domingo, 17 de abril de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Domingo de pascua C

Hechos de los apóstoles 10, 34a. 37-43



REFLEXIÓN

Pedro tomó la palabra y dijo

Este apóstol, de quien no se han ocultado en el evangelio sus debilidades, fanfarronadas, cobardía y miedos, habla ahora con una seguridad nueva, sin dejarse intimidar por las autoridades, y hace una lectura nueva de las Escrituras, teniendo como epicentro a Jesús de Nazareth, crucificado y resucitado.

Quizás nos cueste evidenciar el efecto de la vida nueva en nosotros, pero podemos dirigir nuestra acción de gracias a los cambios que advertimos se multiplican en los seguidores del Señor, y todo aquello que dice relación al reino.

Es el anti-reino el que se empeña en obsesionarnos con las fallas, los escándalos, las caídas éticas y morales y los sufrimientos de tantas víctimas y excluídos, para robar el gozo del reino y nuestro compromiso con el proceso de transformación según el Espíritu.

No lo permitamos.

Un fruto de la resurrección de Jesús es la transformación de Pedro, su nuevo liderazgo, su comprensión de la historia, su reflexión de fe sobre los acontecimientos, su apostolado.

 

Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.

El efecto de la Pascua de Jesús en nosotros será como la catequesis de Pedro: insistir en el avance del reino.

El Padre nos necesita y envía para una misión semejante: dedicar nuestra vida nueva al servicio de comunicar el avance del reino de Dios.

Por nuestro positivismo y secularidad nos da pena decirlo, pero es la causa profunda: el diablo como agente del mal y su opresión.

Si no le damos existencia e incidencia, al menos reconocemos que nos rodea el mal, que algunos llaman menos bien, según el relativismo.

Pero en aquello que es favorable de la misión de Jesús queremos entender que él plantó cara-como dicen los españoles- a la causa más estructural y más profunda del corazón que todas: el maligno.

Jesús de Nazaret cayó en el combate de la redención humana, pero su Padre que lo envió, lo resucitó, lo levantó y con él una nueva creación, porque su obediencia superó la desobediencia, su disponibilidad la rebeldía, su humildad la soberbia, su empobrecimiento a los ídolos de la codicia, su solidaridad al egoísmo mezquino y la ambición desmedida.

No faltó el enfoque de la teoría de la conspiración: este grupito armó esa historia, que en el fondo es un fraude. Si no, por qué sólo ellos son testigos y no se manifestó el supuesto resucitado a todos sin distinción?

El que unos sean elegidos para servir a otros en la promoción de la fe en el Resucitado, siempre será motivo de suspicacia.

Es un orden, que como cualquier orden manifestado históricamente está sujeto a crítica y desorden.

No hay que sorprenderse sino contar con ello.

Pero el tiempo que discurre acredita y separa lo que es de lo que no es.

Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén

Hoy como ayer los necesitamos a los tesigos del resucitado, que hayan experimentado su muerte. Testigos congruentes, que sirven sin pretensiones de poder, sino en fraternidad.

Lo mataron colgándolo de un madero

Ahora tenemos la sensibilidad en la conciencia como para captar que la muerte de Jesús en un madero tiene visos ambientalistas. Porque el poder distorsiona el árbol para convertirse en patíbulo, cuando su vocación era colaborar con el oxígeno de la vida terrestre.

Y así al levantarse también lo hace el madero y con él la creación que suspira por liberación.

Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección

Podemos según el hombre viejo mirar esta élite con sospecha como la conspiración de algunos para mantener un poder.

Pero según el hombre nuevo podemos agradecer el don de Dios que ha escogido a testigos que vivieron con su Hijo para transmitirnos sus palabras de vida.

Se puede poner en boca de unos testigos un testimonio que exprese algo no experimentado como verdad? Los que comieron y bebieron con Jesús, un signo eminente de fraternidad, no sabrían distinguir la realidad y contundencia de la comida y bebida con el Resucitado? En nuestra duda por una mentalidad anti-mágica, anti-mítica, nos llevamos por delante la seriedad y la respetabilidad de un testimonio antiguo.

El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados

Reciben la más profunda de las liberaciones

Nuestra dedicación a la Palabra debe tener este objetivo: por la fe en Jesús de Nazareth encontrar perdón de los pecados.

Lo cual significa encontrar la vida nueva que no se detiene, ni aun en la derrota y la debilidad. Siempre tenemos al alcance la regeneración.

Salmo responsorial: 117



REFLEXIÓN

La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente

Hemos sido llamados a formar parte de un nuevo modo de construcción: utilizamos una piedra que todos habían desechado.

La fraternidad del reino que vamos construyendo con ágape utiliza los desechos del mundo, a aquellos que nadie quiere.

Somos como recicladores del Espíritu.

Dad gracias al Señor porque es bueno, / porque es eterna su misericordia

Levantemos nuestros ojos del suelo, donde los posamos humillados y ofendidos, hacia la fidelidad permanente del Señor en su acogida misericordiosa, que hoy se nos expresa radicalmente en el levantamiento de su Hijo de la muerte.

No he de morir, viviré / para contar las hazañas del Señor

Es el Señor quien lo ha hecho,

El Señor Padre estableció en Jesús un nuevo orden, una nueva creación. Podemos atentar contra ella. Y esto nos puede producir turbulencias. Pero desde nuestra fe sabemos que las crisis que produzcan son de vida y no de muerte.

Son muchos los que anhelan una nueva organización de la Iglesia. Es posible que se haga. Es más, se ha ido haciendo, p.e con el Vaticano II y sus secuelas.

Pero desde nuestra fe debemos estar dispuestos a reconocer las nuevas formas, auncuando no coincidan con nuestros esquemas al pie de la letra.

1Corintios 5,6-8



REFLEXIÓN

celebremos la Pascua, no con levadura vieja (levadura de corrupción y de maldad), sino con los panes ázimos de la sinceridad y la verdad

La celebración de la vida nueva en Jesús Resucitado consiste también en un estilo de vida, una ética de sinceridad y verdad.

Sabemos que esa vida nueva se agita en nosotros cuando se afirma nuestra tendencia a vivir honestamente, sin doblez, en congruencia.

Porque la conversión no descansa y nos mantenemos en Pascua mientras desechemos lo viejo para dar paso a lo nuevo del hombre y la creación.

Eres tú Señor quien nos prepara como masa sin levadura vieja.

Los acontecimientos de estos años hablan de una purificación de la masa y de una ganancia en sinceridad y verdad desde ti y para contigo.

Esta intervención a nuestros ojos sutil y acompasada, debe ser agradecida en el nombre de Jesús el viviente.

Juan 20, 1-9



REFLEXIÓN

El primer día de la semana

El primer día de un nuevo orden, de un nuevo tiempo, de una nueva creación.

"Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto."

Es la exclamación que agitó a tantos seguidores de Jesús, para quienes su resurrección no se contaba como una esperanza.

Muchos ni sabían que podría significar una resurrección. A lo más lo que era revivir.

La novedad comienza pues causando un desconcierto y desorientación.

María Magdalena va con su levadura vieja y recibe signos de una novedad, pero no sale aún de lo viejo, no lo alcanza a descubrir en su conciencia.

vio y creyó

Este discípulo inicia una actitud diferente: ver los signos y creer. Disponibilidad para creer que la resurrección de Jesús planteaba un nuevo escenario.

Una actitud que debe emerger contra nosotros mismos, contra nuestro lastre de miedos y desconfianzas.

Ambos también se acercan al sepulcro con lo antiguo. Pero si bien Pedro certifica que no está, es el otro el que ante lo mismo ve lo nuevo y cree.

He aquí dos carismas para los seguidores de Jesús: el que ve por la fe y el que certifica por la autoridad. Debían ir juntos, pero en la historia de los creyentes no siempre ha sido, ni es así.

no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos

Tal comprensión es un don al que podemos aspirar y agradecer.

Se produce la comprensión fundamental: la novedad como clave de interpretación de las escrituras. Alinear los textos en base a un hecho de la vida es un don de lo alto.

Los esquemas de los allegados a Jesús, aun ubicados y funcionando para los antiguos enfoques, para los odres viejos, van a ser renovados para que participen de lleno como enviados a proclamar la novedad.

El discípulo que entonces ve y cree, y entiende, es el prototipo del nuevo creyente, del nuevo seguidor y servidor de Jesús, en la dispensación de su misterio pascual para el mundo y la historia.

Se nos ha concedido la clave para entender la Escritura: la resurrección de entre los muertos de Jesús.

Se nos envía para servir a esta nueva comprensión.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1515664252710838280?s=20&t=DI1F-duTZDMxaqRI0eGAFQ

PREGÓN PASCUAL

PREGÓN PASCUAL 


Exulten por fin los coros de los ángeles,

Exulten las jerarquías del cielo,
y por la victoria de rey tan poderoso
que las trompetas anuncien la salvación.

Goce también la tierra, inundada de tanta claridad,
y que, radiante con el fulgor del Rey eterno,
se sienta libre de la tiniebla,
que cubría el orbe entero.

Alégrese también nuestra madre la Iglesia,
revestida de luz tan brillante;
resuene este templo
con las aclamaciones del pueblo.

Por eso, queridos hermanos,
que asistís a la admirable claridad de esta luz santa,
invocad conmigo la misericordia de Dios Omnipotente,
para que aquel que, sin mérito mío,
me agregó al número de los Diáconos,
completen mi alabanza a este cirio,
infundiendo el resplandor de su luz.

El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.

Realmente es justo y necesario
aclamar con nuestras voces
y con todo el afecto del corazón
a Dios invisible, el Padre Todopoderoso,
y a su único Hijo, Nuestro Señor Jesucristo.
Porque Él ha pagado por nosotros al Eterno Padre
la deuda de Adán
y, derramando su Sangre, canceló el recibo,
del antiguo pecado.

Porque éstas son las fiestas de Pascua
en las que se inmola el verdadero Cordero,
cuya Sangre consagra las puertas de los fieles.

Esta es la noche en que sacaste de Egipto,
a los israelitas, nuestros padres,
y los hiciste pasar a pie el Mar Rojo.

Esta es la noche en que la columna de fuego
esclareció las tinieblas del pecado.

Esta es la noche
en la que por toda la tierra,
los que confiesan su fe en Cristo, son arrancados
de los vicios del mundo
y de la oscuridad del pecado,
son restituidos a la gracia
y son agregados a los santos.

Esta es la noche en que,
rotas las cadenas de la muerte,
Cristo asciende victorioso del abismo.
¿De qué nos serviría haber nacido
si no hubiéramos sido rescatados?

¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros!
¡Qué incomparable ternura y caridad!
¡Para rescatar al esclavo, entregaste al Hijo!

Necesario fue el pecado de Adán,
que ha sido borrado por la muerte de Cristo.
¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!

¡Qué noche tan dichosa!
Sólo ella conoció el momento
en que Cristo resucitó del abismo.

Esta es la noche de que estaba escrito:
«Será la noche clara como el día,
la noche iluminada por mi gozo.»
Y así, esta noche santa
ahuyenta los pecados,
lava las culpas,
devuelve la inocencia a los caídos,
la alegría a los tristes,
expulsa el odio,
trae la concordia,
doblega a los potentes.

En esta noche de gracia,
acepta, Padre Santo,
el sacrificio vespertino de esta llama,
que la Santa Iglesia te ofrece
en la solemne ofrenda de este cirio,
obra de las abejas.

Sabemos ya lo que anuncia esta columna de fuego,
ardiendo en llama viva para gloria de Dios.
Y aunque distribuye su luz,
no mengua al repartirla,
porque se alimenta de cera fundida,
que elaboró la abeja fecunda
para hacer esta lámpara preciosa.

¡Qué noche tan dichosa
en que se une el cielo con la tierra,
lo humano con lo divino!



Te rogamos, Señor, que este cirio,
consagrado a tu nombre,
para destruir la oscuridad de esta noche,
arda sin apagarse 
y, aceptado como perfume, se asocie a las lumbreras del cielo.


Que el lucero matutino lo encuentre ardiendo,
Oh lucero que no conoce ocaso y es Cristo,
tu Hijo resucitado,
que volviendo del abismo,
brilla sereno para el linaje humano,
y vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.