sábado, 12 de agosto de 2023

DOCTOR DE LA IGLESIA


 
Del Tratado de san Ireneo, obispo, Contra las herejías
(Libro 4, 17, 4-6: SC 100, 590-594)


YO QUIERO MISERICORDIA Y NO SACRIFICIOS

Dios quería de los israelitas, por su propio bien, no sacrificios y holocaustos, sino fe, obediencia y justicia. Y así, por boca del profeta Oseas, les manifestaba su voluntad, diciendo: Yo quiero misericordia y no sacrificios; conocimiento de Dios, más que holocaustos. Y el mismo Señor en persona les advertía: Si hubieseis comprendido bien lo que quiere decir: «Yo quiero misericordia y no sacrificios», no habríais juzgado mal de los que no han cometido pecado alguno, con lo cual daba testimonio a favor de los profetas, de que predicaban la verdad, y a ellos les echaba en cara su culpable ignorancia.


Y al enseñar a sus discípulos a ofrecer a Dios las primicias de su creación, no porque él lo necesite, sino para el propio provecho de ellos, y para que se mostrasen agradecidos, tomó pan, que es un elemento de la creación, pronunció la acción de gracias, y dijo: Esto es mi cuerpo. Del mismo modo, afirmó que el cáliz, que es también parte de esta naturaleza creada a la que pertenecemos, es su propia sangre, con lo cual nos enseñó cuál es la oblación del nuevo Testamento; y la Iglesia, habiendo recibido de los apóstoles esta oblación, ofrece en todo el mundo a Dios, que nos da el alimento, las primicias de sus dones en el nuevo Testamento, acerca de lo cual Malaquías, uno de los doce profetas menores, anunció por adelantado: Vosotros no me agradáis —dice el Señor de los ejércitos—, no me complazco en la ofrenda de vuestras manos. Desde el oriente hasta el poniente es grande mi nombre entre las naciones, y en todo lugar se ofrecerá incienso a mi nombre y una oblación pura, porque mi nombre es grande entre las naciones —dice el Señor de los ejércitos—, con las cuales palabras manifiesta con toda claridad que cesarán los sacrificios del pueblo antiguo y que en todo lugar se le ofrecerá un sacrificio, y éste ciertamente puro, y que su nombre será glorificado entre las naciones.

Este nombre que ha de ser glorificado entre las naciones no es otro que el de nuestro Señor, por el cual es glorificado el Padre, y también el hombre. Y si el Padre se refiere a su nombre, es porque en realidad es el mismo nombre de su propio Hijo, y porque el hombre ha sido hecho por él. Del mismo modo que un rey, si pinta una imagen de su hijo, con toda propiedad podrá llamar suya aquella imagen, por la doble razón de que es la imagen de su hijo y de que es él quien la ha pintado, así también el Padre afirma que el nombre de Jesucristo, que es glorificado por todo el mundo en la Iglesia, es suyo porque es el de su Hijo y porque el mismo, que escribe estas cosas, lo ha entregado por la salvación de los hombres.
Por lo tanto, puesto que el nombre del Hijo es propio del Padre, y la Iglesia ofrece al Dios todopoderoso por Jesucristo, con razón dice, por este doble motivo: En todo lugar se ofrecerá incienso a mi nombre y una oblación pura. Y Juan, en el Apocalipsis, nos enseña que el incienso es las oraciones de los santos.

viernes, 11 de agosto de 2023

PALABRA COMENTADA

 

VIERNES 18 DE TIEMPO ORDINARIO

Año Impar

Deuteronomio 4,32-40



REFLEXIÓN

¿hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el fuego, y haya sobrevivido?

No obstante el terror que provoca la gloria de su majestad, y los relatos sobre la intervención terrible del Señor contra Israel y su enemigos, existen muchos relatos que superan ese primitivismo guerrero, proyección de pueblos en fase de conquista y afirmación, y muestran una divinidad inclinada al favor, la gracia y la benignidad.

La división entre un Dios del Antiguo Testamento y otro del Nuevo, no se sostiene absolutamente, y procede de una interpretación que simplifica el significado del Nuevo.

No respeta esa interpretación una matización y una variedad de ángulos que hacen del llamado Antiguo Testamento la antesala o el nicho donde se ubicará definitivamente la Palabra encarnada.

para que reconozcas que el Señor es Dios, y no hay otro fuera de él

Único en el sentido de singular, propio y exclusivo. Como Él no hay otro.

para desposeer ante ti a pueblos más grandes y fuertes que tú, para traerte y darte sus tierras en heredad, cosa que hoy es un hecho

Pero como aprendió Israel a lo largo de su historia, un Dios libre para desposeer a quien había colmado de favores.

Para Él no hay seguridad que valga, construída en la injusticia y la iniquidad.

Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro

En lo que María, madre de Jesús es el auténtico paradigma: escuchar con el corazón.

La sede de nuestra convicción, y donde no podemos seguir engañándonos.

Salmo responsorial: 76



REFLEXIÓN

Guiabas a tu pueblo, como a un rebaño, / por la mano de Moisés y de Aarón.

Forma parte del dinamismo de su palabra hacer ver en el liderazgo humano legítimo su presencia, no obstante que el humano es falible y yerra.

Nos enseña a ver que el liderazgo también es colectivo, porque el Espíritu se le entrega al Pueblo de Dios.

Mateo 16,24-28



REFLEXIÓN

El que quiera venirse conmigo, que se niegue s sí mismo, que cargue con su cruz y me siga

Porque cruz siempre hay, se quiera o no. Es mejor cargarla voluntariamente que ser oprimido y arrastrado por su peso a pesar de nuestra rebeldía y protesta.

Es mejor que ella se cargue, inspirados por un amor de seguimiento, que honra la entrega de Jesús.

Y en esas condiciones me siga: en una negación que es consecuencia de la entrega al reino de Dios en toda su riqueza, diversidad y amplitud. Haciendo el bien con discernimiento.

Ello generará la cruz particular que hemos de cargar. Porque el hacer el bien con discernimiento implica un tanto cuanto que inhibe el afectarse a nada que no sea partícipe del designio del Padre.

el que la pierda por mí la encontrará

El desgaste cotidiano por el Señor también cuenta para ir encontrando la vida.

Perder por el reino es una contravía a la receta del éxito mundano: el esforzarse por ser un ganador, no importa sobre cuántas cabezas.

¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida?

Estamos troquelados por el sistema capitalista de mercado. Somos por tanto sensibles a ser considerados perdedores. Y nos esforzamos para ser siempre ganadores.

Un sistema diferente, evangélico, nos plantea el reverso del anverso: ser perdedores de la vida-concupiscencia y asumir la cruz produce ganancia. Es una ganancia que se deja sentir desde ya.

De qué me sirve recibir todo el reconocimiento y los recursos que anhelo si voy a perder la vida? Es preferible no recibirlos.

y entonces pagará a cada uno según su conducta.

Los sicólogos y filósofos extreman su purismo cuando concluyen que lo perfecto consiste en no esperar premio ni recompensa, porque eso es de niños, impuro e imperfecto.

Pero el Señor gusta que seamos como niños con Él. Incluso lo alaba Jesús cuando acoge los niños. Porque a ellos no les da pena reconocer que le gustan los premios y las recompensas.

Y el Padre de Jesús lo ha enviado para que nos seduzca con la promesa de una vida junto a él. No es posible no esperar por ello.

Es preferible recibir su paga. La cual se barrunta desde la sede de la verdad y convicción que vive dentro de nosotros y nos mantiene orientados.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1689949524209364992?s=20

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Deuteronomio 4,32-40

Dios es como un buen matón, que no abusa sino que defiende a débiles. En el relato se da a conocer una divinidad que gusta ser conocida por su protección del más pequeño, del insignificante, del que se siente a gusto con su modo peculiar de ser. Israel en su sabiduría cultural expresa el estilo Misterioso de este Ser especial que nunca lo ha soltado, aunque si probado. Y los seguidores de Jesús, van tras alguien israelita que abrió esa sabiduría a muchos otros. Defendiendo al pequeño.

Salmo responsorial: 76

Constantemente se nos plantea qué tipo de rebaño queremos ser, y la opción por un Dios Pastor peculiar, que no abandona ni siquiera al que se pierde por sí mismo.

Mateo 16,24-28

Perder el alma es la peor tragedia, incluso para los que no creen en ella, porque no creen en sí mismos. Llevar la cruz es parte de salvarse salvando el alma, nuestro centro, nuestro hontanar, del que brota todo. El cual nos toma toda la vida penetrar y ajustarnos. Tanto que sin una ayuda proporcionada no logramos hacerlo, y nos extraviamos tomando otros modelos de autoconocimiento. Si no nos perdemos nos aprenderemos a dejarnos encontrar.