jueves, 5 de agosto de 2021

PALABRA COMENTADA

 

JUEVES 18 DE TIEMPO ORDINARIO

Año Impar

Números 20,1-13



REFLEXIÓN

Faltó agua al pueblo, y se amotinaron contra Moisés y Aarón

¿Por qué has traído a la comunidad del Señor a este desierto, para que muramos en él, nosotros y nuestras bestias?

Nihil novum sub sole

Cualquier parecido con algo presente no es mera coincidencia, es naturaleza humana en su mayor esplendor de bajeza y primitivismo.

No se puede decir que no estamos advertidos que no somos ángeles y que de nosotros se espera lo peor.

"Escuchad, rebeldes: ¿Creéis que podemos sacaros agua de esta roca?"

Hace medio siglo se exalta la manifestación de rebeldía en el arte, la política, la educación y otros ámbitos de la actividad humana, como el signo del cambio de época. Más bien se trata de un fenómeno antiguo como el ser humano, hoy amplificado globalmente por una tecnología al servicio de la comunicación masiva, que eleva la conciencia de colectivos a una mayor sensibilidad e intolerancia a la frustración.

En alguna forma el clamor expresa la repugnancia ante el curso de los acontecimientos que no cambia con la velocidad que se siente necesaria.

golpeó la roca con el bastón dos veces

Una vez hubiera sido necesaria si hubiera tenido la fe suficiente. Pero también el líder no siempre es inmune a la contaminación de la rebeldía y la protesta. Es el riesgo de ubicarse en la brecha.

Jesús, según los evangelios no llega a contaminarse aun a pesar de su empatía e identificación con las necesidades del pueblo, porque su experiencia del Padre es prístina y no afecta su unidad.

"Por no haberme creído, por no haber reconocido mi santidad en presencia de los israelitas, no haréis entrar a esta comunidad en la tierra que les voy a dar."

Que lo exprese la misma Palabra que en otros relatos encumbra a Moisés es sorprendente. Moisés como figura del mediador es todavía deficitario ante el Señor. De ahí la importancia del que ha de venir.

Salmo responsorial: 94



REFLEXIÓN

demos vítores a la Roca que nos salva

Jesús no es un accesorio conveniente en nuestro caminar, sino quien lo perfecciona y asiste para lograr la entrada en el Reino.

De nuestra parte, nuestra cosecha es en todo caso como la de Moisés: la contaminación de la desconfianza del Señor y sus intenciones salvíficas.

Por nuestra rebeldía ante su estilo para intervenir en nuestra existencia, o por haber intervenido en ella.

el rebaño que él guía

Es la sabiduría de nuestro caminar como rebaño: aprender a fiarnos de la guía del pastor, no obstante que por momentos cueste y se dificulte.

me tentaron, aunque habían visto mis obras

En este contexto tentar a Dios es provocarlo, torearlo, burlarse de su ser Dios, porque no viene donde nosotros creemos que debe venir para intervenir y favorecernos.

Mateo 16,13-23



REFLEXIÓN

Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?"

Él les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?"

Una pregunta que nos examina para graduarnos de cristianos.

Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo

Una respuesta que da Pedro en nuestro nombre, hasta que aprendamos bien a contestar por nosotros mismos.

eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo

El liderazgo que Jesús enseña es el del Padre, abierto a su revelación, no a la murmuración.

piensas como los hombres, no como Dios

Se requiere de este carisma y asistencia para pensar y decidir según el liderazgo del Señor

Te daré las llaves del Reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo".

Se da inicio a un servicio que se comporte diferente al abrir y cerrar de los maestros de la ley en ese momento y en sintonía con la nueva alianza en el corazón.

La señal que el liderazgo es según el Padre es la fortaleza en persistir en su voluntad y defenderla, aun con la resistencia y presión de la gente.

Desde entonces empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los senadores, sumos sacerdotes y letrados, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: "¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte". Jesús se volvió y dijo a Pedro: "Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios.

Porque Pedro en ese momento no entendió que se daba una cosa con la otra: nueva alianza con cruz.

El antiguo régimen nunca se dejará quitar el poder fácilmente y opondrá siempre resistencia.

Dos señalamientos contradictorios respecto de la misma persona, que no está asegurada en gracia.

Una cosa es la Iglesia, resistente al maligno, y otra la persona que ata y desata, que puede ser inspirada por Dios o no. No siempre ni necesariamente.

Esto parece ser una enseñanza de nuestro tiempo cuando el papado, baluarte moral, es desacreditado, desoído.

Para nosotros, desde la perspectiva del discernimiento, significa que no todo lo que se nos ocurre es de Dios, y que desde un corazón quebrantado debemos escuchar al Señor para actuar la alianza nueva.

Se requiere de este carisma y asistencia para pensar y decidir según el liderazgo del Señor.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1423242326651150338?s=20

BEATO CARLO

BEATO CARLO 




De los tratados de Balduino de Cantorbery, obispo
(Tratado 10: PL 204, 513-514. 516)
ES FUERTE EL AMOR COMO LA MUERTE

Es fuerte la muerte, que puede privarnos del don de la vida. Es fuerte el amor, que
puede restituirnos a una vida mejor.
Es fuerte la muerte, que tiene poder para desposeernos de los despojos de este cuerpo.
Es fuerte el amor, que tiene poder para arrebatar a la muerte su presa y devolvérnosla.
Es fuerte la muerte, a la que nadie puede resistir. Es fuerte el amor, capaz de vencerla,
de embotar su aguijón, de reprimir sus embates, de confundir su victoria. Lo cual tendrá
lugar cuando podamos apostrofarla, diciendo: ¿Dónde están tus pestes, muerte? ¿Dónde
está, muerte, tu aguijón?
Es fuerte el amor como la muerte, porque el amor de Cristo da muerte a la misma
muerte. Por esto dice: Oh muerte, yo seré tu muerte; país de los muertos, yo seré tu
aguijón. También el amor con que nosotros amamos a Cristo es fuerte como la muerte, ya
que viene a ser él mismo como una muerte, en cuanto que es el aniquilamiento de la vida
anterior, la abolición de las malas costumbres y el sepelio de las obras muertas.
Este nuestro amor para con Cristo es como un intercambio de dos cosas semejantes,
aunque su amor hacia nosotros supera al nuestro. Porque él nos amó primero y, con el
ejemplo de amor que nos dio, se ha hecho para nosotros como un sello, mediante el cual
nos hacemos conformes a su imagen, abandonando la imagen del hombre terreno y
llevando la imagen del hombre celestial, por el hecho de amarlo como él nos ha amado.
Porque en esto nos ha dejado un ejemplo para que sigamos sus huellas.
Por esto dice: Grábame como un sello en tu corazón. Es como si dijera: “Ámame, como
yo te amo. Tenme en tu pensamiento, en tu recuerdo, en tu deseo, en tus suspiros, en tus
gemidos y sollozos. Acuérdate, hombre, qué tal te he hecho, cuán por encima te he
puesto de las demás criaturas, con qué dignidad te he ennoblecido, cómo te he coronado
de gloria y de honor, cómo te he hecho un poco inferior a los ángeles, cómo he puesto
bajo tus pies todas las cosas. Acuérdate no sólo de cuán grandes cosas he hecho para ti,
sino también de cuán duras y humillantes cosas he sufrido por ti; y dime si no obras
perversamente cuando dejas de amarme. ¿Quién te ama como yo? ¿Quién te ha creado
sino yo? ¿Quién te ha redimido sino yo?”
Quita de mí, Señor, este corazón de piedra, quita de mí este corazón endurecido,
incircunciso. Tú que purificas los corazones y amas los corazones puros, toma posesión de
mi corazón y habita en él, llénalo con tu presencia, tú que eres superior a lo más grande
que hay en mí y que estás más dentro de mí que mi propia intimidad. Tú que eres el
modelo perfecto de la belleza y el sello de la santidad, sella mi corazón con la impronta de
tu imagen; sella mi corazón, por tu misericordia, tú, Dios por quien se consume mi
corazón, mi lote perpetuo. Amén.