Martes 19 de tiempo ordinario
Ezequiel
2, 8-3, 4
REFLEXIÓN
8"Y tú, hijo de hombre, escucha lo que te
hablo; no seas rebelde como esa casa rebelde. Abre tu boca y come lo que te voy
a dar." 9Entonces miré que una mano estaba extendida hacia mí, y en
ella había un libro (un rollo). 10El lo desenrolló delante de mí, y estaba escrito por
delante y por detrás; y en él estaban escritas lamentaciones, gemidos y ayes.
1Entonces El me dijo: "Hijo de hombre,
come lo que tienes delante; cómete este rollo, y ve, habla a la casa de Israel." 2Abrí, pues, mi boca, y El me dio a comer el rollo. 3Entonces me dijo: "Hijo de hombre, alimenta tu
estómago y llena tu cuerpo de este rollo que te doy." Y lo comí, y fue en
mi boca dulce como la miel.
4Me dijo además: "Hijo de hombre, ve a la
casa de Israel y háblales con Mis palabras.
Así dice el Señor
Cada día
miramos estas lecturas de la Palabra de Dios, con la fe que el Señor está
hablándonos. Y aun cuando no somos totalmente congruentes y coherentes, nuestro
esfuerzo diario se dirige a encarnar su mensaje en nuestra existencia, en
nuestro entorno, en nuestras actividades.
Tenemos
la esperanza que su misericordia, a través de su influjo espiritual, mantenga
la construcción de su Hijo en nosotros.
Es una
talla laboriosa de nuestra libertad, sutil y persistente, que recrea el fondo,
y desarma las resistencias, impedimentos, defensas, egoísmos, desviaciones,
heridas y demás.
Es la
acción que sana cada día misteriosamente y mantiene viva la esperanza y el gozo
de la vida, que en su plenitud se va acercando.
oye lo que te digo
Escuchar no es tan automático
como pareciera. Implica una conciencia alerta, una voluntad dócil, una
sensibilidad a los signos, y una prudencia para discernir.
Abre la boca y come(akal:consumir)
lo que te doy
Lo desenrolló ante mí: estaba escrito(kathab:registrado)en el anverso y en el reverso; tenía
escritas elegías, lamentos y ayes
Abrí la boca y me dio a comer
el volumen(sepher:libro)
alimenta tu vientre y
sacia(male:llenar) tus entrañas(beten:vientre) con este volumen que te doy
vete(halak:camina)
a la casa de Israel y diles
(dabar:habla)mis palabras(dabar:habla)
Es el
momento de la Palabra de Dios escrita para ser devorada y proferida como habla
del Señor, como su misma voz.
Nos
ayuda a la fe con la que leemos la palabra. Ahora diríamos: leemos
comprensivemente, asimilando lo que trae la letra. Haciéndolo nuestro, como el
alimento se hace nuestro cuerpo y por lo tanto vitalidad.
Pero la
Palabra es para todos los que quieran oirla, y quien lee tiene una misión: dispersarla,
para que otros oigan el hablar del Señor.
Porque
sentimos que la escucha engendra responsabilidad por compartir, para que se
siga oyendo y escuchando, y en esto nos convertimos en su aliado, para
transformar los corazones que edifican y mantienen las estructuras injustas.
Como el
pan de cada día, como el pan que contraresta y transforma lo que la tentación
quiere hacer único: el pan material.
En
nombre de Jesús el tentado, quien superó esa crisis y mantuvo el derrotero del
Reino trascendente.
Salmo responsorial: 118
REFLEXIÓN
Mi alegría es el camino de tus preceptos
Porque
los mismos son tu palabra y no meras reglas o normas, secas, frías y muertas.
tus decretos son mis consejeros
Me
recuerdan la sabiduría de vida
Más estimo yo los preceptos de tu boca / que miles de
monedas de oro y plata
El
diálogo con la Palabra interpelante del Señor no tiene precio por sus efectos
en la vida en el Espíritu.
Una
imagen que ayudaría es la de los ecosistemas no contaminados, como el agua que
fluye en las montañas, cristalina y provocadora. Por lo que hoy que vivimos
rodeados de contaminación, apreciamos esos entornos que ya no están fácilmente
a nuestro alcance.
Cuando
la Palabra es el alimento predominante en nuestra existencia, desde la fe
asistimos a una calidad de vida depurada y que urge a compartirla.
Tú sabes
Señor que estoy entre los que dicen que sí y frecuentemente hago que no.
Mateo
18, 1-5. 10. 12-14
REFLEXIÓN
1En aquel momento se acercaron los discípulos
a Jesús, diciendo: "¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?" 2El, llamando a un niño, lo puso en medio de ellos, 3y dijo: "En verdad les digo que si no se convierten y
se hacen como niños, no entrarán en el reino de los cielos. 4"Así pues, cualquiera que se humille como este niño,
ése es el mayor en el reino de los cielos. 5"Y el que reciba a un niño como éste en Mi nombre, Me
recibe a Mí.
10"Miren que no desprecien a uno de estos
pequeñitos, porque les digo que sus ángeles en los cielos contemplan siempre el
rostro de Mi Padre que está en los cielos.
12"¿Qué les parece? Si un hombre tiene
cien ovejas y una de ellas se ha descarriado, ¿no deja las noventa y nueve en
los montes, y va en busca de la descarriada? 13"Y si sucede que la halla, en verdad les digo que se
regocija más por ésta que por las noventa y nueve que no se han descarriado. 14"Así, no es la voluntad del Padre que está en los
cielos que se pierda uno de estos pequeñitos.
¿Quién es el más importante en el
reino de los cielos?
No es una pregunta
ociosa.
Es la muestra de la
ambición natural de quienes participan y trabajan en un grupo.
Necesitamos ser
reconocidos. Y si invertimos tiempo y fatigas, deseamos ser recompensados y
apreciados.
Por eso la pregunta es
importante para ubicar el nivel de compromiso, la motivación, y por otro lado
la calidad del liderazgo, para mantener sanamente motivados y vinculados a los
miembros.
El
mayor debe hacerse menor, como el niño es menor en comparación al adulto, que
es mayor.
La
importancia del menor establecida en las escrituras es un énfasis en el favor y
respaldo del Señor a lo pequeño, aparentemente sin importancia, sin valor
social, pero en quienes su Gloria se visibiliza engrandeciéndolos.
Habla
de una predilección envidiable, pero que no está lejos si nos convertimos a
nuestra vez también en pequeños.
Moisés,
el gran e importante líder y conductor del pueblo, se convierte en pequeño al
ceder su función y puesto a Josué.
Él llamó a un niño, lo puso en
medio
si no volvéis a ser como niños,
no entraréis en el reino de los cielos
Si
este gesto es parte de la respuesta, qué significa frente a las expectativas de
los interrogadores?
Un
niño es un epítome de carencias de las actitudes de un adulto. Y sus
expectativas frente a la vida son muy diferentes.
Tienen
entusiasmo, gusto de vivir, se aficionan y afectan en base a su espontaneidad,
y si hay un cálculo, es evidente e inofensivo.
Es
su modo amigable de ser ambicioso. De ordinario, a menos que haya una
deformación, de ellos se espera la verdad sin tapujos, el amor sin doblez, el
pensamiento sin recovecos.
el que se haga pequeño como este
niño, ése es el más grande en el reino de los cielos
Esta
logia suena como la respuesta que se le dio a Nicodemo: si no vuelves a nacer.
Es
una propuesta de deconstrucción de las rigideces que construímos los adultos en
nuestras existencias.
Si
alguien es dúctil es un niño, en quien la vida es sólo posibilidades,
potencialidad, buena fe.
El que acoge a un niño como éste
en mi nombre me acoge a mí
Hoy
alegaríamos a Jesús que un niño es símbolo de inmadurez y dependencia. Que lo
más sano es que se haga un adulto maduro y productivo.
Esta
sería la señal de no comprender lo que se quiere dar a entender sobre el reino
y la identificación con Jesús.
Un
niño, como los necesitados a quienes se les hace obras de misericordia, en la
sociedad de Jesús eran invisibles e invisibilizados, tenidos por no ciudadanos.
Eran el símbolo de la minusvalía.
La
actividad de sanación y los mensajes de Jesús contrarían esa actitud de la
sociedad y también de la nuestra.
No
se trata solo que hoy veamos la esclavitud del trabajo infantil, o su comercio
sexual, sino de lo poco que representan sus existencias para la marcha del
mundo, aunque haya proclamas sobre los derechos infantiles.
Lo mismo vuestro Padre del cielo:
no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños
Por
qué son tan importantes para el reino? Manifiestan la disposición elemental de
confianza y dependencia que debe caracterizar a un miembro del reino de Dios.
Tal
como Jesús en su vida, nosotros estamos llamados a una relación de una calidad
especial de entrega y confianza a un Dios Padre que nos amó primero.
Parece
que el escándalo de pederastia y pedofilia en general y en particular en la
iglesia católica, involucrando a la jerarquía eclesiástica, es una crisis de
valores frente a un punto nuclear del evangelio.
Que un
pastor se demuestre abusador o cómplice, en detrimento de una oveja más débil e
inerme, hace ver con gran claridad la relación directa de un pecado con el daño
a lo más santo: la buena nueva del reino activa y presente en los pequeños.
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