Martes 16 de tiempo ordinario
Miqueas 7, 14-15. 18-20
REFLEXIÓN
a las que habitan apartadas en la maleza
Por qué
esa intensidad de la Palabra con el tema de los descarriados, los pecadores,
los pobres, los enfermos, los fuera de la ley?
Tienen
en común ser personas a quienes no alcanza la bendición del Señor, su
felicidad, su designio.
Muchos
de los que han caído en esa situación son responsables de las decisiones que
les hicieron postrarse. Es que el Señor ampara la irresponsabilidad?
Mas bien
el Señor es amor trascendente, un misterio de amor. Y misteriosamente nos
enseña algo sobre el amar, cuando se muestra enfocado en los débiles, los
vulnerables, los excluídos, sean o no responsables.
Porque
si bien es cierto que en muchas historias de pobreza hay responsabilidades,
también hay injusticias, opresión, corrupción, falta de solidaridad de los que
permiten que existan esas lacras.
El amor
de la Palabra obsesivo con la oveja perdida es un declaración de amor por aquél
que necesita un valedor, un defensor, un amparo, un solidario, un prójimo:
alguien que se aproxime y haga propia la desdicha del desventurado.
¿Qué Dios como tú, que perdonas el pecado y absuelves la
culpa al resto de tu heredad? No mantendrá por siempre la ira, pues se complace
en la misericordia
Porque
el amor del Señor está en las antípodas del resentimiento y el señalamiento
perpetuo de culpa.
Es
interesante que en nuestro mundo lo que abunda en una investigación y en una
denuncia es el señalamiento de culpa. Es como si cada uno estuviera más dispuesto
a linchar que a reparar.
Pero la
realidad que señala la Palabra es otra. Busca la dignificación de todos, en
particular de los humillados. Y con ello nos recuerda que el juicio definitivo
lo hace Él.
Salmo responsorial: 84
REFLEXIÓN
has frenado el incendio de tu ira.
El Señor
nos inspira respeto porque no se deja llevar por su comprensible enojo sino que
opta por el perdón y la reconciliación.
Todo un
paradigma para nuestra fraternización.
¿No vas a devolvernos la vida, / para que tu pueblo se
alegre contigo? /
Y la
vida nos devolverá porque es la resurrección y la vida: al modo de Lázaro o al
modo de Jesús de Nazareth.
Mientras
no sucedió el acontecimiento pascual de Jesús, estábamos en la humanidad a
oscuras sobre nuestra mortalidad. En él se inició una iluminación sobre la
nueva vida y ya el tránsito no es incierto para el que cree. Por eso fe y vida
se relacionan.
Mateo 12, 46-50
REFLEXIÓN
El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi
hermano, y mi hermana, y mi madre
La
familia de la Palabra, que cumple la voluntad del padre, rebasa toda familia
humana, de cualquier tipo.
Se trata
de la familia del amor universal desde los débiles.
Jesús es
modelo y paradigma de tal novedad.
Tal
familiaridad se compone de miembros que llegan desde los cuatro puntos
cardinales del Espíritu, y en sus interacciones e interrelaciones tejen una
fraternidad nueva.
Jesús es
el hombre histórico que apuesta por el reino del Padre cada instante de su
existencia y así nos señala la coherencia y densidad de una vida alternativa a
la común.
En este
relato rompe con sus ataduras familiares no por repudio sino por superación.
Jesús expone la supremacía de la Palabra para convocar un nuevo género de
familiaridad, de fraternidad.
Es como
si dijera: hermanos seremos siempre en el único Padre. Los padres y hermanos de
carne y sangre son figura de un mundo que pasa. El vínculo imperecedero como
hermanos es nuestra escucha de la Palabra.
https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1549351922976555008?s=20&t=ulYr8EBJuriI4y_5LZprBg