miércoles, 11 de enero de 2023

PALABRA COMENTADA

 

Miércoles 1 de tiempo ordinario

Año Impar

Hebreos 2,14-18



REFLEXIÓN

así, muriendo, aniquiló al que tenía el poder de la muerte, es decir, al diablo, y liberó a todos los que por miedo a la muerte pasaban la vida entera como esclavos.

El alcance y extensión del efecto de la muerte y resurrección de Jesús fue propuesto para creerlo por la primera comunidad de creyentes.

Ellos según su conocimiento de Jesús de Nazaret, mientras vivía, predicaba, curaba, padecía y moría; y según su experiencia del encuentro de fe con el Resucitado, convergieron en un testimonio proclamado y también escrito después de un tiempo, que daba un significado liberador y universal a esta entrega de Jesús.

No hay evidencia ni de tipo forense ni de otro tipo de ese significado. Sino solo narraciones de testimonios, curaciones, conversiones y martirio, para acreditarlo.

Nosotros en el siglo XXI seguimos dependiendo de ese primer testimonio, conservado y transmitido por las comunidades creyentes, a cuya globalidad llamamos Iglesia. Y la nuestra sigue siendo una dependencia de fe, que además descubre signos de su verdad en la propia existencia.

Requerimos volver con frecuencia a esta perspectiva de las cosas para ubicarnos en el sentido, valor y alcance de lo que creemos y hacer frente a los desafíos que plantea la no creencia, o la creencia en otras formas.

Nosotros creemos como parte de esa misma fe, que en el soporte y apoyo de la misma nos colabora el Espíritu del Resucitado, que impulsa el reino del Padre en la historia.

Lectura tradicional cristiana que se sustenta en la resurrección-transformación de Jesús, testimoniada por sus discípulos/as, y la cual expresa la esperanza que nos sostiene la fe y la caridad: que la muerte no es la última palabra que se puede dar en este mundo pasajero, sino la vida abierta a un sinfín de realizaciones que perdurarán eternamente. Se trata pues de un sentido de vida, que nutre la energía de vivir y se mantiene cuando otros fallan.

liberó a todos los que por miedo a la muerte pasaban la vida entera como esclavos

Temer no tiene sitio ni lugar en la existencia animada por el Espíritu del Resucitado. Temor de fondo, temor profundo, aniquilamiento moral.

No somos dueños de los temores que surgen en otro orden, pero pueden ser domesticados para que se alineen con el sentido de vida y liberación de la muerte que emana del Resucitado.

tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote compasivo y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar así los pecados del pueblo

El supuesto antropológico que soporta la creencia de esta primera comunidad, brota en una cultura específica que considera que solo tomando parte de una realidad es como se puede hablar, pensar y desarrollar o modificar la misma.

Solo siendo una persona humana concreta e inculturada podía para ellos ser parte de ellos y lograr algún cambio.

Jesús hizo creíble su misión y mensaje fraternizando históricamente.

Y todos hemos hecho la experiencia, al menos en la familia, que nuestra credibilidad, poca o mucha, se funda en nuestra convivencia.

Como él ha pasado por la prueba del dolor, puede auxiliar a los que ahora pasan por ella.

Y el supuesto antropológico y cultural prosigue hasta el extremo cuando fija el máximo de credibilidad en la persona que es capaz de padecer por su misión y su entrega es capaz de llegar hasta el ofrecimiento de su propia muerte.

Jesús no sería memorializado-valga la expresión-si no hubiera convencido a sus seguidores. Éstos no hubieran seguido hasta el martirio sino a un Jesús creíble.

Y el sufrimiento suyo como consecuencia de su misión dio el toque definitivo a esa credibilidad.

La experiencia del dolor es la fuente de la empatía espiritual. Permite vivenciar la vida sobre la muerte y modificar existencialmente las actitudes que rompen el cerco del egocentrismo hacia la solidaridad.

Salmo responsorial: 104



REFLEXIÓN

Dad gracias al Señor

Porque nos regala estos pensamientos y mociones hacia este sentido de vida.

dad a conocer sus hazañas a los pueblos

Cunde el deseo y la praxis de compartir la buena nueva entre más personas.

Se acuerda de su alianza eternamente

Nuestra fe descansa serena en la convicción de que todo Jesús: vida, mensaje, curaciones, sufrimiento, muerte y resurrección es un don del Padre.

Creerlo por lo tanto es apegarnos a un surtidor de bendición y amor vitalizador.

Otros pueden olvidar. Él no. Constantemente atiza el fuego de una pasión de búsqueda de su rostro.

Ha prendido en nosotros la chispa de una vida nueva, participación de la Resurrección de su Hijo. Y ya esto no tiene marcha atrás.

Marcos 1,29-39



REFLEXIÓN

Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles

Se aproximó, se hizo prójimo. El gesto constante de Jesús. No pasa indiferente, sino que interminablemente hace encuentros empáticos con las personas y sus necesidades apremiantes.

Jesús no rehuye la cercanía física para mostrar su ternura que cura. Como el médico que sabe que la medicina sin cuido no prospera.

Observamos en Jesús no una cosa y después otra, yuxtapuestas. Sino un fluir espontáneo entre su encuentro con la Palabra, su Padre, en la sinagoga y la curación de la fiebre a la suegra de Pedro, dando a entender que la Palabra se acredita en los hechos.

Jesús como hombre justo de su cultura no puede mirar con indiferencia la enfermedad, porque es portador de malas nuevas: el dominio de la ausencia del Señor y su bienestar. Es el pecado.

La población entera se agolpaba a la puerta

Uno entiende que los que te siguen de veras se contagian de la urgencia de aproximarse a las necesidades, sin descanso. Es la nueva vida que no cesa en expandirse

 levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar

Jesús nos muestra en el desarrollo de su misión la necesidad que existe de una constante comunicación con el que envía: el Padre.

Y de nuevo al ciclo de encuentro con la Palabra de su Padre, para dar nuevo alcance y despliegue a la misión encomendada.

Por eso es bueno retener, de nuestra parte, el sentido de proceso entre la oración y la misión como un flujo vitalizador a partir de nuestra existencia de fe en fraternidad y fraternización.

No se reduce a un grupo, un círculo o unos cuantos preferidos. Se abre siempre más.

Se podría pensar que tenemos ternura para curar, pero no suficiente apertura para repartir. Que nos hemos buscado demasiado a nosotros y nuestro propio interés.

Por qué oras Jesús? Quizás no tanto por ti sino por nosotros. Vivir como tú nos señalas implica un desgaste de la carne que porta el espíritu. Y necesitamos fortalecernos constantemente para no decaer. Lo que comienza bien puede deshacerse, torcerse, terminar mal. La cizaña no duerme en su crecimiento, para atajar el fruto.

"Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido."

Ayúdanos a comprender que hemos de darnos a muchos más allá de los círculos acostumbrados, donde se requiera.

Es lo admirable de ciertos hombres que dejan en manos de otros asignarles su misión: lugar, tiempo, modalidad.

Y así se alejan de buscarse a sí mismos. Y conectan con el designio en forma más pura y auténtica.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1613140487099006979?s=20&t=RYIPadhbxpdztob28DdP7w

DOCTORES DE LA IGLESIA


 
Del Tratado de san Ireneo, obispo, Contra las herejías
(Libro 4, 6, 3. 5. 6. 7: SC 100, 442. 446. 448-454)
 
EL PADRE ES CONOCIDO POR LA MANIFESTACIÓN DEL HIJO

 

Nadie puede conocer al Padre sin el Verbo de Dios, esto es, si no se lo revela el Hijo, ni conocer al Hijo sin el beneplácito del Padre. El Hijo es quien cumple este beneplácito del Padre; el Padre, en efecto, envía, mientras que el Hijo es enviado y viene. Y el Padre, aunque invisible e inconmensurable por lo que a nosotros respecta, es conocido por su Verbo, y, aunque inexplicable, el mismo Verbo nos lo ha expresado. Recíprocamente, sólo el Padre conoce a su Verbo; así nos lo ha enseñado el Señor. Y por esto el Hijo nos revela el conocimiento del Padre por la manifestación de sí mismo, ya que el Padre es conocido por la manifestación del Hijo: todo es manifestado por obra del Verbo.

Para esto el Padre reveló al Hijo, para darse a conocer a todos a través de él, y para que todos los que creyesen en él mereciesen ser recibidos en la incorrupción y en el lugar del eterno consuelo (porque creer en él es hacer su voluntad).

Ya por el mismo hecho de la creación el Verbo revela a Dios creador, por el hecho de la existencia del mundo al Señor que lo ha fabricado, por la materia modelada al artífice que la ha modelado y a través del Hijo al Padre que lo ha engendrado; sobre esto hablan todos de manera semejante, pero no todos creen de manera semejante. También el Verbo se anunciaba a sí mismo y al Padre a través de la ley y de los profetas; y todo el pueblo lo oyó de manera semejante, pero no todos creyeron de manera semejante. Y el Padre se mostró a sí mismo, hecho visible y palpable en la persona del Verbo, aunque no todos creyeron por igual en él; sin embargo, todos vieron al Padre en la persona del Hijo, pues la realidad invisible que veían en el Hijo era el Padre, y la realidad visible en la que veían al Padre era el Hijo.

El Hijo, pues, cumpliendo la voluntad del Padre, lleva a perfección todas las cosas desde el principio hasta el fin, y sin él nadie puede conocer a Dios. El conocimiento del Padre es el Hijo, y el conocimiento del Hijo está en poder del Padre y nos lo comunica por el Hijo. En este sentido decía el Señor: Nadie conoce al Hijo sino el Padre, como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar. Las palabras se lo quiere revelar no tienen sólo un sentido futuro, como si el Verbo hubiese empezado a manifestar al Padre al nacer de María, sino que tienen un sentido general que se aplica a todo tiempo. En efecto, el Padre es revelado por el Hijo, presente ya desde el comienzo en la creación, a quienes quiere el Padre, cuando quiere y como quiere el Padre. Y por esto, en todas las cosas y a través de todas las cosas, hay un solo Dios Padre, un solo Verbo, el Hijo, y un solo Espíritu, como hay también una sola salvación para todos los que creen en él.

REFLEXIÓN

Leyendo esto me viene a la reflexión la centralidad absoluta de Jesús Cristo para la Revelación del Verdadero Dios, bajo ataque de la intelectualidad teológica, renovada en estos tiempos de "post": post verdad, post Dios, post religión, post cristianismo...Un "post"que cuenta con el favor de los medios globales de desinformación. Ciertamente ya los místicos enunciaron y antes los profetas que a Dios no se le conoce por ser Misterio Absoluto. Sólo que él enviado Jesucristo afirma eso, que es enviado para Revelar, lo que en otra forma no se conocerá. Y ofrece signos de lo que dice: Palabras y obras.