domingo, 9 de junio de 2024

PALABRA COMENTADA

                 

Domingo 10 de tiempo ordinario

Genesis 3,-15

REFLEXIÒN

Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí

No que todos debamos pasar por una experiencia como el análisis clínico sicológico, para despojarnos de nuestras máscaras y hacernos más transparentes. Pero una experiencia de esas en el contexto de una espiritualidad que nos domestica a la presencia cotidiana del Espíritu, ayuda enormemente al despojo del Ego y sus pretensiones y evasiones. Viendo el dolor que D vive en esta época por someterse a ese análisis, me confirmo por haberlo vivido, que es necesario nacer de nuevo, para ver la luz y respirar un aire más puro. Y para quedar en alerta de cómo en la existencia nos vamos cubriendo para no sentir la misericordia en nuestras entrañas cuando el prójimo llama nuestra atención.

¿Quién te informó de que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol del que te prohibí comer?"

La desconfianza y el distanciamiento que de Dios que nos afecta el conocimiento del bien y del mal es uno de los síntomas del pecado que nos envuelve en sus efectos. Sospechamos de Dios, como una autoridad que se aprovecha de nosotros y nos manipula y explota. Ya no podemos estar desnudos sino que nos cubrimos para no ser más vulnerables, ni tampoco sentirnos armoniosamente coresponsables, sino que emprendemos el camino de la confrontación y el conflicto.

establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón

Esta parte del texto es enigmática: por qué la mujer precisamente? Quizás porque en ella se inició la cadena de la seducción? Es la mirada de una sociedad misógina, machista que ubica a la mujer en rango de inferioridad y como seductora en potencia? Es un estigma que hoy en día no las satisface ni favorece, y es entendible la reacción de liberación de muchas de ellas.

Salmo 129

REFLEXIÒN

Desde lo hondo a ti grito, Señor

Desde lo hondo tu impulsas nuestro grito.

Desde el temor sobre una posible catástrofe adveniente grito atemorizado, aunque sea en el silencio del lecho.

Si llevas cuentas de los delitos, Señor, / ¿quién podrá resistir? / Pero de ti procede el perdón, / y así infundes respeto.

Los muchos delitos son nuestra cosecha, y desde ellos se hinca el temor en nuestra carne. 

El perdón pedido y asumido es como el aceite balsámico en la herida, porque alivia y cicatriza.

El temor de Yahvé pasó de ser un miedo, a un asombro, por el misterio de amor que desarma a fuerza de amor, no de castigo.

No se trata del Dios vengativo, sediento de sangre.

Infunde respeto porque su proceder no se parece al de nosotros, que tasamos el buen o mal comportamiento en crecientemente sofisticados sistemas de premios y castigos, no tanto para que resplandeszca la verdad y el bien, cuanto para sacar nuestro provecho, venganza e interés adelante.

Cantidades industriales de acciones con las que las diferentes autoridades y superiores premian, incentivan o castigan y desestiman, han perdido el respeto en nuestros días por la sombra que proyectan de intereses mezquinos y egoístas detrás.

Aun los que hacen votos de obediencia en comunidades religiosas sienten flaquear su entrega por la suspicacia sobre las verdaderas intenciones tras la orden del superior decretada en nombre de la voluntad de Dios.

mi alma guarda al Señor

Con el paso del tiempo, sabemos que te acercas más y no sabemos cómo disponernos para tu llegada definitiva.

2 Corintios 4,13-5,1

REFLEXIÒN

creí y por eso hablé, también nosotros creemos y por eso hablamos,

No se dice que somos perfectos y entonces hablamos. La fe, en nuestra deficiencia, nos empuja a proclamar y dar vía al Espíritu.

La sed apostólica por comunicar la fe vivida es parte y señal de la fe viva.

Por tanto no nos acobardamos: si nuestro exterior se va deshaciendo, nuestro interior se va renovando día a día

Seremos capaces de fiarnos más de la Palabra que de la evidencia física de nuestra precariedad?

Marcos 3,20-35

REFLEXIÒN

Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales.

Debemos pensar que en esa familia estaba María su madre. Quien a pesar de guardar las cosas en su corazón, no siempre tenía claridad suficiente para dar con la clave del misterio de su hijo.

Como nosotros en nuestras relaciones. NO siempre tenemos claridad de las intenciones de las conductas de nuestros allegados. Y también tildamos de locura lo que no entendemos.

Jesús afrontó esa contradicción de sus parientes, porque persistió en su ministerio.La lealtad al Padre era superior.

Que es lo que podemos decir de quiénes vemos persistir en su ministerio de solidaridad no obstante ser criticados por su conflictividad.

El los invitó a acercarse

Jesús intenta hacerse entender por las buenas. Que vean su buena fe y sinceridad en lo que hace. No siempre tuvo éxito, y más bien la tendencia se agudizó hacia el rechazo y ajusticiamiento.

el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre". Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo. 

Atacar la buena voluntad de una buena obra dificulta aceptar la buena obra. Es una trampa de la que no se sale sino se vuelve uno de buena voluntad para aceptar de nuevo la obra buena. Mientras permanece en esa dureza es difícil recibir perdón quien ni siquiera entiende por qué debe ser perdonado.

Decir que echar demonios es obra de demonios, que curar a los enfermos es obra de Satán, blasfema contra el Espíritu Santo, y no puede ser perdonado, y cargará siempre son su pecado, no por que sea castigado con algo adicional, sino porque nunca podrá salir del círculo infernal, que atribuye el bien al mal, y por lo tanto no cree que haya salvación posible.

Atribuir el buen obrar al anti-reino es condenarnos a un estado de suspicacia y mala voluntad tal, que no nos permite visualizar el avance del reino de Dios.

Es preferible pasar por ingenuos o cándidos que llevar nuestra crítica hasta el extremo de destruir la confianza en el bien.

Sí hay bien en el mundo, sí hay intervención del Espíritu, sí avanza el reino.

llegaron la madre y los hermanos de Jesús y desde fuera lo mandaron llamar

La institucionalidad del mundo, en cuanto la familia, es noble en su misión pero insuficiente respecto de la vida nueva. 

La familia de Jesús probablemente no seguía complaciente sus andanzas, y más bien temería las consecuencias de su pretensión por el reino de Dios.

Quizás nos extraña que se pueda incluir a su madre en esta actitud, pero aún así María sigue siendo una guía porque no esconde sus propias dudas frente a la misión de su hijo.

Tener dudas no significa no tener fe, sino que pude significar una búsqueda más profunda de sentido para una apropiación más libre y entregada.

Este conjunto: madre y hermanos, pretendía cumplir en Jesús de Nazaret lo que todos los humanos en alguna forma experimentamos. A saber: el control social de la familia. Son los primeros que ejercen sobre nosotros el 

saber de lo bueno y lo malo mientras crecemos. Y son quienes nos censuran si incurrimos en error, aunque no sea cierto.

Jesús desafía ese control, no por el gusto de rebeldía. Simplemente no es un rol apto para su misión que es controlada sólo por su Padre, quien lo envió.

El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.

El costo será quedarse solo e incomprendido. Aunque no totalmente, porque la madre de Jesús en otros relatos le sigue fielmente hasta el final. 

Señal que ella sí entendió su nueva maternidad como partícipe de la misión del Padre.

Y no porque el Padre suene a machismo, sino porque el Padre-Madre Dios, más allá de las catergorías de género, en María llamó a una maternidad más allá de mujer, como colaboradora de una misión para un Reino novedoso.

En ese momento Jesús de Nazareth se pronuncia como hombre nuevo, y con él amanece la vida nueva del Padre. 

Se trata de una nueva familia: la de los hijos de Dios y hermanos entre sí, sin más divisiones.

María ascenderá a esta visión y se considerará como madre de muchos hijos, una vez Jesús se transforme con la resurrección.

Ella también su une a la nueva familia de los que escuchan la Palabra y la ponen en práctica.

motivaciondehoy


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Domingo 10 de tiempo ordinario

Genesis 3,-15

Salmo 129

2 Corintios 4,13-5,1

Marcos 3,20-35

SAN CARLO ACUTIS



Comienza la carta de san Ignacio de Antioquía, obispo y mártir, a los Romanos
(Cap. 1, 1—2, 2: Funk 1, 213-215)


NO QUIERO AGRADAR A LOS HOMBRES, SINO A DIOS

Ignacio, por sobrenombre Teóforo, es decir, Portador de Dios, a la Iglesia que ha alcanzado misericordia por la majestad del Padre altísimo y de Jesucristo, su Hijo único; a la Iglesia amada e iluminada por la voluntad de aquel que ha querido todo lo que existe, según la caridad de Jesucristo, nuestro Dios; Iglesia, además, que preside en el territorio de los romanos, digna de Dios, digna de honor, digna de ser llamada dichosa, digna de alabanza, digna de alcanzar sus deseos, de una loable integridad, y que preside a todos los congregados en la caridad, que guarda la ley de Cristo, que está adornada con el nombre del Padre: para ella mi saludo en el nombre de Jesucristo, Hijo del Padre. Y a los que están adheridos en cuerpo y alma a todos sus preceptos, constantemente llenos de la gracia de Dios y exentos de cualquier tinte extraño, les deseo una grande y completa felicidad en Jesucristo, nuestro Dios.

Por fin, después de tanto pedirlo al Señor, insistiendo una y otra vez, he alcanzado la gracia de ir a contemplar vuestro rostro, digno de Dios; ahora, en efecto, encadenado por Cristo Jesús, espero poder saludaros, si es que Dios me concede la gracia de llegar hasta el fin. Los comienzos por ahora son buenos; sólo falta que no halle obstáculos en llegar a la gracia final de la herencia que me está reservada. Porque temo que vuestro amor me perjudique. Pues a vosotros os es fácil obtener lo que queráis, pero a mí me sería difícil alcanzar a Dios, si vosotros no me tenéis consideración.

No quiero que agradéis a los hombres, sino a Dios, como ya lo hacéis. El hecho es que a mí no se me presentará ocasión mejor de llegar hasta Dios, ni vosotros, con sólo que calléis, podréis poner vuestra firma en obra más bella. En efecto,
si no hacéis valer vuestra influencia, yo me convertiré en palabra de Dios; pero, si os dejáis llevar del amor a mi carne mortal, volveré a ser sólo un simple eco. El mejor favor que podéis hacerme es dejar que sea inmolado para Dios, mientras el altar está aún preparado; así, unidos por la caridad en un solo coro, podréis cantar al Padre por Cristo Jesús, porque Dios se ha dignado hacer venir al obispo de Siria desde el oriente hasta occidente. ¡Qué hermoso es que el sol de mi vida se ponga para el mundo y vuelva a salir para Dios!