viernes, 12 de agosto de 2022

EJERCICIOS ESPIRITUALES

 

TITULO
 

[21] EXERCICIOS ESPIRITUALES PARA VENCER A SI MISMO Y ORDENAR SU VIDA, SIN DETERMINARSE POR AFFECCION ALGUNA QUE DESORDENADA SEA.

REFLEXIÓN

[21] En la catequesis tradicional se planteaban con claridad la diferencia entre pecado mortal y venial. Se podían adicionar debilidades y fallas. Hoy es un panorama algo más complejo si se desea establecer claramente la nuestra culpabilidad ante Dios, y la responsabilidad por el pecado. A eso ha contribuido un conocimiento más profundo de la libertad individual y las circunstancias que pueden impedir o trabar en alguna forma su plena ejecución. De ahí que no resulte sencillo en algunos momentos identificar y aceptar nuestra responsabilidad. Por un lado, eso y por otro una concepción más depurada de un Dios que en Jesús se revela como Padre misericordioso. En este marco de referencia situacional, se ubica el conocimiento de los afectos desordenados, los cuales serán los movimientos o tendencias que pueden llevarnos a una decisión pecaminosa de la que somos mayormente responsable. Igualmente se ubica el horizonte de ordenar la propia vida y vencerse a sí mismo, que implican un creciente autoconocimiento y una mayor sensibilidad de nuestro compromiso con nosotr@s mismos y con los demás. Ante los desafíos propios que plantea nuestro mundo hemos de ser cada vez más lúcidos, conscientes, responsables, honestos y solidarios.

 

PROSUPUESTO

[22] Para que así el que da los exercicios espirituales, como el que los rescibe, más se ayuden y se aprovechen: se ha de presuponer que todo buen christiano ha de ser más prompto a salvar la proposición del próximo, que a condenarla; y si no la puede salvar, inquira cómo la entiende, y, si mal la entiende, corríjale con amor; y si no basta, busque todos los medios convenientes para que, bien entendiéndola, se salve.

REFLEXIÓN

 [22]Nuestro esfuerzo como peregrinos en el mundo y ciudadanos del Cielo es salvar, n@s y los-las. Una proposición es una declaración verbal, un discurso, una narrativa, un modo de decir, y nosotr@s por inspiración de la buena nueva no sentenciamos ni condenamos, sino salvamos. Hay que escuchar, esforzarse por entender, corregir con amor, agotar todos los medios hasta salvar. Este preámbulo es una cosecha de San Ignacio de Loyola por los riesgos vividos en su momento, cuando personas como él daban testimonio de su experiencia de fe y podían ser contados entre desviados de la ortodoxia, candidatos a la Inquisición. El diálogo incansable para salvar es un modo de ser en el mundo para l@s cristian@s, ignacian@s, jesuitas, y personas de buena fe.


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