jueves, 11 de agosto de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Jueves 19ª semana de tiempo ordinario

Ezequiel 12, 1-12



REFLEXIÓN

vives en la casa rebelde: tienen ojos para ver, y no ven; tienen oídos para oír, y no oyen; pues son casa rebelde.

Con la lectura del artículo sobre la delincuencia en Guatemala, de radio Nederland, puedo sentir la complejidad del mal de una casa rebelde. Y sentirme impotente e incapacitado como ser humano para remotar esa corriente maligna donde o te pliegas al soborno o te mueres tú o tus allegados.Es una ley de la selva brutal. Pero como un cáncer extendido.

Dedicarse entonces a lo sano para que no se contaminen? Trabajar en lo dañado para revertir el daño en lo posible? Ambas?

porque hago de ti una señal para la casa de Israel

El daño visibilizado en el profeta como un anuncio de lo que vendrá, para hacer reaccionar, como un aviso misericordioso. Una víctima propiciatoria de lo que se nos puede venir encima. Jesús en su vida y pasión también fue hasta lo último esa advertencia, de lo que el daño puede hacer. Y también cómo debe ser asumido.

Este oráculo contra Jerusalén va por el príncipe y por toda la casa de Israel que vive allí

Irán cautivos al destierro

Sobretodo es una señal para quienes pueden con sus decisiones revertir el daño.

Salmo responsorial: 77



REFLEXIÓN

fallaron como un arco engañoso

Abandonó

Sea que lo quiera directamente o lo permita, lo cierto es que en ciertas calamidades Dios se nos hace conocer en forma ambigua:castigo o identificación kenótica.

Mateo 18, 21-29



REFLEXIÓN

Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?". Jesús le contestó: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete".

Señor R me victimiza con su trastorno, o malestar o torcedura o su misterio. Intento escapar, pero no parece posible. Es tú voluntad que permanezca? Debo ser más fuerte y enérgico en mi distanciamiento? Soy más bien un cómplice que una víctima?

El señor tuvo lástima de aquel empleado

Pero él se negó, y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía

"¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?".

Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo si cada cual no perdona de corazón a su hermano"

Ayúdame a salir de esta locura si es tu voluntad y perdona mi desliz d ayer.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1557692438378151936?s=20&t=9zSOkYBsjr8CMBQhomrI6w

BEATO CARLO

 

De la Carta de santa Clara, virgen, a la santa Inés de Praga
(Escritos de santa Clara, edición Ignacio Omaechevarría. Madrid 1970, pp. 339-341)

 

ATIENDE A LA POBREZA, LA HUMILDAD Y LA CARIDAD DE CRISTO.

 Dichoso, en verdad, aquel a quien le es dado alimentarse en el sagrado banquete y unirse en lo íntimo de su corazón a aquel cuya belleza admiran sin cesar las multitudes celestiales, cuyo afecto produce afecto, cuya contemplación da nueva fuerza, cuya benignidad sacia, cuya suavidad llena el alma, cuyo recuerdo ilumina suavemente, cuya fragancia retornará los muertos a la vida y cuya visión gloriosa hará felices a los ciudadanos de la Jerusalén celestial: él es el brillo de la gloria eterna, un reflejo de la luz eterna, un espejo sin mancha, el espejo que debes mirar cada día, oh reina, esposa de Jesucristo, y observar en él reflejada tu faz, para que así te vistas y adornes por dentro y por fuera con toda la variedad de flores de las diversas virtudes, que son las que han de constituir tu vestido y tu adorno, como conviene a una hija y esposa castísima del Rey supremo. En este espejo brilla la dichosa pobreza, la santa humildad y la inefable caridad, como puedes observar si, con la gracia de Dios, vas recorriendo sus diversas partes.

 Atiende al principio de este espejo, quiero decir a la pobreza de aquel que fue puesto en un pesebre y envuelto en pañales. ¡Oh admirable humildad, oh pasmosa pobreza! El Rey de los ángeles, el Señor del cielo y de la tierra es reclinado en un pesebre. En el medio del espejo considera la humildad, al menos la dichosa pobreza, los innumerables trabajos y penalidades que sufrió por la redención del género humano. Al final de este mismo espejo contempla la inefable caridad por la que quiso sufrir en la cruz y morir en ella con la clase de muerte más infamante. Este mismo espejo, clavado en la cruz, invitaba a los que pasaban a estas consideraciones, diciendo: ¡Oh vosotros, todos los que pasáis por el camino, mirad y ved si hay dolor semejante a mi dolor! Respondamos nosotros, a sus clamores y gemidos, con una sola voz y un solo espíritu: Mi alma lo recuerda y se derrite de tristeza dentro de mi. De este modo, tu caridad arderá con una fuerza siempre renovada, oh reina del Rey celestial.

 Contemplando además sus inefables delicias, sus riquezas y honores perpetuos, y suspirando por el intenso deseo de tu corazón, proclamarás: «Arrástrame tras de ti, y correremos atraídos por el aroma de tus perfumes, esposo celestial. Correré sin desfallecer, hasta que me introduzcas en la sala del festín, hasta que tu mano izquierda esté bajo mi cabeza y tu diestra me abrace felizmente y me beses con los besos deliciosos de tu boca.»

Contemplando estas cosas, dígnate acordarte de ésta tu insignificante madre, y sabe que yo tengo tu agradable recuerdo grabado de modo imborrable en mi corazón, ya que te amo más que nadie.