domingo, 20 de febrero de 2022

BEATO CARLO


TESTIGOS DE LA GENEROSIDAD PARA SERVIR EL MENSAJE DE SALVACIÓN DESDE LA NÑEZ Y CONTRA LA INCREDULIDAD E INDIFERENCIA




 De los Capítulos de san Máximo Confesor, abad, Sobre la caridad
(Centuria 1, cap. 1, 4-5. 16-17. 23-24. 26-28. 30-40: PG 90, 962-967)

 

SIN LA CARIDAD, TODO ES VANIDAD DE VANIDADES

 

La caridad es aquella buena disposición del ánimo que nada antepone al conocimiento de Dios. Nadie que esté subyugado por las cosas terrenas podrá nunca alcanzar esta virtud del amor a Dios.

 

El que ama a Dios antepone su conocimiento a todas las cosas por él creadas, y todo su deseo y amor tienden continuamente hacia él.

 

Como sea que todo lo que existe ha sido creado por Dios y para Dios, y Dios es inmensamente superior a sus creaturas, el que dejando de lado a Dios, incomparablemente mejor, se adhiere a las cosas inferiores demuestra con ello que tiene en menos a Dios que a las cosas por él creadas.

 

El que me ama -dice el Señor- guardará mis mandamientos. Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros. Por tanto, el que no ama al prójimo no guarda su mandamiento. Y el que no guarda su mandamiento no puede amar a Dios.

 

Dichoso el hombre que es capaz de amar a todos los hombres por igual.

 

El que ama a Dios ama también inevitablemente al prójimo; y el que tiene este amor verdadero no puede guardar para sí su dinero, sino que lo reparte según Dios a todos los necesitados.

 

El que da limosna no hace, a imitación de Dios, discriminación alguna, en lo que atañe a las necesidades corporales, entre buenos y malos, justos e injustos, sino que reparte a todos por igual, a proporción de las necesidades de cada uno, aunque su buena voluntad le inclina a preferir a los que se esfuerzan en practicar la virtud, más bien que a los malos.

 

La caridad no se demuestra solamente con la limosna, sino sobre todo con el hecho de comunicar a los demás las enseñanzas divinas y prodigarles cuidados corporales.

 

El que, renunciando sinceramente y de corazón a las cosas de este mundo, se entrega sin fingimiento a la práctica de la caridad con el prójimo pronto se ve liberado de toda pasión y vicio, y se hace partícipe del amor y del conocimiento divinos.

 

El que ha llegado a alcanzar en sí la caridad divina no se cansa ni decae en el seguimiento del Señor su Dios, según dice el profeta Jeremías, sino que soporta con fortaleza de ánimo todas las fatigas, oprobios e injusticias, sin desear mal a nadie.

 

No os contentéis con decir -advierte el profeta Jeremías-: «Somos templo del Señor.» Tú no digas tampoco: «La sola y escueta fe en nuestro Señor Jesucristo puede darme la salvación.» Ello no es posible si no te esfuerzas en adquirir también la caridad para con Cristo, por medio de tus obras. Por lo que respecta a la fe sola, dice la Escritura: También los demonios creen y tiemblan.

 

El fruto de la caridad consiste en la beneficencia sincera y de corazón para con el prójimo, en la liberalidad y la paciencia; y también en el recto uso de las cosas.

sábado, 19 de febrero de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Sábado 6 de tiempo ordinario

Santiago 3,1-10



REFLEXIÓN

la lengua, en cambio, ningún hombre es capaz de domarla:

La maledicencia parece un gran mal común de nuestro tiempo. Tiñe la comunicación humana de suspicacia, incredibilidad, juicios sumarios sobre presuntos agravios e impulsa una impaciente justicia por mano propia.

Es como una lluvia de fuego cayendo sobre la civilización, como la torre de babel en reedición globalizada, que dificulta la colaboración, la buena fe y el amor profundo.

Estamos bajo el asedio de una potencia maléfica, en nueva versión? Será el anti-reino provocando estupor, confusión, desánimo frente a las exigentes tareas del reino de Dios?

Lo cierto es que hay que despertar en la medida de la conciencia y circunstancias a actitudes más positivas, constructivas, colaborativas y esperanzadoras.

Salmo responsorial: 11



REFLEXIÓN

Sálvanos, Señor, que se acaban los buenos, / que desaparece la lealtad entre los hombres: / no hacen más que mentir a su prójimo, / hablan con labios embusteros / y con doblez de corazón. R.

Estirpe el Señor los labios embusteros / y la lengua fanfarrona / de los que dicen: "La lengua es nuestra fuerza, / nuestros labios nos defienden, / ¿quién será nuestro amo?" R.

Un clamor que hacemos nuestro ante la impotencia de construir una comunicación auténtica duradera, en un mundo minado por la incomunicación.

Se trata de convertirnos a una fraternidad y ésta es bajo inspiración del Padre de todos, para que nos reuna en una familia.

Marcos 9,2-13



REFLEXIÓN

Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: "Éste es mi Hijo amado; escuchadlo." De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.

Necesitamos una experiencia de la Palabra tan fuerte que nos permita la memoria del Padre que da testimonio del Hijo, aunque Jesús conviva solo con nosotros en el día a día.

Así fue el kerygma: una predicación que buscaba incoar una vivencia y experiencia profunda del Espíritu de Jesús glorificado presente en su comunidad, para que en los giros y dificultades de la vida de seguimiento por fe, se mantuviera su carisma. La gracia dada fue que siempre lo escucháramos.

y se transfiguró delante de ellos

Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías."

El modelo de vida nueva que presenta la palabra es la transfiguración, la transformación de lo presente en una novedad brillante y amable. Incluye a los que nos han precedido. Es una realidad que no se cambia por nada y de la que no queremos apartarnos más. Pero vivida en anticipación histórica la sentimos como un fragmento, que nos incentiva pero también nos frustra porque no es definitiva.

Estaban asustados, y no sabía lo que decía.

No es un vivencia de temor, sino de trastorno de todo los puntos de referencia conocidos. Un éxtasis que irrumpe la cotidianeidad y la desubica de sus certezas comunes.

Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: "Éste es mi Hijo amado; escuchadlo."

Fue a su vez para ellos y nosotros el momento de la convergencia de los testigos de la alianza del primer testamento en Jesús, hacedor de la alianza definitiva y permanente.

"No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos." Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de "resucitar de entre los muertos".

Y fueron testigos vivenciales antes de ser enviados como testigos existenciales para formar comunidades de salvados, comunidades del Reino.

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