sábado, 30 de julio de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Sábado 17 de tiempo ordinario

Jeremías 26, 11-16. 24



REFLEXIÓN

El Señor me envió a profetizar contra este templo y esta ciudad las palabras que habéis oído

Hay una soledad irremplazable:la propia responsabilidad de la conciencia ética en base a la fe.

En ella se experimenta el aislamiento de cualquier seguridad que pudiera venir de fuera, la propia fortaleza alimentada por la fe en el apoyo del Señor, y el propio debate entre la firmeza y la debilidad.

En esta agonía entra Jeremías y también Jesús de Nazareth. Es un camino cuesta arriba, pero sostenido por la paz y serenidad que traspasa cualquier inquietud.

escuchad la voz del Señor, vuestro Dios;

Porque lo que realmente importa al enviado es que se escuche al Señor, su Palabra, su designio. Toda agonía será superada por el gozo de servirlo para la extensión de su reino.

enmendad vuestra conducta y vuestras acciones, escuchad la voz del Señor, vuestro Dios; y el Señor se arrepentirá de la amenaza que pronunció contra vosotros

Pero el mensaje era no de destrucción sino de llamado al cambio de conducta. A lo razonable de modificar el estilo.

si vosotros me matáis, echáis sangre inocente sobre vosotros, sobre esta ciudad y sus habitantes

Aunque se intente diluir la responsabilidad por la muerte de un inocente emblemático como Jesús, quien acoge todo tipo de víctimas con su caso, el poder de turno en el judaísmo de su época no puede disimularla.

Y como tal es también emblemático del opresor de todo tiempo. El pronóstico sigue siendo que un poder así erigido y mantenido no puede prosperar definitivamente.

Este hombre no es reo de muerte, porque nos ha hablado en nombre del Señor, nuestro Dios

Es posible sin embargo encontrar fisuras en ese poder aparentemente monolítico. Es la esperanza de transformación.

Todavía no había llegado su hora.

Es su don reconocerla y aceptarla.

Un argumento que equivale a decir: la ciudad somos nosotros. Es la ausencia de autocrítica rampante por parte del poder instalado. No ceder, ni negociar su posición.

Salmo responsorial: 68



REFLEXIÓN

Que el Señor escucha a sus pobres, / no desprecia a sus cautivos

Si pobre es ante todo la experiencia del desapego para colgarse del Señor, porque se lo vive como Principio y fundamento, hemos de reconocer muchas modalidades en la pobreza. La pobreza material no agota el sentido evangélico de pobreza.

Se trata de una experiencia de precariedad en cuanto criatura que reconoce al Señor como su todo.

Si la pobreza material lo que provoca es hambre de consumo, no está conduciendo a la felicidad evangélica del reino de Dios para los pobres.

La verdadera pobreza e inocencia tiene que pasar por el conocimiento propio y la sinceridad para con uno mismo y con Dios.

Mateo 14, 1-12



REFLEXIÓN

"Ése es Juan Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso los poderes actúan en él."

El sentido de culpa no se va nunca y produce fantasmagoria: imágenes que cargan con ese  sentimiento, con la ilusión engañosa de librarse.

Y en este caso perdía capacidad de reconocer la novedad de Jesús y su posibilidad de regeneración si se convertía, por terribles que hubieran sido sus crímenes.

Al contrario de Pedro y Pablo, quienes asumieron su culpa y no la proyectaron en el encuentro sanador con Jesús, cuando se les atravesó en su camino de perdición.

Así las nuevas escrituras nos ponen en contacto con una galería de personas y sus relatos de sanación y conversión. Nosotros elegimos con quien nos identificamos.

Quizás para nuestro tiempo esos relatos no satisfagan como historia anécdota, pero pueden aportar como historia sentido para la conversión.

Juan le decía que no le estaba permitido vivir con ella

Hoy se le hubiera recriminado a Juan por meter la religión en la política, al criticar al poder establecido.

le gustó tanto a Herodes que juró

Es probable que en un festín, además del ambiente placentero y adulón, hiciera efecto el exceso de licor, para perder las proporciones y ganarse un problema.

Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta

El rey lo sintió; pero, por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel

En otro evangelio se alude al gusto con el que Herodes escuchaba a Juan, lo cual explica que haya sentido mandarlo a matar.

Si no resulta contradictorio este malestar, siendo así que antes pensaba matarlo y se inhibía solo por miedo a la reacción del pueblo.

No es lo mismo escuchar con gusto la Palabra, y menos cuando pide cambiar la propia conducta.

Porque la Palabra del Señor tiene ese problema:pide conversión.

Y el poco sentido común por estar bebido. Así en toda la historia, aún la cotidiana, esa adicción facilita las decisiones perjudiciales para muchos.

No la bebida, sino su desmesura.

Pero en la formación humana seguimos insistiendo en la sanción, no así en la educación de la conciencia, para elevar el nivel de sensibilidad y respeto al derecho de los demás, por encima de nuestra satisfacción momentánea.

Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron y fueron a contárselo a Jesús

El Poder no es sólo de Herodes, sino una red, que ejerce su influencia desde sus validos: Salomé y su madre.

La ética de Herodes no le permitía faltar a su palabra, pero sí asesinar al inocente.

Esta ética bícefala, trícefala, pervertida y degenerada, establece prioridades de acuerdo a las pasiones, no a los valores más relevantes y de los que dependen los demás: Justicia, amor, compasión, lealtad

Por qué los discípulos de Juan B, competencia envidiosa de Jesús, iría a contar su muerte?

Porque reconocían su liderazgo por encima o igual al de su maestro.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1553349514974593025?s=20&t=TAcFeecvXDDHTDWQ1D-IOg

 

BEATO CARLO


 

De la carta de san Ignacio de Antioquía, obispo y mártir, a san Policarpo de Esmirna.
(Cap. 5, 1-8, 1. 3: Funk 1, 249-253)

 

QUE TODO SE HAGA PARA GLORIA DE DIOS

 Huye de la intriga y del fraude; más aún, habla a los fieles para precaverlos contra ello. Recomienda a mis hermanas que amen al Señor y que vivan contentas con sus maridos, tanto en cuanto a la carne, como en cuanto al espíritu. Igualmente predica a mis hermanos, en nombre de Jesucristo, que amen a sus esposas como el Señor ama a la Iglesia. Si alguno se siente capaz de permanecer en castidad para honrar la carne del Señor, permanezca en ella, pero sin ensoberbecerse. Pues si se engríe, está perdido; y si por ello se estimare en más que el obispo, está corrompido. Respecto a los que se casan, esposos y esposas, conviene que celebren su enlace con conocimiento del obispo, a fin de que el casamiento sea conforme al Señor y no por solo deseo. Que todo se haga para gloria de Dios.

Escuchad al obispo, para que Dios os escuche a vosotros. Yo me ofrezco como víctima de expiación por quienes se someten al obispo, a los ancianos y a los diáconos. ¡Y ojalá que con ellos se me concediera entrar a tener parte con Dios! Colaborad mutuamente unos con otros, luchad unidos, corred juntamente, sufrid con las penas de los demás, permaneced unidos en espíritu aun durante el sueño, así como al despertar, como administradores que sois de Dios, como sus asistentes y servidores. Tratad de ser gratos al Capitán bajo cuyas banderas militáis, y de quien habéis de recibir el sueldo. Que ninguno de vosotros sea declarado desertor. Vuestro bautismo ha de ser para vosotros como vuestra armadura, la fe como un yelmo, la caridad como una lanza, la paciencia como un arsenal de todas las armas; vuestras cajas de fondos han de ser vuestras buenas obras, de las que recibiréis luego magníficos ahorros. Así pues, tened unos para con otros un corazón grande, con mansedumbre, como lo tiene Dios para con vosotros. ¡Ojalá pudiera yo gozar de vuestra presencia en todo tiempo!

Como la Iglesia de Antioquía de Siria, gracias a vuestra oración, goza de paz, según se me ha comunicado, también yo gozo ahora de gran tranquilidad, con esa seguridad que viene de Dios; con tal de que alcance yo a Dios por mi martirio, para ser así hallado en la resurrección como discípulo vuestro. Es conveniente, Policarpo felicísimo en Dios, que convoques un consejo divino y elijáis a uno a quien profeséis particular amor y a quien tengáis por intrépido, el cual podría ser llamado «correo divino», a fin de que lo deleguéis para que vaya a Siria y dé, para gloria de Dios, un testimonio sincero de vuestra ferviente caridad.

 El cristiano no tiene poder sobre sí mismo, sino que está dedicado a Dios. Esta obra es de Dios, y también de vosotros cuando la llevéis a cabo. Yo, en efecto, confío, en la gracia, que vosotros estáis prontos para toda buena obra que atañe a Dios. Como sé vuestro vehemente fervor por la verdad, he querido exhortaros por medio de esta breve carta.

Pero como no he podido escribir a todas las Iglesias por tener que zarpar precipitadamente de Troas a Neápolis, según lo ordena la voluntad del Señor, escribe tú, como quien posee el sentir de Dios, a las Iglesias situadas más allá de Esmirna, a fin de que también ellas hagan lo mismo. Las que puedan, que manden delegados a pie; las que no, que envíen cartas por mano de los delegados que tú envíes, a fin de que alcancéis eterna gloria con esta obra, como bien lo merecéis.

 Deseo que estéis siempre bien, viviendo en unión de Jesucristo, nuestro Dios; permaneced en él, en la unidad y bajo la vigilancia de Dios.

 ¡Adiós en el Señor!