sábado, 27 de septiembre de 2025

PALABRA COMENTADA

 


 

Sábado 25 de tiempo ordinario

Año Impar


Zacarías 2,5-9.14-15ª



REFLEXIÓN

"Alégrate y goza, hija de Sión, que yo vengo a habitar dentro de ti - oráculo del Señor-. Aquel día se unirán al Señor muchos pueblos, y serán pueblo mío, y habitaré en medio de ti."


Por ahora sólo como figura de María, de la Iglesia y de la Ciudad Santa, dividida y peleada por varios pueblos


Como figura ayuda a esperar una realización de inhabitación del Señor, causa de gozo.


Jerusalén, María, Iglesia, pueblo creyente.


Realidades místicas e históricas en co-relación de gracia y libertad.


Habitan dentro de ti, habitan dentro de Él, en intimidad mayor que lo más íntimo nuestro.


En estas realidades nos movemos, existimos y somos.


Porque el derroche en la devoción mariana expresada en tantas versiones multisecularmente, señala una realidad significativa para una porción creyente de la humanidad.


Hoy con el tema de género y la identidad femenina en alza, esta realidad místico-histórica cobra más realce, porque rescata a la mujer de la cosificación sexual biológica que durante tanto tiempo se le había asignado como rol preferente.


Y así esas realidades se inundan de significado femenino complementario al varón.


Jerusalén como ciudad de integración fraterna en paz, María como la mujer nueva, la Iglesia como la comunidad peregrina de hombres y mujeres, y los creyentes

que aportan su singularidad de género a las expresiones de fe.


Interleccional: Jeremías 31,10-13



REFLEXIÓN


"El que dispersó a Israel lo reunirá, / lo guardará como un pastor a su rebaño."


Todo está en sus manos, todo lo hace para nuestro bien.


Israel ha sufrido, Israel ha sido reunido parcialmente y en medio de conflictos.


Lo mismo nosotros, Israel en espíritu, que dependemos de nuestros hermanos mayores.


Lucas 9,43b-45



REFLEXIÓN


entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: "Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres." Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro que no cogían el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto


Faltaba la iluminación y fortaleza del Espíritu del Resucitado.


Esto desde la perspectiva de una existencia histórica Jesuánica, no de cristología eclesiástica, sobre un fin violento, sin disimulo.

Por otro lado la historia de los profetas y cómo fueron martirizados, ayudó a configurar y reflotar la intuición de cuán verídicamente moriría el Señor Jesús.


Los agentes de pastoral a lo largo de su misión, breve o larga, son tentados de dos extremos: insertarse tanto en la agonía y muerte del pobre en todo sentido, hasta llegar a la desesperanza e impotencia rabiosa, o evadirse al misticismo que maquilla de cielo las realidades que aún no se consuman.


Vivir esa tensión cotidianamente en ágape creyente y esperanzado, es un don del Señor.


Jesús lo tenía claro, pero en ese sentido.


En consecuencia transitaba la soledad del líder, en su visión y coraje para la misión.


Los discípulos no, hasta que fueron reforzados por la pascua de Jesús resucitado.


En la meditación de las dos banderas de los ejercicios ignacianos se intenta transmitir ese aire de tensión que aguarda al ejercitante, en el pórtico mismo del seguimiento a Jesús de Nazareth.


Ignacio no abusa del posible romanticismo que pueda haber invadido al ejercitante al finalizar la primera semana con el perdón de los pecados conocidos.


Sino que más bien intenta, en medio de este trabajo de gracia y libertad, abrirle los ojos del espíritu a una ruta de peregrinación que puede ser muy ruda. Mejor verlo a tiempo.

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Zacarías 2,5-9.14-15a

Jerusalén no es fácil, porque evoca derrota y luto, pero también esperanza de vida para los pueblos, como ciudad abierta. Se trata de una transformación.

Interleccional: Jeremías 31,10-13

Hay motivo para la danza alegre, pero no inmediatamente, sino en esperanza.

Lucas 9,43b-45

El exorcismo manifiesta el fondo de la trama: combate para desalojar al usurpador del dominio sobre la creación. Cómo se puede estar venciendo y a la vez morir en el intento, con el anuncio de una próxima ejecución? Por eso es un lenguaje oscuro, presagioso, y el cual da miedo aclarar.

SAN CARLO DE JESÚS ACUTIS DE ASÍS

 


 


De los Escritos de san Vicente de Paúl, presbítero.
(Carta 2.546: «Correspondance, entretiens, documents», París 1922-1925, 7)

EL SERVICIO A LOS POBRES HA DE SER PREFERIDO A TODO

Nosotros no debemos estimar a los pobres por su apariencia externa o su modo de vestir, ni tampoco por sus cualidades personales, ya que con frecuencia son rudos e incultos. Por el contrario, si consideráis a los pobres a la luz de la fe, os daréis cuenta de que representan el papel del Hijo de Dios, ya que él quiso también ser pobre. Y así, aun cuando en su pasión perdió casi la apariencia humana, haciéndose necio para los gentiles y escándalo para los judíos, sin embargo, se presentó a éstos como evangelizador de los pobres: Me envió a evangelizar a los pobres. También nosotros debemos estar imbuidos de estos sentimientos e imitar lo que Cristo hizo, cuidando de los pobres, consolándolos, ayudándolos y apoyándolos.

Cristo, en efecto, quiso nacer pobre, llamó junto a sí a unos discípulos pobres, se hizo él mismo servidor de los pobres, y de tal modo se identificó con ellos, que dijo que consideraría como hecho a él mismo todo el bien o el mal que se hiciera a los pobres. Porque Dios ama a los pobres y, por lo mismo, ama también a los que aman a los pobres, ya que, cuando alguien tiene un afecto especial a una persona, extiende este afecto a los que dan a aquella persona muestras de amistad o de servicio. Por esto nosotros tenemos la esperanza de que Dios nos ame, en atención a los pobres. Por esto, al visitarlos, esforcémonos en cuidar del pobre y desvalido, compartiendo sus sentimientos, de manera que podamos decir como el Apóstol: Me he hecho todo para todos. Por lo cual todo nuestro esfuerzo ha de tender a que, conmovidos por las inquietudes y miserias del prójimo, roguemos a Dios que infunda en nosotros sentimientos de misericordia y compasión, de manera que nuestros corazones estén siempre llenos de estos sentimientos.

El servicio a los pobres ha de ser preferido a todo, y hay que prestarlo sin demora. Por esto, si en el momento de la oración hay que llevar a algún pobre un medicamento o un auxilio cualquiera, id a él con el ánimo bien tranquilo y haced lo que convenga, ofreciéndolo a Dios como una prolongación de la oración. Y no tengáis ningún escrúpulo ni remordimiento de conciencia si, por prestar algún servicio a los pobres, habéis dejado la oración; salir de la presencia de Dios por alguna de las causas enumeradas no es ningún desprecio a Dios, ya que es por él por quien lo hacemos.

Así pues, si dejáis la oración para acudir con presteza en ayuda de algún pobre, recordad que aquel servicio lo prestáis al mismo Dios. La caridad, en efecto, es la máxima norma, a la que todo debe tender: ella es una ilustre señora, y hay que cumplir lo que ordena. Renovemos, pues, nuestro espíritu de servicio a los pobres, principalmente para con los abandonados y desamparados, ya que ellos nos han sido dados para que los sirvamos como a señores