jueves, 2 de junio de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Jueves 7 de Pascua

Hechos 22,30;23,6-11



REFLEXIÓN

me juzgan porque espero la resurrección de los muertos

Hoy también esperamos la resurrección de los muertos como dice Pablo. En eso nos hermanamos con los judíos.

Pero la diferencia es que nuestra esperanza es Jesús resucitado, en quien vemos a nuestra anticipación y nuestro hombre nuevo, del nuevo eón.

El énfasis está en el rompimiento con el orden del mundo actual, para plantear la novedad del reino trascendente.

Pero la tendencia actual en sectores cristianos por la renovación de los valores terrenos, ha opacado un poco esa trascendencia y novedad.

y la asamblea quedó dividida

La astucia, un don sigiloso y pacífico, es una aporte del Espíritu que lleva la historia, para transformarla en salvación. Los llevados por el Espíritu deben confiar en ese chispazo que como la piedra en la honda de David, echa por tierra a los gigantes. Porque en ese modo de proceder se muestra la Gloria del Señor, que en lo pequeño da señales de su grandeza y en la desproporción su Trascendencia.

Lo mismo que has dado testimonio a favor mío en Jerusalén tienes que darlo en Roma.

La conducción del Espíritu ocurre para que se nos ubique en los escenarios donde debemos dar testimonio para su mayor gloria. Incluso los escenarios de la prueba

Salmo responsorial: 15



REFLEXIÓN

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;

Protección que solicitamos aun cuando el peligro sea incierto y aceche como en la oscuridad. Porque vivimos tiempos de reclamos y demandas numerosas, de víctimas que se multiplican, más allá de cierta proporción.

Porque vivimos en momentos de gran suspicacia y en los que asumimos más bien la culpabilidad que la inocencia, mientras se demuestre lo contrario.

La demostración o no llega, o llega tarde, cuando la opinión pública ha sentenciado o ejecutado, virtualmente, al acusado.

Es como la sed de sangre de las masas que acudían al circo de las fieras. Lo que importaba era la diversión y el entretenimiento. El valor, la verdad, la inocencia, el hacer bien no se tenía mucho en cuenta.

Siempre ha existido en los pueblos esta tendencia maliciosa y maligna. Pero hoy los medios de comunicación, engranados en el mercado y la ganancia, contribuyen a su exacerbación. Son los torquemadas de nuestra era.

Bendeciré al Señor, que me aconseja, / hasta de noche me instruye internamente

Experimentamos su Espíritu discerniendo espíritus, de madrugada mientras reflexionamos insomnes.

Reflexionar nos hace bien porque da un sentido del Señor en nuestra historia.

mi carne descansa serena. / Porque no me entregarás a la muerte, / ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción

Nuestra garantía definitiva es su promesa realizada en JesuCristo.

Me enseñarás el sendero de la vida,

Un sendero que no se ve sino que se pulsa como el tanteo del ciego, en aprendizaje permanente.

Juan 17,20-26



REFLEXIÓN

por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado

Estamos incluídos en la preocupación de Jesús y en su acompañamiento a nuestro acompañamiento.

Nuestro poder de proclamar y predicar en realidad no es nuestro sino del Espíritu de Jesús.

Las palabras inspiradas en el mensaje evangélico y transmitidas como consejo a otros no se pierden, en su aparente inactividad.

Una idea no muere, e impulsa a través del tiempo esperando la coyuntura apta.

Cuánto más una voz del Señor convertida en proposición que vive a través de generaciones, y se mantiene iluminando por el Espíritu que alienta en ella.

Unión permanente al bueno sin sombras es lo que anhela nuestro débil existencia. Gemimos porque lo bueno acaba y suspiramos por la unión eterna.

La unión se deja ver en todos los fragmentos de felicidad que nos permite vivenciar la existencia, así como en la arena refulgen granos que distribuyen la luz del sol.

les di a ellos la gloria que me diste,

Les di el buen nombre, el prestigio, el brillo que me diste.

Vamos en nuestro ministerio y misión alumbrados por su buen nombre.

para que sean completamente uno

Si algo es difícil de plasmar en la vida cotidiana, de lo que no hay testimonio en la historia, es la unión.

Más bien abunda la división, y hoy que en la sociedad de la información pero del pensamiento débil y líquido, se producen confrontaciones y polémicas, se hace más precaria cualquier unidad, y la misión de construirla requiere de mayor virtud: paciencia, audacia, arrojo, equilibrio.

los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria

Tanto en el camino como en su consumación.

Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste.

La imparcialidad del Padre se ha venido manifestando también en Jesús su hijo, como una responsabilidad por nosotros sus hijos. No es un justo imparcial impersonal como una ley. Sino una norma viviente que se ajusta a las condiciones personales y toma en cuenta las vulnerabilidades, como el pastor que toma a la oveja más débil y la carga.

les daré a conocer tu nombre

No cesa el acompañamiento de Jesús en su Espíritu, para que nos adentremos cada día en el misterio insondable del amor del Padre.

Es la herencia y legado de Jesús de Nazaret: conocer y unirnos en él a su Padre.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1532322789817999360?s=20&t=TljuqF7XLMuR55hrXxLzHA

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


Jueves VII semana del Tiempo Pascual

San Cirilo de Alejandría, Comentario sobre el Evangelio de San Juan 10

Ya se había llevado a cabo el plan salvífico de Dios en la tierra; pero convenía que nosotros llegáramos a ser coherederos con Cristo y partícipes de su naturaleza divina; esto es, que abandonásemos nuestra vida anterior para transformarla y conformarla a un nuevo estilo de vida y de santidad.

REFLEXIÓN

Se dice convenir, no que debe ser, ni que es evidente. Los títulos de coherederos y partícipes, naturaleza etc. son expresiones, formulaciones que se fijaron en esos tiempos como la mejor manera de dar a entender un significado especial, fuera de serie, un logro máximo dentro de los imaginarios humanos sobre felicidad, plenitud y realización. Con el tiempo, aunque referentes, ya no suscitan la misma significatividad en general.

Esto sólo podía llevarse a efecto con la cooperación del Espíritu Santo. Ahora bien, el tiempo más oportuno para la misión del Espíritu y su irrupción en nosotros fue aquel que siguió a la marcha de nuestro Salvador Jesucristo. Pues mientras Cristo vivía corporalmente entre sus fieles, se les mostraba como el dispensador de todos sus bienes; pero cuando llegó la hora de regresar al Padre celestial, confirmó asistiendo a sus adoradores mediante su Espíritu, y habitando por la fe en nuestros corazones. De este modo, poseyéndole en nosotros, podríamos llamarle con confianza: «Abba, Padre», y cultivar con ahínco todas las virtudes, y juntamente hacer frente con valentía invencible a las asechanzas del diablo y los insultos de los hombres, como quienes cuentan con la fuerza poderosa del Espíritu.

REFLEXIÓN

La transformación es tarea propia del Espíritu Santo quien desde la té que nos infunde, no sin nuestra libertad, promueve y gestiona el deseo. Un deseo que se hace uno con el deseo vital que llevamos íntimamente los humanos, y aun todo organismo viviente- Es como si los genes del Espíritu se hicieran parte de nuestra identidad y procedieran a superarnos hacia el nuevo ser en Dios.

 Este mismo Espíritu transforma y traslada a una nueva condición de vida a los fieles en que habita y tiene su morada. Esto puede ponerse fácilmente de manifiesto con testimonios tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Así el piadoso Samuel a Saúl: Te invadirá el Espíritu de Yahveh, y te convertirás en otro hombre. Y San Pablo: Nosotros todos, que llevamos la cara descubierta, reflejamos la gloria del Señor, y nos vamos transformando en su imagen con resplandor creciente; así es como actúa el Señor, que es Espíritu. No es difícil percibir cómo transforma el Espíritu la imagen de aquéllos en los que habita: del amor a las cosas terrenas el Espíritu nos conduce a la esperanza de las cosas del cielo; y de la cobardía y la timidez, a la valentía y generosa intrepidez de espíritu. Sin duda es así como encontramos a los discípulos, animados y fortalecidos por el Espíritu, de tal modo que no se dejaron vencer en absoluto por los ataques de los perseguidores, sino que se adhirieron con todas sus fuerzas al amor de Cristo. Se trata exactamente de lo que había dicho el Salvador: Os conviene que yo me vaya al cielo. En ese tiempo, en efecto, descendería el Espíritu Santo.

REFLEXIÓN

La Palabra nos enseña a ver en nuestras conductas cómo va asomando la creciente transformación del Espíritu Santo. Por eso la oración, el discernimiento, y las obras de amor fraterno son el prisma por el que se nos posibilita esa visión.