Miércoles 1 de tiempo
ordinario
Año Impar
Hebreos 2,14-18
REFLEXIÓN
así, muriendo, aniquiló
al que tenía el poder de la muerte, es decir, al diablo, y liberó a todos los que por miedo
a la muerte pasaban la vida entera como esclavos.
El
alcance y extensión del efecto de la muerte y resurrección de Jesús fue
propuesto para creerlo por la primera comunidad de creyentes.
Ellos
según su conocimiento de Jesús de Nazaret, mientras vivía, predicaba, curaba,
padecía y moría; y según su experiencia del encuentro de fe con el Resucitado,
convergieron en un testimonio proclamado y también escrito después de un
tiempo, que daba un significado liberador y universal a esta entrega de Jesús.
No
hay evidencia ni de tipo forense ni de otro tipo de ese significado. Sino solo
narraciones de testimonios, curaciones, conversiones y martirio, para
acreditarlo.
Nosotros
en el siglo XXI seguimos dependiendo de ese primer testimonio, conservado y
transmitido por las comunidades creyentes, a cuya globalidad llamamos Iglesia.
Y la nuestra sigue siendo una dependencia de fe, que además descubre signos de
su verdad en la propia existencia.
Requerimos
volver con frecuencia a esta perspectiva de las cosas para ubicarnos en el
sentido, valor y alcance de lo que creemos y hacer frente a los desafíos que
plantea la no creencia, o la creencia en otras formas.
Nosotros
creemos como parte de esa misma fe, que en el soporte y apoyo de la misma nos
colabora el Espíritu del Resucitado, que impulsa el reino del Padre en la
historia.
Lectura
tradicional cristiana que se sustenta en la resurrección-transformación de
Jesús, testimoniada por sus discípulos/as, y la cual expresa la esperanza que
nos sostiene la fe y la caridad: que la muerte no es la última palabra que se
puede dar en este mundo pasajero, sino la vida abierta a un sinfín de
realizaciones que perdurarán eternamente. Se trata pues de un sentido de vida,
que nutre la energía de vivir y se mantiene cuando otros fallan.
liberó a todos los que por miedo a la muerte pasaban la vida entera como esclavos
Temer
no tiene sitio ni lugar en la existencia animada por el Espíritu del
Resucitado. Temor de fondo, temor profundo, aniquilamiento moral.
No
somos dueños de los temores que surgen en otro orden, pero pueden ser domesticados
para que se alineen con el sentido de vida y liberación de la muerte que emana
del Resucitado.
tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo
sacerdote compasivo y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar así los
pecados del pueblo
El
supuesto antropológico que soporta la creencia de esta primera comunidad, brota
en una cultura específica que considera que solo tomando parte de una realidad
es como se puede hablar, pensar y desarrollar o modificar la misma.
Solo
siendo una persona humana concreta e inculturada podía para ellos ser parte de
ellos y lograr algún cambio.
Jesús
hizo creíble su misión y mensaje fraternizando históricamente.
Y
todos hemos hecho la experiencia, al menos en la familia, que nuestra
credibilidad, poca o mucha, se funda en nuestra convivencia.
Como él ha pasado por la prueba del dolor, puede auxiliar a
los que ahora pasan por ella.
Y
el supuesto antropológico y cultural prosigue hasta el extremo cuando fija el
máximo de credibilidad en la persona que es capaz de padecer por su misión y su
entrega es capaz de llegar hasta el ofrecimiento de su propia muerte.
Jesús
no sería memorializado-valga la expresión-si no hubiera convencido a sus
seguidores. Éstos no hubieran seguido hasta el martirio sino a un Jesús
creíble.
Y
el sufrimiento suyo como consecuencia de su misión dio el toque definitivo a
esa credibilidad.
La
experiencia del dolor es la fuente de la empatía espiritual. Permite vivenciar
la vida sobre la muerte y modificar existencialmente las actitudes que rompen
el cerco del egocentrismo hacia la solidaridad.
Salmo responsorial: 104
REFLEXIÓN
Dad gracias al Señor
Porque
nos regala estos pensamientos y mociones hacia este sentido de vida.
dad a conocer sus hazañas a los pueblos
Cunde
el deseo y la praxis de compartir la buena nueva entre más personas.
Se acuerda de su alianza eternamente
Nuestra
fe descansa serena en la convicción de que todo Jesús: vida, mensaje,
curaciones, sufrimiento, muerte y resurrección es un don del Padre.
Creerlo
por lo tanto es apegarnos a un surtidor de bendición y amor vitalizador.
Otros
pueden olvidar. Él no. Constantemente atiza el fuego de una pasión de búsqueda
de su rostro.
Ha
prendido en nosotros la chispa de una vida nueva, participación de la
Resurrección de su Hijo. Y ya esto no tiene marcha atrás.
Marcos 1,29-39
REFLEXIÓN
Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le
pasó la fiebre y se puso a servirles
Se
aproximó, se hizo prójimo. El gesto constante de Jesús. No pasa indiferente,
sino que interminablemente hace encuentros empáticos con las personas y sus
necesidades apremiantes.
Jesús no rehuye la cercanía física para mostrar su
ternura que cura. Como el médico que sabe que la medicina sin cuido no
prospera.
Observamos
en Jesús no una cosa y después otra, yuxtapuestas. Sino un fluir espontáneo
entre su encuentro con la Palabra, su Padre, en la sinagoga y la curación de la
fiebre a la suegra de Pedro, dando a entender que la Palabra se acredita en los
hechos.
Jesús
como hombre justo de su cultura no puede mirar con indiferencia la enfermedad,
porque es portador de malas nuevas: el dominio de la ausencia del Señor y su
bienestar. Es el pecado.
La población entera se agolpaba a la puerta
Uno
entiende que los que te siguen de veras se contagian de la urgencia de
aproximarse a las necesidades, sin descanso. Es la nueva vida que no cesa en
expandirse
levantó de madrugada,
se marchó al descampado y allí se puso a orar
Jesús
nos muestra en el desarrollo de su misión la necesidad que existe de una
constante comunicación con el que envía: el Padre.
Y
de nuevo al ciclo de encuentro con la Palabra de su Padre, para dar nuevo
alcance y despliegue a la misión encomendada.
Por
eso es bueno retener, de nuestra parte, el sentido de proceso entre la oración
y la misión como un flujo vitalizador a partir de nuestra existencia de fe en
fraternidad y fraternización.
No se reduce a un grupo, un círculo o unos cuantos
preferidos. Se abre siempre más.
Se podría pensar que tenemos ternura para curar, pero
no suficiente apertura para repartir. Que nos hemos buscado demasiado a
nosotros y nuestro propio interés.
Por
qué oras Jesús? Quizás no tanto por ti sino por nosotros. Vivir como tú nos
señalas implica un desgaste de la carne que porta el espíritu. Y necesitamos
fortalecernos constantemente para no decaer. Lo que comienza bien puede
deshacerse, torcerse, terminar mal. La cizaña no duerme en su crecimiento, para
atajar el fruto.
"Vámonos a otra parte, a las
aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido."
Ayúdanos
a comprender que hemos de darnos a muchos más allá de los círculos
acostumbrados, donde se requiera.
Es
lo admirable de ciertos hombres que dejan en manos de otros asignarles su
misión: lugar, tiempo, modalidad.
Y
así se alejan de buscarse a sí mismos. Y conectan con el designio en forma más
pura y auténtica.
https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1613140487099006979?s=20&t=RYIPadhbxpdztob28DdP7w
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