martes, 26 de abril de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Martes 2 de Pascua

Hechos 4,32-37



REFLEXIÓN

En el grupo de los creyentes (pisteuo: creer, confiar, entregarse) todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía

He aquí la utopía cristiana en la historia mientras se llega al destino final: la gloria.

Algo así entrevieron en Israel cuando legislaron el jubileo: una sociedad capaz de reconciliarse, eliminando las deudas, para volver a comenzar de cero y que todos tuvieran oportunidades de medrar.

La diferencia está entre la Ley y el Espíritu. Los creyentes de la Ley Mosaica, sólo internalizándola, llegaban a la comprensión y consiguiente práctica de la fraternidad, como unión económica y de voluntades.

Los del Espíritu pentecostal inicial practicaban la fraternidad por buena voluntad, buena fe, por entregarse mutuamente en ágape, frente al cual, la entrega por eros es un mero reflejo.

Una utopía difícil y compleja en su proceso histórico, pero asequible.

El mundo no entenderá, que ni eros ni filia lo consiguen, si acaso lo barruntan.

Nos encontramos en una etapa, los creyentes cristianos, del pluralismo y no de uniformidad, como pareciera desprenderse en aquel tiempo, del texto.

Cómo vivir el pluralismo? Con tolerancia de las diferencias.

Dentro del catolicismo y aun del cristianismo son varias las tendencias, unas más agresivas que otras, que deben coexistir, incluso en una misma familia.

los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles

Porque el mundo no termina de entender, ni tiene la capacidad, que sin autodonación y renuncia, no es posible el ágape.

Éste surge del autodespojo, su suelo nutricio.

Porque sin pobreza voluntaria, de corazón, seguimos apegados y poco solidarios.

Pocos entienden que sin la contribución de corazón, toda colecta impuesta será vista como un tipo de opresión. Y como excusa ante la conciencia de culpa se alude a la falta de credibilidad de quienes administran impuestos.

tenía un campo y lo vendió

Los más acaudalados o pudientes, con recursos más allá de los necesarios para la vida, lo vendían y entregaban a la comunidad.

Es decir, se evitaba la acumulación de los bienes ociosos, para destinarlos a la solidaridad.

Porque la acumulación de bienes ociosos, es una idolatría, que consiste en vivir la seguridad a través de los bienes materiales y la riqueza acumulada, más que del señorío del Padre en su providencia, tal como Jesús nos lo mostró.

Salmo responsorial: 92



REFLEXIÓN

tú eres eterno

Su eternidad que es un concepto nuestro, alude a su otreidad con respecto a nuestro tiempo.

Nuestra identidad, que se mantiene a flote a lo largo de los avatares de la historia, es como una huella desproporcionada de esa eterna identidad del Señor cuya Palabra mantiene el Designio imparable de Salvación.

la santidad es el adorno de tu casa

El sentido de la santidad del Dios cristiano no es la separación ni la pureza, que son más bien efecto de algo y alguien más amoroso: la koinonía(comunidad) trinitaria que modela la koinonía terrena.

La comunión de vida y bienes en la comunidad, pugna por ser un reflejo de la comunión en la vida del Padre, el Hijo y el Espíritu.

El amor al prójimo brota como rasgo de comunión y hace efectiva la intervención del Dios comunitario en la existencia humana.

Juan 3,5a.7b-15



REFLEXIÓN

el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va

Se trata de una dimensión o eón de libertad y ligereza, sutil como el aire que respiramos.

Por eso cuando nos despojamos por fe y nos entregamos, elegimos irnos haciendo pobres para que nuestro peso, por aferrarnos, no se oponga al arrebato del Espíritu, y nos dejemos conducir.

Ignacio a sus ejercitantes les recomendaba dejarse llevar por el Espíritu oponiendo el mínimo de resistencia.

Cuándo nos dejaremos hacer de verdad, que el Señor tome el timón de todo?

Así es todo el que ha nacido del Espíritu.

LLevado por el Espíritu como el viento que lleva su propio rumbo.

Es dejarse gobernar e imponer un rumbo.

"Y tú, el maestro de Israel, ¿no lo entiendes? Te lo aseguro, de lo que sabemos hablamos; de lo que hemos visto damos testimonio

Nicodemo sabía del Jubileo de la Ley, pero no del dejarse llevar como Jesús lo practicaba.

Porque si alguien se entregó confiadamente al Padre y fue impulsado por el Espíritu, ese fue Jesús de Nazareth.

Una sabiduría que no está atada a un magisterio, ni erudición, ni abundancia de estudio.

El más humilde puede accederla.

Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna

Una vez elevado en cruz, puede dispensar vida eterna a los que se le entregan y se dejan llevar por su Espíritu.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1518914292954841089?s=20&t=DqP09kK1uie5b7X-lJsFpQ

BEATO CARLO



 De los Libros de san Fulgencio de Ruspe, obispo, a Mónimo
(Libro 2, 11-12: CCL 91, 46-48)

 

El SACRAMENTO DE LA UNIDAD Y DE LA CARIDAD

 

La edificación espiritual del cuerpo de Cristo, que se realiza mediante la caridad (ya que, como dice san Pedro, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo), esta edificación espiritual, digo, nunca es pedida con más oportunidad que cuando el mismo cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, ofrece el cuerpo y la sangre de Cristo en el sacramento del pan y del cáliz, pues el cáliz bendito que consagramos es la comunión de la sangre de Cristo, y el pan que partimos es la comunión del cuerpo del Señor. Y, puesto que es un solo pan, somos todos un solo cuerpo; ya que todos participamos de ese único pan.

 

Y por esto pedimos que la misma gracia que ha hecho que la Iglesia fuera el cuerpo de Cristo haga también que todos los miembros, vinculados por la caridad, perseveren en la unidad del cuerpo; porque la santa unidad, igualdad y caridad que posee por naturaleza propia la Trinidad, que es un solo Dios verdadero, santifica a los hijos de adopción con el don de la unanimidad.

 

Por esto afirma la Escritura: El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.

 

El Espíritu Santo, en efecto, que es el Espíritu único del Padre y del Hijo, realiza en aquellos a los que ha otorgado la gracia de la adopción divina lo mismo que realizó, según el libro de los Hechos de los apóstoles, en aquellos que habían recibido este mismo Espíritu. Acerca de los cuales encontramos escrito: La multitud de los creyentes no era sino un solo corazón y una sola alma; la causa de esta unanimidad de los creyentes era, en efecto, el Espíritu del Padre y del Hijo, que es con ellos un solo Dios.

 

De ahí que el Apóstol enseña que ha de ser conservada con toda solicitud esta unidad espiritual con el vínculo de la paz, como dice en su carta a los Efesios: Así, pues, yo, el prisionero por Cristo, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos; sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos por mantener la unidad del Espíritu, con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu.

 

Dios, al conservar en la Iglesia la caridad que ha sido derramada en ella por el Espíritu Santo, convierte a esta misma Iglesia en un sacrificio agradable a sus ojos y la hace capaz de recibir siempre la gracia de esa caridad espiritual, para que pueda ofrecerse continuamente a él como una ofrenda viva, santa y agradable