viernes, 12 de noviembre de 2021

PALABRA COMENTADA

 

VIERNES 32 DE TIEMPO ORDINARIO

Año Impar

Sabiduría 13,1-9



REFLEXIÓN

Eran naturalmente vanos todos los hombres que ignoraban a Dios y fueron incapaces de conocer al que es, partiendo de las cosas buenas que están a la vista, y no reconocieron al Artífice, fijándose en sus obras, sino que tuvieron por dioses al fuego, al viento, al aire leve, a las órbitas astrales, al agua impetuosa, a las lumbreras celestes, regidoras del mundo.

Cada generación vuelve a ser tentada de negación del Creador y su intervención creadora en el universo: en su firmamento, la tierra, los animales, el clima, el universo microscópico.

El conocimiento de los ritmos, frecuencias y detalles hace autosuficientes en el conocimiento de todo y así concluir que no es obra de nadie divino.

Admirados con nuestra capacidad investigadora nos arrogamos la autoría como si conocer fuera hacer, y dominar ciertas secuencias de la vida fuera ser creador.

sepan cuánto los aventaja su Dueño, pues los creó el autor de la belleza; y si los asombró su poder y actividad, calculen cuánto más poderoso es quien los hizo

En base a sus cálculos hay quienes afirman que no hay más que esto conocido.

Otros por fe afirman que el Creador existe y que tiene un proyecto para nosotros, y lo que se ve es parte de ello.

se descubre por analogía el que les dio el ser

La analogía es la semejanza que construimos a partir de lo creado. Para unos es mero constructo por la necesidad de nominar y adjudicar el desconocimiento sobre un autor.

Para otros son señales que hablan de una entrega a través de lo creado. Se trata de un lenguaje amoroso que habla del cuidado que alguien mantiene sobre nuestra vida.

Este pre-conocido es ya una revelación gratuita a la que especificará mejor otra revelación por su palabra en palabras humanas.

Y como todo es mediado a través del ser humano tiene el valor de la ambigüedad y la ambivalencia pero no de la evidencia irrefutable.

Con todo, a éstos poco se les puede echar en cara, pues tal vez andan extraviados, buscando a Dios y queriéndolo encontrar; en efecto, dan vueltas a sus obras, las exploran, y su apariencia los subyuga, porque es bello lo que ven. Pero ni siquiera éstos son perdonables, porque, si lograron saber tanto que fueron capaces de averiguar el principio del cosmos, ¿cómo no encontraron antes a su Dueño?

No es legítimo pronunciar un juicio sobre el extravío, porque las intenciones las conoce el Señor. Sólo nos queda anhelar que puedan arribar a una definición, no sólo de conocimiento sino de vida, quienes ahora no cuentan con el Creador.

Salmo responsorial: 18



REFLEXIÓN

Sin que hablen, sin que pronuncien, / sin que resuene su voz, / a toda la tierra alcanza su pregón / y hasta los límites del orbe su lenguaje

Esto nos dice el Espíritu que habla en el salmista y que ora en nosotros con gemidos inenarrables: que el Señor habla sin hablar, sin pronunciar; y su voz resuena con su lenguaje propio. Podemos disponernos a escuchar, si acallamos nuestro ruido perturbador.

Lucas 17,26-37



REFLEXIÓN

Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del hombre

El lenguaje apocalíptico habla de irrupción violenta e imprevista en la vida humana, y hace memoria de momentos míticos que aparecen en el Génesis, como imágenes del último día.

Aquel día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa, que no baje por ellas; si uno está en el campo, que no vuelva

También en momentos de siniestro y desgracia vale lo mismo para conservar la vida, no volverse a buscar nada, y preguntarse por qué unos sí fallecen mientras otros sobreviven.

Es posible que las fuentes del evangelista estén reflejando una realidad posterior a Jesús, pero más cercana a la comunidad de Lucas: la invasión romana bajo Tito a Jerusalén para poner fin a la resistencia del gobierno Zelota.

Y para los creyentes cristianos, dentro y fuera de ese teatro de horror sangriento, significara la catástrofe un acontecimiento relacionado con el rechazo de Jesús.

Hoy nos cuesta hacer ese tipo de relación, porque de la bondad del evangelio del Reino nos hace suponer que no se puede desprender un daño pretendido para nadie.

Aunque del evangelio no, pero de su interpretación por los seres humanos sí.

El que pretenda guardarse su vida la perderá; y el que la pierda la recobrará.

De cuál pérdida de vida se trata? De la que se gasta por el Reino. Es la que más hay que cuidar.

Hay algo superior a la muerte y por eso hay que relativizarla y trascenderla.

Todo esto nos invita en el Espíritu a solicitar sobretodo la misericordia del Todo Amor.

Vivir es una bendición, que solo tiene un sentido, y llegado el momento esa vida logra un acceso a una mejor calidad, entregándola por fe en quien la entrego antes: Jesús de Nazareth.

"Donde se reunen los buitres, allí está el cuerpo."

Una frase enigmática, que hay que mirar en el contexto de la desolación de la guerra y la muerte.

Los escuchas sienten la inquietud del aviso y la ubicación del desastre.

La respuesta puede querer significar que tal acontecimiento será notorio en su mortandad y se darán cuenta, como cuando los buitres se amontonan sobre los despojos.

Esta es una imagen muy fuerte para la cultura judía de entonces, porque un cadáver habría que sepultarlo para hacer una obra buena, con alguien que merece su descanso en el sheol.

Y en la guerra y los seísmos, con una mortandad generalizada, no hay muchas posibilidades de proceder al entierro de los cadáveres.

Por lo tanto se da una profanación generalizada, un escándalo. Tantos y tantas vagan buscando, escarbando, para encontrar a sus relativos desaparecidos.

Los creyentes cristianos dan al Hijo de hombre, Jesús, el significado del final de la historia. Después de él la muerte y la vida tienen otro sentido.

Cuando suceda nos daremos cuenta. Y la única preparación posible es preocuparse de salvar la vida que no termina, salvar el Reino.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1459137309031424002?s=20

BEATO CARLO

 
SU MADURA INMADUREZ AGRACIADA BRILLÓ Y DIO TESTIMONIO
PERSUADIENDO HACIA EL PADRE PORQUE NOS DEJÓ CONOCER SU AMOR

De la homilía de un autor del siglo segundo
(Caps. 15,1-17, 2: Funk 1,161-167)

CONVIRTÁMONOS A DIOS, QUE NOS LLAMA

Creo que vale la pena tener en cuenta el consejo que os he dado acerca de la
continencia; el que lo siga no se arrepentirá, sino que se salvará a sí mismo por haberlo
seguido y me salvará a mí por habérselo dado. No es pequeño el premio reservado al que
hace volver al buen camino a un alma descarriada y perdida. La mejor muestra de
agradecimiento que podemos tributar a Dios, que nos ha creado, consiste en que tanto el
que habla como el que escucha lo hagan con fe y con caridad.
Mantengámonos firmes en nuestra fe, justos y santos, para que así podamos
confiadamente rogar a Dios, pues él nos asegura: Clamarás al Señor, y te responderá:
"Aquí estoy." Estas palabras incluyen una gran promesa, pues nos demuestran que el

Señor está más dispuesto a dar que nosotros a pedir. Ya que nos beneficiamos todos de
una benignidad tan grande, no nos envidiemos unos a otros por los bienes recibidos. Estas
palabras son motivo de alegría para los que las cumplen, de condenación para los que las
rechazan.
Así, pues, hermanos, ya que se nos ofrece esta magnífica ocasión de arrepentirnos,
mientras aún es tiempo convirtámonos a Dios, que nos llama y se muestra dispuesto a
acogernos. Si renunciamos a los placeres terrenales y dominamos nuestras tendencias
pecaminosas, nos beneficiaremos de la misericordia de Jesús. Daos cuenta que llega el día
del juicio, ardiente como un horno, cuando el cielo se derretirá y toda la tierra se licuará
como el plomo en el fuego, y entonces se pondrán al descubierto nuestras obras, aun las
más ocultas. Buena cosa es la limosna como penitencia del pecado; mejor el ayuno que la
oración, pero mejor que ambos la limosna; el amor cubre la multitud de los pecados, pero
la oración que sale de un corazón recto libra de la muerte. Dichoso el que sea hallado
perfecto en estas cosas, porque la limosna atenúa los efectos del pecado.
Arrepintámonos de todo corazón, para que no se pierda ninguno de nosotros. Si hemos
recibido el encargo de apartar a los idólatras de sus errores, ¡cuánto más debemos
procurar no perdernos nosotros que ya conocemos a Dios! Ayudémonos, pues, unos a
otros en el camino del bien, sin olvidar a los más débiles, y exhortémonos mutuamente a
la conversión.