domingo, 18 de junio de 2023

BEATO CARLO



 Del Tratado de san Cipriano, obispo y mártir, Sobre la oración del Señor

(Cap. 4-6: CSEL 3, 268-270)
LA ORACIÓN HA DE SALIR DE UN CORAZÓN HUMILDE


Las palabras del que ora han de ser mesuradas y llenas de sosiego y respeto. Pensemos que estamos en la presencia de Dios. Debemos agradar a Dios con la actitud corporal y con la moderación de nuestra voz. Porque así como es propio del falto de educación hablar a gritos, así, por el contrario, es propio del hombre respetuoso orar con un tono de voz moderado. El Señor, cuando nos adoctrina acerca de la oración, nos manda hacerla en secreto, en lugares escondidos y apartados, en nuestro mismo aposento, lo cual concuerda con nuestra fe, cuando nos enseña que Dios está presente en todas partes, que nos oye y nos ve a todos y que, con la plenitud de su majestad, penetra incluso los lugares más ocultos, tal como está escrito: ¿Soy yo Dios sólo de cerca, y no soy Dios también de lejos? Si alguno se esconde en su escondrijo, ¿acaso no lo veo yo? ¿Acaso no lleno yo el cielo y la tierra? Y también: En todo lugar los ojos de Dios observan a malos y buenos.
Y, cuando nos reunimos con los hermanos para celebrar los sagrados misterios, presididos por el sacerdote de Dios, no debemos olvidar este respeto y moderación ni ponernos a ventilar continuamente sin ton ni son nuestras peticiones, deshaciéndonos en un torrente de palabras, sino encomendarlas humildemente a Dios, ya que
él escucha no las palabras, sino el corazón, ni hay que convencer a gritos a aquel que penetra nuestros pensamientos, como lo demuestran aquellas palabras suyas:
¿Por qué pensáis tan mal? Y en otro lugar: Así conocerán todas las Iglesias que yo soy quien escudriña las entrañas y los corazones.
De este modo oraba Ana, como leemos en el primer libro de Samuel, ya que ella no rogaba a Dios a gritos, sino de un modo silencioso y respetuoso, en lo escondido de su corazón. Su oración era oculta, pero manifiesta su fe; hablaba no con la boca, sino con el corazón, porque sabía que así el Señor la escuchaba, y, de este modo, consiguió lo que pedía, porque lo pedía con fe. Esto nos recuerda la Escritura, cuando dice: Hablaba interiormente, y no se oía su voz aunque movía los labios, y el Señor la escuchó. Leemos también en los salmos: Reflexionad en el silencio de vuestro lecho. Lo mismo nos sugiere y enseña el Espíritu Santo por boca de Jeremías, con aquellas palabras: Hay que adorarte en lo interior, Señor.
El que ora, hermanos muy amados, no debe ignorar cómo oraron el fariseo y el publicano en el templo. Este último, sin atreverse a levantar sus ojos al cielo, sin osar levantar sus manos, tanta era su humildad, se daba golpes de pecho y confesaba los pecados ocultos en su interior, implorando el auxilio de la divina misericordia, mientras que el fariseo oraba satisfecho de sí mismo; y fue justificado el publicano, porque,
al orar, no puso la esperanza de la salvación en la convicción de su propia inocencia, ya que nadie es inocente, sino que oró confesando humildemente sus pecados, y aquel que perdona a los humildes escuchó su oración.

sábado, 17 de junio de 2023

PALABRA COMENTADA

 Inmaculado Corazón de María

Isaías 61, 9-11



REFLEXIÓN

me ha vestido con un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo

Un precursor del Magnificat parece este texto. Expresión de una vivencia y subjetivación del paso del Señor por una existencia, su resonancia y feliz vibración.

Un momento de consolación, anticipo de la gloria que sólo sabe comunicar el Padre.

Un momento que borra los miedos y angustias para dar paso a una paz serena y gozosa.

Judá vuelve del exilio con enormes esperanzas. Durante su extrañamiento fue alimentado por los oráculos proféticos de la Palabra, y concibió grandezas para su regreso.

Un texto como este representa ese momento de gozo colectivo.

Pero la realidad fue más modesta y pobre. Porque tenían que reconstruir Jerusalén y los medios no sobraban.

Había que limpiar la mirada y purificar el corazón para reconocer la realización de esas promesas. Y conformarse con empezar más cerca de cero.

Tal resiliencia que desde lo más arruinado catapulta hacia nuevas conquistas se ha de presumir como fruto del Espíritu del Señor, enseñoreado sobre la existencia humana, individual y comunitaria.

el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos

La acción del Señor, como en María o en la reconstrucción de Jerusalén, viene de los humildes. Por qué? El humilde poco o nada tiene, y su confianza se funda no en sus fuerzas exclusivamente, sino en el Dios compañero, que siempre está presente alentando.

Su voz y reclamo va cundiendo y asomándose entre los hechos opulentos y de acumulación de riqueza globales.

Se están mostrando como piedra en el zapato de los más poderosos y sus constelaciones de poder. Porque no son pasto de seducción, ni se pueden comprar.

Interleccional: 1Samuel 2, 1. 4-8



REFLEXIÓN

mi poder se exalta por Dios

El origen y sostén del poder de reinvindicación, dignificación y justicia es el Señor.

María es la testigo cualificada de tal estrategia que se goza en el protagonismo del Padre y su designio.

los cobardes se ciñen de valor

Su prestigio se muestra en el desconcierto que produce la transformación de las cosas, situaciones y personas. Cuando Él interviene nada es igual.

Los cobardes también tienen esperanza de obrar con valentía, con la asistencia del Espíritu, en el momento oportuno.

Lucas 2,41-51



REFLEXIÓN

sin que lo supieran sus padres.

Llegado a la mayoría de edad, y en esa cultura considerado ya como un adulto, Jesús hace gala de su independencia y autonomía, cuando se trata de servir su misión.

La prioridad manifiesta en su existencia es el Reino, la verdad de su Padre.

sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.

Jesús es un prodigio de capacidad y potencial, pero no se sienta como maestro sino como discípulo atento para aprender.

Sus preguntas son para aprender más y mejor, no para dominar.

Es como los estudiantes que asombran a sus maestros por el alcance que muestra en su comprensión.

“Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.”

“¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?”

La pregunta es obvia y la preocupación de María es justificada. Manifiesta su responsabilidad materna.

También aprende a reconocer el crecimiento y maduración de su hijo y a enfrentar el misterio de su misión.

La voluntad del Padre es su y nuestra mayor gloria.

Aunque puede pasar por pruebas que nos afligen y angustian.

Entonces también se necesitará la sabiduría del Espíritu para entender más allá de ellas lo que agrada al Padre.

Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad.

La dinámica de autoridad ha cambiado. Los padres saben que han de respetar el compromiso y misión de Jesús. Y él que les debe sujección y respeto mientras esté bajo su tutela.

Su madre conservaba todo esto en su corazón.

Ella es el paradigma de la perfecta compañía de la misión de Jesús, quien a su vez está entregado al designio del reino del Padre.

María reflexiona en su corazón, como el creyente que hace examen constante de su oración y su día, que es la manera de asimilar por fe el Misterio del Totalmente Otro, que nos circunda y penetra.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1670025481251430400?s=20

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Isaías 61, 9-11

El gozo que emana de un matrimonio en el cual se vive la protección, la seguridad, la felicidad de estar con el Amado y la Amada, sabiéndose por entero dedicados a entregarse al amor mutuo, que celebra la elección y la fidelidad.

Interleccional: 1Samuel 2, 1. 4-8

Es preciso recorrer la propia historia de fracasos y humillaciones causadas por quienes pueden más y abusan de su poder, incluso en el círculo familiar y social. La jactancia de otros y otras, la presunción, el menosprecio, todo como una cosecha de amargura, que tiñe el sentido de felicidad de la existencia. Cuando llega el cambio, el impotente se gloria, el cobarde se anima, el débil se fortalece.

Lucas 2,41-51

Jesús actúa como un adulto recién estrenado, participando en el templo y el comentario de la Palabra, con sus preguntas que despiertan admiración y sentido de grandeza. Pero a su vez se reduce a la obediencia familiar como cualquier menor bajo tutela cuando su conducta es debatida por sus padres angustiados por su seguridad. Jesús defiende su misión que es la del Padre de los cielos. Pero se somete al padre de la tierra. En su vida pública Jesús no será solo grandeza sino también obediencia. No son contradictorios sino complementarios.