Viernes 14 de tiempo ordinario
Oseas 14, 2-10
REFLEXIÓN
"Perdona
del todo la iniquidad,
recibe-benévolo el sacrificio de
nuestros labios. No nos salvará Asiria, no montaremos a caballo, no
volveremos a llamar Dios a la obra de nuestras manos. En ti encuentra piedad el huérfano."
Una pregunta de cuño nitzcheano nos atormenta: somos una raza los
humanos cuya divinidad sólo se muestra amorosa cuando estamos en las malas?
Porque según Nietzche y otros de pensamiento parecido, el ser
cristiano con su herencia bíblica, es de sufrimiento y debilidad. No parece
digno de los seres humanos tal reducción a la inferioridad.
Prometeo o Job: parece el dilema.
Pero si asumimos como creyentes la Palabra y su salvación, tenemos
que superar este pensar malicioso que arroja sombras de sospecha sobre las
buenas intenciones del Señor.
Hemos de remontarnos hasta la primera de las alianzas: la creación
y constatar el designio inicial de su libre iniciativa al asociarnos a su
empresa. Nuestro destino es la felicidad, el crecimiento, la plenitud.
Es el Principio y Fundamento ignaciano que se pone como la piedra
fundacional de nuestra fe.
Los males, los fracasos, las injusticias son nuestra
responsabilidad, al menos en parte.
La maravilla que enfatiza la Palabra es la persistencia del
designio, a pesar de nuestra postración. Por eso el huérfano, la viuda, el
extranjero como símbolos de ausencia de protección y de existencias truncadas
son enfática e insistentemente atendidas por la solicitud amorosa del Señor.
Porque su compromiso con nuestra plenitud, va más allá de nuestra
postración, para repararla, asistirla y seguirle dando viabilidad.
Yo
curaré sus extravíos, los amaré sin que lo merezcan, mi cólera se apartará de
ellos
Más bien lo fuerte del problema es entender por qué nuestra
libertad se ejerce con tanta limitación y conflicto. Por qué soy responsable
incluso de lo que ni me acuerdo, o ignoro? Por qué, aun en forma de omisión,
establezco solidaridad con la injusticia, el daño a otros, también sin querer?
Por qué hago el mal que no quiero, como dice Pablo en Romanos.
Al tratar de responder este escándalo que somos para nosotros
mismos, podemos contaminar la relación con el Señor, echando culpa al inocente.
De ello es muestra la pasión y muerte de Jesús.
¿Quién
es el sabio que lo comprenda, el prudente que lo entienda? Rectos son los
caminos del Señor: los justos andan por ellos, los pecadores tropiezan en
ellos."
Justos
son entonces los que caminan a pesar de este escándalo, confiando y no
sospechando maliciosamente, ni echando culpas al Señor.
Salmo responsorial: 50
REFLEXIÓN
Te
gusta un corazón sincero, / y en mi interior me inculcas sabiduría
La sabiduría de mantenerse en colaboración con el designio no
obstante el escándalo de nuestra libertad sitiada.
Oh
Dios, crea en mí un corazón puro, / renuévame por dentro con espíritu firme;
Porque caminar como justos que confían en el Señor requiere de
firmeza.
Atender las situaciones de inocentes dañados por las culpas de la
sociedad, también requiere firmeza.
Mateo 10, 16-23
REFLEXIÓN
"Mirad que os mando
como ovejas entre lobos; por eso, sed sagaces como serpientes y sencillos como
palomas.
así
daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles
Sagaz
(fronimos) inteligente, que sopesa las cosas desde una percepción profunda que
implica la emocionalidad.
Sería la
actitud del que discierne los espíritus, pondera, usa de sensatez.
Inocente
(akereios) simple, sin complicaciones, sincero,intachable.
Hoy
diríamos: sin trastienda, sin doble vida, sin agenda.
El
caminar del justo no es fácil, ni suave, porque implica una destreza de
navegante, siempre alerta a los posibles escollos, de día y de noche.
No es sagacidad
(fren) visceral, para hacer el mal, sino para percibirlo y evitarlo.
Se distingue de
sofos (perspicacia como habilidad adquirida) y de sunetos (sabio por reflexión
o arrogante en mal sentido).
(Akeraios) es
inocente, simple, transparente, intachable, sincero, de una pieza.
en
su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que
habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.
No estamos solos sino acompañados del Espíritu para que
convirtamos nuestro caminar en martirio, en testimonio, que desde nuestra
construcción de fe, anime a otros a construir en fe y esperanza.
el
que persevere hasta el final, se salvará. Cuando os persigan en una ciudad,
huid a otra. Creedme, no terminaréis con las ciudades de Israel antes de que
vuelva el Hijo del hombre".
Perseverar(hupomeno)
es endurecerse para aguantar.
Pero en
cosas del Espíritu no se trata de puños y dientes cerrados, sino de dejarse
llevar y confiar más en la fuerza que nos viene que la que podamos producir.
La
perseverancia se gesta en el conflicto que puede afectar hasta el núcleo
familiar, lugar donde se tiene el refugio humano más seguro.
No se trata de
entregarse al martirio a la primera. La huída también es preservar la vida, y
por lo mismo hacer la voluntad de Dios, hasta que el Señor quiera.
No se trata de
pavimentar con masacrados la vía hacia la utopía, en nuestro caso: el reino de
Dios.
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