jueves, 28 de enero de 2021

PALABRA COMENTADA

 

Jueves 3 de tiempo ordinario

Hebreos 10,19-25



REFLEXIÓN

acerquémonos con corazón sincero y llenos de fe, con el corazón purificado de mala conciencia y con el cuerpo lavado en agua pura

Tenemos un trabajo que hacer, un proceso que emprender, mantener y finalizar:lograr la disposición, la actitud apropiada para acercarnos a lo que se nos ofrece gratuitamente.

Un corazón sincero, purificado de malas intenciones es un interior que combate las acechanzas que constantemente surgen contra la unidad, la paz, la justicia, el ágape.

Es cierto que tal acechanza es tenaz, continua y no pocas veces nos hace caer o trastabillar.

Ni aún así debiéramos dejar el proceso.

Se nos llama pues a una fidelidad al proceso, sin desmayo ni desánimo.

Junto a eso se nos provee de una baño del cuerpo que promueve nuestra progresiva transformación:el bautismo.

Quizás recibido cuando no teníamos ni idea, nos toque avivarlo y confirmarlo como un baño de regeneración que nos acompaña toda la vida.

fijémonos los unos en los otros, para estimularnos a la caridad y a las buenas obras

La necesidad de unos con otros que se manifiesta en el común de la vida corriente, debe llenarse de un espíritu de ágape que nos permita animarnos mutuamente, como se hace en los grupos de ayuda de diferentes trastornos.

Pero debemos tener en cuenta que los grupos también tienen sus tentaciones de abandonarlos por las dinámicas de confrontación y envidia que pueden surgir.

Salmo responsorial: 23



REFLEXIÓN

El hombre de manos inocentes / y puro corazón, / que no confía en los ídolos

La pureza del corazón no consiste en no tener ídolos, sino en no confiar en ellos.

La producción de ídolos no parará en toda nuestra existencia, porque nuestro caminar constantemente anhela un absoluto y a veces claudica, por el rigor del camino.

Marcos 4,21-25



REFLEXIÓN

Si se esconde algo, es para que se descubra; si algo se hace a ocultas, es para que salga a la luz.

Cómo se puede descubrir lo que se hace a ocultas: solamente lo que se hace por solidaridad, pues en su momento brillará.

No por vanagloria sino por Espíritu de edificación.

La buena obra del reino se puede hacer con sigilo para evitar la presunción y la búsqueda de vanagloria, pero deja huella que acaba por darse a conocer.

No nos damos gloria pero el Señor nos cubre con la suya.

al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene

Tener y no tener qué? entrega, generosidad, solidaridad.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1354754924639354884?s=20

DOCTORES DE LA IGLESIA

 

Jueves, III semana

De las Homilías de san Juan Crisóstomo, obispo
(Homilía 2 sobre las alabanzas de san Pablo: PG 50. 477·480) 

Qué es el hombre, cuán grande su nobleza y cuánta su capacidad de virtud lo podemos colegir sobre todo de la persona de Pablo. Cada día se levantaba con una mayor elevación y fervor de espíritu y, frente a los peligros que lo acechaban, era cada vez mayor su empuje, como lo atestiguan sus propias palabras: Olvidando lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que veo por delante; y, al presentir la inminencia de su muerte, invitaba a los demás a compartir su gozo, diciendo: Alegraos y congratulaos conmigo; y, al pensar en sus peligros y oprobios, se alegra también y dice, escribiendo a los corintios: Vivo contento en medio de mis debilidades de los insultos y de las persecuciones; incluso llama a estas cosas armas de justicia, significando con ello que le sirven de gran provecho.



REFLEXIÓN

Nuestro tiempo actual, tomando en cuenta el volumen de reclamos y quejas, amparados en derechos supuestos o reales, se ha debilitado la actitud de energía como la del apóstol, que sigue sin mirar atrás y no gasta tiempo en lamer sus heridas. Lo cual no debe ser una argumentación a favor de la insensibilidad con las víctimas verdaderas e inocentes de los diferentes abusos que producimos.


Y así, en medio de las asechanzas de sus enemigos, habla en tono triunfal de las victorias alcanzadas sobre los ataques de sus perseguidores y, habiendo sufrido en todas partes azotes, injurias y maldiciones, como quien vuelve victorioso de la batalla, colmado de trofeos, da gracias a Dios, diciendo: Gracias sean dadas a Dios, que en todo tiempo nos lleva en el cortejo triunfal de Cristo. Imbuido de estos sentimientos, se lanzaba a las contradicciones e injurias, que le acarreaba su predicación, con un ardor superior al que nosotros empleamos en la consecución de los honores, deseando la muerte más que nosotros deseamos la vida, la pobreza más que nosotros la riqueza, y el trabajo mucho más que otros apetecen el descanso que lo sigue. La única cosa que él temía era ofender a Dios; lo demás le tenía sin cuidado. Por esto mismo, lo único que deseaba era agradar siempre a Dios.



REFLEXIÓN

Lo único, lo que más deseaba era agradar a Dios. Su magis, la estatura máxima que se deseaba alcanzar era la identificación con el beneplácito de Dios. Lo cual por ser un Misterio de fe, entregado a nuestro discernimiento por obediencia de fe, no es fácil de determinar, porque todos amamos nuestra opinión por encima de todo, incluso en formas sutiles de búsqueda de nosotros mismos, no importa que probada santidad sea la nuestra.

Y, lo que era para él lo más importante de todo, gozaba del amor de Cristo; con esto se consideraba el más dichoso de todos, sin esto le era indiferente asociarse a los poderosos y a los príncipes; prefería ser, con este amor, el último de todos, incluso del número de los condenados, que formar parte sin él, de los más encumbrados y honorables.
Para él, el tormento más grande y extraordinario era el verse privado de este amor: para él, su privación significaba el infierno, el único sufrimiento, el suplicio infinito e intolerable.
Gozar del amor de Cristo representaba para él la vida, el mundo, la compañía de los ángeles, los bienes presentes y futuros, el reino, las promesas, el conjunto de todo bien; sin este amor, nada catalogaba como triste o alegre. Las cosas de este mundo no las consideraba, en sí mismas, ni duras ni suaves.
Las realidades presentes las despreciaba como hierba ya podrida. A los mismos gobernantes y al pueblo enfurecido contra él les daba el mismo valor que a un insignificante mosquito.
Consideraba como un juego de niños la muerte y la más variada clase de tormentos y suplicios, con tal de poder sufrir algo por Cristo.



REFLEXIÓN

Posicionarse en el amor de Cristo es encontrar la perla escondida en el campo, por la cual se cambia todo para obtenerla. Es ubicarse en una región indeterminada de la existencia desde donde es posible avanzar contra viento y marea, con una energía inacabable, infatigable, siemrpe en seguimiento de sus huellas, siempre con el empuje de su Espíritu.