tampoco Jeremías silenció sus alabanzas, pues dijo: Este es nuestro Dios y no hay otro fuera de él. Así que, hermanos, basten estos testimonios de las Escrituras, pues con estas poquísimas palabras puedemuy bien el alma de esta elegida encenderse en ansias de su amor. El amor excitó el deseo, el deseo espiritual mereció el encuentro con el amado y de esta forma, con la fe como intermediario, se produjo el mutuo consentimiento: y fíjate, ya se está preparando el banquete nupcial.

Hoy se celebra a Teresa de Los Andes, la primera santa chilena, patrona de los enfermos https://www.aciprensa.com/noticias/71064/hoy-se-celebra-a-teresa-de-los-andes-la-primera-santa-chilena-patrona-de-los-enfermos?utm_campaign=shareaholic&utm_medium=twitter&utm_source=socialnetwork

viernes, 12 de julio de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Viernes 14 de tiempo ordinario

Oseas 14, 2-10



REFLEXIÓN

"Perdona del todo la iniquidad, recibe-benévolo el sacrificio de nuestros labios. No nos salvará Asiria, no montaremos a caballo, no volveremos a llamar Dios a la obra de nuestras manos. En ti encuentra piedad el huérfano."

Una pregunta de cuño nitzcheano nos atormenta: somos una raza los humanos cuya divinidad sólo se muestra amorosa cuando estamos en las malas?

Porque según Nietzche y otros de pensamiento parecido, el ser cristiano con su herencia bíblica, es de sufrimiento y debilidad. No parece digno de los seres humanos tal reducción a la inferioridad.

Prometeo o Job: parece el dilema.

Pero si asumimos como creyentes la Palabra y su salvación, tenemos que superar este pensar malicioso que arroja sombras de sospecha sobre las buenas intenciones del Señor.

Hemos de remontarnos hasta la primera de las alianzas: la creación y constatar el designio inicial de su libre iniciativa al asociarnos a su empresa. Nuestro destino es la felicidad, el crecimiento, la plenitud.

Es el Principio y Fundamento ignaciano que se pone como la piedra fundacional de nuestra fe. 

Los males, los fracasos, las injusticias son nuestra responsabilidad, al menos en parte.

La maravilla que enfatiza la Palabra es la persistencia del designio, a pesar de nuestra postración. Por eso el huérfano, la viuda, el extranjero como símbolos de ausencia de protección y de existencias truncadas son enfática e insistentemente atendidas por la solicitud amorosa del Señor. 

Porque su compromiso con nuestra plenitud, va más allá de nuestra postración, para repararla, asistirla y seguirle dando viabilidad.

Yo curaré sus extravíos, los amaré sin que lo merezcan, mi cólera se apartará de ellos

Más bien lo fuerte del problema es entender por qué nuestra libertad se ejerce con tanta limitación y conflicto. Por qué soy responsable incluso de lo que ni me acuerdo, o ignoro? Por qué, aun en forma de omisión, establezco solidaridad con la injusticia, el daño a otros, también sin querer? Por qué hago el mal que no quiero, como dice Pablo en Romanos.

Al tratar de responder este escándalo que somos para nosotros mismos, podemos contaminar la relación con el Señor, echando culpa al inocente. De ello es muestra la pasión y muerte de Jesús.

¿Quién es el sabio que lo comprenda, el prudente que lo entienda? Rectos son los caminos del Señor: los justos andan por ellos, los pecadores tropiezan en ellos."

Justos son entonces los que caminan a pesar de este escándalo, confiando y no sospechando maliciosamente, ni echando culpas al Señor.

Salmo responsorial: 50



REFLEXIÓN

Te gusta un corazón sincero, / y en mi interior me inculcas sabiduría

La sabiduría de mantenerse en colaboración con el designio no obstante el escándalo de nuestra libertad sitiada.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro, / renuévame por dentro con espíritu firme;

Porque caminar como justos que confían en el Señor requiere de firmeza. 

Atender las situaciones de inocentes dañados por las culpas de la sociedad, también requiere firmeza.

Mateo 10, 16-23



REFLEXIÓN

 "Mirad que os mando como ovejas entre lobos; por eso, sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas.

así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles

Sagaz (fronimos) inteligente, que sopesa las cosas desde una percepción profunda que implica la emocionalidad. 

Sería la actitud del que discierne los espíritus, pondera, usa de sensatez.

Inocente (akereios) simple, sin complicaciones, sincero,intachable. 

Hoy diríamos: sin trastienda, sin doble vida, sin agenda. 

El caminar del justo no es fácil, ni suave, porque implica una destreza de navegante, siempre alerta a los posibles escollos, de día y de noche.

No es sagacidad (fren) visceral, para hacer el mal, sino para percibirlo y evitarlo.

Se distingue de sofos (perspicacia como habilidad adquirida) y de sunetos (sabio por reflexión o arrogante en mal sentido).

(Akeraios) es inocente, simple, transparente, intachable, sincero, de una pieza.

Nuestro tiempo es obsesivo con la demostración de transparencia reducida a la esfera de la honradez económica.

Como los fariseos, que cuelan el mosquito y tragan el camello, se preocupan menos de la integridad en la solidaridad con el necesitado.

en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.

No estamos solos sino acompañados del Espíritu para que convirtamos nuestro caminar en martirio, en testimonio, que desde nuestra construcción de fe, anime a otros a construir en fe y esperanza.

el que persevere hasta el final, se salvará. Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra. Creedme, no terminaréis con las ciudades de Israel antes de que vuelva el Hijo del hombre".

Perseverar(hupomeno) es endurecerse para aguantar. 

Pero en cosas del Espíritu no se trata de puños y dientes cerrados, sino de dejarse llevar y confiar más en la fuerza que nos viene que la que podamos producir.

La perseverancia se gesta en el conflicto que puede afectar hasta el núcleo familiar, lugar donde se tiene el refugio humano más seguro.

No se trata de entregarse al martirio a la primera. La huída también es preservar la vida, y por lo mismo hacer la voluntad de Dios, hasta que el Señor quiera.

No se trata de pavimentar con masacrados la vía hacia la utopía, en nuestro caso: el reino de Dios.

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Viernes 14 de tiempo ordinario

Oseas 14, 2-10

Salmo responsorial: 50

Mateo 10, 16-23