viernes, 23 de abril de 2021

PALABRA COMENTADA

 

Viernes 3 de Pascua

Hechos 9,1-20



REFLEXIÓN

Saulo seguía echando amenazas de muerte contra los discípulos del Señor

En el camino de oposición al designio del Señor que pasa por el Reino de Dios, realizado en el misterio pascual de Jesús de Nazareth, se encuentra gente convencida de su buena fe y del servicio a la causa de Dios que han emprendido.

Por eso tiene sentido la oración de Jesús y luego de Esteban su seguidor: no le tengas en cuenta ese pecado. No saben lo que están haciendo. Porque su ímpetu debía estar mejor encaminado.

autorizándolo a traerse presos a Jerusalén a todos los que seguían el nuevo camino, hombres y mujeres

La complicidad de Pablo con la persecución de la comunidad era absoluta y radical. Él pasaría por un extremista o fundamentalista, que apela a la fuerza para retener a los que creen distinto a la ortodoxia.

Una comunidad como la nuestra en pos de Jesús de Nazareth viviente, nunca debió hacerse cómplice de ninguna persecución, de las que se han desarrollado a lo largo de la historia posterior.

Ha sido de los peores testimonios de adhesión a la fe cristiana, y ha debido producir y multiplicar el rechazo, la denuncia y el escándalo para la fe en el Designio del Padre en su hijo.

Así el peligro y la acechanza para los seguidores de Jesús está servida.

Ayer y hoy, quien emprenda el itinerario del nuevo camino será acechado, acosado, atacado en alguna forma, con el fin de que abandone el seguimiento.

una luz celeste lo envolvió con su resplandor

Cuando la verdad salvífica se abre paso en nuestra comprensión y captamos nuestro error y pecado, junto a un deseo de enmienda y reparación, volviendo sobre nuestros malos pasos, entonces estamos bajo el efecto de la luz que proviene de los cielos.

Los signos son extremadamente simples: luz y voz. La intervención del Señor a favor de los miembros de su cuerpo, el cuidado que tiene de él, se va dando en forma eficaz y no necesariamente portentosa. A veces son detalles que ni llaman la atención, pero entorpecen y neutralizan los planes contra el Reino y la bienaventuranza de los pobres.

Porque son éstos los que tienen la sensibilidad suficiente para sentir esa intervención favorable, dado que en su vida suelen confesar no tener otra gloria sino el favor del Señor.

"¿Quién eres, Señor?"

"Soy Jesús, a quien tú persigues

“Persigues mi pueblo”. Este encuentro es como el de Moisés con la zarza, en el que se revela una identidad y una misión.

Conocer al Señor en el aproximado perseguido, afligido, atribulado, excluído, oprimido, vulnerable, herido, es un don del mismo Señor. Su gracia y no un cálculo sociológico, aunque éste nos colabore como ciencia a la fe.

Porque este conocer implica conversión y misión. No se contenta únicamente con informarse.

Es un conocer desde las entrañas, desde lo profundo, donde somos agitados y movidos por el Espíritu de Jesús viviente.

Saulo se levantó del suelo, y aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada; así que lo llevaron de la mano y lo introdujeron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver y sin comer ni beber

La conversión de Pablo consiste en partir desde las víctimas, llegando a ser vulnerable como lo eran ellas.

Está orando, y ha visto a un cierto Ananías que entra y le impone las manos para que recobre la vista."

Pablo como Jesús ora para que su fe se abra a los caminos concretos del designio del Señor.

Ananías respondió:
«Señor, he oído a muchos hablar del daño que ese hombre ha hecho en Jerusalén a los que creen en ti; y ha venido con poderes de los sumos sacerdotes, para arrestar a todos los que invocan tu nombre».

Entre otras cosas en este nuevo camino Pablo tendrá problemas de credibilidad para las comunidades, pero también para sus antiguos correligionarios.

Una situación de desquiciamiento, una purga de las alianzas humanas y su poder. La naciente fe en Jesús deberá crecer en él para impulsarlo.

«Vete, porque éste es para mí un instrumento elegido para anunciar mi nombre a todas las naciones, a sus gobernantes, y al pueblo de Israel. Yo le daré a conocer cuánto tendrá que padecer por causa de mi nombre

Lo que menos puede entusiasmar, en una misión de la existencia congruente con Jesucristo, es el padecimiento.

Pero es un colateral que viene con la misión, por existir en profundidad para el reino. Es la cruz de Jesús, y es el sello de aprobación del Padre, como elegidos para su designio.

En el conjunto de la multiforme intervención del Señor a favor de sus santos se da una misión para el perseguidor convertido. Un bien para todos.

El perseguidor Saulo experimentará en carne propia el daño que hacía a otros. Una empatía existencial lograda como don del Señor para bien de la comunidad.

el Señor Jesús, que se te apareció cuando venías por el camino, me ha enviado para que recobres la vista y te llenes de Espíritu Santo

Se levantó, y lo bautizaron

le volvieron las fuerzas

Como a Pablo las fuerzas nos vienen por la tríada Espíritu, bautismo y comida de acción de gracias. Es el alimento del camino.

se puso a predicar en las sinagogas, afirmando que Jesús es el Hijo de Dios

El encuentro, que se pudo tomar como la ruina de su carrera de maestro en Israel, sirvió para convertirlo en servidor de Jesús y pasar a vivir para proclamarlo.

Salmo responsorial: 116



REFLEXIÓN

Grande es su amor por nosotros

La fe esperanza y amor vivos son los que impulsan a reconocer el gran amor de Dios más allá de nuestro padecer por el reino.

Toda vida corriente en la medida que es evangélica, afán por el reino, conlleva una misión del Padre al mundo, para su conversión.

Cuando el Señor nos muestra su intervención, nuestra fe es llamada a confesar su misericordia. Su gloria y prestigio radica en nuestra confesión y reconocimiento.

Juan 6,52-59



REFLEXIÓN

"¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?"

Por el enfoque puramente material significaría un absurdo canibalismo. 

También, si el sentido es la debilidad de la carne, que hoy existe y mañana no.

El ser corriente y común de Jesús lo despojaba del glamour y el espectáculo de una divinidad histriónica.

Dios hace su revelación en Jesús para ver profundo en lo pequeño y despreciable.

Es una conversión de la visión y los valores por aquellos a los que se dirige preferencialmente.

El evangelista pone énfasis en la carne de Jesús, probablemente porque entre sus lectores cundía un discurso diferente que hacía daño a la fe recibida: Jesús tomado como una figura de semidios o un demiurgo.

Así la carne que en un contexto de mentalidad judía hace alusión a la limitación, debilidad y mortalidad humana es afirmada de Jesús de Nazareth como su sello de autenticidad.

Este verdadero ser humano es nuestro mesías.

El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré el último día.

Comer a Jesús además de hacerlo eucarísticamente es algo más: comerlo, asimilarlo, nutrirse de él en cuanta realidad lo haga presente y lo transmita.

El creyente es un ser abierto al mundo y a la realidad, para comer a Jesús dondequiera, y así vivir para siempre.

Las fuerzas que se recobran en el servicio a la misión muestran el vigor de la vida nueva que late en nosotros. Se trata de un efecto pascual.

El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí

Cohabitación, convivencia con y en la tríada de vida eterna: Pade, Hijo, Espíritu.

el que come este pan vivirá para siempre

Su palabra y su memorial.

 

Como el Padre que me envió posee la vida y yo vivo por él, así también, el que me coma vivirá por mí

Al comer a Jesús cotidiano en el sentido extensivo, y no privativo de lo sacramental y ritual, vivimos dentro del círculo íntimo de Jesús y su Padre. Ingresamos en una comunidad viva y de vida para siempre.

Los signos de los tiempos nos inducen a una práctica sacramental de la eucaristía que tome en cuenta el registro contextual de la sociedad en la que discurrimos.

El sacramento sin compromiso con el entorno puede convertirse en devoción intimista e idolátrica.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1385563195822297088?s=20

DOCTORES DE LA IGLESIA

 

San Efrén Sermón sobre nuestro Señor 3-4.9


 Nuestro Señor fue conculcado por la muerte, pero él, a su vez, conculcó la muerte, pasando por ella como si fuera un camino. Se sometió a la muerte y la soportó deliberadamente para acabar con la obstinada muerte. En efecto, nuestro Señor salió cargado con su cruz, como deseaba la muerte; pero desde la cruz gritó, llamando a los muertos a la resurrección, en contra de lo que la muerte deseaba. La muerte le mató gracias al cuerpo que tenía; pero él, con las mismas armas, triunfó sobre la muerte. La divinidad se ocultó bajo los velos de la humanidad; sólo así pudo acercarse a la muerte, y la muerte le mató, pero él, a su vez, acabó con la muerte. La muerte, en efecto, destruyó la vida natural, pero luego fue destruida, a su vez, por la vida sobrenatural. La muerte, en efecto, no hubiera podido devorarle si él no hubiera tenido un cuerpo, ni el infierno hubiera podido tragarle si él no hubiera estado revestido de carne; por ello quiso el Señor descender al seno de una virgen para poder ser arrebatado en su ser carnal hasta el reino de la muerte. Así, una vez que hubo asumido el cuerpo, penetró en el reino de la muerte, destruyó sus riquezas y desbarató sus tesoros. Porque la muerte llegó hasta Eva, la madre de todos los vivientes. Eva era la viña, pero la muerte abrió una brecha en su cerco, valiéndose de las mismas manos de Eva; y Eva gustó el fruto de la muerte, por lo cual la que era madre de todos los vivientes se convirtió en fuente de muerte para todos ellos. Pero luego apareció María, la nueva vid que reemplaza a la antigua; en ella habitó Cristo, la nueva Vida. La muerte, según su costumbre, fue en busca de su alimento y no advirtió que, en el fruto mortal, estaba escondida la Vida, destructora de la muerte; por ello mordió sin temor el fruto, pero entonces liberó a la vida, y a muchos juntamente con ella.

REFLEXIÓN

Una alegoría, que implica una lectura de fe, desentraña una idea tradicional muy apreciada: Eva la madre de los vivientes, muerde el fruto que le da el tentador, y abre la puerta al morir de todos. María, madre del Viviente, da un cuerpo, que muerde la muerte pero da paso a la vida para todos. Se impone la astucia del Creador, con una estrategia semejante al Tentador.

El admirable hijo del carpintero llevó su cruz a las moradas de la muerte, que todo lo devoraban, y condujo así a todo el género humano a la mansión de la vida. Y la humanidad entera, que a causa de un árbol había sido precipitada en el abismo inferior, por otro árbol, el de la cruz, alcanzó la mansión de la vida. En el árbol, pues, en que había sido injertado un esqueje de muerte amarga, se injertó luego otro de vida feliz, para que confesemos que Cristo es Señor de toda la creación.

REFLEXIÓN

Otra alegoría en forma parecida establece una feliz comparación con el árbol donde el tentador injertó la muerte, y donde Jesús, por la cruz, la vida. Y así, en esta forma de leer, alumbrados por fe, revocamos en cada ser de la creación la muerte, y contemplamos la vida nueva emergente por Jesús Resucitado.

¡A ti la gloria, a ti que con tu cruz elevaste como un puente sobre la misma muerte, para que las almas pudieran pasar por él desde la región de la muerte a la región de la vida! ¡A ti la gloria, a ti que asumiste un cuerpo mortal e hiciste de él fuente de vida para todos los mortales! Tú vives para siempre; los que te dieron muerte se comportaron como los agricultores: enterraron la vida en el sepulcro, como el grano de trigo se entierra en el surco, para que luego brotara y resucitara llevando consigo a otros muchos. Venid, hagamos de nuestro amor una ofrenda grande y universal; elevemos cánticos y oraciones en honor de aquel que, en la cruz, se ofreció a Dios como holocausto para enriquecernos a todos.

REFLEXIÓN

Jesús inicia el camino y el caminar desde la muerte, que sepultada, germina la vida nueva.