martes, 9 de agosto de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Martes 19 de tiempo ordinario

Ezequiel 2, 8-3, 4



REFLEXIÓN

8"Y tú, hijo de hombre, escucha lo que te hablo; no seas rebelde como esa casa rebelde. Abre tu boca y come lo que te voy a dar." 9Entonces miré que una mano estaba extendida hacia mí, y en ella había un libro (un rollo). 10El lo desenrolló delante de mí, y estaba escrito por delante y por detrás; y en él estaban escritas lamentaciones, gemidos y ayes.
1Entonces El me dijo: "Hijo de hombre, come lo que tienes delante; cómete este rollo, y ve, habla a la casa de Israel." 2Abrí, pues, mi boca, y El me dio a comer el rollo. 3Entonces me dijo: "Hijo de hombre, alimenta tu estómago y llena tu cuerpo de este rollo que te doy." Y lo comí, y fue en mi boca dulce como la miel.
4Me dijo además: "Hijo de hombre, ve a la casa de Israel y háblales con Mis palabras.

Así dice el Señor

Cada día miramos estas lecturas de la Palabra de Dios, con la fe que el Señor está hablándonos. Y aun cuando no somos totalmente congruentes y coherentes, nuestro esfuerzo diario se dirige a encarnar su mensaje en nuestra existencia, en nuestro entorno, en nuestras actividades.

Tenemos la esperanza que su misericordia, a través de su influjo espiritual, mantenga la construcción de su Hijo en nosotros.

Es una talla laboriosa de nuestra libertad, sutil y persistente, que recrea el fondo, y desarma las resistencias, impedimentos, defensas, egoísmos, desviaciones, heridas y demás.

Es la acción que sana cada día misteriosamente y mantiene viva la esperanza y el gozo de la vida, que en su plenitud se va acercando.

oye lo que te digo

Escuchar no es tan automático como pareciera. Implica una conciencia alerta, una voluntad dócil, una sensibilidad a los signos, y una prudencia para discernir.

Abre la boca y come(akal:consumir) lo que te doy

Lo desenrolló ante mí: estaba escrito(kathab:registrado)en el anverso y en el reverso; tenía escritas elegías, lamentos y ayes

Abrí la boca y me dio a comer el volumen(sepher:libro)

alimenta tu vientre y sacia(male:llenar) tus entrañas(beten:vientre) con este volumen que te doy

vete(halak:camina) a la casa de Israel y diles (dabar:habla)mis palabras(dabar:habla)

Es el momento de la Palabra de Dios escrita para ser devorada y proferida como habla del Señor, como su misma voz.

Nos ayuda a la fe con la que leemos la palabra. Ahora diríamos: leemos comprensivemente, asimilando lo que trae la letra. Haciéndolo nuestro, como el alimento se hace nuestro cuerpo y por lo tanto vitalidad.

Pero la Palabra es para todos los que quieran oirla, y quien lee tiene una misión: dispersarla, para que otros oigan el hablar del Señor.

Porque sentimos que la escucha engendra responsabilidad por compartir, para que se siga oyendo y escuchando, y en esto nos convertimos en su aliado, para transformar los corazones que edifican y mantienen las estructuras injustas.

Como el pan de cada día, como el pan que contraresta y transforma lo que la tentación quiere hacer único: el pan material.

En nombre de Jesús el tentado, quien superó esa crisis y mantuvo el derrotero del Reino trascendente.

Salmo responsorial: 118



REFLEXIÓN

Mi alegría es el camino de tus preceptos

Porque los mismos son tu palabra y no meras reglas o normas, secas, frías y muertas.

tus decretos son mis consejeros

Me recuerdan la sabiduría de vida

Más estimo yo los preceptos de tu boca / que miles de monedas de oro y plata

El diálogo con la Palabra interpelante del Señor no tiene precio por sus efectos en la vida en el Espíritu.

Una imagen que ayudaría es la de los ecosistemas no contaminados, como el agua que fluye en las montañas, cristalina y provocadora. Por lo que hoy que vivimos rodeados de contaminación, apreciamos esos entornos que ya no están fácilmente a nuestro alcance.

Cuando la Palabra es el alimento predominante en nuestra existencia, desde la fe asistimos a una calidad de vida depurada y que urge a compartirla.

Tú sabes Señor que estoy entre los que dicen que sí y frecuentemente hago que no.

Mateo 18, 1-5. 10. 12-14



REFLEXIÓN

1En aquel momento se acercaron los discípulos a Jesús, diciendo: "¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?" 2El, llamando a un niño, lo puso en medio de ellos, 3y dijo: "En verdad les digo que si no se convierten y se hacen como niños, no entrarán en el reino de los cielos. 4"Así pues, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos. 5"Y el que reciba a un niño como éste en Mi nombre, Me recibe a Mí.

10"Miren que no desprecien a uno de estos pequeñitos, porque les digo que sus ángeles en los cielos contemplan siempre el rostro de Mi Padre que está en los cielos. 

12"¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y una de ellas se ha descarriado, ¿no deja las noventa y nueve en los montes, y va en busca de la descarriada? 13"Y si sucede que la halla, en verdad les digo que se regocija más por ésta que por las noventa y nueve que no se han descarriado. 14"Así, no es la voluntad del Padre que está en los cielos que se pierda uno de estos pequeñitos.

¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?

No es una pregunta ociosa.

Es la muestra de la ambición natural de quienes participan y trabajan en un grupo.

Necesitamos ser reconocidos. Y si invertimos tiempo y fatigas, deseamos ser recompensados y apreciados.

Por eso la pregunta es importante para ubicar el nivel de compromiso, la motivación, y por otro lado la calidad del liderazgo, para mantener sanamente motivados y vinculados a los miembros.

El mayor debe hacerse menor, como el niño es menor en comparación al adulto, que es mayor.

La importancia del menor establecida en las escrituras es un énfasis en el favor y respaldo del Señor a lo pequeño, aparentemente sin importancia, sin valor social, pero en quienes su Gloria se visibiliza engrandeciéndolos.

Habla de una predilección envidiable, pero que no está lejos si nos convertimos a nuestra vez también en pequeños.

Moisés, el gran e importante líder y conductor del pueblo, se convierte en pequeño al ceder su función y puesto a Josué.

Él llamó a un niño, lo puso en medio

si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos

Si este gesto es parte de la respuesta, qué significa frente a las expectativas de los interrogadores?

Un niño es un epítome de carencias de las actitudes de un adulto. Y sus expectativas frente a la vida son muy diferentes.

Tienen entusiasmo, gusto de vivir, se aficionan y afectan en base a su espontaneidad, y si hay un cálculo, es evidente e inofensivo.

Es su modo amigable de ser ambicioso. De ordinario, a menos que haya una deformación, de ellos se espera la verdad sin tapujos, el amor sin doblez, el pensamiento sin recovecos.

el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos

Esta logia suena como la respuesta que se le dio a Nicodemo: si no vuelves a nacer.

Es una propuesta de deconstrucción de las rigideces que construímos los adultos en nuestras existencias.

Si alguien es dúctil es un niño, en quien la vida es sólo posibilidades, potencialidad, buena fe.

El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí

Hoy alegaríamos a Jesús que un niño es símbolo de inmadurez y dependencia. Que lo más sano es que se haga un adulto maduro y productivo.

Esta sería la señal de no comprender lo que se quiere dar a entender sobre el reino y la identificación con Jesús.

Un niño, como los necesitados a quienes se les hace obras de misericordia, en la sociedad de Jesús eran invisibles e invisibilizados, tenidos por no ciudadanos. Eran el símbolo de la minusvalía.

La actividad de sanación y los mensajes de Jesús contrarían esa actitud de la sociedad y también de la nuestra.

No se trata solo que hoy veamos la esclavitud del trabajo infantil, o su comercio sexual, sino de lo poco que representan sus existencias para la marcha del mundo, aunque haya proclamas sobre los derechos infantiles.

Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños

Por qué son tan importantes para el reino? Manifiestan la disposición elemental de confianza y dependencia que debe caracterizar a un miembro del reino de Dios.

Tal como Jesús en su vida, nosotros estamos llamados a una relación de una calidad especial de entrega y confianza a un Dios Padre que nos amó primero.

Parece que el escándalo de pederastia y pedofilia en general y en particular en la iglesia católica, involucrando a la jerarquía eclesiástica, es una crisis de valores frente a un punto nuclear del evangelio.

Que un pastor se demuestre abusador o cómplice, en detrimento de una oveja más débil e inerme, hace ver con gran claridad la relación directa de un pecado con el daño a lo más santo: la buena nueva del reino activa y presente en los pequeños.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1556967198593323012?s=20&t=FzxVEQqr4QRiyQp-cz-sXA

 

BEATO CARL9O



 De las Disertaciones de san Andrés de Creta, obispo
(Disertación 9, Sobre el Domingo de ramos: PG 97, 1002)

 

MIRA A TU REY QUE VIENE A TI JUSTO Y VICTORIOSO

 

Digamos, digamos también nosotros a Cristo: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, el rey de Israel! Tendamos ante él, a guisa de palmas, nuestra alabanza por la victoria suprema de la cruz. Aclamémoslo, pero no con ramos de olivos, sino tributándonos mutuamente el honor de nuestra ayuda material. Alfombrémosle el camino, pero no con mantos, sino con los deseos de nuestro corazón, a fin de que, caminando sobre nosotros, penetre todo él en nuestro interior y haga que toda nuestra persona sea para él, y él, a su vez, para nosotros. Digamos a Sión aquella aclamación del profeta: Confía, hija de Sión, no temas: Mira a tu Rey que viene a ti; modesto y cabalgando en un asno, en un pollino de borrica.

 

El que viene es el mismo que está en todo lugar, llenándolo todo con su presencia, y viene para realizar en ti la salvación de todos. El que viene es aquel que no ha venido a invitar a los justos a que se arrepientan, sino a los pecadores, para sacarlos del error de sus pecados. No temas. Teniendo a Dios en medio, no vacilarás.

 

Recibe con las manos en alto al que con sus manos ha diseñado tus murallas. Recibe al que ha plantado en sus palmas tus cimientos. Recibe al que, para asumirnos a nosotros en su persona, se ha hecho en todo semejante a nosotros, menos en el pecado. Alégrate, Sión, la ciudad madre, no temas: Festeja tu fiesta. Glorifica por su misericordia al que en ti viene a nosotros. Y tú también, hija de Jerusalén, desborda de alegría, canta y brinca de gozo. ¡Levántate, brilla (así aclamamos con el son de aquella sagrada trompeta que es Isaías), que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti!

 

¿De qué luz se trata? De aquella que viniendo a este mundo ilumina a todo hombre. Aquella luz, quiero decir, eterna, aquella luz intemporal y manifestada en el tiempo, aquella luz invisible por naturaleza y hecha visible en la carne, aquella luz que envolvió a los pastores y que guió a los magos en su camino. Aquella luz que estaba en el mundo desde el principio, por la cual empezó a existir el mundo, y que el mundo no la reconoció. Aquella luz que vino a los suyos y los suyos no la recibieron. ¿Y a qué gloria del Señor se refiere? Ciertamente a la cruz, en la que fue glorificado Cristo, resplandor de la gloria del Padre, tal como afirma él mismo, en la inminencia de su pasión: Ya ha entrado el Hijo del hombre en su gloria, y Dios ha recibido su glorificación por él, y Dios a su vez lo revestirá de su misma gloria, y esto será sin dilación. Con estas palabras identifica su gloria con su elevación en la cruz. La cruz de Cristo es, en efecto, su gloria y su exaltación, ya que dice: Yo, cuando sea levantado en alto, atraeré a mí á todos los hombres.