Domingo 20 de
tiempo ordinario
Jeremías 38, 4-6. 8-10
REFLEXIÓN
Ese hombre no busca el bien del pueblo, sino
su desgracia
La
Palabra pronunciada en su voz profética no da ninguna garantía de ser inspirada
y puede ser disputada, debatida, minimizada o tergiversada.
Así
queda sin magia o atracción eloquente alguna a consideración de la conciencia
creyente, para su aceptación y consecuente conversión.
El
profeta no debe esperar que su discurso derrumbe al pueblo convencido y
arrepentido.
Debe
posicionarse en que el efecto salvífico es obra del Señor, quien por su
Espíritu trastoca los corazones, sin violar su libertad, que es su propio don.
Mi rey y señor, esos hombres han tratado
inicuamente al profeta Jeremías, arrojándolo al aljibe, donde morirá de hambre,
porque no queda pan en la ciudad
Aunque
la liberación de los siervos de Dios de manos de sus perseguidores puede o no
ocurrir, ellos persisten por su fe en la visión de la Palabra que han de
entregar, hasta dar la vida como señal de su autenticidad.
Por
temible que parezca este fin, el Señor asiste con su fortaleza al mártir en su
testimonio final.
Salmo responsorial: 39
REFLEXIÓN
Me levantó de la fosa fatal, de la charca
fangosa; afianzó mis pies sobre roca, y aseguró mis pasos
Esta
Palabra es la garantía esperada sobre la inspiración del Señor y sólo es
visible a la fe del siervo que vive el trance del testimonio controvertido.
Ignacio
de Loyola pedía para sí y en sus ejercicios persuade a los ejercitantes,
padecer por el Señor.
Quizás
en tales circunstancias de persecución por el Reino, se da la convicción de la
inspiración del Señor, que hace de la vida del creyente su paso histórico por
el mundo para salvarlo.
Yo soy pobre y desgraciado, pero el Señor se
cuida de mí; tú eres mi auxilio y mi liberación: Dios mío, no tardes
El
discípulo testigo aprecia convertir su vida en una muestra del poder de Dios,
que ampara a débiles, pobres, gente sin influencia o asistencia de los grandes
en el mundo.
Vivir
sin alianza con el poder y la riqueza es la consigna de quienes han hecho del
Señor su heredad.
Hebreos 12, 1-4
REFLEXIÓN
Una nube ingente de testigos nos rodea
Tal modo
de vivir no configura un estilo de vida esotérico, estrambótico o
extraordinario, porque los mártires aún sin sangre son multitud, y en la medida
que los vamos conociendo, inducen nuestra dureza a someterse a la
transformación de la Palabra.
renunciando al gozo inmediato, soportó la
cruz, despreciando la ignominia
Tal
parece que historiadores de la cultura encuentran en ciertos fenómenos y
expresiones la matriz de donde los creyentes del reino han copiado su estilo de
vida.
Tal ha
sido la etiqueta de estoicos para descifrar a las comunidades primitivas en su
modo de afrontar las persecuciones.
Descrifran
sin dar oportunidad a la originalidad de la conversión cristiana que tiene una
matriz única: Jesús de Nazareth.
Todavía no habéis llegado a la sangre en
vuestra pelea contra el pecado
No nos
quejemos demasiado por nuestros padecimientos personales y sociales, sino más
bien considerémoslas como oportunidades de fortalecimiento para la entrega
final que la Palabra disponga de nuestras vidas, al cabo de nuestra
transformación en la historia del reino.
Lucas 12, 49-53
REFLEXIÓN
He venido a prender fuego en el mundo, ¡y
ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia
hasta que se cumpla
No es la
expresión de un pirómano exaltado, sino el fuego del amor al reino del Padre,
que no deja quieto y consume al que lo vive, instigando todo lo que hace.
No ha
faltado gente de buena voluntad, cansada de los límites sociales en los que se
les ha confinado, que asumió este fuego como el de las armas que matan
físicamente, para propiciar un cambio social.
Tales
conciencias nos son vedadas de juzgar para condenar. Solo que las consecuencias
de tal fuego son otros fuegos y el holocausto de inocentes.
Porque
el enemigo del reino asume el papel de algo bueno que desvía la Palabra
inspirada.
¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz?
No, sino división.
La
Palabra en sus testigos se abre paso en medio de la persecución y el
desprestigio, para que su aceptación sea un acto de libre voluntad y
seguimiento.
una familia de cinco estará dividida
El
reducto más sensible a la inestabilidad se ha convertido en escenario de
infiernos de confrontación: la familia.
Quienes
claman que el ordenamiento de la sociedad descansa en la familia sana, olvidan
que la misma podrá convertirse en campo de batalla, si no se le da oportunidad al
reino para crecer.
Por lo
tanto el esfuerzo ha de enfocarse en la familia que escucha la Palabra, y por
ella se transforma en comunidad de ágape, no únicamente filial o erótica.
Si los
valores éticos y morales no son los del reino de los cielos, no convertirán la
familia en un santuario inmune a la división y la guerra de sus miembros.
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