viernes, 12 de agosto de 2022

BEATO CARLO


 
Del Sermón de san Paciano, obispo, Sobre el bautismo
(Núms. 5-6: PL 13, 1092-1093)

 

PERMANEZCAMOS EN CRISTO POR NUESTRA CONDUCTA RENOVADA POR OBRA DEL ESPÍRITU

 El pecado de Adán había pasado a todo el género humano, ya que, como dice el Apóstol: Por un solo hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así pasó a todos los hombres. Por consiguiente, es necesario que la justicia de Cristo pase también a todo el género humano; y así como Adán, por su pecado, fue causa de perdición para toda su estirpe, así Cristo, por su justicia, es causa de vida para su linaje. El Apóstol insiste en ello diciendo: Como por la desobediencia de un solo hombre todos los demás quedaron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo todos quedarán constituidos justos; para que así como reinó el pecado produciendo la muerte así también reine la gracia por la justificación, dándonos vida eterna.

 Alguien podrá objetarme: «Pero el pecado de Adán con razón pasó a sus descendientes, ya que procedían de él; pero, ¿es que hemos sido engendrados por Cristo, para que podamos salvarnos por causa de él?» No penséis de modo carnal: ya veréis de qué manera hemos sido engendrados por Cristo. En la plenitud de los tiempos, Cristo tomó de María un alma y un cuerpo, porque había venido a salvar al hombre, porque no quería dejarlo bajo el poder de la muerte; por esto se unió a él y se hizo una cosa con él. Éstas son las bodas del Señor con las que se une a nuestra carne, así se realiza aquel gran misterio por el que Cristo y la Iglesia se unen en una sola persona.

 De estas bodas nace el pueblo cristiano, con la fuerza del Espíritu del Señor, que le viene de lo alto; y con la semilla celestial, que se vierte sobre nuestras almas y se introduce en ellas, nos vamos formando en el seno maternal de la Iglesia, la cual nos da a luz para la nueva vida en Cristo. De ahí que dice el Apóstol: El primer hombre, Adán, se convirtió en ser vivo; el último Adán, en espíritu que da vida. De este modo nos engendra Cristo en la Iglesia por obra de sus sacerdotes, como dice el mismo Apóstol: Yo os engendré para Cristo. Y así, la semilla de Cristo, esto es, el Espíritu de Dios, da salida al hombre nuevo, gestado en el seno de la madre Iglesia y dado a luz en la fuente bautismal, por mano del sacerdote, actuando la fe como madrina de bodas.

 Pero hay que recibir a Cristo para que nos engendre, tal como dice el apóstol Juan: A cuantos lo recibieron dio poder de llegar a ser hijos de Dios. Todo esto no puede realizarse sino mediante el signo del baño, del crisma y del obispo. Por el baño bautismal, en efecto, somos purificados de nuestros pecados; por el crisma se derrama sobre nosotros él Espíritu Santo; y ambas cosas las impetramos por la mano y la boca del obispo; y así todo el hombre renace y es renovado en Cristo, para que así como Cristo fue resucitado de entre los muertos, así también nosotros vivamos una vida nueva, esto es, despojándonos de los errores de nuestra vida anterior, permanezcamos en Cristo por nuestra conducta renovada por obra del Espíritu.

EJERCICIOS ESPIRITUALES

 

TITULO
 

[21] EXERCICIOS ESPIRITUALES PARA VENCER A SI MISMO Y ORDENAR SU VIDA, SIN DETERMINARSE POR AFFECCION ALGUNA QUE DESORDENADA SEA.

REFLEXIÓN

[21] En la catequesis tradicional se planteaban con claridad la diferencia entre pecado mortal y venial. Se podían adicionar debilidades y fallas. Hoy es un panorama algo más complejo si se desea establecer claramente la nuestra culpabilidad ante Dios, y la responsabilidad por el pecado. A eso ha contribuido un conocimiento más profundo de la libertad individual y las circunstancias que pueden impedir o trabar en alguna forma su plena ejecución. De ahí que no resulte sencillo en algunos momentos identificar y aceptar nuestra responsabilidad. Por un lado, eso y por otro una concepción más depurada de un Dios que en Jesús se revela como Padre misericordioso. En este marco de referencia situacional, se ubica el conocimiento de los afectos desordenados, los cuales serán los movimientos o tendencias que pueden llevarnos a una decisión pecaminosa de la que somos mayormente responsable. Igualmente se ubica el horizonte de ordenar la propia vida y vencerse a sí mismo, que implican un creciente autoconocimiento y una mayor sensibilidad de nuestro compromiso con nosotr@s mismos y con los demás. Ante los desafíos propios que plantea nuestro mundo hemos de ser cada vez más lúcidos, conscientes, responsables, honestos y solidarios.

 

PROSUPUESTO

[22] Para que así el que da los exercicios espirituales, como el que los rescibe, más se ayuden y se aprovechen: se ha de presuponer que todo buen christiano ha de ser más prompto a salvar la proposición del próximo, que a condenarla; y si no la puede salvar, inquira cómo la entiende, y, si mal la entiende, corríjale con amor; y si no basta, busque todos los medios convenientes para que, bien entendiéndola, se salve.

REFLEXIÓN

 [22]Nuestro esfuerzo como peregrinos en el mundo y ciudadanos del Cielo es salvar, n@s y los-las. Una proposición es una declaración verbal, un discurso, una narrativa, un modo de decir, y nosotr@s por inspiración de la buena nueva no sentenciamos ni condenamos, sino salvamos. Hay que escuchar, esforzarse por entender, corregir con amor, agotar todos los medios hasta salvar. Este preámbulo es una cosecha de San Ignacio de Loyola por los riesgos vividos en su momento, cuando personas como él daban testimonio de su experiencia de fe y podían ser contados entre desviados de la ortodoxia, candidatos a la Inquisición. El diálogo incansable para salvar es un modo de ser en el mundo para l@s cristian@s, ignacian@s, jesuitas, y personas de buena fe.