lunes, 27 de diciembre de 2021

PALABRA COMENTADA

 

San Juan apóstol y evangelista(27 de diciembre)

1Juan 1,1-4



REFLEXIÓN

Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestra alegría sea completa

La natividad que celebramos se mira desde una perspectiva pascual, es decir, en la conciencia de celebrar el nacimiento de la vida palpable del Padre en su hijo Jesús y por medio de sus testigos cualificados.

Nuestra alegría es por tener vida, la vida eterna, la que proviene del Señor.

Y el testimonio acentuado, remarcado, ponderado de la Palabra en voz de Juan sirve a esa alegría vital para que siga hasta la plenitud

Hoy la palabra y el escrito están a merced de la hermenéutica, la semántica, la semiología, que ayudan a establecer el dicho original, pero pueden diluir, como agua entre los dedos, el contenido hasta dejarnos casi vacíos.

Por tanto urge que recuperemos la credibilidad en la Palabra que viene en las palabras de la cultura, y superemos los escándalos de la misma, que nos hacen tropezar, para decir con Pedro: Señor, a quién iremos. Tú tienes palabras de vida eterna.

La vida eterna hoy dejó de ser atractiva o seductora. Más que ella vivimos intensamente la vida actual, la que tiene término.

Cualquier género de comunicación humana que intenta representar una vida alternativa a ésta actual, se marchita. No importa los efectos técnicos que se empleen.

Pero algunos en la vivencia de fe creen encontrar una experiencia diferencial de vida, a la que en contraste podemos llamar eterna.

Esta vivencia se alimenta de oración, contemplación, entrega solidaria y fraternidad.

Quienes la prueban logran establecer una comparación con la vida actual y sus evasiones. Su

cosmovisión se abre a una calidad y calidez en la profundidad de las cosas.

En esta región se vive la paz y un amor que afronta la muerte con resolución y esperanza.

Hay que hacer énfasis en estas palabras y dejar que se profundicen, o más bien, que el Espíritu las profundice en nosotros.

Nuestra cultura utilitaria y tecnológica no atina a encontrarles espacio significativo, más que en ciertos momentos críticos. No entiende que no se trata de hacer, sino de creer.

El enfoque social dominante, la transformación de las estructuras opresoras, se ha convertido en una obsesión que repele otros enfoques más contemplativos y pasivos.

Contemplar para actuar, puede torcer el contemplar. Contemplar en el actuar es una sabiduría pasiva que permite desde dentro transformarse y transformar.

Es la palabra viva que produce vida.

Cómo es estar unidos : en la docilidad? En la iniciativa? En la subordinación? En la autonomía?

Más que nada en la cooperación, en la que ponemos de nuestra cosecha para un proyecto o designio común donde somos co-responsables.

Salmo responsorial: 96



REFLEXIÓN

justicia y derecho sostienen su trono

En este momento el salmo se queda un poco lejos, por su mirada al Dios Trascendente y montañero, que no hace justicia a la cercanía del mensaje de Juan.

O en esa cercanía y como garantía de la misma hemos de encontrar al totalmente otro, para que se disminuya la sospecha de que lo que creemos es obra de nuestra propia creación.

la alegría para los rectos de corazón

Alegría es una emoción que se basa en un acontecimiento favorablemente experimentado. Irradia en la

existencia aportando un cambio además de ser comunicativa.

Se puede transformar en un gozo que implica una actitud permanente de positividad y visión.

Alegraos, justos, con el Señor

Alegrémonos pues con acción de gracias porque hacemos el esfuerzo por la justicia de Dios, que es mayor que la de los hombres, y creemos en una vida plena definitiva, que desde ya empezamos a gustar.

Alegría y gozo pueden sugerirnos que pisamos una realidad nueva y donada: una vida que contrasta pero paradójica. Mientras se consolida en esta vida también hay sombras, pero se disipan y vuelve la vivencia a mostrar su brillantez y sentido. Se requiere mantener en alerta una competencia que mantenga orientado al creyente para que no se desanime.

Juan 20,2-8



REFLEXIÓN

fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús

 

el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró

entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro;

vio y creyó

El otro discípulo, quizá innombrado por modestia, pero que reconoce la predilección afectiva de Jesús, es un modelo de aceptación de su rol y misión.

Nada de lo descrito sugiere ganancia propia y autoglorificación por tal afecto preferencial.

Más bien, se hace a un lado para que el carisma de la piedra haga su función: fundamentar la fe de los demás.

Pero aun sin esa gloria, este discípulo goza del carisma de la intuición de fe, porque no necesita muchas pruebas para creer.

Porque el amor no necesita tantas pruebas.

No se dice de Pedro que creyera, sino del otro discípulo, en un relato de Juan, y por eso la tradición de que fue él mismo.

No lo sabemos con certeza, pero subraya una experiencia de fe, que se alimenta de una intuición profunda, en la que no necesita tanta evidencia para entregarse en la fe.

Vió y creyó. Con pocos signos creyó, por la unidad histórica y vital que mantuvo con su maestro.

Unidad de amor de unos amigos plenamente identificados.

 

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1475433232225165315?s=20

DOCTORES DE LA IGLESIA


 

De los Tratados de san Agustín, obispo, sobre la primera carta de san Juan
(Tratado 1, 1. 3: PL 35, 1978. 1980)

 

EN LA ENCARNACIÓN SE HA MANIFESTADO LA MISMA VIDA EN PERSONA

 

Lo que existía desde un principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos Y lo que tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida. ¿Quién podría tocar con sus manos a la Palabra, si no fuese porque la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros? Esta Palabra, que se hizo carne para que pudiera ser tocada, comenzó a ser carne en el seno de la Virgen María; pero no fue entonces cuando empezó a ser Palabra, ya que, como nos dice Juan, existía desde un principio. Ved cómo concuerda su carta con las palabras de su evangelio, que acabáis de escuchar: Ya al comienzo de las cosas existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios.

 

Quizá alguien piense que hay que entender la expresión «la palabra de vida» como un modo de hablar que se refiere a Cristo, pero no al cuerpo de Cristo que podía ser tocado por nuestras manos. Atended a las palabras que siguen: Porque la vida se ha manifestado. Por tanto, Cristo es la Palabra de vida.

 

¿Y de dónde se ha manifestado esta vida? Existía desde un principio, pero no se había manifestado a los hombres; en cambio, sí se había manifestado a los ángeles, que la veían y se alimentaban de ella como de su propio pan. Pero, ¿qué dice la Escritura? El hombre comió pan de ángeles.

 

Así, pues, en la encarnación se ha manifestado la misma Vida en persona, y se ha manifestado para que, al hacerse visible, ella, que sólo podía ser contemplada con los ojos del corazón, sanara los corazones. Porque la Palabra sólo puede ser contemplada con los ojos del corazón; en cambio, la carne puede ser contemplada también con los ojos corporales. Éramos capaces de ver la carne, pero no a la Palabra; por esto la Palabra se hizo carne, que puede ser vista por nosotros, para sanar en nosotros lo que nos hace capaces de ver a la Palabra.

 

Y nosotros -continúa- testificamos y os anunciamos esta vida eterna, la que estaba con el Padre y se nos ha manifestado, esto es, se ha manifestado entre nosotros y, para decirlo con más claridad, se ha manifestado en nuestro interior.

 

Lo que hemos visto y oído os lo anunciamos. Atended, queridos hermanos: Lo que hemos visto y oído os lo anunciamos. Ellos vieron al mismo Señor presente en la carne y oyeron las palabras que salían de su boca, y nos lo han anunciado. Nosotros, por tanto, hemos oído, pero no hemos visto.

 

¿Somos por eso menos dichosos que ellos, que vieron y oyeron? Pero entonces, ¿por qué añade: A fin de que viváis en comunión con nosotros? Ellos vieron, nosotros no, y sin embargo vivimos en comunión con ellos, porque tenemos una fe común.

 

Y esta nuestra comunión de vida es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos estas cosas -continúa- para que sea colmado vuestro gozo. Gozo colmado, dice, en una misma comunión de vida, en una misma caridad, en una misma unidad