domingo, 31 de agosto de 2025

DOCTORES DE LA IGLESIA



De los Sermones de san Agustín, obispo
(Sermón 23 A, 1-4: CCL 41, 321-323)

EL SEÑOR SE HA COMPADECIDO DE NOSOTROS

Dichosos nosotros si llevamos a la práctica lo que escuchamos y cantamos. Porque cuando escuchamos es como si sembráramos una semilla, y cuando ponemos en práctica lo que hemos oído es como si esta semilla fructificara. Empiezo diciendo esto porque quisiera exhortaros a que no vengáis nunca a la iglesia de manera infructuosa, limitándoos sólo a escuchar lo que allí se dice, pero sin llevarlo a la práctica. Porque, como dice el Apóstol, estáis salvados por su gracia, pues no se debe a las obras, para que nadie pueda presumir. No ha precedido, en efecto, de parte nuestra una vida santa, cuyas acciones Dios haya podido admirar, diciendo por ello: «Vayamos al encuentro y premiemos a estos hombres, porque la santidad de su vida lo merece.» A Dios le desagradaba nuestra vida, le desagradaban nuestras obras; le agradaba, en cambio, lo que él había realizado en nosotros. Por ello, en nosotros, condenó lo que nosotros habíamos realizado y salvó lo que él había obrado.

Nosotros, por tanto, no éramos buenos. Y, con todo, él se compadeció de nosotros y nos envió a su Hijo a fin de que muriera, no por los buenos, sino por los malos; no por los justos, sino por los impíos. Dice, en efecto, la Escritura: Cristo murió por los pecadores. Y ¿qué se dice a continuación? Apenas habrá quien dé su vida por un justo; quizás por un bienhechor se exponga alguno a perder la vida. Es posible, en efecto, encontrar quizás alguno que se atreva a morir por un bienhechor; pero por un inicuo, por un malhechor, por un pecador, ¿quién querrá entregar su vida, a no ser Cristo, que fue justo hasta tal punto que justificó incluso a los que eran injustos?

Ninguna obra buena habíamos realizado, hermanos míos; todas nuestras acciones eran malas. Pero, a pesar de ser malas las obras de los hombres, la misericordia de Dios no abandonó a los humanos. Y Dios envió a su Hijo para que nos rescatara, no con oro o plata, sino a precio de su sangre, la sangre de aquel Cordero sin mancha, llevado al matadero por el bien de los corderos manchados, si es que debe decirse simplemente manchados y no totalmente corrompidos. Tal ha sido, pues, la gracia que hemos recibido. Vivamos, por tanto, dignamente, ayudados por la gracia que hemos recibido y no hagamos injuria a la grandeza del don que nos ha sido dado. Un médico extraordinario ha venido hasta nosotros y todos nuestros pecados han sido perdonados. Si volvemos a enfermar no sólo nos dañaremos a nosotros mismos, sino que seremos además ingratos para con nuestro médico.

Sigamos, pues, las sendas que él nos indica e imitemos, en particular, su humildad, aquella humildad por la que él se rebajó a sí mismo en provecho nuestro. Esta senda de humildad nos la ha enseñado él con sus palabras y, para darnos ejemplo, él mismo anduvo por ella, muriendo por nosotros. Para poder morir por nosotros, siendo como era inmortal, la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros. Así el que era inmortal se revistió de mortalidad para poder morir por nosotros y destruir nuestra muerte con su muerte.

Esto fue lo que hizo el Señor, éste el don que nos otorgó. Siendo grande, se humilló; humillado, quiso morir; habiendo muerto, resucitó y fue exaltado para que nosotros no quedáramos abandonados en el abismo, sino que fuéramos exaltados con él en la resurrección de los muertos los que ya desde ahora hemos resucitado por la fe y por la confesión de su nombre. Nos dio y nos indicó, pues, la senda de la humildad. Si la seguimos confesaremos al Señor y con toda razón le daremos gracias, diciendo: Te damos gracias, oh Dios, te damos gracias, invocando tu nombre.

sábado, 30 de agosto de 2025

PALABRA COMENTADA


 

Sábado 21 de tiempo ordinario

Año Impar


1Tesalonicenses 4,9-11



REFLEXIÓN


esforzaos por mantener la calma, ocupándoos de vuestros propios asuntos


Lo que tengo que hacer y tengo enfrente. El ahora que me da quehacer.


Son las dimensiones del tiempo y el espacio propias de mi responsabilidad para conmigo y los demás.


Es mucho si somos fieles y nos nos evadimos a situaciones, lugares, tiempos menos reales.La evasión es aliada del desvío, la distorsión, la deslealtad.


Salmo responsorial: 97



REFLEXIÓN


llega para regir la tierra


Es el Señor y tiene el dominio. Se le haga o no lugar, él rige.


Aun en su estilo sutil y silencioso, su voluntad se va imponiendo.


Es una ventaja trabajar a su favor.


El sentido de vida se va haciendo potente y luminoso cuando su designio es asumido procesualmente.


Mateo 25,14-30



REFLEXIÓN


dijo Jesús a sus discípulos esta parábola


Por la naturaleza enigmática, para nosotros, de la realidad del reino, Jesús habla en parábolas.


Referencias a la realidad cultural de su tiempo desentrañadas para inspirar significados ulteriores e inquietud de comprender.

No se da la solución hecha sino que se deja para pensar, discutir y decidir.


Trozos de la vida corriente elevados a paradigmas éticos que punzan como confrontación para un cambio de estilo de vida.


los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad


Una forma de verlo es a través de la Teoría de la Conspiración: sospechando una mala intención, una agenda tras la actuación de este señor, que deja a sus trabajadores dinero para negociar en su ausencia.


Otra manera, quizás la propia de la parábola en la intención de Jesús, trata de la participación en el desafío que permita crecer más según sus potencialidades.


Estos trabajadores tienen la oportunidad de ser más autónomos y tomar decisiones. Todo un modelo para la empleomanía actual, que poco o nada dignifica al trabajador.


Así, cómo miramos los desafíos que día a día nos va trayendo la existencia y nos piden respuesta?


Si acaso desconfío que son pruebas y trampas para mi perdición? O confío que son oportunidades para mostrar lo que soy y crecer más?


el que recibió uno, hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor


Pero tampoco se trata de esto: anularse, temer, inhibir la propia potencialidad.


Se trata de no alzarse con lo que se nos entregó como don, como si fuera algo debido.


La vida que poseemos es un don que llama a la colaboración generosa, con toda nuestra capacidad. Pero es un don.


como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor


Ser fiel puede también significar llegar a ser tan colaborador en el designio, que el Señor también confía en nosotros como nosotros en Él. Que soy un buen administrador de lo que me ha confiado.

tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra


El mensaje del Resucitado es constante: no tener miedo.


En Jesús no hay un Señor con una segunda intención para hundirnos.


Todo lo contrario. Se trata de una clave evangélica que nos sostiene en nuestra dignidad.


No sólo somos sus criaturas e hijos suyos. Además tenemos su amistad inconmovible.


Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque el que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene.


La acumulación de bienes que persigue la codicia en el mundo, tiene su correlato en la vida del Espíritu, porque la colaboración con el Señor aumenta nuestra potencialidad. Con Él soy más.


Porque el que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene


Se recomienda la diligencia para hacer producir los talentos en el Reino. Los que se tengan.


La poquedad de los miembros de la comunidad frente a la prepotencia de los de fuera no implica inacción, sino diligencia con los talentos pero para la gloria de Dios.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1697929817625141391?s=20

https://x.com/motivaciondehoy  300825

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Sábado 21 de tiempo ordinario

Año Impar

1Tesalonicenses 4,9-11

Amor fraterno para la misión apostólica, no para el gusto personal. Si se da tanto mejor, pero no es imprescindible

Salmo responsorial: 97

Llega a regir la tierra, con nuestro concurso, que es el amar apostólico

Mateo 25,14-30

El temor paraliza la buena acción que es el bien, como amor apostólico, semejanza de Dios Salvador.