miércoles, 2 de julio de 2025

DOCTORA DE LA IGLESIA


 


Santa Teresa de Jesús Camino de perfección 51

¿Quién hay  –por desastrado que sea– que cuando pide a una persona de prestigio no lleva pensado cómo lo ha de para contentarle y no serle desabrido, y qué le ha de pedir, y para qué ha menester lo que le ha de dar, en especial si pide cosa señalada, como nos enseña que pidamos nuestro buen Jesús? Cosa me parece para notar mucho. ¿No hubiérais podido, Señor mío, concluir con una palabra y decir: «Dadnos, Padre, lo que nos conviene»? Pues, a quien tan bien entiende todo, no parece era menester más. ¡Oh sabiduría de los ángeles! Para vos y vuestro Padre esto bastaba (que así le pedisteis en el huerto: mostrasteis vuestra voluntad y temor, más dejástelo en la suya): mas nos conocéis a nosotros, Señor mío, que no estamos tan rendidos como lo estabais vos a la voluntad de vuestro Padre, y que era menester pedir cosas señaladas para que nos detuviésemos un poco en mirar siquiera si nos está bien lo que pedimos, y si no, que no lo pidamos. Porque, según somos, si no nos dan lo que queremos –con este libre albedrío que tenemos–, no admitiremos lo que el Señor nos diere, porque, aunque sea lo mejor, como no veamos luego el dinero en la mano, nunca nos pensamos ver ricos. Pues dice el buen Jesús: Santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino. Ahora mirad qué sabiduría tan grande de nuestro Maestro. Considero yo aquí, y es bien que entendamos, qué pedimos en este reino. Mas como vio su majestad que no podíamos santificar, ni alabar, ni engrandecer, ni glorificar, ni ensalzar este nombre santo del Padre eterno –conforme a lo poquito que podemos nosotros–, de manera que se hiciese como es razón, si no nos proveía su majestad con darnos acá su reino, y así lo puso el buen Jesús lo uno junto a lo otro.

REFLEXIÓN

Pedir desde la experiencia de reino que vayamos haciendo perfora nuestra oración con Espíritu Santo y la eleva a la presencia del Padre celestial. Porque nuestra experiencia de reino se nos da en las bienaventuranzas vividas y compartidas. Y sólo esa vida de pobreza, pacificación, dar y recibir misericordia, afrontar la odiosidad de los injustos y demás dicta el modo y el cuánto de la oración con el Espíritu de Jesús.

martes, 1 de julio de 2025

DOCTORES DE LA IGLESIA


 

SER CRISTIANO PARA MI SIGNIFICA OBSERVAR EL MUNDO Y LLEVAR MI ALEGRÍA Y MI FUERZA A LOS DEMÁS

San Agustín Sermón 47, sobre las ovejas 12-14

Si de algo podemos preciarnos es del testimonio de nuestra conciencia. Hay hombres que juzgan temerariamente, que son detractores, chismosos, murmuradores, que se empeñan en sospechar lo que no ven, que se empeñan incluso en pregonar lo que ni sospechan; contra esos tales, ¿qué recurso queda sino el testimonio de nuestra conciencia? Y ni aun en aquellos a los que buscamos agradar, hermanos, buscamos nuestra propia gloria, o al menos no debemos buscarla, sino más bien su salvación, de modo que, siguiendo nuestro ejemplo, si es que nos comportamos rectamente, no se desvíen. Que sean imitadores nuestros, si nosotros lo somos de Cristo; y, si nosotros no somos imitadores de Cristo que tomen al mismo Cristo por modelo. Él es, en efecto, quien apacienta su rebaño, él es el único pastor que lo apacienta por medio de los demás buenos pastores, que lo hacen por delegación suya. Por tanto, cuando buscamos agradar a los hombres, no buscamos nuestro propio provecho, sino el gozo de los demás, y nosotros nos gozamos de que les agrade lo que es bueno, por el provecho que a ellos les reporta, no por el honor que ello nos reporta a nosotros. Está bien claro contra quiénes dijo el Apóstol: Si siguiera todavía agradando a los hombres, no sería siervo de Cristo. Como también está claro a quiénes se refería al decir: Procurad contentar en todo a todos, como yo, por mi parte, procuro contentar en todo a todos. Ambas afirmaciones son límpidas, claras y transparentes. Tú limítate a pacer y beber, sin pisotear ni enturbiar. Conocemos también aquellas palabras del Señor Jesucristo, maestro de los apóstoles: Alumbre vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo, esto es, al que os ha hecho tales. Nosotros somos su pueblo, el rebano que él guía. Por lo tanto, él ha de ser alabado, ya que él es de quien procede la bondad que pueda haber en ti, y no tú, ya que de ti mismo no puede proceder más que mal dad. Sería contradecir a la verdad si quisieras ser tú alabado cuando haces algo bueno, y que el Señor fuera vituperado cuando haces algo malo.

REFLEXIÓN

Nuestro individualismo, proverbial del occidente desde el Renacimiento, acrecentado desde el existencialismo y en la actual mentalidad de redes sociales, nos lleva a fundamentarnos exclusivamente en el testimonio, supuestamente depurado de nuestra conciencia, caiga sin caiga contra nosotros. Nos hemos quedado con una parte que es el ojo de agua del totalitarismo y el dogmatismo, el fundamentalismo y todo tipo de extremismos autoritarios. El desprecio por la oposición y por los demás. Sin embargo se alzan ya en el horizonte las huestes contrarias: el daño a los demás, la afectación de los más débiles, la piedra de tropiezo del mal ejemplo.