domingo, 15 de enero de 2023

PALABRA COMENTADA

 

domingo 2 de tiempo ordinario

Isaías 49,3.5-6



REFLEXIÓN

Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso

Jesús es el hijo que complace al Padre. No es el pródigo, aunque tiene un Padre pródigo. No es el rebelde que luego hace lo que el padre desea.

Hay una estrecha relación con el padre no obstante que el Padre no siempre aparece. Aun para Jesús el Padre, su Padre, es Misterio.

Es libertad que se acepta por fe, asumiendo que Él sabe más y debemos esperar lo mejor.

para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel

Jesús viene a buscar lo perdido. Parecía que sólo era a su carne y sangre, pero en el camino esa misión se excedió.

Un designio que se despliega con sorpresas, y etapas aparentemente inéditas o no planificadas.

Esperar en el Espíritu implicaría así abrirse a la novedad, porque es posible que no hayamos entendido todo de una, a la primera.

mi Dios fue mi fuerza

Quien nos manifiesta su designio, también nos apoya y acompaña a desplegarlo y aplicarlo. No es sólo planificador, diseñador, sino también supervisor.

te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.

Este siervo Jesús es para más. La resurrección lo convierte en un paradigma de humanidad, una clave de regeneración y transformación. Un motor de cambio.

Salmo responsorial: 39He proclamado tu salvación



REFLEXIÓN

Que sea para tu gloria puede significar que representa mucho que esta obra no se marchite.

Que sea autosustentable, autoregenerable. Porque tú estés ahí dando vida y sosteniendo.

Pertenecemos a la misión que siembra el árbol de la vida que no termina.

1Corintios 1,1-3



REFLEXIÓN

por designio de Dios

No se trata de un honor que arrebatamos, sino que es un servicio que se nos asigna, y frente al que la conciencia no deja claudicar, ni abandonar.

Juan 1,29-34



REFLEXIÓN

Éste es el Cordero de Dios

Pero esa seguridad también afrontó dudas propias o de sus discípulos. Debió crecer su certeza con el tiempo y el testimonio de Jesús.

Como una plantita, la fe en uno mismo y la misión de parte del Señor, pareció no ser viable. Tantas contradicciones y conflictos se le enfrentaron.

Pero después de un tiempo de persistir, incluso más allá del propio convencimiento, toma figura y relieve el designio del Señor como algo sustancial en nuestras vidas, como algo capaz de justificar el sentido de vida con el que nos levantamos cada mañana.

Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios

Amén, en verdad así es. Es el testimonio de alguien persuadido, que se atreve a mantener su experiencia, en función de otros que vendrán para apoyarse en ello.

El testigo se sabe responsable de la fe que se delega y hereda. Por eso no deja de abonarla. No le es indiferente la no-fe. No cabe en su perspectiva de vida.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1614605648473513991?s=20&t=l91GPhGVEk40ih4euYMh-Q

BEATO CARLO



 De la carta de san Ignacio de Antioquía, obispo y mártir, a los Efesios
(Cap. 2, 2--5, 2: Funk 1, 175-177)
 
EN LA CONCORDIA DE LA UNIDAD

 

Es justo que vosotros glorifiquéis de todas las maneras a Jesucristo, que os ha glorificado a vosotros, de modo que, unidos en una perfecta obediencia, sumisos a vuestro obispo y al colegio presbiteral, seáis en todo santificados. No os hablo con autoridad, como si fuera alguien. Pues, aunque estoy encarcelado por el nombre de Cristo, todavía no he llegado a la perfección en Jesucristo. Ahora, precisamente, es cuando empiezo a ser discípulo suyo y os hablo como a mis condiscípulos. Porque lo que necesito más bien es ser fortalecido por vuestra fe, por vuestras exhortaciones, vuestra paciencia, vuestra ecuanimidad. Pero, como el amor que os tengo me obliga a hablaros también acerca de vosotros, por esto me adelanto a exhortaros a que viváis unidos en el sentir de Dios. En efecto, Jesucristo, nuestra vida inseparable, expresa el sentir del Padre, como también los obispos, esparcidos por el mundo, son la expresión del sentir de Jesucristo.

Por esto debéis estar acordes con el sentir de vuestro obispo, como ya lo hacéis. Y en cuanto a vuestro colegio presbiteral, digno de Dios y del nombre que lleva, está armonizado con vuestro obispo como las cuerdas de una lira. Este vuestro acuerdo y concordia en el amor es como un himno a Jesucristo. Procurad todos vosotros formar parte de este coro, de modo que, por vuestra unión y concordia en el amor, seáis como una melodía que se eleva a una sola voz por Jesucristo al Padre, para que os escuche y os reconozca, por vuestras buenas obras, como miembros de su Hijo. Os conviene, por tanto, manteneros en una unidad perfecta, para que seáis siempre partícipes de Dios.

Si yo, en tan breve espacio de tiempo, contraje con vuestro obispo tal familiaridad, no humana, sino espiritual, ¿cuánto más dichosos debo consideraros a vosotros, que estáis unidos a él como la Iglesia a Jesucristo y como Jesucristo al Padre, resultando así en todo un consentimiento unánime? Nadie se engañe: quien no está unido al altar se priva del pan de Dios. Si tanta fuerza tiene la oración de cada uno en particular, ¿cuánto más la que se hace presidida por el obispo y en unión con toda la Iglesia?