lunes, 18 de abril de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Lunes de la octava de Pascua

Hechos 2,14.22-23



REFLEXIÓN

enteraos bien de lo que pasa

La palabra ofrece una visión de la realidad más allá de la mera apariencia, y que llama a nuestro obsequio de obediencia de fe, incluso contra nuestras repugnancias y simplificaciones.

os hablo de Jesús Nazareno, el hombre que Dios acreditó ante vosotros realizando por su medio los milagros, signos y prodigios que conocéis.

Estamos en las primeras etapas de la reflexión sobe Jesús de Nazaret, antes de una cristología sistemática. Por qué y para qué se dio la misma? No parece que se puedan eliminar los intereses particulares y las ambiciones personales, las cuales tejen la historia que vivimos. Pero también el Espíritu trabaja en la misma para purificar y que se refleje la voluntad salvífica, el designio del Padre en el Hijo. Incluso la purificación adopta formas que podemos intentar excluir porque viene de corrientes contrarias, contradictorias, contestatarias, que son como un azote de la credulidad y la ideología.

La estela del barco permite conocer su movimiento y dirección. El buen o mal crédito entre la gente permite saber de la calidad de las personas.

Sin embargo se dan ambigüedades, ambivalencias, contradicciones y disparidades en lo que a crédito y fama respecta, entre los seres humanos.

Jesús de Nazareth hizo el bien, tuvo buen crédito-a ello se refiere Pedro- pero tuvo detractores, indiferentes, y gente que ni se enteró.

En esta forma Jesús vivió una de sus parábolas: la semilla de la que nace un árbol que se va haciendo grande. Porque Jesús escenificó el Reino en sí mismo y así se plasmó la identidad entre Reino y Jesús confesada por sus seguidores.

Conforme al designio previsto y sancionado por Dios, os lo entregaron, y vosotros, por mano de paganos, lo matasteis en una cruz

El designio que se menciona existe como destino inexorable en otras mentalidades, como lo que está escrito. En Jesús se nos revela como voluntad amorosa del Padre.

No es un Dios lejano e indiferente en su Olimpo. Sino un Padre que busca darnos la salvación, que es más que la felicidad, en medio de la libertad de sus criaturas y la malignidad del adversario.

En la trama más profunda existe un designio del que todos participamos como actores. Y aún no quererlo es participar también.

Pero Dios lo resucitó

Este grito y anuncio es nuestra base o plataforma de sentido para una existencia luminosa. Es la luz al final del túnel, es la bahía para la tormenta. El enclave de tierra firme en medio de la ciénaga. La roca inconmovible sobre la cual asentarse y alabar.

Se revoca en Jesús, primer hombre nuevo, la sentencia del viejo Adán. La muerte actúa pero no domina.

mi carne descansa esperanzada

La fe en la resurrección, cuando es vida y dinámica, penetra y desciende hasta los últimos habitáculos del cuerpo y el alma. Produce una certeza y una serenidad que se dejan sentir, en un profundo descanso de la tensión existencial.

no me entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

Me has enseñado el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia

Se trata de un canto que podemos hacer nuestro, ahora con Jesús a la cabeza.

permitidme hablaros con franqueza: El patriarca David murió y lo enterraron, y conservamos su sepulcro hasta el día de hoy.

El advenimiento del fin en el Jesús glorificado, es escatología realizada, fin del mundo anticipado. Prolepsis. Y lo nuestro? Un compartir de lo mismo? Un transitorio final que ha de ratificarse?

Así nosotros probaremos el sepulcro, pero confiados en participar de la vida que ya es plena en Jesús Resucitado.

Dios resucitó a este Jesús, de lo cual todos nosotros somos testigos

El testimonio humano en la corriente histórica de la tradición, que nos entrega la buena noticia de la llegada del Reino en Jesús Resucitado, es crucial para nuestro sentido de vida personal y social.

ha recibido del Padre el Espíritu Santo que estaba prometido, y lo ha derramado

Porque Jesús aún glorificado sigue siendo para el mundo, fuente de Espíritu. No es egocéntrico victorioso. Sino la cabeza de un nuevo cuerpo.

La buena nueva ahora se reparte a manos llenas por el Espíritu, allí donde nos reunimos en su nombre.

Salmo responsorial: 15



REFLEXIÓN

El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; / mi suerte está en tu mano

En una cultura apegada a la tierra como lo más sagrado, y el vínculo con los predecesores, a quienes se recuerda para que sigan viviendo, un lote es  el patrimonio y herencia por excelencia.

Decir eso y sentirlo del Señor es declararse única y exclusivamente arraigados en Él, de quien se espera absolutamente todo en la vida, y se descarta cualquier explicación basada en la coincidencia o la mera suerte.

Jesús de Nazareth es para nosotros un maesto y guía en esta experiencia absoluta de Dios, pues él orientó su vida con el Padre como su lote, copa y suerte.

y mi carne descansa serena

Ya la muerte no es el descanso eterno, sino la vida en Jesús Resucitado.

Me enseñarás el sendero de la vida, / me saciarás de gozo en tu presencia, / de alegría perpetua a tu derecha

Porque tuve hambre y me diste de comer, sed…, enfermo…, preso…

Mateo 28,8-15



REFLEXIÓN

impresionadas y llenas de alegría, corrieron a anunciarlo(apangello: anunciar enfatizando la fuente y autoridad de la noticia)

La Palabra subraya que se trata de una revelación, no del anuncio de una noticia cualquiera, de una mera información.

Lo que hay que decir, anunciar, dar cuenta, reportar o comunicar es de tal calibre que merece ser recibido con fe, con el obsequio y rendición de la buena voluntad de una persona. Y esto puede darse en diferentes niveles y calidades.

"Alegraos."

Es la petición que hacemos al Señor como fruto de la cuarta semana de los ejercicios de S.Ignacio. Porque la alegría por la bendición de otro es un don que nos despoja del amor propio, querer e interés. Nos perfecciona en el amor solidario que no descansa sino en el bien de otro.

"No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán."

Se organiza la familia de Jesús, la fraternidad universal de hombres y mujeres nuevos. No se debe temer ya el dominio definitivo de la muerte. Es un saludo que toma nuevo significado: El Señor, su beneplácito, esté con uds.

Ahora como nunca antes se ofrece la benevolencia de Dios en el mismo Señor Jesús glorificado.

Y por tanto esta experiencia destierra cualquier temor o fobia. No a un encuentro con una divinidad antropomórfica, que encarna nuestros propios temores ocultos.

No al temor existencial que surge de nuestra conciencia de seres limitados y destinados a morir algún día.

Se pide que este anuncio que viene de Dios sea recibido con una fe que destierre cualquier temor que interfiera con el gozo.

"Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais.”

En paralelo con la narración del paraíso en el Génesis, donde la felicidad de la primera pareja fue atacada por la insidia de la serpiente, que plantó la duda sobre las buenas intenciones de Dios, así en el mismo momento que se anuncia la vida nueva en la resurrección se asoma la insidia de la teoría de la conspiración, para dar una explicación alternativa y maliciosa.

Porque el anti-reino no puede descansar en sus ataques ante la inminencia de su fin. Ya la muerte dejó de ser su victoria.

Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.

Hasta hoy y no solo entre los judios.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1516016164966735886?s=20&t=Jhx0fpmLVQg6FqDvHZKT9g

 

BEATO CARLO


 
De la Homilía de Melitón de Sardes, obispo, Sobre la Pascua
                (Núms. 2-7. 100-103: SC 123, 60-64. 120-122)


ENCOMIO DE CRISTO

Entendedlo, queridos hermanos: el misterio pascual es algo a la vez nuevo y antiguo, eterno y temporal, corruptible e incorruptible, mortal e inmortal.

Antiguo según la ley, pero nuevo según la Palabra encarnada; temporal en la figura, eterno en la gracia; corruptible en cuanto a la inmolación del cordero, incorruptible en la vida del Señor; mortal por su sepultura bajo tierra, inmortal por su resurrección de entre los muertos.

La ley, en efecto, es antigua, pero la Palabra es nueva; la figura es temporal, la gracia es eterna; el cordero es corruptible, pero incorruptible es el Señor, que fue inmolado como un cordero y resucitó como Dios.

Dice la Escritura: Era como cordero llevado al matadero, y sin embargo no era ningún cordero; era como oveja muda, y sin embargo no era ninguna oveja. La figura ha pasado y ha llegado la realidad: en lugar del cordero está Dios, y en lugar de la oveja está un hombre, y en este hombre está Cristo, que lo abarca todo.

Por tanto, la inmolación del cordero, la celebración de la Pascua y el texto de la ley tenían como objetivo final a Cristo Jesús, pues todo cuanto acontecía en la antigua ley se realizaba en vistas a él, y mucho más en la nueva ley.

La ley, en efecto, se ha convertido en Palabra, y de antigua se ha convertido en nueva (y una y otra han salido de Sión y de Jerusalén); el precepto se ha convertido en gracia, la figura en realidad, el cordero en el Hijo, la oveja en un hombre y este hombre en Dios.

El Señor, siendo Dios, se revistió de naturaleza humana, sufrió por nosotros, que estábamos sujetos al dolor, fue atado por nosotros, que estábamos cautivos, fue condenado por nosotros, que éramos culpables, fue sepultado por nosotros, que estábamos bajo el poder del sepulcro, resucitó de entre los muertos y clamó con voz potente: «¿Quién me condenará? Que se me acerque. Yo he librado a los que estaban condenados, he dado la vida a los que estaban muertos, he resucitado a los que estaban en el sepulcro. ¿Quién pleiteará contra mí? Yo soy Cristo -dice-, el que he destruido la muerte, el que he triunfado del enemigo, el que he pisoteado el infierno, el que he atado al fuerte y he arrebatado al hombre hasta lo más alto de los cielos: yo, que soy el mismo Cristo.

Venid, pues, los hombres de todas las naciones, que os habéis hecho iguales en el pecado, y recibid el perdón de los pecados. Yo soy vuestro perdón, yo la Pascua de salvación, yo el cordero inmolado por vosotros, yo vuestra purificación, yo vuestra vida, yo vuestra resurrección, yo vuestra luz, yo vuestra salvación, yo vuestro rey. Yo soy quien os hago subir hasta lo alto de los cielos, yo soy quien os resucitaré y os mostraré el Padre que está en los cielos, yo soy quien os resucitaré con el poder de mi diestra.»