miércoles, 5 de febrero de 2025

SAN CARLO DE JESÚS ACUTIS DE ASIS




EN SU MADRE DEL CIELO CONFIÓ SUS AFANES Y DISCERNIMIENTO
 Del sermón de san Metodio de Sicilia, obispo, sobre santa Águeda. 

(Analecta Bollandiana 68, 76-78)
SU BONDAD PROVENÍA DEL MISMO DIOS, FUENTE DE TODO BIEN

Hermanos, como sabéis, la conmemoración anual de esta santa mártir nos reúne en este lugar para celebrar principalmente su glorioso martirio, que pertenece ya al pasado, pero que es también actual, ya que también ahora continúa su victorioso combate por medio de los milagros divinos por los que es coronada de nuevo todos los días y recibe una incomparable gloria. Es una virgen, porque nació del Verbo inmortal (quien también por mi causa gustó de la muerte en su carne) e indiviso Hijo de Dios, como afirma el teólogo Juan: A cuantos le recibieron, les da poder para ser hijos de Dios. Esta mujer virgen, la que hoy os ha invitado a nuestro convite sagrado, es la mujer desposada con un solo esposo, Cristo, para decirlo con el mismo simbolismo nupcial que emplea el apóstol Pablo. Una virgen que, con la lámpara siempre encendida, enrojecía y embellecía sus labios, mejillas y lengua con la púrpura de la sangre del verdadero y divino Cordero, y que no dejaba de recordar y meditar continuamente la muerte de su ardiente enamorado, como si la tuviera presente ante sus ojos. De este modo, su mística vestidura es un testimonio que habla por sí mismo a todas las generaciones futuras, ya que lleva en sí la marca indeleble de la sangre de Cristo, de la que está impregnada, como también la blancura resplandeciente de su virginidad. Águeda hizo honor a su nombre, que significa «buena»; ella fue en verdad buena por su identificación con el mismo Dios; fue buena para su divino Esposo y lo es también para nosotros, ya que su bondad provenía del mismo Dios, fuente de todo bien. En efecto, ¿cuál es la causa suprema de toda bondad, sino aquel que es el sumo bien? Por esto, difícilmente hallaríamos algo que mereciera, como Águeda, nuestros elogios y alabanzas. Águeda, buena de nombre y por sus hechos; Águeda, cuyo nombre indica de antemano la bondad de sus obras maravillosas, y, cuyas obras corresponden a la bondad de su nombre; Águeda, cuyo solo nombre es un estímulo para que todos acudan a ella, y que nos enseña también con su ejemplo a que todos pongamos el máximo empeño en llegar sin demora al bien verdadero, que es solo Dios.

martes, 4 de febrero de 2025

PALABRA COMENTADA


 

Martes 4 de tiempo ordinario

Año Impar

Hebreos 12,1-4



REFLEXIÓN

Una nube ingente de testigos nos rodea

Ignacio de Loyola en el inicio de su conversión, de hombre desgarrado y vano  comenzó a gustar providencialmente la vida de algunos santos. Ella lo motivó a incorporarse, asumiendo su cojera, para apreciar otros valores.

Quizá en la sofisticación de la creencia no parezca propio fijarse en la vida de personas que se han entregado en firme a una causa de Dios, porque están narradas en lenguaje antiguo o porque no se tiene la estima por esos valores, cosa que hay que cultivar.

Pero bien mirado el ejemplo y testimonio de una vida íntegra nos puede mover, confrontando la propia nuestra y estimulando un deseo de valores espirituales.

Sin embargo el pueblo sencillo es más sensible a estos testimonios y les llega con más facilidad el mensaje de estos hermanos que se adelantaron en su entrega al reino.

corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús, que, renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia

Una sencillez que nos ubica y enfoca en lo que realmente tenemos entre manos y está en nuestra capacidad: la carrera que nos toca.

Es posible que el martirio de sangre toque a nuestra puerta alguna vez. Pero lo corriente es que el martirio se tenga que desarrollar en una vida común, con gestos cotidianos y pequeños detalles de solidaridad fraterna.

Lo importante es la motivación de seguimiento de Jesús y su reino, y la fidelidad, quizá pequeña pero continua.

Es la materia prima, la masa que preparamos, el edificio que construimos con paciencia y humildad. No podemos decir que esta entrega no es posible, con la ayuda de Dios.

Quizá estamos mal educados y acostumbrados por los medios de comunicación a considerar la espectacularidad y los titulares como el único medio de relevancia sobresaliente.

Para quién? No para el Señor que mira lo profundo.

Oblación de mayor estima y momento, dice Ignacio de Loyola en sus ejercicios. Pedir pobreza con Cristo pobre y humillaciones. Nada de lo que uno apetezca corrientemente o voluntariamente. Nada de lo que el mundo actual occidental justifique como calidad de vida. Aceptar o desear el sufrimiento es una anormalidad, un desvío del destino humano. Y mucho menos hay que pensar en resignación, que adormece el potencial escondido para cambiar la situación. No estamos precisamente en el horizonte de comprensión que encuentre significativo el sufrimiento que nos cae o el que ofrecemos.

Es un choque de sabidurías, y Pablo lo dijo. Somos un escándalo y unos necios o estúpidos por pensar y vivir la cruz a los ojos de todos: judíos y gentiles.

Y los nietzches, freud, marx y demás no hacen sino remozar individual y socialmente los señalamientos más antiguos.

En el fondo y en la superficie se mantiene el interrogante: vale la pena sufrir desde, en y con Jesús y su reino?

no os canséis ni perdáis el ánimo

Es la función del Espíritu de Jesús: alentarnos constantemente a proseguir.

Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado

Efectivamente

Salmo responsorial: 21



REFLEXIÓN

hablarán del Señor a la generación futura, / contarán su justicia al pueblo que ha de nacer: / todo lo que hizo el Señor

Es lo que hicieron nuestros santos antecesores en la fe que recibimos. Una incontable multitud de actores y testigos anónimos muchos de ellos, que han ido señalando a otras generaciones cuál es la auténtica calidad de vida: la vida nueva.

Lo recordarán y volverán al Señor

Siempre es posible volver. Es la función de la memoria del Señor. Alentarnos a volver.

Marcos 5,21-43



REFLEXIÓN

Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo

"No temas; basta que tengas fe."

acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido curaría

Dos personas que abordan la esperanza de curación con estrategias diferentes y ambas recibidas por Jesús con misericordia.

No podemos ni debemos repudiar alguna forma de esperanza y su manifestación, porque quien las juzga y acepta es el Señor.

Es verdad que a nuestros ojos de modernos ciertas manifestaciones son más síntomas de locura y superstición que de fe.

Pero no somos los jueces. Si acaso podemos dar el servicio de depuración y maduración pero el que juzga y acepta es el Señor.

Nuestro respeto y benevolencia para con todos nos acarrea una mejor disposición para encontrar el don del reino en todo.

¿Quién me ha tocado el manto?"

Quién ha sabido cómo tocar mi manto? Sería más bien la pregunta.

Tantos le tocaban, por estar apretujado de la gente, que sólo un toque particular le hizo detenerse y preguntar.

La mujer impura tuvo la actitud de búsqueda adecuada para obtener fuerza de Jesús.

Fuerza, magnetismo, flujo de energía no sabemos qué.

Nos tendríamos que preguntar con deseo de obtenerla, cómo se llega a esta disposición de fe.

Saber tocar, saber buscar, saber descargar la energía del Señor.

"Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud."

Jesús de Nazaret es una Palabra que colabora con nosotros en formar esa fe que admite a  fondo que el Señor es Único, es Padre.

Tanto la mujer con flujo de sangre como el jefe de la Sinagoga hicieron una aproximación a Jesús con su fe, incluso con apariencia de superstición.

Pero Jesús los involucró en un proceso de crecimiento de la fe hasta el límite de su impotencia para confesar su fe esperanzada en el Único.

Es como si le dijera: no te miro para regañarte ni echarte en cara, sino para compartir la alegría contigo, porque has sabido como tocarme con fe.

Tú si sabes obtener lo que necesitas.

Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?

El hombre que había concebido tanta esperanza, con la noticia de la muerte de su hija, debió experimentar una gran tristeza.

No temas; basta que tengas fe.

Por eso Jesús lo sostuvo en esa tristeza y lo mantuvo en la espera. Como le diría a Marta para alentarla a seguir creyendo, no obstante la muerte de Lázaro: Sigue creyendo más aún.

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Martes 4 de tiempo ordinario

Año Impar

Hebreos 12,1-4

Salmo responsorial: 21

Marcos 5,21-43