Jueves
27 de tiempo ordinario
Año Par
REFLEXIÓN
¿recibisteis el
Espíritu por observar la ley, o por
haber respondido a la fe?
Ley, era y es para muchos judíos, una
cultura: conjunto organizado de costumbres, tradiciones, creencias.
Ley también era para muchos judíos devotos,
la alianza con el Innombrable, por la cual fueron elegidos para una Promesa, y
en quien habían depositado su fe por siglos, incluso con martirio.
Entendemos que Pablo se dirige a los que
detentan el primer sentido. Una creencia y presunción horizontal como si la
belleza y sabiduría de las normas, leyes, disposiciones por el hecho de ser
promulgadas, estudiadas y aun guardadas, garantizara el reino.
Y cuando Pablo señala esto contra la Ley
judía, no se queda atrás contra las costumbres Helenas.
Su todo es Jesucristo crucificado, que hizo
estallar la sabiduría humana, con la de Dios.
La presentación de Jesús crucificado fue con
fe en él, por parte de Pablo. A esta fe los creyentes respondieron con fe. La
fe que asume responde a la fe que anuncia. De fe en fe. Anuncio de fe,
respuesta de fe. Transmisión.
Y la observancia de la ley no tiene nada que
hacer en esta fe. Es gratuita, no es un pago ni un mérito observarla.
¡Empezasteis por el
espíritu para terminar con la carne! ¡Tantas magníficas experiencias en vano!
Se empieza bien, se puede terminar mal.
En el camino, en el proceso, se infiltra un
enemigo que puede torcerlo todo.
Tantas magníficas experiencias
en vano
No hay seguridad en nada ni de nada, en
nadie ni de nadie. Lo que se hizo bueno puede no ser suficiente. Somos siervos
inútiles.
Cuando Dios os
concede el Espíritu y obra prodigios entre vosotros, ¿por qué lo hace? ¿Porque
observáis la ley, o porque respondéis a la fe?
Gálatas somos todos los que incurrimos una y
otra vez en la estupidez de creer que la cultura salva, como el Espíritu.
Interleccional: Lucas 1
REFLEXIÓN
Nos
ha suscitado una fuerza de salvación / en la casa de David, su siervo
Jesús y su anuncio transmitido
generacionalmente
Los verdaderos israelitas
que viven más la alianza que la Ley, siguen siendo aun en el cristianismo el
pueblo elegido, porque portan la fe que salva en el Espíritu de Jesús
crucificado.
Lucas 11,5-13
REFLEXIÓN
Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se
levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se
levantará y le dará cuanto necesite.
Dicho
en otra forma, la fe nos debe hacer impertinentes e inoportunos. Demandantes
hasta conseguir lo que necesitamos.
En
estos tiempos de tanta queja y reclamo, se pone en efecto la insistencia como
medio insustituíble para obtener la escucha.
Pues así
os digo a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os
abrirá; porque quien pide, recibe; quien busca, halla, y al que llama, se le
abre. ¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una
piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le
dará un escorpión? Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a
vuestros hijos,
La Palabra como ninguna otra comunicación celestial
conocida en la historia de las religiones muestra una divinidad con voluntad de
ser importunada.
Nosotros nos cansamos primero, y desconfiamos
innecesaria y tontamente, cuando medimos la generosidad del Señor por la
nuestra, que es más bien mezquindad.
Más
claro no canta un gallo. No podemos dejar que el mal espíritu se adueñe de
nuestro buen espíritu que clama incesantemente, con el pensamiento melifluo de
resignarse a la voluntad de Dios.
El
buen espíritu nos impulsa a la impertinencia y sólo al final, se pone en manos
del querer de Dios que nos otorgue distinto a lo pedido.
Porque
la impertinencia es también voluntad del Señor, que quiere a sus hijos como
demandantes, a la altura propia de un coheredero.
Nos
pide la audacia y la magnanimidad de aquellos que se sienten con Él como en
casa.
Se dan opiniones en el sentido de no pedir a Dios nada, sino confiar en
Él absolutamente, porque sabe lo que necesitamos.
Es
otra visión, otro enfoque frente al que afirma que el Señor lo conoce todo de nosotros
y sin insistir debemos confiar en que nos ayudará.
Son
enfoques excluyentes o convergentes?: insistir y confiar?.
Si así fuera la oración, madre de todas las oraciones, el padrenuestro
no pediría que nos diera el pan del sustento diario.
No
debiéramos prejuzgar sobre lo que sí o lo que no agrade al Señor para
solicitarle en la oración, sino pedir con la actitud del niño que confía y no
se inhibe considerando por cálculo qué será mejor o qué no.
¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a
los que se lo piden?
El
que no cesa de gemir en nosotros de modo inenarrable e interpreta ante el Señor
nuestro profundo deseo del Reino.
Dar Espíritu Santo no es dar cosas. Es el
Espíritu el que ora en nosotros, con gemidos inenarrables. Pido el Espíritu
Santo, que es el que pide en mí lo que debo pedir.
Porque
el Espíritu que nos concede el Padre es la libertad de los hijos para pedir sin
retención o inhibición .
Incluso
es el que nos ayuda a entender al buen Padre cuando lo que pedimos no nos conviene
tanto o es menos oportuno.
Pero
la petición no es de cosas sino de Espíritu, de Reino. Lo demás viene por
añadidura.
Ese
reino ya está en nosotros, actuando.
Por
eso con frecuencia sentimos resistencia y lucha. Y por que lo hay, es señal del
reino avanzando y profundizando su transformación.
Se
perciben, se intuyen actitudes nuevas que implican dificultad.
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